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Lo que vimos y lo que no vimos.

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Tiempo de lectura: 9 min.

Sobre los resultados y las consecuencias de la elección Primaria de 2023 se pueden hacer múltiples reflexiones; hoy los invito a hacerlo sobre tres temas: lo que vimos el 22 de octubre y no vimos −título de este artículo− el 3 de diciembre; la candidatura unitaria y el candidato “único” del gobierno y los números de la Primaria proyectados hacia la elección del 2024.

Lo que vimos y lo que no vimos.

Podemos decir que en materia de análisis político es tan importante lo que se ve como lo que no se ve. El 22 de octubre a pesar de todas las circunstancias adversas, ataques e intimidaciones que rodearon a ese evento −y a pesar de la lluvia pertinaz en algunas zonas del país− vimos multitudes en los centros de votación; vimos entusiasmo, vimos a la gente venciendo dificultades para votar, a los miembros y el personal electoral resolviendo con decisión e ingenio los problemas que se le presentaban por el saboteo en algunas zonas al abastecimiento de toldos, mesas y sillas, etc.; en síntesis ese entusiasmo que vimos aún bajo la lluvia o sol inclemente, votando en precarias condiciones, se reflejó en los resultados electorales. Y se prolongó después en la alegría por los resultados, más allá de lo numérico, y en el renacer de una esperanza, aún en personas que concurrieron a la votación sin mucho entusiasmo o con algo de escepticismo.

Y los números y los resultados están allí para demostrarlo. Todas las Juntas Regionales en cada Estado tienen los resultados de su Estado, de sus municipios, de sus parroquias, de sus centros de votación; nadie les podrá decir que no es cierto lo que vieron y que les ratifican los números que tienen en la mano. Los factores sociales, oenegés y los partidos políticos que participaron en el evento, saben dónde están esos votos y dónde está la población electoral que tienen que cuidar y multiplicar de ahora en adelante.

Nada de eso vimos el 3 de diciembre. Ni las multitudes arremolinadas alrededor de los centros de votación, a pesar de que eran muchos más que en la Primaria, ni el entusiasmo de la gente por ir a votar y esperar los resultados; resultados que, por cierto, no conocemos porque nunca fueron publicados, salvo un cifra general pues los resultados por Centro y por Mesa no se conocen, ni se han publicado como suele hacer el CNE en la mayoría de las elecciones; salvo, por ejemplo, en la elección de la llamada Asamblea Nacional Constituyente del año 2017, cuyos resultados nunca conocimos.

La candidatura unitaria.

La elección de una candidatura unitaria para participar por la oposición democrática en la elección presidencial del 2024 es un resultado importante; es la culminación de una aspiración política de millones de venezolanos que hemos venido luchando por que los candidatos a las diferentes posiciones políticas sean electos en procesos democráticos, como además establece la Constitución, en los cuales participe la mayor cantidad posible de electores.

Pero éste no es el único resultado importante, para mí hay otro que es tan importante como ese. Y es que la elección Primaria ayudó a definir la “cerca” que rodea y contiene a la oposición democrática. Todas las organizaciones civiles y sociales, partidos políticos, que propusieron o no un candidato, pero que participaron y apoyaron la elección Primaria están dentro de esa “cerca”, claramente delimitada y definida.

Afuera quedó un segmento, reducido, de algunos radicales, muy ruidosos, que no creen en la vía electoral para la solución de la crisis del país, o que no creen en procesos de Primaria, que son grupos que sin duda podemos llamar opositores, pero no sé si les cuadra el calificativo de democráticos. Igualmente quedan por fuera de esa “cerca” un segmento algo más numeroso que el anterior e igualmente ruidoso, algunos de los cuales podríamos calificar de democráticos pero seguramente no de opositores y que forman parte de esa oposición ad hoc que se ha agenciado el gobierno; que sirve para crear confusión, restarle algunos votos a la oposición democrática y simular ante la comunidad internacional que aquí hay una “oposición” que participa en procesos electorales, pero que lo que realmente logra es hacerle el juego al gobierno.

La candidatura unitaria es un logro importante, como ya dije, aunque no sepamos si será “única”; seguramente, no; pues, seguramente aparecerán dos o tres candidatos de esa oposición ad hoc, que contará con recursos para la campaña electoral, pero que hoy podemos afirmar que no logrará arrebatarle ni siquiera el 2% de los votos a la candidatura de la oposición democrática.

El camino para la candidatura unitaria no está despejado, pues como sabemos la candidata electa debe vencer el problema de la inhabilitación, que nos permita concretar la aspiración de los millones de venezolanos que en las urnas la eligieron como candidata unitaria para la elección presidencial de 2024. Ese es sin duda un primer reto importante; un segundo reto es lograr la organización que permita que se doble o triplique la votación obtenida en la Primaria y que defiendan esos resultados; y un tercer reto, por supuesto, es entusiasmar al país, a la población electoral, para que acuda a votar en las elecciones presidenciales. No tengo dudas acerca del potencial emocional de esa candidatura, de su capacidad para levantar entusiasmo; pero es también indispensable que la opción que presente la oposición democrática sea una opción política y electoralmente viable.

Como ya dije, es probable que la oposición democrática se enfrente a varios candidatos supuestamente opositores, que esperamos que ninguno sea de su propia “cerca”; pero el más importante y significativo candidato a enfrentar es el candidato “único” del gobierno. Ese si será un candidato “único”, hegemónico, indiscutible e indisputable, que no tendrá resistencias importantes a lo interno del gobierno y su bloque de poder, por convicción o temor de perder el poder o enfrentar graves consecuencias personales y que contará, como ya hemos visto en el pasado, con acceso a medios de comunicación, redes sociales y todos los recursos del Estado para hacer su campaña.

Por eso, llegado a este punto, cobra importancia analizar las posibilidades de las candidaturas desde el punto de vista numérico, especulando un poco con los resultados de la elección Primaria del 2023 y su proyección hacia el 2024.

Los números electorales.

No cabe duda que una participación mayor del 12% en una elección primaria es un logro importante en cualquier parte del mundo, que como ya sabemos en estos eventos no participan más de un 8 o 10 % de la población. Esos números ratifican también que el entusiasmo que vimos el 22 de octubre y que ya hemos comentado, tienen una base real; como real es la base que tiene la esperanza de un resultado electoral favorable en el 2024, si hacemos las cosas como es debido.

Ese porcentaje de participación tiene más importancia si lo analizamos tomando en cuenta que la población electoral, en Venezuela, no fueron los 20 millones del Registro Electoral (RE). A esa cifra habría que restarle unos cuatro y medio millones de electores venezolanos que se calcula que están en el Exterior y que solo una parte, muy pequeña, pudo actualizar sus datos y votar en la elección del 22 de octubre y que difícilmente lo podrán hacer en el 2024. Si hacemos esa resta al RE utilizado el 22 de octubre, el porcentaje de participación sube al 16% en Venezuela. Si ahora hacemos un ejercicio imaginario y calculamos ese porcentaje sobre el último RE publicado el 23 de octubre de este año por el CNE −que no fue el que se utilizó en la Primaria y que, seguramente, el que se utilizará en la elección presidencial será algo mayor−, y hacemos ese cálculo nos daría una población electoral de 3 millones 360 mil votantes por la oposición, que sin duda alguna es una base de cálculo muy importante; pero, no es suficiente para ganar.

Para ganar se requiere que esa cifra se multiplique al menos, si no más, por 2 y ½, a partir de los votantes que están en Venezuela. Por varias razones; la primera es porque esos millones de venezolanos que están en el Exterior no van a estar para votar en Venezuela y seguramente no lo podrán hacer en el Exterior, pues sabemos por varios años de historia electoral que el gobierno no tiene ningún interés en que se cuentan los votos en el Exterior y que en cambio el RE se mantenga en la exigua cifra de menos de 108 mil votantes, número inmutable por más de 12 años. No tiene ningún interés en que los votantes en el Exterior actualicen su registro para votar en donde ahora residen; a pesar de que en la Primaria con el esfuerzo limitado que hicimos, demostramos que es posible actualizar ese registro telemáticamente y en un solo mes, logramos que más de medio millón de venezolanos en el Exterior intentaran hacerlo, que lo lograran unos 400 mil y que de esos votaran el 37%.

También sabemos que en Venezuela hay más de millón y medio de “desplazados”, que ya no votan en el lugar en donde residen, porque han migrado por el país en busca de condiciones sociales y económicas más dignas para vivir −eso sin contar con los que el CNE ha “desplazado” o reubicado en lugares diferentes a los que les corresponde y sin consultar a los electores−. Sabemos también que hay varios millones de jóvenes en Venezuela y en el Exterior que no se han podido inscribir en el RE, porque los centros de inscripción son escasos y los pocos que están abiertos no funcionan regularmente. En el Exterior funcionan muy pocos, por no decir ninguno. Nosotros sabemos eso, y el gobierno también lo sabe, y el gobierno sabe al igual que nosotros que los que logren actualizar su RE en el Exterior, o en Venezuela, o registrarse en Venezuela o en el Exterior, la gran mayoría de ellos no van a votar por el gobierno.

De manera pues que ese 12% o 16% de venezolanos que se movilizaron a votar en la Primaria tenemos que multiplicarlo por 2 y ½ o 3, si queremos ganar la elección de una manera clara y holgada… y ver qué pasa. Obtener un total de votantes que permita defender los resultados y demostrar, claramente, cuál es la voluntad de los venezolanos.

Conclusión,

No es una tarea sencilla, doblar, casi triplicar esa votación, para llevarla a una cifra cercana a los 8 millones, sabiendo que el caudal de votos que hay en el Exterior se pierde, al igual que el caudal que se pierde en Venezuela por migraciones internas y los votos con los que no se cuenta por no estar inscritos en el RE; si además a eso le sumamos el 30% de los que usual e históricamente  se abstienen de participar en procesos electorales; y le sumamos un 15% entre partidarios del gobierno y de su “oposición ad hoc”, la situación es ajustada y comprometida.

Esa cifra de casi 8 millones de votos es una cifra compleja, no fácil de alcanzar, representa casi el 43% de los electores que están en Venezuela. Hemos escuchado de porcentajes superiores al 80% de venezolanos descontentos con la situación actual del país, dispuestos a un cambio político; pero, eso no quiere decir que ese porcentaje esté dispuesto a participar y votar por la oposición democrática y allí, que incrementar de los 2,5 millones de electores que participaron en la Primaria, hasta llevarlo a casi 8 millones, es donde debe estar el esfuerzo de la oposición democrática para la elección presidencial del 2024. Sobre este tema y como alcanzar esa cifra que nos de seguridad de triunfo, tenemos que seguir reflexionando.

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