Por lo que hemos observado y vivido, pensamos que las grandes decisiones de este régimen las toman seis o siete personas de la alta cúpula que detenta el poder y de la dirección nacional del PSUV.
Ellos tienen expedientes abiertos y copiosos de los organismos de derechos humanos y de justicia con vigencia internacional y a algunos el gobierno de los Estados Unidos le ha puesto precio a sus cabezas, que va desde 15 millones de dólares, a la del principal, hasta 5, que recibiría quien o quienes las entreguen. Ellos saben que al dejar el poder su situación se les complica y serían llamados a entregar cuentas de sus desmanes y desafueros, sin ánimo de retaliación o venganza, sino por razones que se corresponden con la justicia que es contraria a la impunidad.
Por estas circunstancias han afirmado que no dejarán el poder “por las buenas ni por las malas” y están dispuestos a jugárselas todas por mantener el poder. Ante esta inaceptable realidad que debemos cambiar por el bien del país, debemos estudiarla, meditarla y pensar muy bien lo que debemos hacer.
Tal vez, manteniendo aun, pese a lo ocurrido, esperanzas en el diálogo, sea necesario entregar para recibir y esa entrega pudiera llegar a ser excesiva para muchos, pero la democracia, la libertad y la felicidad del pueblo lo valen eso y mucho más y si para conquistarlas debemos entregar mucho debemos hacerlo, todo lo que podamos dar debemos hacerlo, menos nuestra dignidad que no es negociable ni se transa.
Si concluimos que con el dialogo solo el régimen gana tiempo y no logramos nada por el bien del país, se abren los caminos de los hechos y acciones concretas que deben manifestarse con multitudes en las calles en decidida “desobediencia civil” contemplada en nuestra Constitución, sin abandonarlas hasta tanto se reponga la justicia, lo otro carece de sentido.
Ellos saben que la habilitación de María Corina, por lo que luchamos hasta el final, pone en dudas ciertas las posibilidades de mantener el poder como ellos lo desean. Algunos de ellos han dicho, por supuesto en privado, que si se acepta la inscripción de nuestra candidata para optar por la presidencia de la República, se acepta dejar el poder. Creo en esa opinión y por eso se aferran a su autoritarismo deshumanizado y a la arbitrariedad más bárbara como medios de continuar detentando el poder.
La dirección nacional de oposición, por supuesto con Maria Corina, debe decidir hasta cuando se dialoga porque los días pasan y no regresan, vienen otros pero distintos.
Esa claque diabólica que maneja a su antojo todas las ramas del poder público nacional y todos los hilos del poder se considera dueña de la suerte del país y de la nuestra y con derecho a respetar la cabeza del semejante o quitársela.
Soy fanático impertinente y partidario del dialogo para encausar y resolver los conflictos, pero con esta clase de gente parece haber agotado esa posibilidad civilizada. Cuando se logra algún acuerdo al siguiente día lo patean como ocurrió con lo resuelto en Barbados.
Ultimamente un grupo de dirigentes con notoriedad internacional, ha alertado de una dictadura desconocedora de los derechos humanos en nuestro país. Dios quiera esa manifestación no quede solo en palabras sino que se concreten algunas acciones.
Salgamos cuanto antes de esa claque macabra y de todo su entorno, el país lo reconocerá y aplaudirá a tambor batiente.