Si en algo se ha caracterizado y destacado el gobierno chavomadurista durante estos 26 años (la tragedia arrancó aquel aciago día 4 de febrero de 1992) es en lo aguajero de su discurso y en lo ridículo de sus posiciones en torno de los asuntos internos y externos del país, creyendo o jurando que la gente es pendeja porque calla ante todas las mentiras que día tras día repiten los capitostes del régimen y sus acólitos anónimos o conocidos.
En lo interno no nos queda nada, nadita de nada, de aquello que se expropió en varios actos y que muchos aplaudieron, vitorearon y celebraron en cadena nacional de radio y televisión embriagados por la manu militari del enfermo difunto eterno, prevalido del poder que le fue entregado por pusilánimes funcionarios seducidos por las prebendas que, tal vez, podrían obtener una vez que se instalara el vandálico y aberrado régimen.
Asimismo, en lo externo, las representaciones diplomáticas de entonces se sintieron persuadidas por la repartición millonarios contratos y estrafalarios regalos, lo que les hizo coquetear con el energúmeno payaso mandatario para no quedarse fuera de la rebatiña de agasajos y canonjías ellos ni sus agazapados jefes, esperando ser favorecidos con recursos mineros y petroleros, tomando en cuenta que allí hay negocios y no amigos.
Un vicepresidente aguajero y torpe como ningún otro cataloga de “potencia” al país que acabó con su pujante y próspera industria petrolera, pero asegura, delante de supuestos inversores foráneos, que Venezuela producirá café y cacao, “como éramos antes” (sic), convencido de que los hambrientos y quebrantados venezolanos estamos chupándonos el dedo ante la grave crisis humanitaria que padecemos.
El aguajero ministro gorgojito se agarra del sistema comunicacional del Estado por todo el tiempo que le da su enfermiza gana para denunciar el “fraude electoral” en Colombia sin mencionar las trampas que aquí en Venezuela arman él y sus “pelelas” del cne con el fin de impedir a toda costa la participación del liderazgo de la mayoritaria y verdadera oposición en las venideras elecciones en una digna y decente igualdad de condiciones.
Las pelelas, con su cara ajada, salen a repetir el guión que gorgojito les dibuja, salen con su adornado y maquillado aguaje a decir que tenemos el mejor sistema electoral, lo cual puede ser verdad pero también tenemos la peor rectoría eleccionaria del planeta, lo cual no es garantía de pulcritud sino la más abyecta entelequia que país alguno pudiera conocer en toda su historia.
La forma del aguaje como gobierno, por ahora, la redondea, y no podría ser otro, el aguajero mayor, que piensa y cree que con bonos trimestrales de 700 bolívares a una ínfima parte de los menesterosos que mayoritariamente pululan en calles y callejones del país que fue, esperando limosnas para adquirir medicamentos y comprar comida que nunca llegan, mientras los más capaces ponen pies y sueños en polvorosa porque ya no aguantan…