Venezuela nació para ser libre, pero cuanto nos ha costado tener momentos - por no decir tiempos- de libertad. Como dice la canción, Mi Tierra tiene su voz, que ruge si se la encierra. Hoy, hasta quienes menos se pensaba, gritan su miedo, pero quizás queriendo señalar que es un grito de auxilio en busca de liberación. Resulta verdaderamente sofocante vivir sin ella.
La inmensa mayoría de los venezolanos está convencida de la trágica situación que se vive en el país. Los servicios públicos se encuentran en el suelo, el mantenimiento brilla por su ausencia. El noventa y cinco por ciento de los trabajadores de todos los ámbitos no cuentan con salarios dignos. Si nos referimos a la salud, gran cantidad de hospitales públicos no cuentan con medicinas ni equipos para el tratamiento de las enfermedades, ni para resolver las lesiones causadas por accidentes. En materia de educación, la situación no es mejor. Las autoridades en vista de las carencias existentes, se han visto en la necesidad de establecer que en buen número de escuelas públicas, los alumnos reciban clases solo dos o tres días a la semana, el resto de los días se les da libres a los docentes para que se rebusquen otros ingresos.
Mientras tanto, algunas autoridades, conscientes de la realidad que se vive en el país reflejan angustia pero no ofrecen soluciones y a pasos acelerados la situación se torna cada vez peor. Ni el zar, ni Dieudonne, ni los inocentes hermanitos, son capaces de enfrentar la terrible verdad. Ello les conduce a buscar a quienes achacarle responsabilidad por algo en lo que, los presuntos culpables no tienen arte ni parte. Siempre pueden encontrar a otros que no son ellos. El miedo conduce a la violencia y en muchos casos, el terror induce a situaciones mas graves, no deseadas.
Todavía estamos a tiempo de tratar de conseguir soluciones a tan grave y peligrosa situación. Sólo se requiere dejar a un lado las ambiciones desmedidas y tratar de darse cuenta de la realidad. La única candidata de la oposición, María Corina Machado, ha formulado frecuentes invitaciones a los personeros del régimen para tratar de encontrar fórmulas que les den garantías de imparcialidad. Mientras más avance el tiempo sin que se logren, más difícil será hallarlas. La Corte Penal Internacional existe, aunque se quieran tapar los ojos. Todos debemos estar de acuerdo en que Venezuela necesita transitar por caminos de paz, en democracia y libertad.