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Hablamos o erramos

Opinión
Artículos de opinión
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Imposible no hablar del tema. Hablar aunque sea repitiendo cosas que ya se han dicho. E, incluso, para reiterar cosas que uno mismo ha escrito. Es un tema que importa demasiado para la vida de todos nosotros, no hay, pues, que quitar el dedo de la tecla. En este caso, la terquedad es un mandato. Hay licencia para ser fastidioso.
Repetir, pues, que la convivencia solo puede nacer del dialogo, no hay otro invento a la vista. Que las sociedades existen gracias a que hablan para llegar a los acuerdos que garantizan la convivencia y trazan los rumbos comunes y que permiten, así mismo, la definición de las reglas y la construcción de los sistemas de arbitraje ideados para dirimir sus conflictos
Repetir, así mismo, que Venezuela lleva largo rato sin dialogar, sin pactar, soslayando sus graves conflictos. Que tal vez nuestra reciente vida política (signada por un caudillo sentado sobre un barril petrolero a cien dólares) nos haya llevado a pensar que las decisiones son sólo una cuestión de mayorías obtenidas en las urnas y que nuestro único deber es el de ser más o menos indulgentes con las ideas del otro, dejando de lado otros ingredientes imprescindibles de la democracia, tales como conversar, conciliar, ceder y negociar, verbos que pareciera se nos ha olvidado conjugar.
Repetir tambien que los países no se divorcian, no hay la posibilidad de que una parte haga sus maletas y se vaya a otro sitio. Que la descongestión de la política, para que el juego social vuelva a fluir, es cuestión de la que depende la paz colectiva, dicho sea ésto sin dramatizar.
Repetir, en fin, que si cortamos ahora el diálogo, lo que haremos es postergarlo para reanudarlo luego, seguramente con el país en peores condiciones, lamentando daños y lo peor, tal vez vidas humanas (según parece temer el Nuncio Celli), que pudieran haberse evitado.
Hablamos o erramos, podría habernos dicho el Maestro Simón Rodríguez.