Tuve la oportunidad de ser seleccionado por Venezuela para el Programa Humphrey Fellow 2018-2019 y deseo compartir varias lecciones y aprendizajes, luego de esta breve ausencia. Vivir un año en los Estados Unidos en distintos lugares, desde el Medio Oeste, en la capital y en Florida dice de la diversidad geográfica, cultural y productiva que ilustran porque ese país sigue siendo tan poderoso.
Por un lado, está la vigencia de su democracia la que, con todo y sus deficiencias, sigue avivando el espíritu de ese país, lo cual, a diferencia del nuestro hace que todo el poder atribuido al presidente, está muy lejos está de parecerse a la “cuasi - monarquía” que gobierna a Venezuela, ahora amparada en la inexistencia de una genuina separación de poderes. Allá funcionan eficazmente y quien preside el país no puede aplastar al resto.
Por la otra, hay que entender que ese poder dividido se fundamenta en los orígenes de su federalismo, el cual, nada tiene que ver con la ficticia descentralización que existe en Venezuela, con Estados, Alcaldías y Consejos Comunales plenamente dependientes del Gobierno Central. Si se ensambla aquella altísima autonomía local con la separación de los poderes se entiende porque funciona aquella democracia.
Sin embargo, no le anotemos solo virtudes, sin destacar, quizás, su principal vacío: el sistema de los dos partidos, lo cual, si bien tiene ventajas relevantes de estabilidad institucional, adolece de las desventajas de una autentica renovación del discurso político, pues, como se sabe, a veces queda muy circunscrito a temas específicos, tales como los impuestos, la cobertura de los programas de salud y, por supuesto, inmigración.
Otro componente significativo es la política exterior de ese país, la que ondula entre el multilateralismo de un Obama al unilateralismo de Trump, siendo que ambas emanan de esa condición de imperio que se atribuye. El mundo ha de ser como ese país y de allí la necesidad de influir y decidir sobre el resto, cuestión que, si bien puede ser beneficiosa por el intento de imponer libertad y democracia en el planeta, lo atraviesan sus intereses y seguridad, explicando las contradicciones que afloran en su política exterior.
Del lado económico, hay muchos aprendizajes que dejo para una próxima entrega, pues quiero describir lo que vi sobre Venezuela, tema que aparentaba estar en el centro del debate político y que explica lo que aquí se pensaba y esperaba, pero que en realidad estaba en el medio de la gran trifurca entre demócratas y republicanos y luego situado en el medio de las controversias contra Méjico, Afganistán, Irán, Corea, Rusia, China y ahora Groenlandia. Fue una manera de entender en qué lugar estamos de verdad en su orden de prioridades.