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La Unidad para la Transición (UT), una propuesta

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Apreciación de la situación política # 88

La literatura es abundante en cuanto a los procesos de transición democráticas, pero esencialmente es el paso de una dictadura, o gobierno no democrático, a un gobierno democrático de transición que debe cumplir con tres premisas: a) restablecer la democracia; b) restablecer el estado de derecho y c) realizar, en un tiempo perentorio, elecciones libres, transparentes y justas. Aparte de estas premisas, el gobierno de transición, probablemente por la fuerza de los hechos, también deberá reorientar la economía y enmendar, o redactar, una nueva constitución en condiciones precarias de gobernabilidad. Por esta última razón el presidente de un gobierno de transición no puede aspirar a reelegirse inmediatamente y también para garantizar unas elecciones justas, como se prevé en la premisa tres.

Lograr el cambio de gobierno amerita una negociación que actualmente se está realizando con la mesa de diálogo instalada y que es un logro para los factores democráticos, pero hasta ahora por los desaciertos comunicacionales de la misma oposición no se ha evidenciado en el común de la gente. Mantenerse en la mesa es imprescindible para lograr el cambio, especialmente porque es la forma constitucional, democrática, pacífica y electoral que ha sido la propuesta original de la oposición democrática, siendo a su vez, la que le ha permitido el reconocimiento y apoyo internacional, el cual hay que buscar la forma de aumentar su presencia en el país.

Como es obvio, cambiar de gobierno implica cambiar al presidente, para lo que se había solicitado el referendo revocatorio que fue suspendido (o anulado) por una truculencia jurídica. La otra forma de cambiar al presidente es obligarlo a su renuncia – que está prevista en la Constitución – para que termine el vicepresidente el periodo constitucional. El llamado a unas elecciones generales no está contemplado constitucionalmente, por lo que amerita una enmienda o reforma constitucional que, aunque se acuerde en la mesa de diálogo llevará su tiempo igualmente y, aun así, a mi entender, todavía no hay garantía de que el gobierno finalmente lo acepte.

Lo único que puede garantizar una eventual renuncia anticipada del presidente es la activación del RR con la recolección del 20% de las firmas preferiblemente este año, con un CNE con dos rectores nuevos que obvie la decisión judicial truculenta que lo mantiene secuestrado por inconstitucional. Su valides simbólica como muestra del rechazo de la población al régimen no tiene por qué perder vigencia si se realiza en el 2017 y sería un argumento irrebatible para forzar la renuncia del presidente que evidentemente no está dispuesto a pasar por un RR. ¿Qué vicepresidente se quedaría para finalizar el periodo? Para eso está la mesa de diálogo.

La Mesa de la Unidad Democrática ha tenido éxitos indiscutibles como alianza electoral, sin embargo, como alianza política ha tenido contratiempos entre sus integrantes que se han subsanados bajo el eslogan “la unidad dentro de la diversidad”, pero que en las circunstancias críticas que vive el país que amerita soluciones políticas de altura para enfrentar con éxito el actual régimen dictatorial, evidencia que esa diversidad se ha convertido en un obstáculo difícil se superar. La misma conformación de la MUD donde no están todos los que son ni son todos los que están, complica más su funcionamiento, en esencia porque es muy difícil que todos los partidos compartan una sola visión de país y una sola estrategia para alcanzar cuotas de poder a las que aspiran legítimamente. Esto sin olvidar que la ubicación de los partidos políticos venezolanos, desde los noventa, sigue siendo la misma sin poder remontar la cuesta ni medianamente, como consta en las diferentes encuestas y sondeos de opinión.

Todos hablamos de la necesidad de una “unidad superior” para enfrentar y salir del régimen, el problema es que esa unidad superior no está plenamente definida y si se quiere aún está, principalmente, en los buenos deseos de organizaciones y asociaciones de la sociedad civil organizada. Pero la situación del país no está como para abrir un debate para caracterizar esta unidad propuesta.

Sin embargo, para mi criterio, sí existe una necesidad que puede, y debería motivar una sola unidad en los factores políticos: la urgente necesidad de salir de este régimen autocrático, militarista, narcotraficante y por supuesto, corrupto, que es el mayor problema para superar la crisis del país. Si no se cambia el régimen, los planes de cada partido político para desarrollar su propia visión del país se quedarán en eso, en planes y visiones. En consecuencia, para la importante coyuntura actual, sería conveniente crear una “Unidad para la transición” enfocada únicamente en conducir con éxito el proceso de transición en curso. Esta “Unidad para la transición” posibilitaría el ingreso de nuevos actores, especialmente de la sociedad civil, y bajaría los niveles de cálculo político que agobia actualmente a la MUD nacional.

La Unidad para la transición en torno a ese solo objetivo debe prever una estrategia comunicacional que enfrente la propaganda y la estrategia cumunicacional del régimen fundamentado en generar la división de la oposición, hacer creer que el régimen está sólido en el poder, crear la desesperanza en la mayoría de la población y la eterna promesa de que las cosas van a mejorar en el corto plazo, especialmente para los más pobres, siempre todo en la defensa del pueblo que es su primera víctima.

Finalmente, además de una estrategia comunicacional, la Unidad para la transición debe ser presidida por un solo vocero que garantice unidad de mando y

20/11/16