Lo conocí en la aquella Escuela de Economía que nos enseñaba Teorías del Desarrollo apegado, en esa época donde hervían las ideas del subdesarrollo y el centro – periferia, pero de una manera tal que se separaba de la mecánica introducción del marxismo en nuestras mentes, porque eso era Héctor dueño de una especial inteligencia que le permitía traducir etiquetas simplificadas. Fue mi muy querido Profesor, no solo por lo que digo antes sino que nos impregnó a todos el deseo de aprender y, diría, más allá del amor por una ciencia tan fría, tal “lúgubre”, como la catequizó Keynes.
Héctor le imprimía a la Economía ese sabor que, desde luego, inspiraba al alma del poeta, porque eso también fue nuestro querido: Poeta. Reconozco que, si no hubiera sido por el estaría haciendo otra cosa. Esa calificación la compartimos todos los que hicimos su curso, por allá por los sesenta que lo designamos Padrino de la promoción.
Pero hay, había, otra cosa más importante en Héctor, esa capacidad que da una inteligencia suprema supo entender y transmitir la realidad hasta percatarse de que su pensamiento, sus libros, sus escritos tenían que dar la vuelta del progreso y comenzó a criticarse a sí mismo, con esa valentía que da la experiencia y la capacidad para hacerse comprender y, lo peor, ayudarnos, a muchos, a salir de aquellos viejos paradigmas. !Miren que valor! Por ese camino se fue convirtiendo en duro crítico de esta supuesta “revolución”, de ese marxismo clásico, anacrónico y simplista.
Sin embargo, de todo ese Héctor Silva Michelena que describo, del que más provecho saqué fue de es ser humano, de sus palabras siempre cálidas, de esa manera de expresarse hasta convencer. Por todo ello puedo decir y calificar a mi gran amigo, Profesor, Padrino de INSIGNE VENEZOLANO.
Como ya le dije. Mis muy sentidas condolencias a Adicea y a los hijos a todos los amigos que compartimos la vida de este INSIGNE VENEZOLANO.