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A las puertas del domingo 30 de julio de 2017

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

El comentario de la semana

Es difícil creer que la soberbia del régimen le impida entender que estamos viviendo un escalamiento del conflicto que nos agobia y que el mismo está tomado un carácter cada vez más violento como producto de la respuesta de la gente a una represión brutal que pareciera no tener otro objetivo que el de infundir miedo a una población desarmada pero activa en sus reclamos.

Si en realidad lo saben, no queda otra que entender el proceder gubernamental como una acción consciente, destinada a provocar lo peor, sintiéndose poseedores de la fuerza y dispuestos a utilizarla sin medir otro resultado que el de mantenerse en el poder.

Más allá de tratar de enfatizar lo errado de ese proceder y sumarnos al coro que clama por no destapar la “caja de los demonios” que acompaña a toda sociedad, insistiremos en que podemos, todos, reconstruir un país en lo que a las relaciones entre conciudadanos se refiere, solo si erradicamos lo que dio justificación a este régimen, efímera y totalmente negada en la práctica a lo largo de estos largos años.

A lo que hemos llegado en términos de paupérrima calidad de vida y lo que hemos sufrido en estos casi cuatro meses de represión, no puede ser en vano y de ello hemos debido derivar una lección. No requerimos liderazgos mesiánicos, no nos hace falta quien no salve, requerimos asumir nuestras responsabilidades, exigir capacidad y honradez a los que elegimos para cargos de representación y profesionalizar la función pública desligándola del clientelismo partidista.

Por supuesto que hay futuro, pero si lo deseamos distinto tenemos que hacer un esfuerzo para reencontrarnos y acordar una forma estable de desarrollo que privilegie a los seres humanos en su aplicación, garantizando igualdad real de oportunidades para todos con respeto a derechos y cumplimiento de obligaciones.

En lo inmediato, el liderazgo político, sin distingo ni exclusiones. tiene que sentarse a lograr un acuerdo nacional que nos permita recuperar capacidades y aunar esfuerzos en pro de una Venezuela distinta y mejor para TODOS.

Mientras eso se concreta, que tendrán que hacerlo más temprano que tarde, mantengamos de acuerdo a las capacidades de cada uno, el rechazo firme a la fraudulenta ANC que se pretende elegir mañana, presionemos por una salida democrática que no puede ser otra que la que logremos a través de la vía electoral y exijamos a los que tienen en depósito las armas de la República que estén a la altura de su responsabilidad, recordándoles que las mismas son propiedad de los venezolanos quienes por lo tanto, tenemos el derecho a solicitar que su uso solo sea para la defensa de todos y no de una facción empeñada en perpetuarse en el poder.