“Venezuela tardó poco en conocer sus fuerzas, y la primera aplicación que hizo de ellas, fue procurar desembarazarse de los obstáculos que le impedían el libre uso de sus miembros”, nos habría dicho don Andrés Bello, en el lejano 1810, en vísperas de nuestra Emancipación.

La pregunta que hay que hacerles a quienes plantean una cohabitación es: ¿ustedes están seguros de que quieren convivir con eso?

Tenemos que tener cuidado en cómo tratamos a esta nueva democracia que está naciendo prácticamente desde cero, como pudo haber sido el histórico 23 de enero del pasado.

La caída del Régimen Sirio, que se instaló en Damasco con el padre Hafez y su hijo Bashar, que se inició hace 54 años, presenta una oportunidad para reformular el Islam político, con desarrollo económico, pero con democracia y justicia.

Nuestro país tiene el potencial de atraer a las empresas más importantes del mundo en sectores clave que definirán el futuro de la economía global. Para lograrlo, necesitamos un marco de políticas que garantice la seguridad jurídica y ofrezca incentivos atractivos para la inversión extranjera.

El islamismo sintetiza los rasgos humanos más primitivos: barbarie prepolítica extrema, fanatismo, miedo a la capacidad de seducción femenina, tribalismo...

... de esta manera concluyo mi actividad por este año 2024, un año en el cual se lograron importantes conquistas para la democracia, que esperemos se consoliden en 2025.