Los venezolanos nos encontramos ante la disyuntiva de elegir entre lo que coloco como título de esta reflexión.
Decía hace ya más de doce años que la prudencia consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello.
En política, la prudencia es aquella dirigida a lograr el bien común. Santo Tomás nos enseña acerca de ella con la metáfora del barco, cuando nos dice: “La nave, que se mueve por el impulso de vientos diversos hacia lugares distintos, no llegaría al fin previsto si no fuera dirigida hacia el puerto por un timonel competente”.
Norberto Bobbio descubre otra, la del laberinto, que tiene alguna salida, pero ni el filósofo sabe cuál es, pues él también está en la misma situación de los demás. Su tarea es la del prudente que enseña “a coordinar los esfuerzos, a no arrojarse de cabeza a la acción, y al mismo tiempo a no demorarse en la inacción, a hacer elecciones razonadas, a proponerse, a título de hipótesis, metas intermedias, corrigiendo el itinerario durante el trayecto si es necesario, a adaptar los medios al fin, a reconocer los caminos equivocados y abandonarlos una vez reconocidos como tales.”
Luego de permanecer más de veinte años en el poder, tanto el régimen de Chávez como el de Maduro han llevado al país a una situación verdaderamente desastrosa, aun cuando durante el tiempo del primero, el petróleo logró que Venezuela contase con ingentes recursos que tanto Chávez como Maduro despilfarraron y en buena parte fueron a parar a la corrupción.
Aquel pueblo al que el comunismo le prometió luchar por ellos se encuentra sumido en la miseria. Como diría Churchill, “una masa trémula de atormentados, hambrientos, desposeídos y aturdidos seres humanos se encuentran ante las ruinas de sus ciudades y de sus casas y escudriñan los oscuros horizontes”. Los inmensos recursos que debieron emplearse en salud, educación y en mejorar la situación del país, sólo sirvieron para tratar de comprar voluntades tanto en el país como en el exterior y para enriquecer a quienes detentaban el gobierno y a sus viejos y nuevos amigos.
Hoy Venezuela se encuentra en estado más que lamentable, ruinoso. Son muchos quienes piensan que esto se lo llevó el diablo y que prácticamente no hay posibilidad de recuperación. Nos encontramos sin agua, energía eléctrica, gasolina ni petróleo que vender y en medio de una pandemia en un país que no cuenta con recursos hospitalarios ni medicinas con que enfrentarla.
Otros pensamos que lo que se requiere es unidad, unidad y mas unidad de dirigentes y personas capaces y de buena voluntad para recuperar el país y salir de un comunismo que pretende terminar de destruirnos. Aún estamos a tiempo. ¡Hagámoslo!