Editorial
Pareciera que nadie escarmienta en piel ajena y Colombia no es la excepción. De nada le ha servido a los colombianos ver el desastre ocurrido en Venezuela, cuando cansados de la democracia porque esta no lograba resolver todos los problemas, una importante mayoría decidió darle una patada a la mesa y elegir a un militar, demagogo y populista que terminó con la democracia y entronizando en el poder un poder político que acabó con la prosperidad de uno de los países más ricos del continente y convertirlo en uno de los más pobres, evidencia que está a la vista de todos los colombianos en los millones de venezolanos que ahora viven en la hermana nación.
En Chile ocurrió algo parecido, el pueblo cansado de la democracia le dio una patada a la mesa y decidió elegir como presidente a un joven líder y están redactando, cómo ocurrió ya en Venezuela, una nueva Constitución que por lo que se vislumbra será galimática y el país va derecho a una grave crisis económica.
Ahora los colombianos se aprestan a elegir a Petro como el “salvador”, sin percatarse que estarían eligiendo a un personaje autoritario, que no tiene un verdadero mensaje ideologizador, sino unas ansias incontenible de poder y, por ello, demagógicamente ofrece lo que sabe que no puede realizar y se apoya en una plataforma política integrada por diversas aspiraciones pero que, ciertamente, no presentan una unidad de acción política para gobernar a una nación tan grande y diversa como lo es Colombia.
Si Petro llegase a ganar la presidencia en la segunda vuelta, paradójicamente sería como una infección de viruela en el cuerpo humano, que se cura pero deja marcas en el rostro.
Además, le viene encima una crisis económica global acompañada por una aceleración de la inflación y un deterioro en la condición alimentaria de la mayoría de los países. ¿Estarán Petro y su heteróclito equipo en condiciones de gerenciar positivamente esa situación? o por el contrario hará lo que hacen todos los narcisistas populistas tomar medidas disparatadas, que en vez de sortear la crisis la agravara.