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La ilusión económica

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 8 min.

Ciertamente, cómo negar que no se están aplicando los controles de cambio y precios; la profusión de “bodegones” llenos de productos importados; que los anaqueles de los supermercados y bodegas estén más abastecidos; que la hiperinflación esté cediendo; que −según dicen− la economía haya crecido un 4% en 2021 y que se espere un crecimiento de 8% en 2022; que el precio del dólar esté más estable; que haya más dólares circulando en la economía; que el precio del petróleo se ha elevado y con ello los ingresos del Estado; que haya perspectivas de aumento de producción petrolera, que ocurra la devolución de bienes expropiados −El Sambil de La Candelaria, como ejemplo más llamativo− a sus legítimos dueños, etc.

Cómo negar, repito, que todos esos favorables indicadores de mejoras estén influyendo positivamente en la percepción y eventualmente en la condición y calidad de vida de los venezolanos y hasta que esté influyendo en que algunos de los que se habían ido del país estén regresando o consideren hacerlo.

Pero todo esto hay que matizarlo, para evitar que nos pretendan mostrar un país más allá de la realidad, una fantasía económica, o tener una especie de “ilusión de armonía”, de la que hablaba el título del famoso libro del IESA de 1988; veamos unos pocos detalles, solo para ilustrar el punto.

Hechos en contexto…

– Los controles de cambio y precios no se han eliminado, se ha pospuesto o aplazado su aplicación, pero pudieran regresar en cualquier momento, como ya ha ocurrido en el pasado.

– No solo los “bodegones”, en todo el país podemos o podremos ver productos importados, pues se han eliminado restricciones e impuestos a las importaciones, incluyendo el IVA, cosa que en sí no es negativa, pero que está mermando recursos al Estado, que “sacrifica” ingresos fiscales −que de todas maneras no tendría por la caída de las importaciones que veníamos sufriendo−; pero, lo grave es que se está dejando sin protección arancelaria a la producción nacional, que tiene que competir en desventaja con productos importados, terminados, y no tiene condiciones adecuadas de financiamiento para importar sus insumos.

– Por otra parte, si bien la escasez ya no es el tormento de años anteriores, pues los anaqueles de supermercados, mercados populares, abastos y bodegas populares están mejor surtidos, pero de productos a precios a los que no tienen acceso muchos venezolanos, cuyos ingresos no han crecido como lo ha hecho esa producción que abastece los anaqueles.

– Ya no tenemos hiperinflación, pero la inflación en 2021 fue por encima del 600%, la más alta del mundo y aunque este año mejore, seguramente terminaremos nuevamente con el dudoso registro de volver a tener la inflación más alta del mundo.

– Por mucho que la economía haya crecido en 2021 y crezca en 2022, se necesitarán varios años para que ese crecimiento nivele al PIB que teníamos a finales del siglo pasado, cuando comenzó este oprobioso régimen; ni siquiera podrá nivelar al PIB del 2013, cuando se inició el régimen madurista.

– Que haya más dólares circulando es un signo positivo; porque entre otras cosas expresa la solidaridad de los venezolanos en el exterior que no olvidan a familiares y amigos; pero, no podemos ocultar los intentos del régimen de “bancarizar” esos recursos sin ofrecer garantías y de intentar apropiarse de una parte de ellos, limitando las operaciones interbancarias en dólares y con un desafortunado y confuso impuesto, difícil de aplicar, como se está demostrando, ruinoso para la economía y las empresas.

– Que se devuelvan a sus legítimos dueños del sector privado algunos activos de los que el gobierno se apropió ilegalmente con la farsa de las “expropiaciones”, no significa ni mucho menos que se restablecen las garantías a la propiedad privada, sino simplemente que el régimen se deshace de activos que arruinó, no supo manejar, ni poner a producir.

– Que estemos en las puertas de una crisis energética mundial y haya un aumento en los precios del petróleo, no significa que el régimen está en capacidad de aprovecharla e incrementar la producción petrolera de una industria que destruyó, como tantas otras.

Los anteriores son solo ejemplos para poner las cosas en contexto; no pretendo hacer una descripción completa ni detallada de la inadecuada o claramente falsa interpretación de las cifras, sería un insulto a la inteligencia de los lectores, que se dan cuenta perfectamente de lo que ocurre; y de todas maneras, seguramente, no lo voy a hacer mejor que connotados especialistas en la materia, que han opinado al respecto y demostrado la falsedad de la imagen que pretende crear el gobierno. Me interesa más evaluar cuales son las estrategias políticas de los distintos sectores del país, con relación a estos hechos −que innegablemente ocurren− y como, con base en ellos, definen sus estrategias políticas

La estrategia del gobierno

El gobierno, con su mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2024, prepara el terreno para mantenerse en el poder, que es lo único que le interesa. De manera que, todo lo bueno que pueda ocurrir, lo atribuye a su “política económica” −hasta risiblemente reclama un premio Nobel− y todo lo malo se lo achaca a las sanciones internacionales y a las medidas económicas en contra suya por parte de los EEUU. Aunque el gobierno va disparado hacia el 2024, si ve que las condiciones empeoran, si el camino se le empieza a torcer y deja de ser favorable, ya tenemos la experiencia, es capaz nuevamente de mover la fecha de la elección, aplazarla o adelantarla a placer, según le sea más conveniente.

La estrategia de otros sectores…

En el sector no oficial −pues ya no se puede decir que todo es oposición−, las estrategias son tan variadas como la imaginación puede permitir. Comencemos por el sector que, según algunas encuestas, es uno de los más favorecido por la opinión pública, o el menos rechazado: los empresarios. (Desde luego excluyo de ese grupo a los llamados “bolichicos” o “enchufados”, que no son empresarios sino oportunistas, creciendo a la sombra y respondiendo a los intereses del régimen, aunque representen ciertas oportunidades de negocios para algunos de los “Amos del Valle”)

… de los empresarios

Los verdaderos empresarios, maestros en la sobrevivencia, tras un aciago “Socialismo del Siglo XXI”, que ya tiene varios años arruinando al país, siempre tratarán de aprovechar los resquicios de apertura que se les brindan y también tratarán siempre −como reprochárselos− de colarse por los intersticios que deja la ineficacia del gobierno, que ni siquiera sus propios controles sabe aplicar, y aprovecharán cualquier oportunidad que se presente. Pero mantendrán en sus gremios y asociaciones la posición crítica contra “el cerco” destructivo que se les ha tendido durante 23 años y contra una política económica y social que ha arruinado a la industria y a todo el país.

… otros empresarios

Pero hay también otros empresarios −y sus asesores−, que tratan de aprovechar, un poco más allá, las ventajas que han percibido de esa supuesta “apertura” e innegables condiciones algo más favorables, tratando de mejorar su producción o la inversión y propugnan por autoconvencerse y convencer a otros, que es necesario o posible “estimular” la economía y la inversión más allá de lo que los indicios permiten asegurar. Sin caer en ningún tipo de descalificación o señalamiento personal, tampoco puedo hablar de “normalidad” económica, de “mejoría” para describir lo que está ocurriendo en el país; creo que hacerlo, como expliqué más arriba, es un despropósito, una completa fantasía o deseo que “las cosas pasen” y que no resiste un análisis serio y formal; hacer de unas pocas “mejoras” el basamento de una actitud o posición política que desconozca la realidad de un país arruinado, con su población sumida en la pobreza, sin servicios básicos −agua, electricidad, salud, educación, transporte público, etc. −, es totalmente una ficción. Me parece además una estrategia políticamente equivocada, aunque económicamente pueda tener algún asidero temporal o prever algún resultado, cuya permanencia nadie puede garantizar. De lo que se trata es de buscar un cambio permanente, no meramente cosmético, táctico, que se puede revertir en cualquier momento y sobre el cual el régimen es quien tiene el control. Se puede hacer política sobre utopías, pero no sobre ficciones o deseos de que las fantasías sean realidad.

…sociedad civil y partidos políticos

En el terreno de la sociedad civil y de los partidos políticos, por supuesto siempre hay un sector muy radical, que le niega el agua y la sal a cualquier acción de gobierno, que dice que todo esto no es más que un espejismo, que no se le puede creer nada al régimen −y no les falta razón, por cierto− y que embarcarse en el camino de los empresarios y analistas “positivos”, no solo es un error, sino que profieren toda clase de epítetos y calificativos, donde lo más suave son los señalamientos de “grave traición”. Sin embargo, se ciegan ante una realidad económica evidente y eso probablemente les resta credibilidad con el pueblo.

Una estrategia más correcta

Sin llegar a los extremos de cegarse y tapar con un dedo lo que ocurre, hay que definir una estrategia para explicar y dar respuestas coherentes a lo que está ocurriendo. Se trata, políticamente hablando, de reconocer que todo cambio que traiga alguna mejoría para el pueblo sufriente del país, es positivo y en consecuencia hay que aprovecharlo; pero, al mismo tiempo no creo que se puedan plantear alternativas intermedias y se debe seguir la estrategia firme: que la crisis humanitaria que vivimos solo se resuelve con un cambio político en la conducción del país; las supuestas “mejoras”, se deben aprovechar siempre, pero cuidarse que no sean más que intentos del régimen para reacomodarse, de “ceder”, siempre y cuando no se afecte lo más mínimo la retención del poder, que es la verdadera clave de la miseria en la que estamos sumidos.

En otras palabras, la estrategia debe ser la de explicar claramente como estamos en esa “ilusión de armonía”, de la que hablé al principio; se trata, sí, de que la gente del pueblo aproveche todas las oportunidades que se presentan, por la demagogia del régimen, pero que no crea que el gobierno ha cambiado de rumbo económico y político, por emprender o tolerar unos pocos cambios; lo que corresponde, por tanto, es continuar el proceso de organización para sacar el mejor partido político a los procesos que se presenten, sean de negociación, sean procesos electorales o sea cualquier otra alternativa; demostrar que aún sin marines, sin ejército y sin una fuerza armada, estamos en la disposición de recuperar la democracia.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/