Hace algún tiempo escribí un artículo sobre el último zar ruso y un cómico francés. En esta oportunidad no se trata de ellos, sino de un descendiente de la Guayana Francesa llamado Dieudonné Lemión y el ruso Nikolas Gahah, reconocido partidario del comunismo quien al parecer sufre de una especie de amnesia que le impide recordar la caída del muro, su lugar de nacimiento y muchas otras cosas.
Dieudonné es un hombre de muy pequeña estatura de quien sus amigos cuentan que sufrió un susto muy grande en algún momento de su vida cuando le gustaba jugar a los soldaditos, aunque hay otros no tan amigos que piensan que en aquella oportunidad quiso hacerle honor a su aristocrático apellido.
Pues bien, por esas extrañas cosas del destino estos dos seres, que en sus años mozos no se conocían, decidieron trasladarse a Venezuela a tratar de hacer fortuna y a poco tiempo de su llegada, supieron de la existencia de un animador que se había hecho popular a finales de los años noventa del siglo pasado y de cuyo nombre no he podido acordarme, o quizás no he querido hacerlo.
Lo increíble es que ambos, Lemión y Gahah, acordaron que debían ponerse a la sombra del famoso animador a ver si lograban tener éxito en sus vidas, sin importar lo que tuviesen que hacer para ello ya que pronto pudieron darse cuenta que el animador imitaba a aquellos vendedores de elixires y pociones durante la conquista del lejano oeste norteamericano y pretendía convencer a los incautos que tenía la fórmula mágica para lograr la eterna felicidad. Con el tiempo, el animador –que poseía mucha labia- pudo darse cuenta que los incautos eran muchos, vale decir la mayoría y de esa forma pudo tomar para sí inmensas riquezas, parte de las cuales repartió entre sus familiares y allegados más cercanos. Pero como la fortuna no es eterna, se le atravesó en su vida un enorme cangrejo cubano que prácticamente se lo tragó.
Lemión, quien creía ser el preferido del animador, sufrió profunda depresión cuando se enteró que el animador, poco antes de ser devorado siguió las ordenes de los insignes médicos antillanos que lo trataban y dijo que su favorito era el ruso Gahah. Allí decidió Lemión hacerle la vida imposible a Gahah, aparentando ser su mejor amigo. De esta manera consiguió que Gahah, luego de tomar para sí el reino, le concediera la exclusividad en la venta y distribución de polvos, con la condición de entregar parte de la mercancía a los celíacos sobrinos. Éstos ahora disfrutan de una cómoda pero muy estrecha vida, que tanto Nikolas como Dieudonné perciben con temor como algo posible para ellos.
Este es un relato imaginario, por lo que cualquier semejanza o parecido con personas o hechos de la vida real sería mera coincidencia.