María Corina Machado convocó una concentración en Caracas para presentar la Gran Alianza Nacional (GANA), y dar inicio a la campaña electoral más difícil de nuestra historia reciente. Cuenta con grandes fortalezas para tener éxito. Más allá de sus condiciones personales para asumir el reto -Machado ha probado ser valiente y decidida y tiene las ganas que hay que tener para alcanzar el poder, completo y sin intermediarios-, hay una situación objetiva que la favorece: cuenta con un gran apoyo popular; la percepción unánime dentro y fuera del país es que, en unas elecciones, siquiera medianamente limpias, derrotaría a Nicolás Maduro.
Por supuesto que no la tiene para nada fácil porque enfrente no tiene a un rival político, Maduro y su régimen son otra cosa. Tienen bastante tiempo preparando su arsenal de marramucias; no son demócratas, les gusta el chiquero y pelear con todas las ventajas, no entienden unas elecciones de otra manera. Cuentan con una estrategia que les ha funcionado varias veces y que han venido afinando con el paso del tiempo. Desde antes de iniciarse la campaña han tratado de minar con incertidumbre el camino. Lo primero ha sido generar dudas sobre la realización misma de las elecciones. “Se harán cuando diga el CNE”, dijo Maduro, con ese tono de sobrado, del que se reconoce guapo y apoyado. En paralelo, se niegan a procesar el caso de la inhabilitación de María Corina -nadie ha visto el expediente, pero no importa- y, como si Gladys Gutiérrez no hubiese demostrado ya ser suficientemente confiable para sus trapisondas judiciales, buscaron a otra militante del PSUV para presidir al TSJ.
Cierto que lo de Guyana les resultó una morisqueta y dejó otro boquete a su ya irremediablemente dañado prestigio como gobierno capaz de gestionar un Estado, pero en materia de demolición de figuras opositoras y medidas represivas son unos campeones invictos. Estos últimos días han dado muestras de ello. En esta oportunidad no se trata de una conspiración para asesinar a Maduro, ¡se trata de cinco! Así como en las secuencias finales de El Padrino, mientras Tarek William Saab lo anunciaba al país, se realizaban las primeras detenciones y se publicaba la lista de “conspiradores”. Los primeros de ellos dirigentes de la campaña electoral de Vente, vaya sorpresa.
En paralelo, el propio Maduro anunciaba el lanzamiento de la Operación Furia Bolivariana. De nuevo no tiene nada, es el mismo libreto cubano, tan viejo y usado como los de las radionovelas de la antigua CMQ. Ya los venezolanos saben cómo se desarrollan, aunque esta nueva cepa probablemente sea más letal, porque la situación ha cambiado mucho, y los capitostes del régimen también perciben que se están jugando a Rosalinda, y la están perdiendo.
Su movida última, que dice mucho de lo que son capaces, fue sabotear el lanzamiento de la Gran Alianza Nacional, el pasado 23 de enero en la Plaza Francia de Altamira. Montaron un escenario para propiciar la primera erupción de violencia. Anunciaron el paso de una marcha a la misma hora y con el mismo espacio como lugar de concentración. Todo un dilema para María Corina, quien tuvo la inteligencia de mudar su acto a un lugar aledaño y evitar que la provocación tuviera los efectos buscados: llevar la pelea al teatro de operaciones violento donde la ventaja del régimen es insuperable. Episodios como el de este martes 23 se van a repetir por todo el territorio nacional. Algo habrá que idear para mantener a Maduro solo en ese ring, peleando con su sombra.
Además del sabotaje a los actos de Machado, de la represión generalizada fundada en falsas acusaciones y la detención sistemática de dirigentes medios de su organización, probablemente haya un aumento significativo de las dádivas para los patriotas que sostienen el régimen. Ya anunciaron nuevas explotaciones mineras por los lados de la Sierra Parima y contarán los petrodólares permisados por Joe Biden. Vale decir, habrá oro para mercenarios de toda calaña. A lo mejor, por su experiencia en el manejo de las finanzas y el abastecimiento de bienes primarios de consumo, era fundamental contar con Alex Saab. Las “bolsas CLAP” llegarán con mayor regularidad y mejor contenido, por lo menos hasta diciembre. Por si estas zanahorias no alcanzan, pues ahí estarán los palos de la “Furia Bolivariana” para castigar a los indóciles y sospechosos habituales.
La espadilla de Maduro en este juego de truco es la infausta inhabilitación de María Corina Machado. La única dificultad es que aquí se le pasó la mano: inhabilitaron a la candidata antes de someterla a un proceso y recogerlo en un expediente. Pero no hay problema, para eso está el TSJ, bajo nueva administración, para encargarse de este caso que demanda una enorme dosis de “prestidigitación jurídica”. Esa es el arma en la que Maduro confía para quitarse de encima a la candidata. Y es lógico que lo haga porque le ha funcionado en el pasado. Ante la inhabilitación como amenaza, otros líderes opositores han caído en el juego jurídico, donde la dictadura también es imbatible.
A esta amenaza de la inhabilitación, Machado ha respondido que esa no es una batalla legal sino política, que es precisamente la que necesita ganar para ser candidata. Muy bien. No se le puede demandar a la candidata opositora que se inhabilite a sí misma. Ella tiene la opción de pelear por su candidatura y de agotarla y si bien no puede impedir que la inhabiliten en el TSJ, puede ciertamente ejercer el liderazgo que también se ganó en las primarias. “Maduro terminará entendiendo que su mejor opción es negociar conmigo”, como le declaró a La Gran Aldea. La podrán inhabilitar, pero no la van a borrar, seguirá ahí, como el famoso dinosaurio.
24 de enero 2024
La Gran Aldea
https://lagranaldea.com/2024/01/24/esto-no-es-sino-el-comienzo/