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El gran carnaval

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 4 min.

El título es de una película de 1951. Un periodista majunche y sin principios manipula para que se
prolongue el rescate de un hombre atrapado en una mina y así lograr que su reportaje se mantenga
varios días en primera plana. Al final el hombre atrapado muere. En Venezuela, Maduro tiene armado
un gran carnaval para intentar prolongar la agonía de su régimen. Quienes ocupan Miraflores están
disfrazados de demócratas, para lo cual organizan elecciones a su medida. Los jueces se disfrazan de la
diosa justicia, pero interpretan que la balanza que porta Lustitia debe inclinarse siempre a favor del
régimen y que la espada es para asesinar judicialmente a los opositores. El Alto Mando hace tiempo está
disfrazado con el uniforme militar, disimulando la camisa roja del partido oficialista. Algunos políticos
que son alacranes colaboracionistas del régimen se disfrazan de opositores.
 

De cuando en cuando, Maduro convoca a una fiesta de carnaval a empresarios, alacranes y a políticos
que están en la cuerda floja. Algunos asisten por necesidad. Otros para hacerle el juego al régimen. Cabe
preguntar quién es quién en este gran carnaval. Hay que entender que los empresarios acuden a las
reuniones para sobrevivir. Mientras exista un Estado que decide sobre vidas y haciendas no les queda
otro remedio. Tienen la obligación de mantener abiertos sus negocios, no solo para proteger su
patrimonio, sino también la fuente de empleo de muchos compatriotas. Necesariamente, eso pasa por
atender citaciones a reuniones de quienes detentan el poder. Por ello, no tiene sentido someterlos a la
vindicta pública cuando asisten o cuando declaran en términos conciliadores.
 

Desde luego todo tiene un límite. Por ejemplo, Adán Celis, presidente de Fedecámaras solicitó que se
levanten las sanciones porque han empobrecido al país. A lo cual, acertadamente Andrés Velásquez le
respondió “qué infeliz declaración, la pobreza y ruina nacional son de la absoluta responsabilidad de los
ladrones que están en el poder”. Celis ha podido decir que las sanciones afectan negativamente algunas
empresas y que el gobierno debería acordar con la oposición la realización de elecciones libres. También
podría callar.
 

Otro ejemplo es Alberto Vollmer. Admiro mucho a esa familia, particularmente a don Gustavo y a don
Alberto, dos grandes venezolanos que lamentablemente ya no están con nosotros. También admiro la
sensibilidad social del joven Alberto. En reciente excelente entrevista que le hizo Javier Conde, declaró
“que su papá le recomendó no tratar de ganarle al sistema, ya que este te va a ganar”. Él debería tomar
en cuenta que esa recomendación la hizo don Alberto cuando en Venezuela había democracia. Desde
luego, no pedimos que sea frontal contra el régimen, pero saludar a Maduro con el puño en alto y reír a
carcajadas con Jorge Rodríguez no es constructivo. Una cosa es tener una relación con quien detenta el
poder y otra es aplaudir a quienes violan los derechos humanos.
 

Mencionamos estos dos casos porque son ciudadanos trabajadores que han construido su patrimonio
con esfuerzo propio. Hay otros empresarios o mejor dicho seudo empresarios que están cerca del
régimen solo para hacer dinero mal habido.
 

En el caso de los políticos que se han acercado a Maduro, la opinión pública los censura. Hay unos que
definitivamente son fichas del régimen, que les regaló una diputación, como Didalco Bolívar, Timoteo
Zambrano, Bernabé Gutiérrez, Luis Augusto Romero, Javier Bertucci, Luis Parra, José Brito, Ricardo Sánchez, Miguel Salazar Rodríguez, Juan Carlos Alvarado y Luis Eduardo Martínez H. En este grupo
incluimos también a Claudio Fermín. De todos no se hace uno.
 

Hay otro grupo, integrado por Gustavo Duque, Antonio Ecarri, Leocenis García, Gloria Pinho, Daniel
Ceballos, entre otros, que coquetean con el régimen vaya usted a saber con qué intención. Me extraña y
lamento que Agustín Berrios asista a esas reuniones en representación de Benjamín Rausseo, conocido
como el Conde del Guácharo, quien dijo que participaría y respetaría los resultados de la Primaria y
después se rajó y se lanzó como candidato, lo cual es reprochable. Elsa Castillo llamó la atención por su
defensa del magisterio, pero debe entender que cinco minutos de exposición ante los medios no son
credenciales para aspirar a la presidencia.
 

Un tercer grupo, conformado por quienes aceptan el veto de Maduro a María Corina, predica que ella
debe tirar la toalla y entrar en conversaciones para designar un sustituto. Entre ellos hay bien
intencionados, a quienes nos permitimos sugerir que tomen en consideración que los gobiernos y
parlamentarios de los principales países democráticos han declarado que debe respetarse el Acuerdo de
Barbados y que María Corina debe poder inscribirse como candidata. Los mal intencionados son los
que, por interés propio o de terceros, no aceptan que fueron desplazados de la política. Tiran la piedra y
esconden la mano. ¿Sergio Garrido, el gobernador de Barinas?
 

El gran carnaval de Maduro terminará cuando se realice la elección presidencial, que con presión
nacional e internacional debe permitir que María Corina participe.
 

Como (había) en botica

Ojalá cuando salga este artículo la canalla haya puesto en libertad a Rocío San
Miguel, valiente defensora de los derechos humanos. Este caso y la agresión en Charallave a María
Corina y a su equipo evidencia que la llamada furia bolivariana es solo cobardía madurista 

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
 

eddiearamirez@hotmail.com