Durante el período de 1930 a 1970, Venezuela experimentó un crecimiento económico significativo y una baja inflación al depender de compañías petroleras internacionales y una economía orientada al mercado para impulsar la producción y contribuir con regalías al desarrollo de infraestructura. Este enfoque permitió a Venezuela construir una de las infraestructuras más desarrolladas de América Latina.
Sin embargo, en la década de 1970, la democracia de Venezuela comenzó a degenerar en populismo, el gobierno nacionalizó la industria petrolera y se convirtió en empresario para aumentar su poder. En los años 80, los gobiernos impusieron controles cambiarios y de precios, y emitieron dinero inorgánico para financiar gasto fiscal improductivo, alterando el modelo previamente exitoso. En los años 90, se crearon déficits fiscales y en la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que llevó al gobierno de turno a buscar préstamos del FMI para aliviar los déficits económicos. Desafortunadamente, las empresas estatales, que habían sido nacionalizadas en la década de 1970, no fueron reestructuradas a tiempo; algunas fueron privatizadas, pero como monopolios y las ineficiencias del estado continuaron obligando al BCV de emitir dinero inorgánico, lo que generó inflación, devaluación y fuga de capitales, contribuyendo a la inestabilidad macroeconómica y nuevos préstamos del FMI.
Las reformas inspiradas por el FMI implementadas en la década de 1990 fracasaron porque los préstamos se utilizaron principalmente para cubrir los déficits de divisas resultantes de las ineficiencias de las empresas estatales. En consecuencia, el gobierno no reestructuró estas empresas con profundidad y el sector privado respondió con una fuga de capitales, lo que provocó tasas de interés extremadamente altas, de aproximadamente el 90%. Cuando se levantaron las barreras comerciales en la década de 1990 como parte del programa FMI, el sector privado tuvo dificultades para competir debido a las altas tasas de interés y la burocracia gubernamental, lo que resultó en otra crisis cambiaria que requirió más préstamos del FMI. Lo que sí se hizo muy acertadamente en la década de los 90s fue la gran apertura petrolera que genialmente liderizó el Ing. Giusti logró gran crecimiento en la producción petrolera y atrajo inversiones en otros sectores. Aunque los bajos precios del petróleo no hizo notar el gran logro de Giusti, dejó pavimentado el camino clave que es traer inversiones extranjeras a Venezuela; camino que se había perdido en el populismo de las décadas previas.
A principios de la década de 2000, en lugar de abordar las deficiencias de los programas de préstamos anteriores del FMI, que era reestructurar las empresas estatales, mantener el programa de apertura petrolera de Giusti y mantener una economía abierta, el nuevo gobierno del ex presidente Chávez implementó controles de precios y divisas, renacionalizó las compañías petroleras restantes, y aumentó el gasto social bajo el espejismo de los altos precios del petróleo de mediados de la década. El aumento del gasto social debió hacerse pero impulsado por inversiones petroleras y en los demás sectores provenientes del sector privado y reduciendo ineficiencias del estado. Además, los altos precios del petróleo en la primera década de 2000 se fue en gasto fiscal ineficiente, obras que no se terminaron y una impresión excesiva de dinero, lo que provocó importantes déficits fiscales e inflación. Con el tiempo, este enfoque contribuyó a disparar las tasas de inflación, alcanzando aproximadamente el 1.000.000% en la segunda década de la década de 2010.
Como respuesta a las luchas económicas, los grupos de oposición en Venezuela protestaron y pretendieron destituir al presidente del poder. El gobierno respondió con fuerza, lo que provocó víctimas durante los disturbios que todavía están en la CIJ para aclarar responsabilidades. Estados Unidos impuso sanciones a la economía venezolana en un intento de impulsar un cambio de régimen. Si bien estas sanciones no lograron el cambio de régimen, sí tuvieron un impacto muy negativo en la economía de Venezuela: una caída del 75 % del PIB.
En las décadas pasadas, el ingreso petrolero recurrente hacía tapar las fallas e ineficiencias en el gasto fiscal. Cada año entraba un torrente de dinero del petróleo que siempre daba esperanza de que se terminaran las obras de infraestructuras inconclusas. Al imponer sanciones a la venta de petróleo por parte de EEUU, se acabó ese ingreso y colapsó la economía. La inversión privada hoy es tan importante como a comienzos del siglo XX.
El reciente cambio en el enfoque del gobierno venezolano para atraer inversión privada extranjera con el fin de recuperar empresas estatales representa un cambio significativo en la política económica. Al enfocar las inversiones para renovar y reestructurar estas empresas, el gobierno puede impulsar la economía y dejar de depender de los préstamos del FMI, que se han visto afectados por las sanciones estadounidenses. Esta medida puede estimular el crecimiento económico al devolver estos activos a manos de quienes están mejor equipados para revitalizarlos.
La flexibilización de sanciones es clave para Venezuela y ha abierto las puertas a inversiones de importantes empresas internacionales como Chevron, Shell, Repsol, Halliburton y Stratus Energy.
X: @alejandrojsucre
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