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La izquierda y el terror venezolano

Opinión
Artículos de opinión
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Con motivo del triunfo de Boric en Chile se despiertan nuevamente entre nosotros las poco racionales “discusiones de redes sociales” sobre lo mejor y lo peor que puede suceder a Venezuela (y a las sociedades latinoamericanas) cuando enfrentan la disyuntiva de votar por candidatos de izquierda o de derecha, viendo a esas opciones como arquetipos: la izquierda extrema destructora de instituciones y logros materiales, de un lado, y del otro la derecha retrógrada que rechaza toda evolución social y apela a la represión sistemática para mantener sus privilegios.

Ignorar así las características de cada país y cada candidatura resulta de la manipulación populista de imaginarios de los diversos grupos sociales, manejo que hacen todas las campañas comunicacionales que buscan polarizar. Y esa polarización alcanza no solo a los grupos de electores del país que vive los comicios, sino también a los “mirones” de otros países que recrean en aquellas elecciones sus propios temores y fantasmas.

En uno de los chats en que participo fui testigo (mirón de palo) de una discusión en la que un participante decía -palabras más, palabras menos- que en Chile hubo un “pecado original” de destrucción izquierdista (el gobierno de la UP), del cual derivaron 17 años de dictadura de derecha, la que enderezó los entuertos y encaminó al país al progreso material y a una democracia liberal que hoy Boric pone en peligro.

A mi manera de ver, semejante razonamiento ignora cómo y por qué llegó Allende al poder, en un país con enormes diferencias entre grupos sociales que ya advertían los partidos democráticos.

En fin, creo que en Venezuela y en toda América Latina hay diferencias sociales que ameritan reformas muy profundas, por ejemplo, en el acceso a la educación de calidad, en la atención de salud y en la seguridad social, que den a todas las familias oportunidades reales de progreso. No hacerlo genera cada día más razones para que la izquierda extrema gane elecciones; dedicarse a cazar brujas entre la izquierda reformista o a desmerecer las reformas necesarias con argumentos tecnocráticos, solo favorece a las opciones revolucionarias.

21 de diciembre 2021