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Alacranes, normalizadores y enchufados: Una tarea histórica para la Academia de Ciencias Políticas y Sociales

vision
Tiempo de lectura: 9 min.

En gran medida, es cierto que al régimen chavista solo le queda la fuerza y la represión brutal para sostenerse en el poder. Desde el punto de vista internacional perdió irreversiblemente y para siempre el título de “autocracia electoral” y pasó a ser percibido como lo que es, una autocracia militarizada y corrupta.

Pero consciente de que la coerción y el terror no son suficientes en el mediano y largo plazo, en su inútil afán de confeccionar algún nuevo disfraz de legitimidad, el régimen repotencia la acción coordinada de su vasta red de patronazgo clientelar, que incluye políticos de “oposición”, “líderes” empresariales, analistas “pragmáticos”, periodistas “objetivos”, y los muy de moda “prestigiosos” académicos que pretenden vender la idea de que están más allá del bien y del mal.   

Para la abrumadora mayoría de los venezolanos, conscientes de la encrucijada histórica en la que estamos para salvar a la nación de la degradación moral en la que la ha sido sumida, y evitar que su gentilicio y su historia se disipen irreversiblemente en el abismo del chavismo, es imprescindible tener conciencia de cómo opera dicha red de patronazgo. Se necesita poder identificar a todos los actores nacionales e internacionales que cotidianamente operan públicamente, con grandes medios de difusión a su disposición, para desmoralizar, confundir y vilipendiar a la noble causa de la nación de recuperar su libertad, su soberanía, el Estado de Derecho y la plena vigencia de todos sus derechos humanos.

Y vaya que los venezolanos están conscientes. Lo que los científicos políticos y sociales denominan “redes de patronazgo” en Venezuela se define con mucha precisión como una red interconectada de varios tipos de operadores identificados popularmente como alacranes, normalizadores y enchufados.

Existe una extensa literatura académica internacional que analiza detalladamente el funcionamiento de las redes de patronazgo en regímenes autocráticos. Esta literatura incluye una amplia variedad de casos históricos y contemporáneos con decenas de miles de artículos disponibles en los principales repositorios de literatura científica. Dada la relevancia del tema para las circunstancias venezolanas, sería un deber histórico de la Academia Venezolana de Ciencias Políticas y Sociales encomendar a sus nuevos miembros un extensivo trabajo de investigación sobre cómo funciona una red de patronazgo en el contexto de una autocracia con las características del régimen venezolano. La pregunta de investigación podría ser algo así como: ¿Cuáles son las categorías de actores que operan en ella? ¿Quiénes son? ¿Cómo identificarlos?

Las redes de patronazgo son estructuras informales que operan fuera de las instituciones oficiales y se basan en relaciones personales de reciprocidad entre patrones, clientes e intermediarios. Estas redes se caracterizan por la distribución estratégica de recursos materiales (como contratos estatales, licencias comerciales o acceso a financiamientos) y no materiales (como protección política, inmunidad legal, reconocimientos o estatus social) para garantizar la lealtad y el control político. Su función principal es consolidar el poder del régimen mediante la creación de dependencias mutuas, la cooptación de opositores y la centralización de recursos, lo que permite gestionar la disidencia y mantener la estabilidad del sistema. Además, estas redes son altamente adaptables, sobreviviendo a mutaciones del régimen y ajustándose a nuevas circunstancias políticas y económicas. Sostienen los estudios que su existencia socava las instituciones formales, perpetúa la corrupción y dificulta las transiciones democráticas, ya que crean estructuras de poder paralelas y relaciones de dependencia que complican cualquier esfuerzo de transición o democratización. Muchos de los actores en esas redes puede que ni siquiera estén conscientes de que su red particular está cooptada en la “red de redes”, ya que generan narrativas legitimadoras que alivian cualquier cargo de conciencia.

Quienes no comprendieron el giro estratégico de Maria Corina Machado y trataron de banalizarlo, aplicándole a ella lo que ella misma había sostenido en el pasado sobre el colaboracionismo del G4, no lograron captar que la estrategia iba mucho más allá de simplemente «votar y cobrar». Se trataba de establecer un hito irreversible que expusiera por completo, no solo al régimen en su totalidad —incluyendo a todos los poderes del Estado en su conjunto—, sino también a toda la red de colaboracionistas y normalizadores.

Esta red, integrada por políticos, empresarios, encuestadores y otros actores, ha quedado progresivamente al descubierto, hasta llegar a su última línea de defensa: los académicos. Hoy, sus máscaras se desploman estrepitosamente ante los ojos de los venezolanos. Al igual que el régimen, perdieron la guerra narrativa. Ya nadie les compra sus cuentos de camino sobre la polarización, las sanciones, o sobre el supuesto radicalismo de MCM y los millones de ciudadanos que la apoyan. La comunidad e instituciones internacionales tampoco les creen. Allí también perdieron irreversiblemente la narrativa y el dinero que gastan en sus viajes normalizadores. Que vayan a tratar de convencer a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que el problema en Venezuela es de dos grupos radicalizados que se contraponen, a ver cómo les va.  

Por ejemplo, toda esa reflexión presentada por los voceros del Foro Cívico en una reciente entrevista con el medio TalCual Digital – que si el conflicto es simétrico o asimétrico, que si no importa la dimensión de “una de las partes” o de “la otra”, que si los conflictos son inherentes a cualquier sociedad, o a la vida humana misma, etc. – son solo eufemismos para evitar caracterizar el horror. Hasta llegan a sostener que el conflicto surge porque no tenemos ¡“los mecanismos para dirimir los conflictos naturales que hay en cualquier sociedad”! O sea, que el origen de todo este horror yace en que no sabemos dirimir los conflictos que tiene cualquier sociedad por ejemplo como la danesa, la japonesa o la suiza. Esgrimen el enunciado paradójico de que se necesita la unión de la nación y de los ciudadanos para exigir el cumplimiento de la ley invitando “a espacios de diálogos entre ciudadanos que puedan articular un movimiento social que le exija a AMBAS PARTES” nada más y nada menos que el cumplimiento de la ley y el apego a la Constitución para hacer valer la soberanía popular.  ¡¿Es que hay dos partes que no respetan la soberanía popular?! Escúchenlo ustedes mismos (minuto 55:42: https://www.youtube.com/live/t_1S_ycnmDM).

En vez de presentar los resultados electorales del 28 de Julio como hacen cientos de miles de venezolanos en la diáspora, dicen que en sus giras entregan los resultados de un “proceso de diálogo” que generó “la agenda social y de derecho”, que vendría a ser algo así como la alternativa para suplantar todas las premisas del movimiento ciudadano sin precedentes liderado hoy por MCM. Un diálogo genuino e inclusivo en todos los niveles de la sociedad, dicen, pero que nadie conoce y del que nadie está enterado.

Uno concluye al escuchar esta entrevista que el conflicto en Venezuela no es entre dos partes, simétricas o asimétricas que sean, como ellos dicen. No, el conflicto resulta que es entre tres partes: 1) el régimen y sus alacranes, 2) el Foro Cívico con sus 150 fundadores y 600 activistas, y 3) el 70 % de los venezolanos aglutinados bajo el liderazgo legitimado de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. Siendo esto así, ¿Por qué ese sector con sus 600 activistas ha de ir a confundir a los aliados internacionales de la causa por la libertad de Venezuela con sus criterios particulares para un diálogo o negociación? La respuesta es muy simple, y es que como individuos libres pueden hacer lo que les dé la gana, y lo harán. Pero no pueden venir ahora a victimizarse si el sector enormemente mayoritario de la ciudadanía contrarresta y se opone a su caracterización del conflicto y a su muy particular versión del diálogo o negociación necesaria. Ellos están en todo su derecho de avanzar esas ideas, y el 70% de los venezolanos están en el suyo de tratar por todos los medios de neutralizar esas acciones, exponiendo pública e internacionalmente lo que ellos querían mantener de bajo perfil. Es deber de cualquier ciudadano venezolano acudir a cualquier institución internacional o gobierno extranjero al que acudan esos voceros (ínfimamente minoritarios) a promocionar esa “tercera vía”, para aclarar cuál es la legítima agenda y la negociación a la que aspira el 70% o más de los venezolanos.

No les corresponde a tres individuos que representan a una organización de 600 activistas, donde ninguno es elegido por ninguno, que dicen que ni siquiera son una ONG porque sus integrantes “van y vienen”, representar a los más de 7 millones de venezolanos que liderados por María Corina Machado eligieron a Edmundo González como presidente constitucional de Venezuela. Esto, señores académicos, es un hecho ontológico. Por eso no importa cuales sean sus ideas y opiniones sobre “las partes del conflicto”, sobre las sanciones, sobre las prioridades de una estrategia, no importa si piensan o no en las necesidades de la gente, no importa cuál es su idea de diálogo. Nada de eso importa, porque no tienen la legitimidad para esa representación. No pueden promover esa agenda sin que su ethos se desmorone, por más de que se victimicen.

¿Cómo puede un académico no entenderlo?

He allí una tarea histórica para la Academia Venezolana de Ciencias Políticas y Sociales. 

Expliquen que es una red de patronazgo.

Glosario:

Alacranes: individuos que aparentan ser opositores críticos del régimen, pero que, entre bastidores, en realidad están colaborando en secreto con este para obtener beneficios personales, socavando los esfuerzos por un cambio democrático real.

Normalizadores: individuos que minimizan la gravedad de la situación en Venezuela mientras presionan para que se dialogue y se descienda a compromisos que perpetúan el estatus quo, sin admitir nunca que en realidad el problema es la naturaleza criminal del régimen. A menudo obvian las violaciones de los derechos humanos y la naturaleza autoritaria del régimen.

Enchufados: individuos que se benefician directamente del régimen. Obtienen trato preferencial, acceso a recursos e incluso protección especial dependiendo de a quien están conectados. A menudo participan en actos de corrupción o de competencia desleal.      

Extracción de renta: proceso mediante el cual individuos o grupos se aprovechan de sus vínculos con el poder político para obtener beneficios económicos a expensas de la nación y de los ciudadanos venezolanos. 

Asignación de recursos: la forma en que se distribuyen los recursos entre diferentes grupos o individuos refleja las dinámicas clientelistas. Favorecer a ciertos grupos puede reforzar las estructuras de poder existentes y perpetuar la estabilidad del régimen.

Programas de lealtad política: estrategias diseñadas para recompensar a los partidarios leales y funcionales con beneficios, recursos y contratos, para perpetuar el sistema clientelista y limitar la libre competencia económica. Su principal objetivo es garantizar un marco de competencia desleal a actores empresariales mediocres y sin escrúpulos, que serían naturalmente desplazados en un régimen de libertad. 

Explotación laboral: la red de patronazgo, incluyendo jerarcas y “empresarios”, maximiza la captura de la renta manteniendo a la masa laboral tanto en el sector público como privado en condiciones de esclavitud.   

Asignación de subsidios: la distribución de subsidios gubernamentales puede reflejar dinámicas clientelistas, en las que ciertas industrias, ONGs, o grupos reciben apoyo financiero en función de sus conexiones políticas en lugar de por necesidad real.

Procesos de asignación: métodos y sistemas utilizados para distribuir recursos o beneficios dentro de la red de patronazgo. Funciona como un sistema de competencia, alianzas y equilibrios entre los principales grupos que se comparten el poder.

Luis Emilio Bruni es el fundador y director del «Augmented Cognition Lab» de la Universidad de Aalborg (Dinamarca) dedicado al estudio de la percepción, la cognición, los estados afectivos y la experiencia estética en relación con los medios inmersivos y las tecnologías cognitivas. Es venezolano con Doctorados en  Biología Molecular y Teoría de la Ciencia de la Universidad de Copenhague.

12 de diciembre 2024

Morfema Press

https://morfema.press/opinion/alacranes-normalizadores-y-enchufados-una-tarea-historica-para-la-academia-de-ciencias-politicas-y-sociales/