Cuando se salga de este régimen será necesario e imprescindible estabilizar la economía del país. Esto resulta fácil decirlo, pero hacerlo, no creo que lo sea. En primer término, estaríamos saliendo de un perverso populismo que se mantuvo durante más de veinte años.
Durante ese lapso vivimos todas las etapas de tan tenebrosa experiencia:
1.- La previa a la elección de Chávez, en la que buena parte de la población se encontraba frustrada añorando la situación de los años setenta y esperando la llegada del mesías.
2.- Con el arribo de Chávez al poder y el inesperado aumento de los precios del petróleo, se inicia una nueva etapa del populismo latinoamericano, en la que se sigue lo que Perón decía: “dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que sea posible. Cuando parezca que ya les ha dado demasiado, deles más. Todos tratarán de asustarle con el fantasma del colapso económico. Pero todo eso es mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque no la entienden”.
3.- Comienza el período de expropiación y confiscación de empresas industriales y agropecuarias. Se incrementa la corrupción en forma descarada y desproporcionada; la falta de personal capacitado en Pdvsa hace que la producción inicie una dramática caída, sin que se deje de raspar la olla; comienzan a agravarse los problemas de desabastecimiento e inflación y se produce la muerte del dictador.
4.- La llegada de Maduro al poder, trae consigo el arribo del grupo que estaba aguardando su oportunidad para demostrar su sabiduría y rapacidad. Comienzan a imprimirse billetes sin respaldo y con ello se inicia la hiperinflación y la crisis económica más grave que se haya conocido en Latinoamérica.
Por si fuese poco, llega la pandemia del Covid 19 y nos encuentra con un sistema de salud en pésimo estado y un régimen que lo único que le interesa es mantenerse en el poder, a costa de lo que sea. Un país que requiere ayuda humanitaria con funcionarios que se encuentran desesperados por las sanciones que se les han impuesto a nivel internacional y que se encuentran en un nivel de agresividad, similar al de los animales cuando se encuentran en peligro de muerte. Esto les hace tomar medidas poco racionales, como aumentar las persecuciones políticas.
Pero una vez que se salga, hay que tomar en consideración las condiciones en que se encontrará el país. Peores a las que existían antes del arribo al poder de Chávez y por tanto, con una población ansiosa por encontrar un estado de vida muy superior. El mejor caldo de cultivo para el populismo se encuentra en la pobreza, la falta de esperanzas y la desigualdad, lo cual se pone en evidencia con el famoso grafiti que apareció en Lima: “No queremos más realidades, queremos promesas”. Y promesas es lo que se le ha venido dando al pobre venezolano durante estos más de veinte años.
Por ello, las medidas económicas que se deban adoptar, deberán tomar en consideración la realidad social que se tendrá en ese tiempo. En otras palabras, habrá que saber explicarlas y aplicarlas, si bien no con guante de seda, tampoco con guante de hierro. La política decente también deberá entrar en juego.