Venezuela es hoy una nación agobiada por inmensos problemas y cuando hacemos referencia a ella, estamos hablando de su población, de su estructura como país. Todos quienes en ella habitamos no sólo somos testigos de esa situación, sino que sufrimos de penurias inimaginables para otras poblaciones que carecen de los inmensos recursos con los que aquí se cuenta, o contaba.
De acuerdo con el Fondo para la Paz, un Estado se podría catalogar como fallido, cuando siendo un Estado soberano ha fallado en su capacidad de garantizar los servicios básicos. No sólo eso, la injerencia de otros países en sus asuntos haya hecho que pierda el control físico de su territorio, así como también haya ido perdiendo el monopolio del uso legítimo de la fuerza cuando el mismo es compartido con paramilitares armados por el régimen y provenientes, en gran cantidad, del mundo de la delincuencia.
Pero, si esto fuera poco, se debe agregar que no existe una autoridad legítima para la toma de decisiones y sesenta de las naciones más importantes no reconocen legitimidad a quienes hoy dicen dirigir al país, por lo que se encuentra incapacitado para interactuar con muchos otros Estados.
Si a esto unimos el evidente fracaso social, económico y político en que nos encontramos sumergidos y la existencia dentro del régimen de enormes casos de corrupción, así como los señalamientos que se le hacen de proteger a organizaciones terroristas y narcotraficantes y haber provocado que millones de personas se desplacen hacia otros países, no debería quedar duda sobre lo que acontece en Venezuela.
Para nadie es un secreto que la principal fuente de ingresos del país, es decir la industria petrolera se encuentra en desastrosa situación. Hoy el régimen está incapacitado de producir la gasolina necesaria para la movilización del país. Pdvsa fue dedicada por Chávez y Maduro a cumplir labores proselitistas, para lo cual despidió al personal calificado con el que contaba e ingresó a decenas de miles que en gran medida medraban de ella.
Los servicios de salud, en esta época de pandemia, no cuentan con los recursos, equipos, suministros y personal necesarios para enfrentarla. La calidad de la educación que se brinda a los estudiantes es cada vez peor. El deseo de tomar el control de las universidades autónomas, fuente de resistencia al régimen, ha hecho que sus ingresos sean insuficientes y tardíos.
Las persecuciones políticas están a la orden del día. Ahora pretender realizar unas elecciones para la Asamblea Nacional, para lo cual han ordenado designar como rectores del Consejo Nacional Electoral a individuos que en su mayoría obedecen las instrucciones del régimen, con lo que dichas elecciones tendrán de todo, menos trasparencia y pulcritud.
La resiliencia es la capacidad que se tiene de superar los obstáculos. Los habitantes de lo que fue un gran país, estamos obligados a la resiliencia, a unirnos para alcanzar un gobierno honesto y capaz. De cada uno depende lograrlo.