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Una política, una estrategia y un discurso común

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

En Venezuela en términos políticos e institucionales se ha producido, en el año que culmina, un cambio de calidad negativo, cual es la instauración de una neo dictadura. Fue la respuesta del régimen chavista a la pérdida de su condición de mayoría política y social que ya se venía observando y se materializó en los comicios parlamentarios de diciembre del 2015.
Padecemos la absoluta inobservancia de la Constitución mediante una brutal concentración del poder y las competencias y funciones del Estado en el Poder Ejecutivo. La fisiología del sistema, prescrita en la Constitución Nacional, está rota. Es lo que algunos llaman –todavía sin la insistencia y consistencia requerida– ruptura del hilo constitucional. La suspensión arbitraria e ilegal del referéndum revocatorio y la ¿posposición? sine die de cualquier proceso electoral fue la culminación del golpe de Estado por etapas iniciado el 7 de diciembre del 2015.
Hay gobierno incapaz de gestionar con acierto la pavorosa crisis económica y social en curso y decido a quedarse a todo evento cerrando las salidas pacíficas y constitucionales de la crisis: las consultas al pueblo o las negociadas.
Hago este largo introito para situar en su justo contexto el reto que tienen que afrontar las fuerzas de cambio democrático.
La unidad de las fuerzas democráticas en torno a la MUD ha sido sin duda un éxito, la perdida de la condición de fuerza hegemónica del chavismo se debe principalmente al fracaso de su proyecto y gestión gubernamental, pero también a la existencia de un frente opositor unido con capacidad de responder y recoger política y electoralmente el deslave del apoyo popular al régimen. Exactamente eso fue lo que se materializó el 6/12/2015.
La MUD de hoy -por cierto la única organización política democrática con personalidad jurídica, dato clave para lo que viene– no sirve para afrontar el nuevo cuadro político originado por la ruptura del orden constitucional y dar respuestas a la profundización de la crisis.
Para recobrar su papel de actor indispensable y clave en el impulso del cambio necesario tiene que sufrir un proceso de refundación y reingeniería para corregir y superar sus errores y carencias.
La MUD necesita contar con una política, una estrategia, un discurso, una praxis común concertada y compartida y last but no least con un centro dirigente sólido, cohesionado, representativo y con auctoritas.
El primer y más importante paso en ese proceso es que la dirigencia democrática tome conciencia real de que la unidad es indispensable para avanzar y está por encima de los intereses, objetivos y aspiraciones particulares de los partidos e individualidades. Otro paso importante es abrir canales de participación a otros sectores políticos y sociales de diversa procedencia y ámbito también adversarios del régimen.
La nueva coalición debe trascender su condición de coalición básicamente electoral y parlamentaria y convertirse en un proyecto real de poder con un programa consultado y compartido por una amplia mayoría nacional.
Lo ocurrido en Chile y Argentina cuando volvieron a la democracia puede darnos un ejemplo de lo que conviene hacer. En Chile los demócratas crearon la Concertación, un proyecto que no se agotaba con la vuelta a la democracia sino que incluía un plan a largo plazo para resolver los enormes problemas sociales y políticos derivados de la dictadura sin comprometer los avances macroeconómicos. Los argentinos crearon la Multipartidaria un frente destinado a desalojar del poder a los milicos y convocar elecciones. Ese frente feneció al día siguiente de las elecciones; no contenía ningún acuerdo más allá de la defensa del sistema en caso de riesgo de golpe militar. Ambas actitudes tuvieron un efecto directo en la situación futura de ambas naciones. Chile hoy avanza hacia el primer mundo y Argentina sigue presa de las rémoras del pasado que le impiden aprovechar todo su potencial.
El chavismo logró, a costa de sacrificar su precaria legitimidad democrática, impedir cualquier consulta electoral, lo cual es un precio muy alto, y ganar tiempo para imponer sus designios continuistas y llevarnos a unas supuestas elecciones presidenciales en el 2018 con todas las consecuencias negativas que eso implica para la vida del ciudadano común.
Sólo la crisis en aumento y una MUD repotenciada en los términos arriba señalados pueden impedir el éxito de los planes del régimen.
Caracas, 27 de diciembre de 2016