Los que hablan a diario de apátridas o vendepatria, los que acusan a los medios y a sus periodistas de pitiyanquis e imperialistas, los que catalogan de oligarcas y burgueses a quienes exigen alimentos o reclaman asistencia social; es decir, los que manipulan al gobierno, a sus enchufados, esos que estigmatizan y satanizan a los empresarios que quieren producir, cosechar, distribuir y surtir de insumos a un país necesitado de lo que más tiene, agua y gasolina, elementos que impulsan el desarrollo y la vida de una nación, son los traicioneros “revolucionarios” que la fatalidad nos ha traído en estos aciagos momentos que vivimos y los problemas que padecemos en Venezuela y que no tienen solución a corto ni mediano plazo.
Nunca antes la mentira ni el engaño oficial se habían entronizado y enseñoreado en una estructura institucional como la que actualmente arruina y devasta a este país de reconocida y probada riqueza material, intencional y espiritual; unos perversos mandatarios que nos descapitalizan económica y socialmente ante los ojos del mundo y sin que nadie mueva ni un solo dedo para evitar que éstas y otras voces sigan perdiéndose en el vacío de la indiferencia y de la injusticia con el hambre y las enfermedades que hacen huir o morir a una población que lo único que atesora en su corazón es fe y esperanza, porque hasta la caridad se encuentra envilecida.
Es posible que se trate de un ensayo socioeconómico mundial peor que el experimentado en Cuba del cual extraerán enseñanzas y aprendizajes mientras nos llevan como conejillos de indias a mesas, cubetas y probetas de laboratorio, similares a los de la Alemania nazi, con el fin de provocar otro Holocausto que haga entender al espectador liderazgo universal que con la vida de millones de personas no se juega, si es que todavía piensan y creen que esto es un juego.
La revolución bolivariana y socialista en Venezuela está matándonos de hambre y de enfermedades mientras el gobierno traicionero continúa esparciendo sus migajas entre los que doblan el lomo y los que se niegan o están a punto de quebrarse porque la necesidad tiene cara de perro y las responsabilidades familiares son muchas para pensar en el suicidio como alternativa de solución a la crisis personal e individual.
Esta traición fatal está llegando a su fin único que es la patria y muerte a todos los venezolanos sean o no culpables de haber permitido la llegada y permanencia de un régimen armado, letal, nefasto, traidor, felón, desleal, alevoso, infame, vil, conspirador, infiel, infame y hambreador que con la colaboración y participación de grupos de activos o pasivos borregos cooperantes, delatores, sapos, soplones, confidentes, acusones, genuflexos y chivatos arremete en contra de un pueblo dulce, manso, dócil, sumiso, disciplinado, obediente y fiel hasta la muerte por inanición.