En las calles de Venezuela, sobre todo en el país profundo y devastado por el socialismo, el ánimo —sin duda alguna— es de sobrevivencia. Los venezolanos siguen haciendo cola para surtir sus vehículos de gasolina y condenados a interminables racionamientos de los servicios básicos. Frente a ello, es poco o nada, el entusiasmo que genera el tema político electoral.
La economía, el pobre bolsillo desmantelado por las desacertadas medidas del Ejecutivo nacional, sumado a las sanciones y al grave saqueo que han hecho del erario; han dejado a los venezolanos sin mayores opciones que huir hacia adelante viendo cómo llevar el pan a su mesa.
Es un cuadro muy complejo frente al reto de las elecciones presidenciales que se vislumbran, de acuerdo a la Constitución de la república, para el año 2024.
Esta oportunidad obliga a sentarnos —todos los que tenemos actividad política, social, gremial y empresarial— a estudiar el país que queremos y cómo lo construimos. No puede imperar la improvisación si realmente aspiramos rescatar la confianza de la inmensa mayoría del país que anhela un cambio.
Son tiempos en los que con honda responsabilidad debemos sentar las bases de la Venezuela que desarrollaremos los próximos 30 años. Un plan sensato y concretable empezando por temas tan álgidos como lo que ha sido polémica en los últimos años: corrupción, qué hacer con la principal industria del país, Pdvsa, o el Esequibo.
Venezuela no puede seguir siendo el país de oportunidades perdidas. Hoy ganarnos los corazones de los venezolanos pasa por presentar una política seria, con un candidato a la cabeza que sea capaz de —primero que nada— reunificar al país y luego devolver la calidad de vidas a quienes tantas penurias han pasado los últimos años.
No hay tiempo que perder. La utopía debe dejarse de lado, el país que debemos ser debe incorporar a los mejores. Una nueva clase política sin rayas de negocios turbios es lo que todos anhelamos. Un hombre o una mujer que deje los sectarismos y las facturas políticas atrás y convoque a los mejores venezolanos, cada quien en su área.
No podemos, el país no lo perdonaría, que el gabinete de la transición que debe venir en 2024, sea un club de amigos o, peor aun, cuotas partidistas.
Faltan menos de 200 días para un proceso de primarias de un sector de la oposición venezolana. Este debe ser el primer decantador de la vuelta electoral. Necesariamente posterior a este evento comicial debe haber sinceridad entre todos los actores políticos, entre quien resulte electo, el resto de los aspirantes y el grueso de quienes decidan no medirse.
Las presidenciales no pueden ser una carrera para ver quién es el segundo mejor lugar. No estamos hablando de una elección de reina de Carnaval. Estamos hablando de un quinquenio más condenando a los venezolanos a todo lo que bien sabemos supone el socialismo y la tan mencionada revolución.
El cambio de los destinos de este país, su integración al resto del mundo y el reencuentro de la familia venezolana… Para todo ello hay una oportunidad de oro, y pasa por dejar de perder el tiempo y la unificación de la mayor cantidad de criterios posibles en torno al o a la mejor.
¡Vamos a recuperar a Venezuela!
Twitter: @griseldareyesq
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.