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El parto andino

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Los colombianos presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Venezuela, Nicolás Maduro, se pelean sobre dónde paren más las colombianas y las venezolanas fronterizas, si en la Nueva Granada o en la nueva cubada, en virtud de que ambos caliches, en aras de la integración latinoamericana, defienden a capa y espada la tierra donde murió Bolívar y la tierra donde nació Bolívar.

Nicolás Maduro miente y miente como si mintiendo más y más profundiza más y más su revolución mientras hunde más y más a su patria adoptiva hablando mal y mal de su patria natal. Maduro cree que estamos en los años ‘50 del siglo pasado, cuando los colombianos preferían la dictadura de Pérez Jiménez a la de Rojas Pinilla, o los años ’60 cuando la democracia que nació con buen pie en 1959 atrajo a las familias colombianas, incluida la familia Maduro Moros.

Tamaña mentira no se la cree ni el mismo Maduro, pues de sobra sabe que los colombianos pueblos fronterizos están repletos de venezolanos que huyen del hambre y se van en busca de comida o tratamiento médico y medicamentos que no consiguen aquí hace bastante rato y que, gracias a la media y baja solidaridad, pero solidaridad al fin, logran la misericordiosa ayuda para no morir en el intento de atenerse a la revolución bonita.

Estos necios que hoy nos desgobiernan insisten en mostrar los supuestos logros de la revolución bolivariana en el discurso a través de la televisión o de las redes sociales y se olvidan de que en las calles, en las adyacencias de los hospitales y en las playas de los mercados se nota el hambre pareja, la falta de dinero y de dinero en efectivo, la escasez de alimentos, la desaparición del transporte colectivo, que siempre fue barato en Venezuela, tienen a la gente pariendo sin que el desgobierno asome una solución a corto o mediano plazo.

Dice bocazas Maduro que de cada 24 partos que hay en San Cristóbal 12 carajitos son de madres colombianas que huyen a Venezuela por la frontera, cuando la realidad es al revés totalmente. Este señor no se cansa ni descansa de meterle cobas a este desdichado pueblo venezolano, al que se la acabó la suerte que siempre le achacaban en todas partes y la fortuna que todavía sacan de la tierra y que hasta con eso acabaron estos bandoleros que día a día despilfarran más y más esos recursos naturales de los que también presumíamos.

El parto andino con el cual se encuentran entretenidos el presidente y sus adláteres no es más que eso, otro intento de distracción para que los venezolanos pobres y los pobres venezolanos muertos de hambre creamos que en cualquier momento el colombiano de aquí, alentado o azuzado por el colombiano de allá, nos hará salir de este atolladero que ya está llegando al llegadero.