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Un nombre en la historia

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Visión y Análisis. Artículo 190
Muchas personas han vivido sus vidas pendientes de cómo se va a registrar su nombre en la Historia. Alejandro Magno vivó para la Historia, Julio César no cesaba de comparar sus éxitos con loa de Alejando, Napoleón, Bolívar, y hasta el mimo Chávez estuvieron pendientes de como los recordarían las generaciones venideras.
También existe el caso contrario, personas a quienes no les interesa en lo más mínimo la Historia y esperan pasar desapercibidos antes los encargados de registrar los eventos de la Humanidad. Pero a veces el destino les juega una mala pasada, y personas que en apariencias son anónimas surgen como un fogonazo en medio de las memorias de los pueblos.
Esta el caso de Rosa Paks, la dama afrodescendiente, simple costurera, pasajera de un autobús que dijo NO a un blanco y desencadenó todo un movimiento que revolucionaría la vida de los Estados Unidos; esta el caso del capitán Jenkins, quien perdió una oreja, cortada por un capitán de navío español como castigo por contrabandista y que dio origen la llamada “guerra de la oreja de Jenkins”; o aquel ministro venezolano llamado Vinicio Carreras, célebre por un incidente patético en un aeropuerto. En fin, a veces los que pretenden pasar desapercibidos dejan una huella en la Historia que quisieran borrar.
Hoy me pregunto por algunos personajes de nuestra sociedad, ¿Cómo quieren pasar a la Historia?
Nicolás Maduro indudablemente va a pasar a la Historia como el hombre que le dio el puntillazo final y terminó por sepultar un proyecto político que nació fallido, sostenido sobre la esperanza de un pueblo y sobre los altos precios del petróleo, sin ningún sostén ideológico real y mucho menos con un proyecto económico viable, simplemente “mientras el petróleo esté caro gobernaremos, después, el diluvio”. Pero no es Nicolás Maduro el objeto de este artículo, lo que acabo de decir no es nuevo para nadie, es una perogrullada. El objeto de este artículo son otros personajes que parecen aspirar a pasar desapercibidos ante la Historia. Hoy hablare de algunos de ellos.
La escasez y alto costo de los alimentos, en otras palabras, el hambre, que vive nuestra población; las muertes que están ocurriendo por la falta de medicamentos e insumos médicos, que si configuran una crisis humanitaria; los cerca de 25.000 muertos anuales víctimas de un hampa que tiene aterrorizada no solo a la población, sino a los mismos policías; han originado una situación de un país a punto de estallar. Ya se han producido numerosas revueltas, en pequeña escala, en las que la población toma por asalto mercados y forma barricadas en las calles, rápida y silenciosamente reprimidas por los cuerpos de seguridad del Estado, que también mantiene un férreo control sobre los medios de comunicación para evitar la difusión de estas imágenes que podrían llevar a una situación fuera de control generalizada, a una represión abierta, muertos y desencadenar una crisis política de grandes dimensiones, con una posible caída de gobierno.
Sin embargo, hay una salida. Existe un amplio consenso de que la solución a la crisis venezolana pasa por un cambio de gobierno; y existe una forma pacífica, constitucional para que eso ocurra, es el Referéndum Revocatorio, realmente la solución es simple, vamos a medirnos, si la mayoría apoya al gobierno, este seguirá en sus funciones, si la mayoría vota en contra, tendremos nuevas elecciones, nada más democrático. Por eso que admiro la flexibilidad de los sistemas políticos parlamentarios. Esta es la válvula de escape a toda la presión social acumulada en nuestro país, que es lo que la mayoría deseamos. Pero alguien está cerrando esa válvula y aumentando la presión. Yo personalmente pienso que si no se da una salida pacífica y electoral a la crisis vendrá, inexorablemente y lamentablemente, una salida violenta, la opción del status quo está descartada.
Empezaré por Tibisay Lucena. Esta dama ha ejercido por mucho tiempo la presidencia de del Consejo nacional Electoral, en un principio con cierto respaldo, con el paso del tiempo, en la medida en sus decisiones se volcaron cada vez más a favorecer al oficialismo ese respaldo y ese respeto se fueron perdiendo hasta el punto de que ahora se le considera como una simple ficha del chavismo. Hasta aquí es simplemente un funcionario con un mal desempeño, un mal recuerdo. Pero la cosa no queda ahí, la Historia puso a Tibisay Lucena en una encrucijada, la puso como protagonista de la mayor crisis presentada en nuestro país.
Hay cinco personas responsables de ese evento democrático ocurra y son: Tibisay Lucena, Sandra Oblitas, Luis Emilio Rondón, Socorro Hernández y Tania D' Amelio Cardiet. Cinco nombres con una responsabilidad inmensa, pero sobre todo la presidenta. La gran pregunta es: ¿Está preparada Tibisay Lucena y los otros cuatro rectores para asumir la responsabilidad histórica de lo que ocurra en Venezuela, en tragedia, muertes si no se realiza el Referéndum Revocatorio y la situación estalla en formas que nadie desea? ¿Qué le dirán a sus hijos o a sus nietos cuando si le pregunten: Mamá o Abuela, tu estuviste allí y no hiciste nada para evitar la tragedia? ¿O cuando aparezcan en los libros de Historia como las personas que pudieron dar pase a una solución pacífica y no lo hicieron?
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