Pasar al contenido principal

¿Camino de servidumbre y sumisión?

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 7 min.

La muy particular encrucijada que enfrentamos en los inicios de 2017 y lo que se espera para 2018, después de haber experimentado todos los métodos constitucionales que pudieran resolver el conflicto político, obligan una serie reflexión sobre lo que pueda venir, principalmente para evaluar hasta donde es posible la viabilidad de un cambio político o, por el contrario, la permanencia del gobierno hasta el 2018 o, quizás más allá de esa fecha.

En ese sentido, este articulo está orientado a discutir que fortalezas o debilidades tiene ese cambio en un masivo respaldo popular, el cual, como es comprensible es el más difícil de obtener, inclusive con todo y las graves dificultades económicas y sociales que sufre la población, especialmente la de menores recursos y más necesitada.

Entonces, cabe la pregunta de ¿Hasta dónde ese pueblo, con todo y lo que indican las encuestas del apoyo que se supone le da al “cambio político”, será capaz de expresar su respaldo a esta medida públicamente? ¿Hasta dónde será capaz de levantar la voz y protestar enérgicamente en su favor? En ese sentido, propongo responder esa pregunta hurgando en algunos factores históricos que pueden darnos una pista, en una dirección u otra. Por esa razón apelo otra vez al título del famoso libro de Von Hayek “El camino de la servidumbre”1, en el cual defiende rigurosamente el peligro que corría Alemania frente a Hitler, pero además realiza un severo juicio sobre las posibilidades democráticas del socialismo, en particular el basado en las doctrinas marxistas.

Apelo a este ensayo porque ilustra muy claramente como un pueblo puede ser sometido fácilmente a los dictámenes de gobiernos totalitarios, eliminando las fuerzas que les permiten resistirlos. Este, a mi juicio, puede ser el caso de la sociedad venezolana, cuyas específicas características podrían comprometer un cambio de esa naturaleza.

¿Puede una sociedad rebelarse por sí misma?

A juzgar por varias experiencias históricas eso no es posible, a menos que exista una “idea fuerza” o un liderazgo que movilice la población. Si se examinan los casos ocurridos modernamente encontramos que las sociedades que cambiaron el curso de los acontecimientos tuvieron líderes y propuestas que permitieron movilizar amplias capas de la sociedad, aun cuando pueden encontrarse casos de “rebeliones” más espontaneas o menos dirigidas, pero lo que interesa no es dirimir estas opciones, aunque dicen que más se producen por la presencia de un liderazgo que sabe recoger las insatisfacciones sociales, que por reacción espontánea.

Lo que realmente interesa es indagar en qué medida la población venezolana, repito la de menos recursos, la que hace las “colas”, la que ha perdido su capacidad adquisitiva, la que no consigue medicinas o alimentos básicos, está en capacidad y posición de rebelarse realmente frente a la situación que impone el gobierno.

La sumisión tiene largo tiempo.

Mucho se ha dicho y escrito sobre el efecto nocivo que ha tenido la presencia del petróleo en la vida de la sociedad venezolana, el cual, a pesar de los beneficios que sin duda ha traído, deja una estela de conformismo, de pasividad y de dependencia, que lleva a una excesiva paralización para reclamar sus reivindicaciones y ello motivado, en mi opinión, no solo por el efecto “renta petrolera”, que permite vivir de ella sin necesidad, al menos aparente, de otras fuentes económicas, sino porque ella permitió desarrollar un Estado nacional sumamente poderoso que apabulla todo intento de expresarse.

Si a ello se agrega la circunstancia de que los particos políticos venezolanos sucumbieron a una severa crisis de representatividad y de ausencia de propuestas doctrinarias, incluyendo el caso del partido que domina en el gobierno, el PSUV, entonces el circulo vicioso de la inacción se cierra peligrosamente. Un país donde las fuerzas productivas de la sociedad fueron siempre hipotecadas al Estado y donde este domina plenamente la vida económica, la sociedad civil nunca tiene “fuerzas propias” que le den autonomía e independencia, repercute en la ausencia de una democracia efectivamente activa, participativa y representativa.

A ello se agrega que los partidos políticos se organizaron en base a idearios “socialistas” que dieron sustento a ese Estado “fuerte”, pero que además se conformaron mediante pactos y acuerdos en los que poco participaron los intereses genuinos de la sociedad civil. Por esas razones el pueblo venezolano puede estar histórica y peligrosamente atado a una línea de conducta que lo imposibilite a reaccionar y rebelarse contra este o cualquier situación global que lo perjudique.

Esa desigualdad de fuerzas explica razonablemente porque los venezolanos pudieran ser más pasivos que otras sociedades, a la hora de enfrentarse ante el infortunio que han creado distintos gobiernos. La lógica de una relación como esta hace que el enfrentamiento sea explosivo, como lo fue el 27 de febrero, con el “Caracazo”, pero no con un patrón de reacción colectiva que tenga consistencia y organicidad, que de pautas de alguna posibilidad de reacción. Ese temor persiste en el seno de este ensayo.

¿Posibilidad de un cambio político?

Si esto fuera así, las posibilidades de un “cambio político” en Venezuela se verían, como se dijo antes, seriamente comprometidas y nos podríamos ver frente a un escenario donde la “servidumbre o la sumisión” se hagan permanentes. La pregunta es, entonces: ¿Puede este escenario ser superado? ¿De qué podría depender?

Desde luego la respuesta viene por el lado del liderazgo, porque, como se dijo, las sociedades “no se rebelan” solas y, está, la venezolana difícilmente lo hará, dados los determinantes señalados. En este caso, las exigencias de liderazgo para un “cambio político” son notablemente mayores que los requeridos en otras sociedades con mayores grados de autonomía e independencia.

La historia nos dice que esas “rebeliones” se producen cuando a la sociedad se le proponen ideas o propuestas de alta envergadura que tengan enorme conexión con lo que ella sufre. Estaría demás poner ejemplos que dan luz al respecto. En Venezuela un Betancourt, un Villalba y un Chávez supieron interpretar esos sentimientos y esa relación y lograron “arrastrar” grandes movimientos sociales detrás de ellos. Esa es la lección, nos guste o no en sus lados positivos o negativos. ¿Entonces se le está proponiendo a la sociedad venezolana, esa adormecida y seducida, algún proyecto de similar calibre y envergadura?, o ¿esta nuestra oposición encerrada en un conflicto que poco o nada tiene que ver con las imperiosas necesidades de la gente?

¿La “guerra” entre el TSJ, la Asamblea o el “dialogo” pueden ser suficientes detonadores de una masiva reacción social? La respuesta es un contundente NO. No parece posible que quienes hacen “colas” y sufren el impacto del caos general que se ha creado en Venezuela se sientan representados en ese “conflicto”. Muy por el contrario pareciera contraproducente seguir focalizándose solamente en él. Luego, las posibilidades de un “cambio político” en Venezuela van a depender de que ese salto se produzca y alguien, o algo sustantivo, le sea propuesto a esa sociedad atrapada entre el miedo, el subsidio, la propaganda, la intimidación, la compra de conciencias y el “bozal de arepa”.

Esa condición pareciera indispensable para que la sociedad “le ponga el oído” a una opción distinta a la que nos gobierna. De lo contrario podríamos, como he defendido, estar condenados, como dijo Hayek en su tiempo a un “camino de la servidumbre” y a la sumisión permanente, como ha sido el caso de los pocos países que no consiguieron la fórmula secreta para desprenderse de los regímenes totalitarios, como lo son Cuba, Corea del Norte y sus variantes “ligeras” China, Vietnam, Cambodia y otros menos fáciles de identificar.

La “gente” tiene que identificar una salida, una solución para sus problemas, una propuesta creíble y confiable.

¿Cuál propuesta?

El tema es que no se trata de una cualquiera, sino de una que realmente toque el fondo del problema, esto es la superación de la forma en la que el petróleo modela la economía y la sociedad venezolanas, hasta subyugarlas a sus poderosas fuerzas, a sabiendas de que no es “culpa natural del petróleo”2, pero sí de la forma en que los distintos gobiernos lo manejaron haciéndonos completamente dependientes de él y sus ingresos. Supone superar el “estatismo”, el centralismo, el “Presidencialismo” y el gran déficit democrático que, por ejemplo, explica la debilidad de nuestra Asamblea frente al Poder Ejecutivo y el presidente.

En el fondo, no es otra cosa que la expresión de los distintos “socialismos” que orientaron a Venezuela en toda su vida contemporánea y, donde ningún partido político. fue capaz de escaparse de ellos en cualquiera de sus versiones, cristiana, marxista o keynesiana.

De lo que se trata es de presentarle a Venezuela una propuesta que genuinamente le permita liberarse de todas esas fuerzas “represivas” que la conformaron modernamente. Solo si una propuesta de ese calibre “sale a la luz”, entonces habrá posibilidades de un “cambio político”, pero: ¿Esta alguno de los partidos adversos al gobierno en esa capacidad? Sus manifestaciones, hasta ahora, se parecen, más que menos a las del PSUV, por lo cual esa masiva, seducida, adormecida sociedad de gente sin recursos, a la que aludo, difícilmente pueda captar alguna diferencia entre unos y otros. Y allí quien tiene todas las de ganar es el gobierno con todo el aparato que maneja.

Consecuencia y conclusión: para romper el modelo de “servidumbre y sumisión” hace falta algo muy distinto a lo que tenemos, mucho más audaz y que no se ve en el panorama político quien pueda proponerlo. En el mundo de la sociedad civil, en especial en su campo intelectual y profesional, en las Universidades y Centros de Estudios, estos caminos han sido propuestos, sin conseguir suficiente eco en los principales partidos. Quizás un mejor encuentro entre esos dos mundos pueda producir algo que los venezolanos compren con confianza y credibilidad, tal que puedan distinguir claramente que se trata de su liberación del modelo que, sin darse cuenta, los ha subyugado por largo tiempo.

1“The road to serfdom” F. A .Hayek. London, 1944

2 Me refiero a versiones tipo el “Excremento del diablo”