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¿Qué es lo ‘woke’ y por qué es importante?

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 10 min.

El uso de la palabra, muy empleada por los conservadores, es indicio de los cambios de la política estadounidense en los últimos años.

Aunque sea difícil de creer, el término “woke”, utilizado para referirse a alguien que está consciente de temas sociales y políticos, no se pronunció ni una sola vez en los debates republicanos allá por 2015 y 2016.

Ahora me sorprendería que saliéramos de las declaraciones iniciales del primer debate de las primarias sin oírlo.

Independientemente de lo que se piense de la palabra, la llegada de “woke" a la ubicuidad es un indicador útil de lo mucho que ha cambiado la política estadounidense en los últimos ocho años.

Hay una nueva serie de cuestiones que se ciernen sobre la próxima campaña, desde la teoría crítica de la raza y los pronombres no binarios hasta la “cultura de la cancelación” y el destino de los cursos universitarios. Hace quince años, habría dicho que estos temas podían dividir un pequeño campus de artes liberales, no la política estadounidense. Y habría estado equivocado.

Este cambio en la política estadounidense es difícil de analizar. Es complicado elaborar preguntas claras e incisivas sobre estos temas complejos y emergentes para una encuesta, sobre todo porque el término “woke” está notoriamente mal definido. La semana pasada, la escritora conservadora Bethany Mandel fue objeto de numerosas burlas en las redes sociales tras ser incapaz de definir concisamente el término en una entrevista. No es la única. Al parecer, hay una parte “woke” del presupuesto federal. Incluso se le echó la culpa a lo “woke” del colapso del Banco de Silicon Valley.

Pero aunque la definición de “woke” puede ser objeto de debate, no hay duda de que el término trata de describir algo sobre la política de la “nueva” izquierda joven y con altos niveles de educación, especialmente en cuestiones culturales y sociales como la raza, el sexo y el género.

Al igual que ocurrió con la Nueva Izquierda original en la década de 1960, la aparición de esta nueva izquierda ha contribuido a desencadenar un momento reaccionario en la derecha, ha separado a muchos liberales de sus aliados progresistas habituales y ha contribuido a impulsar el ascenso del gobernador Ron DeSantis, que ha hecho más por asociarse con la lucha contra lo “woke” que ningún otro político. Nos guste o no, “woke” marcará las primarias republicanas de este año.

¿Qué es woke?

La nueva izquierda surgió tras la reelección de Barack Obama en 2012. En aquel momento, el liberalismo parecía completamente triunfante. Sin embargo, para los jóvenes progresistas, la “esperanza” y el “cambio” habían dado paso a la constatación de que la presidencia de Obama no había curado la desigualdad de ingresos, la desigualdad racial o el cambio climático. Estas dinámicas abrieron un espacio para una nueva izquierda, ya que los jóvenes progresistas empezaron a aspirar a políticas más ambiciosas, justo cuando el triunfo de la coalición de Obama dio a los progresistas la confianza para abrazar ideas que habrían sido inimaginables en la era Bush.

Una década después, esta nueva izquierda está en todas partes. En cuestiones económicas, está la campaña de Bernie Sanders con sus llamados a Medicare para todos, al socialismo democrático y al Nuevo Pacto Verde. En cuestiones raciales, está el movimiento Black Lives Matter, hincarse como protesta durante el himno nacional y el eslogan “defund the police” que llama a la desfinanciación de la policía. En cuanto al género y el sexo, se ha producido el movimiento Me Too y la acción de compartir los pronombres preferidos, entre otros.

Con respecto a clase y economía, es fácil delinear la nueva izquierda. Sanders amablemente adoptó la etiqueta de socialismo democrático para distinguirse de quienes limarían de manera paulatina las asperezas del capitalismo. Es más difícil distinguir a la nueva izquierda de los liberales de la era Obama en materia de raza, género y sexualidad. No existe un término ideológico ampliamente compartido como socialismo democrático que lo facilite.

Y, sin embargo, las diferencias entre los liberales de la era Obama y la nueva izquierda en materia de raza, sexualidad y género son extremadamente significativas, con grandes consecuencias para la política estadounidense.

He aquí algunas de esas diferencias:

La nueva izquierda habla con rectitud, urgencia y claridad moral. Aunque los liberales siempre mantuvieron firmes sus creencias, su rectitud se vio atenuada por la necesidad de adaptarse a un electorado más conservador. Obama generalmente enfatizaba el respeto a los conservadores, así como llegar a acuerdos y las cosas en común con ellos, “incluso cuando no estaba de acuerdo”.

A medida que el liberalismo de la era Obama se hizo dominante, surgió un discurso progresista más recto, que no se acomodaba e incluso “denunciaba” a su oposición. Esto fue en parte un reflejo de lo que funcionaba en las redes sociales, pero también reflejaba que los valores progresistas no tenían rival en muchas comunidades con un alto porcentaje de graduados universitarios.

La nueva izquierda es muy consciente de la identidad. Los liberales de la era Obama tendían a subrayar los puntos en común entre grupos y a restar importancia a las antiguas divisiones raciales, religiosas y partidistas. Incluso se llegó a calificar a Obama de “posracial”.

La nueva izquierda actual se esfuerza conscientemente por incluir, proteger y promover a los grupos marginados. En la vida cotidiana, esto significa dar prioridad, confianza y afirmación a las voces y experiencias de los grupos marginados, animar a la gente a compartir sus pronombres, enumerar identidades en los perfiles de redes sociales y mucho más. Esta ampliación de la política a la vida cotidiana marca una diferencia con el liberalismo de la era Obama por derecho propio. Mientras que los liberales de la era Obama se centraban sobre todo en la política, la nueva izquierda hace hincapié en lo personal como político.

La nueva izquierda de hoy también es consciente de la identidad en la creación de políticas, ya sea argumentando en contra de las políticas neutrales con respecto a la raza que afianzan las disparidades raciales o abogando por reparaciones conscientes de la raza. Los liberales de la era Obama rara vez aplicaban políticas que tuvieran en cuenta la raza o mencionaban las consecuencias raciales de las políticas racialmente neutras.

La nueva izquierda ve la sociedad como una red donde se superponen estructuras de poder o sistemas de opresión, constituidos tanto por el lenguaje y las normas como por la ley y la política. Esta visión se basa en gran medida en los estudios académicos modernos que explican cómo persisten el poder, la dominación y la opresión en las sociedades liberales.

De hecho, casi todo lo que se ha debatido recientemente —la teoría crítica de la raza, la distinción entre sexo y género, y la lista sigue— se originó en el mundo académico durante el último medio siglo. La jerga académica como “interseccional” se ha convertido en algo habitual. Puede ser difícil entender lo que está pasando si no leíste a Judith Butler, Paulo Freire o Kimberlé Williams Crenshaw en la universidad.

La erudición académica también es la fuente de los significados académicos expandidos de “trauma”, “violencia”, “seguridad” y “borrado”, que equiparan implícitamente el daño psicológico experimentado por los grupos marginados con los daños físicos de la opresión intolerante tradicional.

Esto no se presta fácilmente a una “política de esperanza”, ya que prácticamente todo en Estados Unidos tendría que cambiar para acabar con el racismo sistémico. Ninguna ley lo hará. Ningún candidato puede prometerlo. Pero sí confiere implicaciones liberadoras y emancipadoras a las acciones individuales que subvierten las jerarquías opresivas, ayudando a explicar la urgencia de los activistas por criticar el lenguaje y desafiar las normas en la vida cotidiana.

La visión de la nueva izquierda de que el racismo, el sexismo y otras jerarquías opresivas están profundamente arraigadas en la sociedad estadounidense prácticamente garantiza una visión pesimista de Estados Unidos. Esto es muy diferente del liberalismo de la era Obama. De hecho, el propio Obama fue presentado como una figura salvadora cuyo ascenso demostraba la grandeza de Estados Unidos.

Cuando entra en conflicto, la nueva izquierda da prioridad a la búsqueda de una sociedad más equitativa frente a los valores liberales de la era de la ilustración. Muchas de las teorías académicas, incluida la teoría crítica de la raza, critican el liberalismo como obstáculo para el cambio progresista.

Desde este punto de vista, la igualdad de derechos es una apariencia que oculta y justifica la desigualdad estructural, mientras que algunas creencias liberales impiden los esfuerzos para desafiar la opresión. El valor liberal de la igualdad de trato impide las reparaciones de la injusticia con conciencia de identidad; el objetivo liberal de la igualdad de oportunidades acepta resultados desiguales; incluso la libertad de expresión permite voces que podrían ofender y, por tanto, excluir a las comunidades marginadas.

¿Es ésta una definición de “woke”? No. Pero cubre gran parte de lo que “woke” quiere englobar: una palabra para describir una nueva marca de activistas de la nueva izquierda, justos y conscientes de su identidad, deseosos de hacer frente a la opresión, incluso en la vida cotidiana y aun a costa de algunos valores liberales.

¿Por qué woke es importante para los republicanos?

El desarrollo de la nueva izquierda en materia de raza y género ya está reorganizando la política conservadora.

Para las primarias republicanas de este año, una de las cosas más importantes de este ascenso es que ha ayudado a crear un puente sobre la división habitual entre la base conservadora y el establishment.

Al menos por ahora, el establishment y la base comparten la lucha contra lo “woke”, por dos razones:

La nueva izquierda está lo suficientemente a la izquierda como para que haya espacio para alinearse con la derecha manteniendo uno o ambos pies en el centro. Ya se trate de un fan de MAGA o de un seguidor de Reagan, hay un camino para que un político emprendedor machaque a los "woke" y salga en Fox News sin alejar a los donantes. Cualquiera puede ser un héroe conservador, incluso un magnate del capital privado que habría sido aplastado por el establishment en 2015, como el gobernador Glenn Youngkin.

La política contra lo woke parece animar a los conservadores de élite tanto como a la base populista activista. Al fin y al cabo, la nueva izquierda está más extendida en bastiones liberales como Nueva York o Washington, y entre los jóvenes de sectores con altos niveles de educación como los medios de comunicación y la enseñanza superior. También es probable que los conservadores con un alto nivel educativo hayan notado este ascenso con mayor intensidad.

Si esta dinámica cambia es una cuestión importante a medida que se calientan las primarias.

En los últimos meses, Donald Trump y DeSantis han adoptado posturas de extrema derecha que podrían poner a prueba esta cuestión. Trump, por ejemplo, dijo que aprobaría una ley federal que reconociera sólo dos géneros y que castigaría a los médicos que proporcionaran atención de afirmación de género a menores. DeSantis dijo que prohibiría los estudios de género. A medida que avance la campaña, es posible que vayan más lejos. Sabremos si otros candidatos coinciden con sus posiciones, y si hay un costo si no lo hacen.

Otro gran interrogante es si la política contra lo “woke” puede suplantar luchas más antiguas de la guerra cultural, como el aborto o la inmigración. La mayoría de los conservadores contrarios a la nueva izquierda siguen oponiéndose enérgicamente a los viejos liberales en materia de inmigración, laicismo, feminismo y demás. Queda por ver si atacar al D.E.I., a Disney y a los profesores universitarios, como hizo DeSantis en un reciente viaje a Iowa, tiene el mismo atractivo para los conservadores de base que tiene para los conservadores de centros urbanos como Manhattan, que se sienten asediados por una izquierda cada vez más asertiva.

Por desgracia, casi no hay datos de encuestas que ayuden a responder a estas preguntas en este momento. El comportamiento de los productores de Fox News y el ascenso de DeSantis sugieren que hay algún tipo de electorado masivo para esta política, pero no está nada claro si asciende al 30 por ciento o al 60 por ciento de la base republicana y si es lo suficientemente convincente como para llevar una candidatura a las primarias.

En el caso más extremo para los demócratas, la reacción contra la nueva izquierda podría acabar en una repetición de cómo la política de la Nueva Izquierda en la década de 1960 facilitó el matrimonio de los neoconservadores y la derecha religiosa en la década de 1970. En aquel entonces, la oposición a la contracultura ayudó a unificar a los republicanos contra una nueva clase de liberales con niveles de educación altos, permitiendo que los opositores sureños a los derechos civiles se unieran a los intelectuales liberales de la vieja escuela que se oponían al comunismo y se mostraban escépticos ante la Gran Sociedad. Los paralelismos son imperfectos, pero sorprendentes.

10 de octubre 2024

https://www.nytimes.com/es/2024/10/10/espanol/estados-unidos/woke-significado-democratas-republicanos.html