¡Venezuela es el mejor país del mundo! Tenemos petróleo, hierro, oro y un sinfín de reservas naturales con las que Dios bendijo a esta tierra ubicada al norte del sur, con paradisíacos sitios turísticos y gente maravillosa. A menudo, manifiesto esto en mis redes sociales, y los promotores del odio y las rencillas separatistas me caen encima. Muy a pesar de ello, lo mantengo: Tenemos el mejor país del mundo.
Y ustedes se preguntarán: ¿Por qué tanta terquedad? Ciertamente, estamos en una difícil coyuntura económica, consecuencia de la debacle política; y atravesamos de nuestras más graves crisis sociales; el país ni ha tocado fondo, ni se ha acabado, ni se acabará. De manera inexplicable, hemos ido saliendo progresivamente de la atroz crisis de hambre en la que años atrás nos sumergieron las erráticas medidas económicas del denominado «Socialismo del Siglo XXI».
Pero volviendo a ver el vaso medio lleno, suscribo lo que he mantenido por mucho tiempo. En este país hay un grueso importante de venezolanos dispuestos a darlo todo para sacar a este país adelante. Lo que nos falta es cohesionarnos en función de remar todos juntos.
En días recientes hemos visto como se ha popularizado el deporte de kayak en el embalse La Mariposa. Un joven me comentaba el otro día que es muy cansón cuando lo haces solo y el acompañante no ayuda a remar. Esta metáfora la extrapolé de inmediato a nuestro país. Se nos hace muy cuesta arriba a quienes, tercos como yo, a diario luchamos contra todo pronóstico por mantener negocios en marcha.
Es seguro que, si todos sumamos esfuerzos en un futuro común, es muy difícil que nos lleve la marea. Por ello es necesario, que los referentes más importantes de la vida pública nacional sean valorados por cualquiera que logre puntear en la carrera electoral, para contar con su experiencia y sabiduría en función de las políticas públicas que deben asumirse una vez que se logre el cambio político que tantos anhelamos. 2024 es una gran oportunidad para ello.
Si Nicolás Maduro es derrotable, no es el norte de estas líneas. Si lo es la urgencia de organizar la «coalición de los mejores» para llegar al país que aspiramos ser: empresarios, gremios, sindicatos, academias, y todos los componentes y personas de la sociedad civil, deben ser convocados a sumar lo mejor de sí para la reconstrucción de Venezuela.
Escribo todo esto inspirada en el ejemplo que ha dado la selección de Venezuela en el Clásico Mundial de Beisbol (equipo que a la hora de corregir este artículo se mantiene invicto en la jornada deportiva mundialista). Nuestros jugadores han dejado claro que no solo son los mejores, sino que tienen la nobleza y humildad para compenetrarse como una gran hermandad en el fin común de alzar nuestro tricolor y hacernos sentir ¡grande!
Venezuela siempre ha sido, y estoy segura que volverá a serlo, un país sin mezquindades, sin enanismos. Donde todos nos vemos como iguales a la hora de sumar. No crean que la inspiración me ha vuelto come flor, en lo absoluto.
¡Debemos exaltar lo bueno que somos, para visualizar desde ya lo que podemos llegar a ser! Fuimos un país potencia, de los más desarrollados de Latinoamérica, y eso fue por la sumatoria de los esfuerzos de personalidades de primera línea.
Los actores políticos de la oposición de nuestro hoy, deben dar el paso y empezar a organizar y unificar criterios en un discurso unificador, que llene el bullpen opositor de puros cuartos bates, en analogía con los que componen hoy nuestra selección nacional.
Conformar un gabinete compuesto de notables, niega la composición democrática y plural. En su lugar, debe lograrse la integración de todos los venezolanos, desde las bases, en organización y articulación de comunidades organizadas bajo intereses comunes. En mis recorridos por los sectores populares de Baruta y otras zonas del estado Miranda y por toda Venezuela; me he topado con muchísima gente echada pa’lante que quiere aportar, que tiene conocimientos y compromisos para el país que debemos ser.
La clase política hoy está obligada a incorporar desde los más radicales chavistas hasta los descontentos, con sus errores. Un «mea culpa» que le permita a la gente volver a confiar, más allá del solo señalamiento y excusas. La tarea debe ser completa: Hay que enmendar lo malo para volver a sumar. Por Venezuela, podemos y debemos lograrlo.
Twitter: @griseldareyes