Editorial
Entre el 7 y el 12 de diciembre tuvo lugar un fenómeno extraordinario en Venezuela. La Consulta Ciudadana. Más de 7 millones de ciudadanos participaron en ese evento. Se hace necesario por tanto analizar el mensaje detrás de esa acción.
Lo primero que hay que reconocer es que la consulta se desarrolló en un ambiente claramente adverso. Cerca de 6 millones de venezolanos han tenido que emigrar, casi todos -por definición- opuestos al régimen. Es evidente que los que desesperados han huído por trochas y deambulan a pie por Latinoaméricano no tenían los medios para participar.
De los que sí están en Venezuela, la feroz crisis que padece el país los mantiene sumidos en una paralizante situación de pobreza. Recordemos que la encuesta Encovi ha señalado que el 96% de las familias venezolanas viven en situación de pobreza de ingresos y casi el 80% por debajo de la línea de la pobreza extrema.
Sobre ese frágil sector de la población el régimen lanzó la más descabellada y cruel de las amenazas: “el que no vota no come”, refiriéndose a las Parlamentarias.
Y desde luego estaba la intimidante presencia de los colectivos amedrentando, sobre todo a los sectores más humildes, que conocen los riesgos que ello implica.
Estaba por supuesto la alternativa de la participación digital. Eso implicaba disponer de una computadora o de un teléfono inteligente. Pero aún sobre aquellos que tuvieron la posibilidad de recurrir a esa tecnología, pesaba un obstáculo a ratos insuperable: la desesperante lentitud e inestabilidad del internet, que en esos días presentó condiciones particularmente adversas,
Quien esto escribe estuvo desde las 7 am hasta las 11:30 pm del día 7 de diciembre realizando innumerables intentos de votar vía VOATZ. Incluso después de lograr el registro, la plataforma no permitía avanzar con el proceso de votación por cuanto aún no se completaba la verificación de los datos. No sabemos si ello se debió al congestionamiento por exceso de participantes o a alguna acción intencional por parte de alguna autoridad.
En definitiva, sólo un gran esfuerzo de perseverancia permitió finalmente responder SÍ, SÍ, SÍ a las tres preguntas de la Consulta.
Recordemos que se trató de una consulta organizada por la sociedad civil, con muy escasos recursos, sin acceso a los medios de comunicación y enfrentada a un alud de intimidaciones.
En los comicios del 6D, todas las amenazas de averno recaían sobre los que no votaran, así como esas mismas amenazas se tornaron en la Consulta Ciudadana contra los que sí participaran.
Tomando en consideración todo lo anterior, el que más de 7 millones de venezolanos hayan participado es una proeza extraordinaria, que viene a demostrar que la oposición mantiene todo su vigor. Tal cifra más que duplica la votación de 3,5 millones de votos que, tomando por buenos los datos del CNE, dicho organismo le atribuye a la coalición oficialista en las Parlamentarias del 6D.
Además de un contundente mensaje dirigido por los venezolanos a los mismos venezolanos, se trató también de una misiva a una comunidad internacional que cada día ve con mayor preocupación lo que ocurre en Venezuela y una advertencia dirigida a quienes medran de las atrocidades que la barbarie le ha impuesto a una nación que antes creía tener un futuro para sus hijos.
Sin duda tales resultados deben llamar a la reflexión al otro bando, sobre todo a los militares que a través del Plan República conocieron la desolación en los centros de votación el día de las Parlamentarias.
Llegó la hora de que comprendan que la razón de la fuerza no es por definición fiable, porque la fuerza termina por volverse en contra de quienes la ejercen sin razón.
José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica