La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desde hace mucho tiempo mantiene un sospechoso e inentendible culipandeo en torno de los procesos electorales y es por eso que, lamentablemente, pierde credibilidad en densos sectores de la población venezolana, incluso entre quienes los siguen ciegamente, a pie juntillas, como única posibilidad de crear una fuerza que no sólo capaz de derrotar a la dictadura que nos acogota, sino que logre transformar a este país en lo que realmente queremos todos los venezolanos, dentro y fuera del país.
Eso de deshojar margaritas cada vez que se asoma un proceso no es propio de gente responsable y seria; no puede ni debe ser que no tenga agendizado el movimiento de sus estrategias frente a la gravísima crisis de institucionalidad y electoralidad existente y de cara a las trampas que a cada rato arma el gobierno a través de sus sigüises instalados en el Consejo Nacional Electoral (CNE), Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Fiscalía General de la República (FGR) y ese adefesio que llamamos La Prostituyente.
Triste es el recuerdo de la abstención inducida por la MUD en 2005 y aquellos polvos trajeron estos lodos que cubren de fétida asquerosidad la conformación de los ya mencionados órganos del Poder Público durante años y, por supuesto, permitieron anular totalmente las funciones constitucionales de la Asamblea Nacional (AN), atando de manos y pies al pueblo venezolano y a sus instancias de esperanza útil.
Ahora, cuando se anotaron unos sí y otros no a las elecciones regionales y municipales, y cuando no se inscriben para las presidenciales, comienzan a asustarnos con el fantasma de la programada e inducida abstención y satanizan la posibilidad candidatural de Henrí Falcón, quien se constituye, hasta hoy (es candidato), en la única opción cierta de enfrentar las aviesas pretensiones del gobierno dictatorial de eternizarse en el poder por el poder mismo.
Henrí Falcón se inscribió, respondió a la apertura del proceso eleccionario viciado, tramposo, tracalero, manipulado, fraudulento, “puyao”… pero eso es lo que hay durante los últimos 18 años, por lo menos, y le ha servido a unos y a otros; no sabemos por qué antes sirvió y ahora no les sirve. Quizás porque el candidato no es el que quiere ser o el que ellos quieren que sea; por eso, tal vez, pudieran promover animadversión hacia Falcón “no vaya a ser que gane”.
No se detienen a pensar en que también pudieran ser Henrí Falcón y su Avanzada el chivo expiatorio del sistema y del tamaño y la capacidad que tiene el venezolano cuando se le presenta un compromiso de semejantes dimensiones; compromiso que les permita a los millones de electores descontentos con la tiranía echar mano a su poderosísima y oportuna arma secreta que durante muchos años ha salido a relucir en momentos difíciles.
Están acostumbrados a escoger e imponer al candidato para que la gente vote por él, pero jamás han permitido que la gente escoja e imponga su candidato para hacer de él un Presidente de la República a través de su única, insustituible, poderosa y secreta arma: el Voto. Al pueblo no se le puede disuadir para que no vote; todo lo contrario, para preservar la democracia hay que persuadirlo para que vote. Voto e invito a Votar…