Hace días recibí un comentario de un fiel seguidor de Instagram que reflexionaba acerca del rol de la sociedad civil. El buen amigo Luis César Febres me escribía que si nos organizamos lograremos propiciar los cambios que el país necesita. 100% de acuerdo.
Agregaba este lector que con la participación de la inmensa mayoría ciudadana conduciremos al país por el camino de la prosperidad y el bien común. También estoy acuerdo con esto. Siempre he pregonado acerca de la necesidad de dar paso a mucho más que actores políticos para el rescate de Venezuela.
El país, y así lo recogen las más prestigiosas encuestas, es mucho más que esa militancia partidista que no aglutina más de 14% de la población opositora. Y también va mucho más allá de los márgenes de aceptación que tiene el oficialismo, cifra que hace un buen rato no supera el 20%.
Venezuela tiene cerca de 70% de ciudadanos que no responde, que no se siente identificado con clase política alguna, pero que aspira a un cambio real. Reconectar con esa inmensa mayoría es el reto para los dirigentes políticos y activistas sociales que no formamos parte ni tenemos interés por la casta política tradicional.
Nos corresponde salir a la calle, ir a la Venezuela profunda, recorrer cada uno de sus rincones, presentar a los ciudadanos una propuesta seria y coherente, cuyo objetivo sea el rescate del país y pedirles el voto de confianza para que nos acompañen en esta titánica misión.
Vuelvo a las palabras del amigo Febres, organizando a la sociedad civil es mucho lo que podemos avanzar.
Abrir bien los ojos
Esto lo conecto con otra tarea clave que también reposa sobre los hombros de quienes estamos ajenos a la clase política tradicional venezolana: promover la contraloría social o contraloría ciudadana.
Esta semana, en entrevista para «En Contexto» con Carlos Peñaloza dejé claro qué hay mucho que evaluar y madurar por parte de los políticos. Como país debemos exigir a estos actores que rindan cuentas si aspiran a un cargo de elección popular. ¿De qué viven los políticos? ¿Qué hacen? ¿De dónde vienen? ¿Qué aportan al país?
No es posible que tengamos políticos, que en su gran mayoría, no son dignos de sus cargos, que se saltan la rendición de cuentas, generando una profunda desconfianza entre la ciudadanía. Así lo veo en diversos grupos de WhatsApp y me lo dice la gente en las calles: «los políticos son ladrones, mafiosos, chulos…»; ante lo que, necesariamente, pido no generalicen.
Pero ¿cómo le pedimos a la sociedad que no generalice cuando los políticos no muestran su currículum, no rinden cuenta de sus acciones o no muestran el origen de sus patrimonios? Esto es una nefasta realidad que se replica exactamente igual en los dos bandos.
Entiendo la desesperanza de tantos venezolanos y me preocupa saber que hoy el ciudadano no sueña, no tiene motivos para vivir ni seguir adelante. Abatidos por el desaliento, millones de los nuestros han decidido cruzar las fronteras y huir hacia otros países en busca de oportunidades. ¿Cuántos han perdido la vida en carreteras internacionales, mar abierto, ríos o selvas, persiguiendo el sueño que se les negó aquí?
Sé que los responsables de esta tragedia prefieren hacer caso omiso y no pronunciarse al respecto; y si lo hacen la minimizan hasta convertirla en motivo de burla o reclamo. Sin embargo, como madre, mujer y ciudadana venezolana, pido encarecidamente a mis hermanos que no salgan de esta forma. No percatamos que, en un arrebato, arrastramos de forma irresponsable a criaturas que tienen derecho a vivir. Lo más valioso que tenemos es la vida y debemos preservarla.
Venezuela pide a gritos que se resuelvan sus problemas más inmediatos y palpables: sueldos y salarios, pensiones, alimentación, servicios básicos, salud y educación. Pero frente a esto, es vital que la sociedad civil esté alerta y activa, porque cambiar esta fotografía de país por gente honesta, decente y con propuestas, es tarea de todos.
Twitter: @griseldareyesq
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.