En medio de escándalos, uno detrás de otro. Procesos de investigación que vienen desde afuera obligan al Gobierno Bolivariano a esconderse, a proteger a sus figuras. A esos nombres que constantemente aparecen en listas de investigados, en narcotráfico, en lavado de dinero, en cuentas mil millonarias que terminan con ser congeladas o en sobornos como el de Odebrecht. La lista es enorme y las historias se revelan desde afuera, en los lugares en dónde suelen refugiarse sus operadores. Europa o paraísos de centro América. Allí mueven sus fortunas y sus vínculos con el mundo globalizado.
La censura ha sido un mecanismo de defensa que se justifica con el discurso de siempre que recurre a la conspiración internacional. Así como lo hiciera Hugo Chávez ahora lo hace su discípulo Nicolás Maduro y desde una cadena televisiva ordena el cierre de CNN desde Venezuela. Pero el efecto internacional ha sido tan escandaloso que resulta imposible tapar la noticia que motiva su cierre, por lo que ahora se busca la forma hasta de bloquear a la cadena de noticias también desde Internet.
Pero la noticia lejos de desaparecer se multiplica en las redes sociales. El que no había leído el reportaje que documenta una supuesta entrega de pasaportes a terroristas internacionales lo busca desesperadamente en los múltiples espacios de la red que ofrecen la información, situación ésta a la que se agrega la acusación que hace El Departamento del tesoro contra el vicepresidente y los supuestos vínculos al narcotráfico y el terrorismo.
Los voceros del Gobierno y la FANB le salen al paso a las denuncias de corrupción asegurando que no son corruptos y no poseen bienes de fortuna. Pero allí están los registros, las múltiples empresas que operan en diversos países, los sobreprecios en las obras que no se culminan pero se pagan hasta por 10 y 20 veces el valor de obras similares en cualquier otro país y las propias declaraciones de implicados que señalan el pago de sobornos en Venezuela.
Como dice el refrán: Por cualquier lado salta la liebre y hasta las cadenas internacionales de televisión encuentra en Venezuela excelente materia prima para dramáticos vinculados al poder, al dinero, a la corrupción o al narcotráfico. Así por ejemplo apareció la serie El Comandante, que a pesar de ser censurada en Venezuela, la tecnología afinó múltiple vías para acceder a sus diversos capítulos.
Jonathan Jakubowicz, reconocido y exitoso cineasta venezolano amenaza con llevar a la pantalla grande su primera novela escrita, Las Aventuras de Juan Planchart, que relata la vida de los multimillonarios chavistas que viven en el imperio inspirada precisamente como lo dice el director venezolano: tenía las obligación de contar cómo es la vida de los multimillonarios chavistas en las fiestas de Hollywood. Indica el cineasta: “La élite económica del mundo es un grupo muy pequeño y a través de la promoción de Manos de piedra tuve acceso a eventos de gente muy privilegiada. En esos círculos a los chavistas se les ve como nuevos jeques sauditas. Son personajes con dinero ilimitado y pasión por el derroche, los buenos carros, las p… bellas y el mejor perico del mundo. Conocí a muchos así, incluso en el Festival de Cannes. Todas las cosas que pasan en la novela están basadas en hechos reales, hasta las más locas”.
El Presidente no pierde oportunidad de cerrar sus cadenas con un baile, una música que sugiere una país alegre, un país feliz como lo reportaran tantas veces los estudios de la FAO.
Pero ese manto no es suficiente para ocultar al país que existe más allá del círculo que gobierna. Ese aflorará constantemente en las colas por comida, en las víctimas del hampa, la escasez de medicina, las epidemias, las redes y el rastro que deja el dinero de la corrupción en cualquier parte que se encuentre.
@folivares10