No voy a entrar en las vulgaridades que muchos se permiten con las derivaciones del apellido Putin. Es más, ni siquiera sé si debe llevar acento en la I. Por las dudas lo omito. Para llegar al Putin de hoy, marzo de 2024, cuando acaba de ser reelecto con el 87% de los votos, hay que hacer un largo recorrido. Lo curioso es que no he encontrado en ningún buscador el nombre o los nombres del o de los candidatos oponentes. De manera que más que una elección, la permanencia de Vladimir Putin en el poder por otros seis años, ha sido producto de un plebiscito más que de una contienda electoral.
Empecemos a examinar lo que –en mi opinión– hace de Vladimir Putin uno de los mandatarios más afortunados del mundo. Su mirada, no hay nada más aterrador. Y ese rictus que pretende ser una sonrisa. No podría asegurar que todos quienes pasaron por la KGB, el equivalente ruso de la CIA, estaban obligados a esa expresión de frialdad como si todo el hielo de Siberia se la hubiese congelado. Putin no solo fue miembro de la KGB, lo fue también, en 1980, de la STASI, la temible policía política de Alemania Oriental. Invito a los lectores que quieran ahondar en las oscuras profundidades de la STASI a que vean la película alemana «La vida de los otros», que los cubanos rebautizaron como «La vida de nosotros».
Antes de que existiera la KGB y hasta la muerte de Stalin, el jefe de la policía y del servicio secreto NKVD (desde 1938 a1953) fue Laurenti Pavlovic Beria, el perpetrador de todas las purgas que Stalin desató contra artistas, intelectuales, médicos judíos, etcétera, y que llevaron a la muerte o a prisión perpetua a miles de ciudadanos de la URSS y de sus países satélites como Checoslovaquia, Polonia y Hungría. Fue el reino del terror. Cuando la KGB sustituyó a la macabra policía de Beria, cambiaron los métodos pero no los aprendizajes. Putin fue miembro de esa policía desde 1980.
Si uno se pregunta por la sangre fría con que Putin ordena los envenenamientos o asesinatos por otras vías de quienes se le enfrentan, no tiene más que remontarse a lo que aprendió como miembro de la KGB y de la STASI.
Otro plus en la trayectoria política de Putin fue que heredó de la extinta URSS las armas nucleares con las que mantiene en vilo, no solo a Europa sino al mundo entero. Si no tuviera el demencial empeño de ser un nuevo Zar, uno creería que se trata de fanfarronería. Pero, ¿y si no lo es?
La mayoría de las capitales de Europa y de las universidades élite de Estados Unidos se han llenado de manifestaciones y consignas francamente antisemitas y en defensa del terrorismo de Hamas. Pasan por alto la masacre que este grupo cometió el 7 de octubre 2023 en Israel, asesinando y violando a mujeres y a niños y tomando rehenes que aún permanecen cautivos en su poder y a los que van asesinando por cuentagotas.
En cambio el sortudo Putin invadió a Ucrania hace dos años, ocupa una tercera parte de su territorio, ha causado la muerte de más de 30 mil civiles entre ellos miles de niños, de 40 mil soldados ucranianos y el desplazamiento de 7 millones de ciudadanos que ahora son refugiados. ¿Han sabido ustedes de alguna manifestación progre para repudiar estos hechos? Sólo las lánguidas condenas de la ONU y de los asustados países de la U.E, que para nada hacen desistir al zar Putin de sus propósitos criminales. Israel un pequeño país, acosado por todos los flancos, es el judío entre las naciones.
Regresamos a la farsa electoral del nuevo zar ruso y vemos que no ha tenido que buscarse a un tal Ratti para que pida la inhabilitación de candidatos y de partidos políticos, ni a un fiscal que le diga amén al tal Ratti. No ha tenido que hacer la pantomima de enviar una delegación a Barbados ni a otro sitio, para hacerle creer a los Estados Unidos y al mundo que permitirá, entre otras exigencias, unas elecciones libres y transparentes. No ha tenido que estar inventando que las tribulaciones de su país se deben a las sanciones de la maldad imperialista y a los vende patria que conspiran contra su gobierno. En fin, hay muchas razones para simular ser democrático y sin embargo sentir envidia de Putin.
X: @Paugamus
Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.
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