El título de este artículo parece un contrasentido porque si de algo está prácticamente convencida la población es que en materia política lo que priva no es la honestidad, todo lo contrario, la corrupción campea a sus anchas. El último cuarto de siglo es prueba de ello. Quienes llegaron al poder prometiendo acabar con la pobreza, en verdad a lo que se referían era a la suya. Hoy, la gran mayoría que era pobre continúa siéndolo, pero en grado superlativo y quienes no lo eran, ahora si lo son. Por supuesto, también tenemos muchos ricos, muy ricos que lograron apartarse de la pobreza aprovechando las mieles del poder. Contra eso es que hay que luchar.
Es necesario un cambio profundo en la política. La experiencia argentina nos indica que nuestros pueblos ya no creen en quienes antes creían. Se hace imprescindible a los que pretendan dirigir los destinos del país, entender que se requiere una forma de actuar diferente. La gente está convencida del imperativo de la verdad. Ya basta de tantas mentiras. Se escucha al régimen y de antemano se sabe que todo, o casi todo lo que dicen, es un engaño, pero así es como dirigen y eso es indispensable modificarlo.
La situación social, económica y política del país es extremadamente grave. Cuando se salga del actual régimen, nos vamos a encontrar con una situación muy difícil, pero eso hay que hacerselo saber al pueblo. Se debe actuar con honestidad, nada se ganará con el engaño. Hay cosas fundamentales que se deben atacar de forma prioritaria. La educación, la salud, la seguridad, la justicia y los servicios públicos son parte importante de esas prioridades. De igual manera se debe crear incentivos para lograr una economía próspera y que quienes la dirijan actúen con manos limpias. Si hace frío se vea que meten las manos en sus propios bolsillos y no en los del Estado.
El régimen pretende atemorizar, pero eso es tratando de combatir su propio miedo. Así cometen muchos errores. Tanto Dieudonné como el zar, conocen perfectamente que no cuentan ni con el quince por ciento de aprobación y piensan que aterrorizando lograrán la calma. Quizás no se salga a la calle pero lo que si se hará el día de las elecciones, será votar masivamente. Mientras tanto, calma y cordura como decía el general López Contreras. Hay que dejar que sigan inventando conspiraciones y atentados. Eso servirá de ejemplo para que algunos o muchos se vean en el espejo de la humillación, por parte de quienes se dicen sus compañeros y quizás se preguntarán cuando les tocará a ellos. Coma avispa que cigarrón atora.