Cualquier lectura de la realidad de Venezuela debe ser contextualizada en términos de que el sistema eléctrico está seriamente comprometido, con aumento en la frecuencia de incidentes que dejan sin servicio a gran parte de la sociedad, como si fuera un anticipo de un colapso, del cual no se sabe mucho, pero se intuye. Y sin electricidad no hay actividad económica… el PIB de un país, es la electricidad con que cuenta… O, como en nuestro caso, la que no cuenta.
Las energías primarias detrás de la energía eléctrica también están complicadas. Para la térmica, el gas es insuficiente y el gasoil es un problema, porque está sujeto a producción inestable y temas de corrupción. Para la hidro del Caroní, en realidad tenemos toda la generación que necesitaríamos, pero tenemos como cuellos de botella el sistema interconectado de transmisión que está también comprometido, con riesgo diario de colapso. Y ni considerar a la eólica o la fotovoltaica por sus limitaciones estructurales, y la nuclear, para nosotros, es como si se tratara de algo lejano y sofisticado. El primer y último intento de un reactor nuclear para generar electricidad lo hizo Pérez Jiménez… así que imagínense.
Y regresando a la electricidad, tenemos serias limitaciones en la subtransmisión y en la distribución a todos sus niveles, residencial, comercial, industrial, industrial pesado y extrapesado (como Sidor, refinerías y transporte de agua). Nuestros problemas son profundos porque es un proceso de deterioro continuo por falta de mantenimiento e inversión, lo cual conduce a la canibalización de equipos en las subestaciones, que hacen que ya, hasta en la “protegida” Caracas, la luz se vaya –como me pasó la semana pasada- hasta 15 veces en una tarde, con los daños e incomodidades asociados a esos eventos eléctricos.
Y sin sumarle los problemas de pérdida de recurso humano experimentado, que conducen a una incompetencia (las 15 veces que se fue la luz en un corto tiempo), la cual sumada a la corrupción producen efectos desastrosos.
Otro elemento de contexto que hay que considerar al momento de evaluar y proyectar la situación de Venezuela es la falta de confianza en el gobierno y en las instituciones públicas, que perdieron su independencia, y están alineadas detrás de una línea de pensamiento que no es ideológica sino oportunista, según las circunstancias.
Un par de ejemplos son la presencia masiva del dólar en una economía tradicionalmente declarada como anti-Estados Unidos y antidólar; y la utilización de los empresarios como frente de legitimación, cuando, también tradicionalmente, son sus enemigos declarados, y tienen el tema Carmona como si hubiera ocurrido ayer. Por situaciones como las mencionadas es que no tienen credibilidad, ni son de fiar.
También tenemos que tener en cuenta, para poner en perspectiva cualquier evaluación o análisis, de esos que manejan el “optimismo exagerado”, que seguimos siendo considerados “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad interior de Estados Unidos”, y con el presidente a cargo de Venezuela con un pedido de captura ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por su cabeza.
Lo anterior, sumado a la mala interpretación tendenciosa de que la liberación de Alex Saab hubiera sido un acercamiento con el gobierno de Biden, cuando en realidad se trató de un intercambio de prisioneros, lo cual solo se produce entre enemigos. Porque ese gobierno no reconoce al gobierno de la revolución, por eso es que en sitios como Barbados no se sientan con ellos, y deben hacerlo a través de terceros países como Qatar. A ver si entendemos: somos sus enemigos.
Y también, por el hecho de ser ampliamente reconocido, no tiene menos peso como referencia de evaluación, que la permanencia de Maduro en el poder es un tema vital para él y para su círculo cercano, debido a lo cual no le interesa que otro chavista ocupe su lugar, y menos que menos, que lo haga María Corina.
Pero una cosa es lo que quisieran y otra muy distinta es lo que pudieran. Al ver el avance de María Corina, es bueno considerar que hay fenómenos que están ocurriendo al interior del chavismo, que están haciéndolos equivocarse en forma reiterada y sucesiva, lo cual pudiera leerse como errores (poco probable por el manejo espectacular de sus planes y sus comunicaciones). O también, como un manejo interno intencional, como parte de la contienda no perceptible a simple vista de un proceso de reacomodo de las piezas de poder. Está claro que Maduro tiene el poder, pero no cuenta con el apoyo que solía tener.
Por ejemplo, haber permitido las primarias, haber convocado el referéndum, haber encarcelado a Roberto Abdul, haber participado en la reunión en las Granadinas, todos errores con un alto costo de desgaste de Maduro de cara adentro del chavismo, que es donde está su mayor fuente de riesgo en este momento… O sea que a María Corina le fueron allanando el camino desde adentro de la revolución, y todo indica que lo seguirán haciendo.
Y así, hay un conjunto de premisas que han ido mutando, y que ya no está tan claro el futuro del chavismo en general … y de Maduro en particular.
Político
Hoy estamos más cerca de la “nicaragüización” que de las elecciones libres. Porque los caminos se están estrechando y, entre el avance de la figura de María Corina, más los “errores” autoinducidos por parte del gobierno, fuerzan a que lo más probable es que ella siga inhabilitada, y que no pueda presentarse como candidata.
Lo cual, no solo les quitaría legitimidad a esas elecciones, sino que pudiera tener derivaciones que nos saquen de la vía electoral que se viene siguiendo, y que se convierta en un camino incierto que más vale ni siquiera imaginar, porque el solo hecho de pensarlo ya produce el temor de abrir una “caja de pandora” de la cual puede salir cualquier esquema.
Lo anterior es la visión top down de la política, la cual pareciera tener poco que ver con la visión desde las bases (bottom up) al nivel municipal. Allí, en un espacio más funcional y operativo, muy cercano al ciudadano, que tiene más que ver con las habilidades gerenciales y microgerenciales de una persona determinada –un candidato a alcalde- que del partido que pueda representar. Claro que no es solo gerencia, sino también honestidad probada que pocos alcaldes pueden demostrar casi sin esfuerzo.
Pero esas bases son los cimientos sobre los cuales deberían sustentarse las candidaturas del alto nivel, de forma tal que los apoyos, y los votos, sean suficientemente sólidos como para poder emprender los cambios profundos que requiere nuestro país. Si lográramos buenos y transparentes gobiernos municipales, lo más probable es que esa situación nos conduzca, casi naturalmente, a un buen gobierno nacional.
Porque el candidato que debería ganar la presidencia debería ser aquel que proponga achicar el Estado, vender las empresas que tiene, armar un plan de subsidios fuerte y transitorio, transparentar todos los procesos de compras y contrataciones del Estado, mostrar austeridad, contar con amigos con los que hoy tenemos las relaciones cortadas como Estados Unidos e Israel, llegar a acuerdos de reestructuración de la deuda, y lograr que nos levanten las sanciones, y que nos incorpore nuevamente al grupo de los países que progresan, y que nos saquen del triste rol de que nos nombren cuando hablan del “eje del mal” asimilándonos a Corea de Norte y a Irán.
En fin… tenemos que cambiar las cosas, porque esto no puede seguir así… cada día estamos peor.
Social
Para este análisis estoy usando como referencia a HumVenezuela que “es una plataforma independiente de organizaciones de la sociedad civil venezolana, creada entre 2018 y 2019 con el fin de monitorear, documentar y hacer seguimiento a la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), para medir sus impactos en la privación de derechos de la población en Venezuela”.
Tal como les he ido informando, la pobreza continuó afectando a la población de manera generalizada durante el año que pasó, continuando el deterioro del anterior a ese y así hacia atrás. Posiblemente entre 2021 y 2022 hubo algún retroceso en los números, con una mejora, pero el paso del tiempo nos demostró que no era sostenible. Y es claro el porqué: no hubo ninguna política destinada a ese propósito, y solo se dio por un momento que nos llevó, en un proceso de optimismo exagerado, a creer que “Venezuela ya se arregló”, y más tuvo que ver con un reacomodo económico transitorio, ubicado en la capa superficial de la economía, que era lo transaccional de última milla con muy poca profundidad hacia la parte real de la economía.
Aunque hay que reconocer que ese período de baja de pobreza estuvo (co)relacionado con un aumento equivalente en la utilización de la capacidad instalada de planta del 12% alcanzando una nueva cota del 30% que se mantuvo hasta mediados de 2023.
Y eso, ya hemos confirmado, que no habrá mejoras sostenibles, a menos que se produzcan cambios mayores, comenzando con el modelo político económico que viene desplegándose en los últimos 25 años, que dio, al presente, como resultado, niveles de pobreza cualitativa y cuantitativamente tan fuertes como nunca antes habíamos vivido desde que entramos en la modernidad al comienzo del siglo XX.
Para la gente de HumVenezuela, “94,4% se encontraba en pobreza sin ingresos disponibles, equivalentes en dólares, para adquirir una canasta básica de bienes y servicios esenciales para un promedio de 3 personas por hogar”. Que era el número que daba Encovi para 2021, y que seguramente repetirá paras 2023, por la caída, no solo del consumo, sino principalmente de la calidad de vida del venezolano. Que la sufre el país como un todo, pero que duele más en la base de la pirámide donde la pobreza se manifiesta.
Para ellos, “69,6% de la población se encontraba en pobreza multidimensional, con apremiantes necesidades económicas por la falta de ingresos y necesidades sociales esenciales, por privación del acceso a los alimentos, la salud, el agua potable, el saneamiento, la educación, transporte público y otros servicios básicos de la vivienda, como electricidad, gas doméstico, y comunicaciones”.
Para HumVenezuela, la mediana de los ingresos de los hogares fue de 102,5 dólares mensuales hasta agosto 2023, lo cual representaba apenas 12,8% del costo de una canasta de bienes y servicios básicos, con precios que oscilaron entre 700 y 900 dólares mensuales al final del año”.
Por eso hay que ser responsable cuando se afirme que estamos mejor, cuando en realidad no lo estamos, ni existen posibilidades de estarlo si no se producen cambios estructurales en el modelo de país que tenemos y que nos ha ido carcomiendo en los cimientos ya desde hace unos cuantos años.
Económico
Las perspectivas de mejora para este año son limitadas, y se basan más que nada en la inercia del 2023. Si somos realistas, y ponemos los pies sobre la tierra, la primera conclusión es que hay que aplicar en cada empresa un refrescamiento de su estrategia de negocios, que incluya un plan de austeridad y optimización de gastos y costos, así como mejorar la logística y la cadena de suministros en la medida de lo que se pueda.
Y también del lado de la oferta, se sigue postergando el aumento del salario mínimo, el cual sigue estando en Bs 130 -un poco más de 3 dólares al cambio del Banco Central de Venezuela- y lleva ya más de 600 días sin modificación, para hacer frente a una inflación del orden del 200%; la cual, por cierto, no representa la brecha ingreso/precio que produce la alternativa de comer versus no comer… y esta última viene ganando.
Aumentar un bono como el de “guerra económica” a 60 dólares a partir del 1° de febrero es una ayuda, pero sigue siendo insuficiente para un gobierno que sigue privilegiando la ideología de sostenimiento del poder por encima de la racionalidad político económica.
Porque cada vez hay menos variables en manos de la empresa, y más que dependen de los servicios de infraestructura como electricidad, agua, combustible… y también el “costo” de desplazamiento.
Del lado de la demanda, la recomendación es alinearse con las posibilidades de un mercado empobrecido que hoy toma decisiones por precio. Hay que revisar las estrategias de mercadeo y ventas las cuales no terminan de incorporar en forma estructural que nuestro mercado ha cambiado para siempre y que ya no tiene que ver con la clase media a la que estábamos acostumbrados.
Hay que apuntar a ganar un mercado en el cual la ecuación de precio por cantidad se invierte, bajando los precios hasta casi la pérdida, pero aumentando asintóticamente la cantidad. Por lo que mi recomendación, dos párrafos más arriba, fue optimizar los costos, porque los precios ya no pueden seguir calculándose según el “cost plus”, sino determinados por el mercado.
Otro tema no menos importante, es poner orden en el mundo financiero, donde el mercado de valores se dedica a créditos de capital de trabajo (actividad tradicionalmente atribuible a los bancos), y los bancos sirven más como apoyo transaccional que como intermediarios financieros; y no operan en dólares que es la moneda de preferencia tanto para las transacciones, como para referencia de precios… ah… y también como reserva de valor.
Internacional
Los argentinos le pidieron cambios a Milei, y ahí tienen sus cambios… Le pidieron masivamente cambios radicales, y 48 horas después de asumir envió al Congreso la “bomba neutrónica” del DNU y de la primera Ley Omnibus, deroga o modifica casi 1.000 leyes, que son las puntas de lanza del nuevo rumbo que la gente le pidió a Milei para Argentina.
Cada vez se entiende más el concepto de “casta”, porque quedan en evidencia los “chantajistas” del Congreso que quieren algo a cambio de su voto. Porque la fama del Congreso es de trabajar poco y nada, y de aprobar a carpeta cerrada los DNU del pasado… claro que ahora sabemos que la “carpeta cerrada” eran concesiones que terminaban corrompiendo al plan de gobierno y al gobierno en sí mismo. Y eso, esta vez, parece que no ocurrirá.
El lector agudo se dará cuenta de quiénes le están buscando detalles para cuestionar, los cuales se encuentran específicamente fuera de las líneas kirchneristas-peronistas-camporistas, porque, por principio, no se cuenta con sus votos.
Notarán quiénes son los que cuestionan las formas, quiénes se rasgan las vestiduras por “quitarle facultades al Congreso”, y quiénes se aferran al pasado sin darse cuenta que lo que cuenta es el futuro. Porque el pasado “ya pasó” y no fue bueno.
Los anteriores son la casta política operacional del Congreso. Pero también está la casta sindical que ya mostró su juego judicializando y anunciando un paro para el 24 de enero, pese a que todo lo que se presentó es bueno para los trabajadores… pero malo para los sindicatos que se desfinancian. Y así comenzarán a saltar todos aquellos que se habían acostumbrado a lucrar a costa de las libertades individuales.
Luego está la casta comunicacional de aquellos periodistas y analistas quienes, sin proponerse entender los pasos de Milei, así no estén de acuerdo con ellos, se creen dueños de una verdad absoluta, y lo critican desde el punto de vista de un continuismo, el cual, si se hubiera producido, terminaría en el desastre anticipado de un 15.000% de inflación.
Muestran sus propias limitaciones al evaluar a Milei como a cualquier político del pasado, sin dar la oportunidad de evaluar, aunque sea un escenario, donde lo que hace sea lo correcto. Ellos asumen, “en su inmensa sabiduría” que Milei se está equivocando.
Y eso les puede costar su reputación, y también sus trabajos que dependen de lo acertado o no de sus análisis y pronósticos. Ya hay casos visibles importantes de hombres y mujeres periodistas que apostaron en contra de Milei, y hoy fueron corridos de su trabajo. No por pedido de Milei, sino por la percepción de sus jefes (y del rating) de que su sesgo en contra de Milei, fue tendencioso y dejaron de ser periodistas para convertirse en militantes, esa vez de Patricia Bullrich.
Porque ese tipo de errores no prescriben, pero pasan al olvido medio, donde ese/esa periodista, ya devaluados, buscan ahora cobijo en espacios de menor alcance y prestigio.
Si bien está claro que la radio y la TV abierta cubren solo 20% del espectro informativo, y el resto se maneja entre redes y medios digitales, los análisis en profundidad de algunos analistas son una referencia por su claridad de análisis. Pero claro… si eso era positivo en la época de los políticos comunes; ya no es más cierto en la era Milei, porque su pensamiento en realidad tiene profundidad, consistencia y compromiso. Ángulos que nunca mostraron los anteriores que siempre habían vivido de la política y de, específicamente, de la especulación política.
Y, tristemente, no llegan a entender lo que está pasando por sus propias limitaciones intelectuales. Periodistas y analistas prestigiosos se ponen en evidencia por las preguntas que hacen, que demuestran no haber entendido a esta nueva generación de pensamiento y que, lo peor de todo, es que no podrán hacerlo nunca, porque no están a la altura.
A estas alturas, a menos de un mes y medio de haber asumido, diría que está bien encaminado y que es difícil que logren frenar el impulso de cambio radical para el que fue elegido. Sus niveles de aprobación son altos, y los de los que lo adversan son bajos. Lo cual los convierten en muy peligrosos porque están en la tesitura de “perdido por perdido…” y jugando las últimas fichas que les quedan.
Recomendación
- Al gobierno: Que revise la estrategia de no aumentar los salarios, porque en términos de flujo de caja es lo mismo que los bonos, y la diferencia es principalmente contable; porque los pasivos emergentes terminan licuándose con la inflación. Pero la diferencia consiste en que les está mandando a los trabajadores el mensaje de que ellos son desechables. Y eso, en esta etapa de descontento y desesperanza, será una más de las tantas facturas que la ciudadanía le pasará al gobierno.
- A la dirigencia opositora: Que revise cuidadosamente su estrategia, porque el oficialismo les está presentando unos puntos de vulnerabilidad que no están ni identificando, ni, por supuesto, aprovechando. Les hace falta una sala situacional que evalúe diariamente los eventos y encuentre las oportunidades y recomiende pasos específicos. No tienen una lectura completa de lo que está pasando, porque solo ven lo que les interesa, y pierden el contexto.
- A la dirigencia empresarial: Que evite caer en el juego de responder a cada tema que el gobierno propone, porque allí se está jugando un juego político que los excede, porque responde a alguna de las tantas líneas políticas que se impulsan desde los distintos compartimentos que están en el gobierno y que pocas veces coinciden entre ellos mismos. En el tema de los salarios no tendrían que haber opinado, porque no solo no lograron nada declarando, sino que lograron alegrar a algunos y molestar a otros. Insisto: aléjense de la política, porque de eso no saben… punto.
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