Repasando lo escrito desde principios de año me doy cuenta que he merodeado varias veces, probablemente sin concluirlo −tampoco lo haré ahora−, el tema de la necesaria renovación de los partidos políticos, como eslabón imprescindible en la cadena para reordenar el rumbo de la oposición democrática venezolana. He dicho que hay tres eslabones en esa cadena, que he denominado de diversas maneras, pero que creo que se pueden resumir en: Programa o propuesta, discurso o “narrativa” −sé que a algunos no les gusta el termino− y liderazgo renovado de dirigentes y partidos.
Tema difícil y algunos signos.
El de la renovación del liderazgo, sobre todo en los partidos, se me hace el más árido, pues no los conozco desde adentro, solo por amigos y por sus manifestaciones y actuación externa. Paradójicamente es el tema más fácil de despachar: Se apela a dos o tres lugares comunes, a cualquier crítica de las que abundan y resuelto, se queda bien con la mayoría del público lector y en las redes sociales y es una vía “segura”, pues como he pensado siempre, nadie va a salir a insultarme o a defenderlos.
Pero ciertamente, algunos amigos y conocidos que militan en partidos o grupos políticos, grandes y pequeños −en realidad, todos son pequeños−, me aseguran que, aunque no en todos, sí hay un proceso interno de revisión, de crítica y autocrítica y sobre todo de intento de renovación de liderazgo y conducción política. No lo voy a ponerlo en duda, no tengo porqué, tampoco ando recorriendo las barriadas y pueblos del país para enterarme de su actividad, pero debemos admitir que no hay muchos signos externos al respecto.
Los Anuncios.
Aclaro que lo que hoy planteo es una preocupación que afecta sobre todo a quienes somos más activos en la actividad política, pero no es que crea que ésta es la preocupación más importante para la generalidad de la población del país. Y lo que nos preocupa a los más involucrados es que solamente hemos visto: Un anuncio de algunos partidos con los resultados de sus procesos de selección de autoridades internas; otros que han anunciado la celebración de congresos ideológicos de discusión; y recientemente la circulación de una lista, algunos dicen que apócrifa, de los precandidatos para la selección en primarias del candidato opositor para las elecciones presidenciales de 2024. Por cierto, la lista que está circulando, contiene pocas sorpresas, solo veo tres que no había visto anteriormente como “presidenciables”, aunque sus nombres no son desconocidos como dirigentes políticos en sus respectivas organizaciones y tienen ya sus buenos kilómetros de rodaje.
Quizás lo exasperante −y sin el quizás− es la lentitud del proceso. Tras casi dos años, tres meses han transcurrido desde el anuncio desde Panamá de la Nueva Plataforma Unitaria, que abarca unas 30 organizaciones, que encabeza un connotado y reconocido dirigente de UNT, y se anunció igualmente que estaba en discusión un nuevo mecanismo de adopción de decisiones para reemplazar el denostado G4, un nuevo mecanismo o reglamento para tomar decisiones y por esa misma fecha o cercana se anunció la voluntad de participar unitariamente en las elecciones presidenciales de 2024 y la ya mencionada escogencia mediante un sistema de primarias del candidato a representar a la Plataforma en ese proceso, durante el próximo año, fecha que a algunos resulta peligrosamente tardía.
Insuficiencia de los anuncios.
Si veinte años no es nada, como dice el famoso tango, tres meses es realmente muy poco y sin embargo en política es una eternidad, sobre todo si desde hace más de dos años se esperaban anuncios de definición política, de rectificación de rumbos −algunos esperaban hasta golpes de pecho, no es mi caso, por ser una práctica inútil− y sobre todo sí después de que se hacen los anuncios, no sabemos mucho más de lo que sabíamos al principio. El vocero de la Plataforma ha guardado el prudencial silencio que lo caracteriza, pero que puede llegar a exasperar.
Por supuesto que no espero infidencias ni discusión pública, por prensa o “asamblearia” de estrategias, pero al menos algún indicio, pues nada sabemos del mecanismo de adopción de decisiones, si existe, si se reúne, si toma decisiones; tampoco sabemos nada del “reglamento” para tomarlas y poco menos se sabe acerca de las famosas primarias, que no sea la catarata de precandidatos −ellos no necesitan de mayor información para lanzarse al agua−, nada sabemos tampoco acerca de quienes podrán o no participar, si finalmente habrá o no apoyo del CNE −punto álgido−, si habrá o no una segunda vuelta, incluso algunos aun hablan de “selección por consenso”, “encuestas”, o algún tipo de “comité de notables”, etc. El único “anuncio” diferente a estos −y que esperaba que fuera un chiste del Chigüire Bipolar o una humorada de Puzkas− fue uno según el cual el presidente interino lanzaba la “estrategia” de no llamar presidente a Nicolas Maduro, sino dictador, incluso algunos están recogiendo firmas al respecto, para enviarlas, nunca sé exactamente a que organismo internacional. Hecho este último comentario, regreso a que, con tales escuetos anuncios, la deuda de renovación de los partidos opositores, pendiente desde los años 90, no se termina de saldar.
Impacto del control informativo.
Es cierto que nos enteramos poco a nivel de opinión pública por el férreo control que mantiene el gobierno en los medios de comunicación social, que filtra, censura y bloquea medios y portales, que restringe la posibilidad de divulgar noticias que no le convienen y que tiene una pericia innegable para difundir noticias falsas, rumores y tiene verdaderos especialistas en eso que hoy en día llaman “posverdad”; pero aun nos quedan redes sociales −al menos a algunos, que no es mi caso− para enterarnos de los avatares de la política , pero lo que a mí me llega por los chats de amigos, es muy poco; al menos de información real, valiosa o confiable, no así de chimes y dicterios de los anti oposición democrática, que son legión y muy activos en esos medios.
En circunstancias normales, que éstas no lo son desde hace 23 años, eso no sería problema; no era de esperarse, en el pasado, una febril actividad política a casi dos años del proceso electoral, pero como ya dije, los partidos opositores nos están debiendo una seria reorganización desde hace más tiempo que esos 23 años; el silencio que guardan cuando fue evidente en 2019 el fracaso del experimento del Gobierno Interino −y conste que soy uno de los fervientes defensores de la gestión de Juan Guaidó− no se subsano con el llamado a abstenerse en las elecciones de presidente en 2018 ni en las de Asamblea Nacional en 2020. Ya vemos los resultados, a Nicolás Maduro no le dio ninguna vergüenza asumir la presidencia, en la que ya lleva 4 años y cada día con mayor reconocimiento, en la práctica, por muchos de los que en principio lo desconocieron y aun lo desconocen en lo formal; ni la Asamblea Nacional ha tenido ningún empacho en legislar y tomar decisiones que en nada ayudan al país y solo favorecen la continuidad del régimen.
Los signos desalentadores.
Se podría decir que hay que continuar con la paciencia, que hay algunos signos, ya mencionados, que pudieran ser alentadores, pero… hay también aspectos muy desalentadores; uno, que en la medida que pasa el tiempo, la situación de emergencia humanitaria del país, no mejora, empeora; eso del “arreglo” de la economía solo lo creen los propagandistas del régimen, sus funcionarios y sus acólitos; y algunos representantes de grupos económicos opositores y sus asesores que algún interés tienen en que sea cierto; dos, y esto es lo verdaderamente peligroso para la democracia a futuro, que cada vez crece más el escepticismo y desánimo en la población hacia la política, cada día en las encuestas crece más el número de los desinteresados que engrosarán sin duda el contingente de abstencionistas en los procesos electorales, que ya es muy alto y se aproximará peligrosamente al 40%, contando allí solamente a los indiferentes, a los abstencionistas endémicos, los que se abstienen siempre, desde 1998, sin incluir “los nuevos abstencionistas”, esos que engrosan las filas con él: “con este CNE, no”… (aunque alguno/a parece que vienen de regreso, al menos en lo que a participación en primarias opositoras se refiere); y tres, pero no únicos, mientras esto ocurre el régimen, hábilmente manipulando la información, crea la impresión de que se consolida y que su “popularidad” crece, aunque sepamos que no, por las múltiples manifestaciones diarias en contra, pero…que debido al control informativo y la falta de darles “organicidad” opositora, no parece que tienen un efecto muy grande en el ánimo de la población.
Conclusión.
De la respuesta que me intento dar a esos tres problemas, viene la pregunta que da título a este artículo: ¿Qué nos pasa? ¿Por qué la demora? ¿Es incapacidad de dar una alternativa? ¿Cómo se rompe esa inercia?... y no tengo respuestas satisfactorias. Regresaré entonces en el próximo artículo a algunos temas más concretos; el del voto en el exterior, por ejemplo, a la espera de la evolución de los resultados y comentarios de algunos eventos que al respecto se dieron en la presente semana.