Maduro no quiere medirse, sabe que perdería… No quiere contarse y eso es conocimiento público, es un decir popular” y es grave para ellos porque significa que los venezolanos, -tirios y troyanos-, sabemos que Maduro y su régimen están conscientes de la pérdida del apoyo popular y de amplios sectores que hacen ruido nacionalmente y saben que en una gran medida la FA es un reflejo del sentir popular; es decir, en ese cuerpo hay descontento, insatisfacciones y fracturas. Está claro para todos que el otrora “todo poderoso Super Bigote” ya no lo es y que arrugan mientras se esconden en bravuconadas, gritos, persecuciones y amenazas. Por eso en el análisis cotidiano del venezolano se sabe que el oficialismo está muy mal, que pueden desesperarse y actuar en consecuencia. En este primer capítulo queda evidente la cobardía política y los dirigentes cobardes no gustan en Venezuela.
Y nosotros, ciudadanos comunes y corrientes, qué elementos debemos tener en nuestro análisis cotidiano:
En primer lugar, no perder el foco y la prioridad: salir del régimen que ha destruido y robado al país, en la cara de los venezolanos. No es salir de Maduro nada más, es salir de cualquiera que pueda representarlos. No es solo un hombre que ha destruido el país, es un modelo delincuente que ha usurpado el poder para beneficiarse de él. Debemos proyectar nuestro objetivo en la construcción de una nueva Venezuela con las características que hemos conversado: educación de calidad, respeto ciudadano, practica de valores y principios, salud de primer nivel, equidad, inclusión social, respeto a la propiedad privada, etc, etc. Y eso es posible saliendo de este régimen.
Que esa salida debe ser electoral y constitucional, la respuesta es SÍ, absolutamente SÍ. (Entre otras cosas, porque no tenemos ni vamos a contar con otro tipo de fuerzas). La democracia se rescata con el ejercicio de más y mejor democracia. Hacer o pensar otra cosa es actuar igual al régimen y ha sido y es, precisamente, lo que ellos esperan que hagamos.
La vía de la abstención fracasó y aun cuando hoy esa equivocada decisión no tiene padres, los venezolanos debemos rechazarla entendiendo que la única vía a la cual le tiene pavor el régimen de Maduro, es precisamente aquella en la que son crecidamente débiles, la electoral. Estratégicamente uno golpea donde el adversario es débil.
Solos, ningún dirigente, líder, partido político o movimiento ciudadano, puede lograr el objetivo. Nos necesitamos. Ahora bien, que existan aquellos que han convivido con el régimen más allá de las ideas políticas, es verdad; que hay otros que han sido y son colaboradores del régimen, también es verdad. Pero hoy el país está claro, sabe quiénes son. Sin embargo, esa realidad no puede hacernos olvidar que la mayoría de los venezolanos, dirigentes políticos, gremiales, laborales, juveniles, empresariales, etc, están comprometidos con lograr el cambio y dispuestos a trabajar en la construcción de esa gran fuerza humana que le de sustento social a la campaña electoral, fuerza nacional para ganar y cobrar ese triunfo y finalmente, piso político y social al nuevo gobierno. Esas tres etapas deben cumplirse si queremos asegurar el fortalecimiento y avance institucional del cambio.
Para ganar y cobrar necesitamos construir una maquinaria electoral en conjunto, sin dejar a nadie por fuera. No solo porque nos necesitamos, sino, además, para asegurarnos que todos rememos en la misma dirección, sin caballos de Troya.
Mucho se ha hablado del “Acuerdo Nacional de gobernabilidad”, pues bien, en ese sentido existen dos grandes verdades, la primera: ese acuerdo no se ha concretado. La segunda: sin ese acuerdo será más difícil ganar, hacer respetar ese triunfo, y gobernar. En la construcción de ese acuerdo es indispensable el manejo de mucha mano izquierda, (lo que no quiere decir que se claudiquen las ideas o no se discuta), entendiendo que todos los llamados a integrarlo o fortalecerlo tienen sus propios intereses y los van a defender. En este caso, primero se debe unificar el punto que nos une: el interés que compartimos para construir esa nueva Venezuela, saliendo de este régimen y promoviendo calidad de vida y justicia social para todos los venezolanos. En consecuencia, nadie debería presentarse con la tarea hecha o el trabajo terminado, por el contrario, la tarea y el trabajo debe ser producto de discusiones respetuosas, serias y de gente que sepa del oficio, para que todos los participantes se vean incluidos y no, invitados de piedra. Practicar la empatía política podría ser una buena sugerencia.
El pasado 22 de octubre los venezolanos dimos un ejemplo de insubordinación cívica porque a pesar del terror, la persecución, amenaza por parte del régimen, tuvimos candidatas y candidatos de primer orden que recorrieron el país sembrando esperanza y dando ejemplos de unidad. Y, por otra parte, los electores mostramos nuestra mejor cara y voluntad y cargados de una alegría que teníamos tiempo sin sentir, decidimos darle un espaldarazo a la organización de la primaria, ir a votar masivamente y celebrarlo. Hubo un resultado, ganó ampliamente María Corina Machado, reconocido así por los precandidatos que compitieron y hoy María Corina y su férrea voluntad de lucha democrática, es abrazada y apoyada por los venezolanos. Hoy tenemos candidata, sin duda.
Ella, María Corina, Vente, las fuerzas y los ciudadanos que la acompañamos, no debemos ni podemos hacer otra cosa distinta a lo que se está haciendo, tácticamente se entiende. Hay que defender los resultados de la primaria y con ello defender el derecho ciudadano que tenemos a elegir nuestros representantes y de igual manera denunciar, -con ocasión y sin ella-, la pretensión de inhabilitarla sin razón administrativa, jurídica y violando su derecho al debido proceso; es, por tanto, una pretensión inconstitucional, ilegal y por supuesto, injusta. Y lo sabe el país. Esa lucha hay que continuar dándola con el apoyo de todos. Mientras y en paralelo, no caer en la tentación del oficialismo de polarizar la situación nacional en el tema de la habilitación o no, por el contrario, apuntar al centro de la debilidad del régimen, haciendo ver, que la oposición se fortalece y que el objetivo es sacarlos del poder electoralmente, afincando nuestro mensaje en denunciar una y otra vez, la destrucción al país, al sueldo de los trabajadores, deterioro creciente a la salud, educación, calidad de vida del venezolano, la corrupción galopante y sin frenos, entre otras, cuyo responsable es el gobierno de Maduro.
Nadie se la sabe todas y aquel que pretenda saberlo, se equivoca y en ese traspiés se puede llevar consigo “la esperanza”. Por eso hay que estar prestos a aprender de las lecciones, de los errores, para no volverlos a cometer. En esta lucha, la firmeza para avanzar y la humildad para construir, son virtudes que hay que poner en práctica.
Nadie pondrá la cabeza en las piernas de aquel que amenaza con cortársela. Eso no existe en política. Hay que construir salidas y dejar alguna puerta abierta. (Y aquí no me detengo en la discusión estéril de si admitimos o no la justicia transicional o impunidad, no estoy hablando de eso. Los delitos cometidos, y sobre todo las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, deben ser castigados ejemplarmente). Pero que ese tema no le eche tierra a la agüita del acuerdo que debemos construir. Pensemos … Yo sé que es muy difícil ponernos en los zapatos de los miembros del régimen y en algunos de la FA, pero hagamos un esfuerzo: ¿qué tiene Maduro o cualquiera de ellos, sin poder? … algunos dirán, dinero, (logrado con el sudor de sus frentes), estructura de un partido, ok, pero hoy la mayoría de ellos no pueden ni salir del país; en consecuencia, se aferran al poder porque saben que sin él, no tienen nada. Esa “preocupación” del oficialismo hay que medirla para poder construir y avanzar. Y repito, no hablo de perdones o impunidad, me refiero a tener la madurez, el desprendimiento y la formación política y patriótica para entender la gravedad de la situación y ayudar a construir una salida para bien de Venezuela, que al fin y al cabo, es lo que queremos.