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Opinión

Rafael Díaz Blanco

Alzando la voz

Como muchos coterráneos tratamos de pasar las navidades lo mejor posible en compañía de los que más queremos. Sin embargo, como la mayoría de los venezolanos sentimos la ausencia de hijos, nietos, hermanos, familiares, compañeros y amigos. Tampoco podemos dejar de pensar en la patria herida en la que tantos sufren, en la Venezuela de los presos políticos, pero también en la de los que, arriesgándolo todo, luchan por la esperanza, por un futuro mejor.

Fin del gobierno interino

Mientras tanto, cuando nos acercamos al cuarto de siglo de régimen chavista la oposición democrática parece haber entrado en un sendero peligroso. Los parlamentarios opositores, electos hace más de seis años, parecen haber decidido poner fin al gobierno interino asumido, en cumplimiento de la Constitución, por Juan Guaidó. Parece que se le ha endosado la responsabilidad exclusiva del fracaso en la difícil tarea de ponerle fin al régimen oprobioso de más de dos décadas.

Responsables, que no culpables

Ciertamente, durante los últimos años, Guaidó ha tenido más responsabilidades que muchos de nosotros. Bastante más que la inmensa mayoría de los venezolanos para quienes sobrevivir cada día, en medio de una miseria espantosa, es esa la primera y casi exclusiva tarea de la que pueden ocuparse. Bastante menos que los líderes de estos largos años comenzando por los partidos políticos, organismos empresariales y sindicales, así como también por la dirigencia y representantes de los demás sectores del país.

Al fin de cuentas todos somos responsables, que no culpables, de lo que ocurre en Venezuela. Por supuesto, lamentablemente entre nosotros, es lugar común negarse a asumir responsabilidad alguna con el destino del país, particularmente entre quienes asumen fácilmente el perjuicioso discurso antipolítico que tantos males nos ha traído.

En 2019, un desconocido Juan Guaidó sucedió a los mucho más conocidos Henry Ramos Allup, Julio Borges y Omar Barboza, en la presidencia de la Asamblea Nacional. Seguidamente decidió, valientemente, sorprendiendo a muchos, asumir la presidencia interina ante el vacío de poder legítimo originado por el fin del mandato de Maduro (2013-2019) y la elección fraudulenta de 2018. Guaidó reconocido por las democracias del mundo alcanzó un inmenso apoyo internacional. Su popularidad llegó a niveles muy superiores a los que en su mejor momento alcanzaron los candidatos presidenciales de la oposición (Arias Cárdenas, Manuel Rosales y Henrique Capriles) o de quienes ejercieron su liderazgo (Carmona Estanga, Carlos Ortega, Enrique Mendoza o Leopoldo López).

Lamentablemente, no se ha producido el necesario cambio político. El gobierno interino no ha logrado imponerse en un centímetro de territorio nacional. La Fuerza Armada Nacional prefirió continuar respaldando al régimen ilegítimo de Maduro, así como antes había dado la espalda a la voluntad popular representada en el parlamento electo en 2015.

Tampoco el apoyo externo avanzó lo suficiente como para terminar de transitar las vías que permite el derecho internacional para salir de regímenes oprobiosos como el nuestro. Lamentablemente, en la OEA no se alcanzó la mayoría calificada necesaria para continuar en esa dirección como tampoco en las Naciones Unidas, habida cuenta del poder de veto de los aliados de Maduro en el Consejo de Seguridad. No obstante, las posibilidades existen y nuestro deber es reimpulsarlas.

La decisión de la Asamblea Nacional 2015

Hace unos días, en un escueto comunicado, la mayoría opositora en el parlamento legítimo intentaba explicar los propósitos de la decisión de terminar con el gobierno interino. Diría que se trataba de una absurda simplificación, típica de estos tiempos, seguramente “genial ocurrencia” de quienes pensando “que se las saben todas” ignoran la complejidad de la situación planteada. Razón tienen quienes nos invitan a no subestimar la estupidez humana.

La mayoría parlamentaria lo reduce todo a la necesidad inmediata de salir de Guaidó para emprender unos desconocidos nuevos caminos que supuestamente nos llevarán al fin del régimen. Ignoran que tampoco la Asamblea Nacional 2016-2021 de la cual forman parte, no obstante, las promesas de solución inmediata, pudo cumplir las funciones mínimas de un parlamento democrático. Olvidan que las leyes sancionadas, los acuerdos adoptados y todos sus actos fueron declarados absolutamente nulos, sin ninguna validez y eficacia jurídica. Sus funciones fueron asumidas por los ilegítimos poderes ejecutivo o judicial y más tarde, por la Asamblea Nacional Constituyente de 2017.

Conocida las intenciones de la mayoría parlamentaria, se produjo, en un país -me atrevo a decir- que tiene la Constitución más ineficaz de todo el planeta, una discusión sobre la constitucionalidad de la actuación de la Asamblea Nacional 2015. Juristas venezolanos de gran prestigio calificaron de disparate la decisión y ciertamente lo es.

Lamentablemente, con todo respeto, considero que es una perspectiva más propia de la academia de un país que no existe, que a la postre se convertirá, desde el punto de vista político, en una bizantina discusión.

Estamos enfrentando un problema político difícil, en medio de una tragedia humanitaria donde la importancia de los aspectos constitucionales, económicos y sociales no pueden desvirtuar la naturaleza esencialmente política del mismo. Por supuesto, como todo quehacer humano, el tratamiento de esta situación debía estar subordinando a la ética. A mi juicio, allí está la raíz del asunto.

Pensamos que el debate sobre el gobierno interino debió formar parte de una discusión mucho más amplia sobre el futuro del país que incluyera a toda la Venezuela democrática. Creo que en la propuesta no escuchada de Juan Pablo Guanipa y luego de Delsa Solorzano de diferir la sesión de la Asamblea Nacional de 2015 se emprendía esa correcta dirección

El problema fundamental

Considero que, el problema fundamental de nuestra tragedia es de evidente naturaleza política. Necesitamos salir de Maduro. Alcanzar dicho objetivo supone, en nuestra opinión, dos elementos que se interrelacionan: unidad democrática y apoyo internacional. La unidad democrática nos puede permitir construir un liderazgo sólido capaz de movilizar a los venezolanos dentro y fuera del país y alzar con fuerza nuestra voz en todos los ámbitos, incluyendo el castrense. Por supuesto, no podrá haber liderazgo fuerte sin la necesaria fuerza moral que lo avale.

De tal manera que, en nuestra manera de ver las cosas, al valorar la actuación política de nuestros dirigentes y específicamente de la conveniencia de salir de Guaidó, debemos preguntarnos si la decisión tomada favorece el cambio político, si ayuda a la unidad, si fortalece el apoyo internacional. Todas las respuestas son negativas. Por supuesto, antes deberíamos habernos interrogado sobre el estado de la unidad, del apoyo internacional y de la vigencia de los propósitos para salir de Maduro.

Una oposición dividida

Lamentablemente, no todos los que dicen oponerse al régimen chavista están de acuerdo en la necesidad de salir de Maduro. Consideran que no es posible hacerlo en el corto ni en el mediano plazo. Por supuesto, difícil es distinguir entre quienes así piensan con la mejor de las intenciones y quienes simplemente es su manera de colaborar con el régimen buscando su propio beneficio. Los oportunistas siempre han existido entre nosotros en alto porcentaje. A tiempo se anotan a ganador. Ya cambiarán de posición cuando crean que está cerca el fin de la dictadura.

Entre los que consideran fundamental objetivo el cambio político también hay diferencias importantes que resolver. Diferencias que a nuestro juicio pasan por establecer un deslinde claro con el régimen y una unidad mínima en la acción y programa que no existe y que debemos construir para irla ampliando progresivamente. También supone una dirección conjunta efectiva que la Venezuela democrática sienta como propia y alcance la mayor legitimidad democrática posible. Unas amplias elecciones primarias pudieran abonar este camino, pero no basta con ellas.

Como ya se dijo, la responsabilidad sobre el destino nacional es una responsabilidad de todos. No obstante, muchos sectores actúan cómo si no les correspondiera alguna, cómo si sus responsabilidades se limitaran a sus individuales beneficios económicos o a intereses muy parciales del bienestar nacional, cómo si lo político fuese responsabilidad exclusiva de quienes se dedican a esa tarea a tiempo completo.

Por supuesto, en el ¿cómo salir de Maduro? También hay diferencias. En nuestra opinión la salida electoral debe tener prioridad, más no exclusividad, entre los diferentes caminos que legítimamente se pueden recorrer. Por supuesto, hablamos de elecciones libres o por lo menos, de comicios en condiciones tales que puedan permitir salir del dictador. Participar en elecciones fraudulentas para ratificar a Maduro son absolutamente inconveniente. Alcanzar adecuadas condiciones electorales es una necesidad impostergable en la cual el estancado diálogo de México adquiere importancia.

El apoyo internacional

En cuanto al apoyo internacional lamentablemente debemos reconocer la pérdida de la influencia e importancia de Venezuela en los escenarios mundiales, incluyendo el petrolero, así como en el ámbito iberoamericano y caribeño.

Por otra parte, habida cuenta de la actitud del estamento militar venezolano y la injerencia e influencia en nuestros asuntos de Cuba, Rusia, China e Irán, solo será posible el cambio político que supone salir de Maduro con el concurso de la comunidad internacional y particularmente de los Estados Unidos y las democracias europeas y latinoamericanas. De tal manera que necesariamente la estrategia opositora debe ser consensuada con nuestros aliados internacionales y por supuesto, decisiones como la de poner fin al gobierno interino. Difícil creer que la opinión de nuestros aliados fue tomada en cuenta para esta última decisión cuando ni siquiera hubo unidad de la oposición y beneplácito del país nacional.

También en el campo internacional hay importantes diferencias entre quienes aspiran una Venezuela democrática. Algunos sobredimensionan nuestra importancia mundial. Otros piensan que podemos salir del régimen sin el concurso de nuestros aliados internacionales. No faltan quienes ignoran cómo se están desarrollando los procesos políticos en un mundo globalizado.

Asimismo, debemos reconocer que el apoyo internacional al gobierno interino venía debilitándose. Podemos apreciarlo en las declaraciones, designaciones y reconocimientos de algunos estados al gobierno de Maduro y en la propia OEA dónde recientemente llegó a discutirse a quién correspondía la designación del representante venezolano. Sin embargo, no se alcanzó la mayoría calificada exigida para desconocer embajador designado por Guaidó. Situación inversa a la ocurrida hace algunos años cuando el caso Venezuela se paralizó porque faltaron algunos votos para alcanzar la mayoría calificada requerida para la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Haber contado con 20 de los 23 votos necesarios que representaban el 90% de los ciudadanos de las Américas no fue suficiente.

En cuanto al reconocimiento del gobierno interino la situación que se produce con Venezuela no es nueva en el derecho internacional. Estamos frente a un gobierno legítimo reconocido por la comunidad internacional que no ha logrado que sus decisiones sean efectivas dentro su territorio.

Es una situación complicada particularmente en la OEA, habida cuenta de la vigencia de la Carta Democrática Interamericana, expresión de la evolución del derecho internacional y de la democratización del continente. No obstante, es evidente la involución de los últimos años con la irrupción de dictaduras y nuevos autoritarismos.

Ahora bien, una de las notas características del derecho internacional es el particular funcionamiento del principio de efectividad. Resultaba sumamente conveniente que el gobierno de Guaido estuviera en capacidad de hacer cumplir sus decisiones. Sabemos que no ocurrió, pero tampoco sus sucesores podrán hacerlo en las actuales circunstancias. Por otra parte, la comunidad internacional no puede capitular ante hechos ilícitamente consumados, mucho menos la representación parlamentaria nacional. Por supuesto, esta situación no podía prolongarse indefinidamente pues atentaría contra la seguridad jurídica internacional. Había que buscar fortalecer el gobierno interino, enderezar los entuertos, no acabar con él. Evidentemente, no se requiere mucha imaginación para terminar con una enfermedad matando al enfermo.

Podemos comparar la situación del gobierno interino con los gobiernos en el exilio en los años 30 y 40 del siglo XX durante la guerra civil española o durante la ocupación de Polonia. No obstante, también debemos considerar que la evolución del derecho internacional está orientado a alcanzar y mantener la libertad, a impedir la permanencia de gobiernos usurpadores violadores de los derechos fundamentales. La llamada soberanía ya no se admite para amparar dictaduras y regímenes despóticos que niegan los derechos fundamentales a los pueblos que someten. La comunidad internacional ya no es indiferente a lo que ocurre al interior de los estados. La democracia y su permanencia; los derechos humanos ya no son competencia exclusiva de los estados nacionales.

Hoy el mundo ha cambiado y sin desconocer las tendencias autoritarias y retrocesos en la democracia de estos días que esperamos sean transitorios. Latinoamérica y el mundo han evolucionado en términos positivos hacia la vigencia de los derechos humanos, del derecho de los pueblos a la democracia. Basta recordar como hace no muchísimo tiempo predominaban en la OEA los gobiernos militares.

Para nosotros, sin duda alguna, dar por terminado el gobierno de Guaidó, aunque no signifique automáticamente el reconocimiento de Maduro, facilitará el camino de los gobiernos que quieren hacerlo; perderíamos un útil instrumento para nuestra actuación internacional, debilitaría la voz de Venezuela y aumentaría la desconfianza en nuestros representantes.

Para poder tener una voz más fuerte en el escenario internacional, el camino a seguir pasa por entendernos entre nosotros mismos, entre quienes decimos ser demócratas y aspiramos el cambio político. Implica alcanzar una unidad mínima orgánica y programática. Supone denunciar constantemente las tropelías de Maduro y la violación sistemática de los derechos humanos y continuar recorriendo el camino que luce estancado de la protección y defensa de los derechos de las personas y la democracia. Por supuesto, es indispensable un deslinde claro con el régimen opresor que conlleve a recuperar la sensibilidad de la opinión pública global a nuestro favor, particularmente en los países donde ésta se puede expresar libremente, para que sus gobiernos se sientan obligados a apoyar la recuperación democrática de la patria. Reuniéndonos innecesariamente con el dictador, quitándole obstáculos del camino, felicitándolo continuamente por sus supuestas “buenas obras”, intentando proyectar una inexistente normalidad, desvirtúa la lucha contra la sistemática violación de derechos humanos, ignora la pérdida de la libertad y el sufrimiento de muchos. Por supuesto, desmejora la imagen internacional de quienes nos oponemos al régimen y complica la comprensión de los pueblos del mundo sobre el problema Venezuela.

Debemos volver a la senda que marca el desarrollo del derecho internacional humanitario. Reanudar el camino que nos conduce a evitar que la tragedia venezolana continue, que la violación sistemática de los derechos humanos y los crímenes cometidos cesen y sus responsables sean sancionados de conformidad a lo establecido en el Estatuto de Roma. Dar termino al gobierno interino nos aleja de estas vías.

Estoy seguro que si la Venezuela democrática se unifica, se deslinda claramente del régimen, es constante y coherente, recupera la confianza popular, moviliza a los venezolanos, por supuesto subordinando permanentemente su actuación a la ética, más temprano que tarde, la comunidad internacional arbitrará fórmulas que permitirán la recuperación del Estado constitucional democrático en Venezuela lo cual servirá también para hacer irreversibles los procesos democráticos alcanzados por otros pueblos fortaleciendo las organizaciones internacionales y las efectivas garantías de protección de los derechos humanos. En definitiva, para concretar el derecho de los pueblos a la democracia, para privilegiar los derechos de la persona humana sobre la egoísta razón de Estado.

@rafidiaz

rafidiaz2000@yahoo.com

alzandolavoz.wixsite.com/rafidiaz

Valencia 31/12/2022

 12 min


Jesús Elorza G.

En la tradicional Misa del Deporte, celebrada el 6 de enero, los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos que se dieron cita en las diferentes catedrales del país, coincidían en sus planteamientos relacionados con la crisis por la cual sigue transitando, desde hace muchos años el deporte en el país.

El clamor nacional, estaba referido a la imperiosa necesidad que tiene el sector deportivo en superar las insuficiencias de todo tipo que a pesar de ser denunciadas reiteradamente todavía siguen sin ser resueltas: la discriminación política ideológica que rige en los programas de asistencia social para los atletas, la problemática de la ambientación, transporte, becas, uniformes, viáticos y la asistencia a los eventos internacionales, la paralización de los Juegos Deportivos Nacionales, el deterioro de los Centros de Preparación, la permanente violación de la Autonomía de las Federaciones y el Comité Olímpico con el propósito de asaltar los cargos de dirección con funcionarios del Ministerio del Deporte o el IND, el discrecional y corrupto manejo del Fondo Nacional del Deporte, la militarización de los Juegos Deportivos Universitarios, el desconocimiento a la contratación colectiva de los trabajadores, la discriminación salarial del Entrenador venezolano frente al extranjero, la tercerización del trabajo de los entrenadores, la apropiación indebida de los aportes a la Caja de Ahorro, la falta de Atención Médica y la inexistencia de un Seguro HCM con la cobertura necesaria para atender lo relacionado con las emergencias, prácticamente condenando a una muerte segura a todas las personas relacionadas con el sector.

Todos los presentes, en forma unánime, elevaron su voz de protesta para señalar que la problemática del deporte se ve agravada en forma exponencial por la crisis económica que hoy se vive en el país. La hiperinflación que ha conducido vertiginosamente a la dolarización de la economía ha reducido, mejor dicho, desaparecido el poder de compra en los ciudadanos. El bolívar como moneda nacional prácticamente no tiene ningún valor. Los salarios al igual que las becas sufren el mayor impacto de la crisis: Mensualmente el ingreso no sobrepasa el valor de 7 dólares, mientras que el valor de la Canasta Alimentaria Familiar tiene un costo aproximado de ¡¡¡!460 dólares!!! Es decir, que un atleta, entrenador o dirigente requiere de ¡¡¡65 salarios mínimos!!! para poder llevar alimentos a su hogar.

¡A esto, comentaban los deportistas de todo el país, hay que agregarle que, la política populista de las Cajas CLAP! solo es distribuida para los que viven en la región capital! Hay que dar a conocer que, la pandemia de corrupción, ineficiencia, incapacidad y control totalitario de la actividad generada por el gobierno mantiene al deporte en una cuarentena radical por más de veinte años.

Al final, la decisión tomada por unanimidad de todos los presentes, fue la de dar a conocer los problemas del deporte y exigir su inmediata solución durante el desarrollo de la misa. Estaban de acuerdo en mantener una actitud crítica y no complaciente frente a las autoridades gubernamentales del sector deportivo.

La acción que iban a realizar, en ningún momento podía entorpecer el desarrollo de la eucaristía, por el contrario, la Oración de los Fieles» pasaría a ser una expresión solidaria de denuncias y reclamos del deporte venezolano:

-Por la superación de la crisis estructural del deporte…Roguemos al señor

-Por el castigo judicial a los corruptos del deporte…Te lo pedimos señor

-Por la "Indexación" de las becas, salarios y pensiones ...Te lo exigimos señor

-Por el establecimiento de un Seguro HCM que garantice la atención médica…Te lo pedimos señor

-Por el rescate de los aportes a la Caja de ahorro…Te lo pedimos señor

-Por el restablecimiento de nuestros Derechos Laborales…Roguemos al señor

-Por el respeto a la Autonomía del sector federado…Roguemos al señor

-Por el tránsito a Elecciones Libres que permitan superar la crisis social-económica y política ...Roguemos al señor.

En su Homilía, el sacerdote, presentó algunas reflexiones sobre el valor del deporte, a la luz de la fe cristiana haciendo una referencia muy precisa, relacionada con todo lo expresado por los fieles en su oración y, dirigiéndose a las autoridades deportivas presentes en la misa les dijo "No puede llamarse cristiano quién teme o no resuelve las críticas de sus semejantes" y con la señal de la Cruz dio por terminada la misa. Atletas, Entrenadores y Dirigentes frente a una pancarta que hacía referencia a la tradicional consigna de “Hacer Deporte es hacer Patria” señalaban a una sola voz que “Deporte con Hambre no es Patria”

Y entrelazando sus manos como señal de hermandad deportiva sellaron su compromiso de continuar, en este nuevo año 2023, sus luchas por “Un Deporte Mejor en Una Sociedad Mejor”.

 3 min


Thays Peñalver

Lo que está ocurriendo y ocurrirá era previsible y no fue sorpresa. Ya lo habían intentado el año pasado (3 de enero de 2021) en la maratoniana sesión en la que Primero Justicia había propuesto eliminar la Presidencia Interina y no se logró porque aún no contaban con la mayoría. Pero hoy es abrumadora, porque no son cuatro gatos sino el 77% de los representantes los que quieren suprimir a la presidencia interina.

Pero antes de que saquemos otras cifras posibles hay que explicar tres aspectos fundamentales para el lector extranjero. La primera es que el Parlamento de la anterior legislatura, que es de la que estamos hablando, ya que tienen sus periodos vencidos y no se encuentran en ningún marco constitucional, tenía 167 diputados de los cuales poco más de 50 representaban al gobierno de Maduro o eran sus satélites. A partir de allí hay que descontar al menos una decena de escisiones que están representadas por los denominados alacranes y no quedan, guste o no, más que un centenar (para simplificar) de diputados reales para votar.

Y de este centenar. Solo el 23% votó para que se dé continuidad al gobierno interino. Podríamos hilar aún más fino descartando a los suplentes que votaron, pero ya la realidad es tan aplastante como la del proceso de destitución de Pedro Castillo en Perú.

Así que puedo estar de acuerdo o no. Esgrimir decenas de explicaciones, e incluso debatir sobre la inconstitucionalidad o no en un país donde la constitución es letra muerta para todos. Pero no puedo esgrimir que es ajeno al ejercicio de la democracia. Cuando no te quieren, no te quieren y contra los votos solo queda actuar a lo Pedro Castillo lo que supondría el fin del ejercicio de la democracia opositora y la liquidación de la oposición de forma aún más rápida.

Lo segundo, es que los conozco a todos. Es decir llevo veintitantos años escribiendo sobre política, conozco a la mayoría de los líderes personalmente, los he entrevistado y con algunos he compartido trato y puedo esgrimir, que incluso sus más enconados enemigos pueden decir de ellos de todo, menos que son pendejos (rematadamente tontos en Venezuela) respecto a lo que están haciendo, porque todos, repito todos, asisten a las reuniones semanales con los representantes de Joe Biden y tienen en el chat de whatsapp a los embajadores de los apoyos que les quedan.

Así que hablemos con claridad de lo que ocurre. Juan Guaidó no fue nombrado presidente interino por la Asamblea Nacional; se autojuramentó en una calle frente a la multitud porque de otra manera jamás habría obtenido los votos que necesitaba y Estados Unidos encabezado por Donald Trump, la Unión Europea y casi toda América decidieron desconocer a Nicolás Maduro y reconocerlo como encargado. Si Guaidó se autojuramentó fue porque Donald Trump lo exigió. Así lo apoyaron posteriormente porque las encuestas colocaron a Guaidó a nivel de semidiós y en especial, porque nadie iba a contrariar al incendiario de Donald Trump.

¿Que Guaidó puede disponer de unos pocos fondos -del total- de una cuenta de Citibank? No es porque la Asamblea -con su período vencido- tiene un estatuto con el mismo peso jurídico internacional que este artículo, sino porque el presidente Joe Biden así lo ha decidido y ha girado instrucciones por triplicado para que eso pueda ser posible. Si el Banco de Inglaterra tiene el oro embargado, se debe a como dice el juez, porque su gobierno no reconoce a Maduro y tampoco la oposición puede venderlo o disponer de este. Así que volvamos al chat de whatsapp y a las reuniones semanales con los representantes de Joe Biden y los embajadores con los líderes opositores y centrémonos, precisamente, en lo que no hemos escuchado: una defensa a Juan Guaidó.

Bastaba con una simple declaración del vocero de la Casa Blanca para haber terminado con cualquier intento de resquebrajar la unidad general a principios de octubre. De hecho, una simple llamada del embajador a cada líder exponiendo la firme posición de Estados Unidos habría enviado a la basura cualquier intento de reforma. Pero hay silencios que hablaron en octubre, otros que dijeron mucho tras la primera votación de la Asamblea y en especial otros silencios que gritaron después de haber visto a Guaidó íngrimo y solo, tratando de salvar al interinato.

Si a esto le sumamos que el año pasado Estados Unidos dio un ultimátum a la oposición para que demostrara que podía sacar a Maduro antes de diciembre y cumplido el lapso, amanecieron negociando con este último y enviando a la oposición a elecciones. Si sumamos la filtración de la Casa Blanca de que Biden no se inmiscuiría en la remoción de Guaidó. Si sumamos la sorpresa de este y las declaraciones de su embajador en Washington por enterarse de últimos de la decisión de negociar con «el petróleo de sangre», pues matemáticamente uno más uno es igual a dos y lo que está pasando tiene la aprobación y el sello de la Casa Blanca.

Así que si el liderazgo opositor no es pendejo, nosotros deberíamos seguir la misma tónica que parece indicar el giro enorme que ha dado la política exterior estadounidense y la confirmación de que Washington quiere tener relaciones formales con Maduro, lo que luce evidente con su silencio y acción. Es decir, al no apoyar la continuidad legal de Guaidó está diciendo tanto, como con las negociaciones secretas con Maduro, la eliminación y rebaja de las sanciones, los permisos a sus empresas de extracción de petróleo, el intercambio de prisioneros, la liberación de tres millardos de dólares y haber enviado a la oposición a elecciones en 2024, existan o no condiciones.

Y esto nos lleva a la tercera consideración. Todo esto que estamos discutiendo, se encuentra en un espacio virtual cercano a la ficción. Me explico con un ejemplo: la mayoría de los venezolanos no pudo ver el Mundial de fútbol como el resto del mundo, porque la señal abierta o el pago mínimo de cable no permitía seguir más que algunos partidos que pudo comprar una sola emisora de televisión. Si esto fue el Mundial, los medios de comunicación existentes no presentan debate político alguno sobre lo que ocurre y en Youtube, quien desee ver algún debate lo primero que presenciará es la defenestración del interinato, por la corrupción y el inmenso caudal de medios en contra.

Pero hay algo aún más importante, la gran mayoría de los venezolanos en la calle desconoce lo que está ocurriendo porque ni tiene acceso a lo que decimos, ni quizás le importe ya. Si usted enciende un televisor en Venezuela, pensará que se encuentra en otro país, si enciende la radio intuirá que nada pasa porque todo está dedicado a lo superfluo o masivamente a lo maravilloso que es el gobierno de Maduro. Por lo tanto y nuevamente guste o no, la mayoría de los venezolanos de a pie desconoce este debate e incluso, la mismísima existencia de dos gobiernos y de los partidos políticos opositores. De allí que el debate sea entre minorías, porque la mayoría no sabe siquiera que la Asamblea paralela sigue existiendo.

Si usted observa las tendencias en las redes sociales se impresionará al ver el inmenso poder de Maduro, pero más aún la soledad de la oposición venezolana. Mientras escribo estas líneas observo como Juan Guaidó, en la soledad absoluta, trata de salvar desesperadamente lo poco que queda, tiene más de 2,6 millones de seguidores y su solicitud de auxilio político tiene poco más de 2.000 likes y la mitad de retuits, pese a que cientos de miles de personas vieron y leyeron sus comunicados. A su solicitud de expresarse en contra de la reforma del estatuto como medio de presión, le fue aún peor.

De allí a que veamos los últimos intentos desesperados, luego de utilizar el viejo truco de diferir el debate para ganar más tiempo, la mayoría obligó a hacerlo y el último comunicado antes de la votación reza así: «A esta hora persiste la decisión de eliminar el soporte institucional» a la vez que proponía que se nombrara a otro en su lugar para prorrogar el mandato del poder ejecutivo interino.

Este intento de nombrar a otro también lleva su truco -poco sutil- porque Guaidó viéndose ya perdido, apela a ganar tiempo como interino para hacer maletas hasta el 5 de enero dividiendo el consenso y la votación de Acción Democrática a la que supuestamente le tocaría la presidencia de la Asamblea y, por ende, la presidencia interina. Así Henry Ramos Allup, o quien éste designara tendrían la última palabra, salvando la presidencia interina y convirtiendo a alguien en el último presidente antes de las elecciones. ¿Podría ocurrir? Se trata de una manzana envenenada a la que ningún político con futuro electoral le daría un mordisco, pero en una Venezuela, donde el futuro electoral de muchos no existe, descartar semejante mala idea es siempre imposible.

Mientras escribo y están votando para eliminar del juego a Guaidó, reviso con curiosidad las portadas y portales independientes, encontrándome lógicamente con Pelé, pero a partir de allí leo sobre las tradiciones navideñas, el aumento del pasaje de transporte o presos políticos y dentro de las páginas políticas, la misma propuesta de que escojan a otro como presidente. Incluso en los que se sospecha como más cercanos no existe mayor referencia o presión y esto me indica de nuevo que esos silencios que gritan dejan poco margen a pensar otra cosa y no es otra que Joe Biden, la comunidad internacional que está corriendo a nombrar embajadores, así como los líderes opositores junto a los principales editores del famoso «quinto poder» llegaron a la misma conclusión sobre el fin del interinato.

En fin, sea la decisión que fuere, quien sale de la presidencia interina por la puerta trasera es Juan Guaidó, abandonado por todos sus apoyos, en un país que odia enconadamente a los que pierden. El ganador de todo esto es sin discusión alguna Nicolás Maduro, otro silencio que grita a los cuatro vientos: «Muchas gracias», porque no hay manera constitucional de eliminar una presidencia interina por más ficticia que esta sea, es decir, el artículo que dice que hay una vacancia en la presidencia y que esta le toca a la Asamblea no desaparece por arte de magia o la existencia de un estatuto y el silencio legislativo simplemente confirmaría a Nicolás Maduro como presidente de la República.

Pero vuelvo a decir que esa discusión les atañe a muy pocos hoy en día. No significa nada para Joe Biden, ni para Europa ni para los diez millones que se han marchado, contando aquellos que no son inmigrantes, ni refugiados por tener doble nacionalidad. No significa nada para los cinco millones de pensionados que cobran una miseria y que están pendientes del único gobierno que les paga, tampoco para los seis millones de hambrientos que reciben una caja de comida con la cara de Nicolás Maduro y mucho menos para los seis millones de empleados públicos y satélites gubernamentales que viven de la repartición de lo que queda del Estado.

He allí la única discusión y respuestas que hay que buscar. ¿Por qué todo terminó así para la oposición? ¿Por qué se quedaron sin apoyo popular? El resto, importa realmente poco a partir de hoy porque la Venezuela post Guaidó ya no tiene algo que ver con él y lo que debió hacer, sino con Maduro hasta el 2030.

31 de diciembre 2022

https://morfema.press/opinion/la-venezuela-post-guaido-por-thays-penalver/

 9 min


Roberto Casanova

Este libro, el más reciente del autor, se trata de una compilación de artículos y otros escritos políticos que, en su mayoría, publicó en el lapso de una década (2012-2022), advirtiendo que la obra no es un “cajón de sastre.” No es un montón variado y desordenado de textos, pues los reunidos poseen cierto carácter común – en cuanto a temática e intencionalidad, a perspectiva y argumentación, a emocionalidad y moralidad – lo que permite ofrecerlos como un libro orgánico. O casi. Su hilo conductor más general, filosófico si se quiere, es una visión de la sociedad que podría llamar humanismo liberal y cívico.

La vida de cada uno es encontrarse en medio de una circunstancia y tener que estar haciendo siempre algo para sostenerse en la existencia, escribió Ortega y Gasset. Resumió sus ideas en potentes frases, como: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.” Pues bien, el autor piensa que “mi vida soy yo y Venezuela, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Por ello, necesita alguna claridad sobre su circunstancia y sobre qué hacer en ella. En este libro compila parte de su búsqueda.

Casanova ha agrupado los textos en función de una idea clave: saber colocarnos vitalmente, en forma alternada, en dos “modos”. El modo rebeldía que, fundado en la dignidad que cada uno reconoce en sí mismo y en los otros, y que exige sea respetada por todos, nos debe conducir a persistir, con creatividad y coraje, en el enfrentamiento a la dictadura. El modo transformación que, orientado a dar forma a un orden social de libertad, prosperidad y solidaridad, nos debe impulsar a encontrar las mejores ideas y soluciones, y a ponerlas en práctica en cualquier contexto y en nuestras propias vidas, sobre todo, cuando hayamos acabado con la usurpación.

Dos temas destacan en los escritos aquí incluidos. El primero, asociado al modo rebeldía, es el problema de coordinación, problema que los sectores democráticos solo han podido resolver, ocasionalmente, en forma frágil y efímera. El segundo, relativo al modo transformación, es la creación de un centro político, necesario para alcanzar y adelantar los acuerdos que nos permitan enfrentar el desafío de dar forma a un nuevo orden político y económico.

Todos somos protagonistas de la historia venezolana y hemos ido aprendiendo que solo merecen la libertad los pueblos que están dispuestos a defenderla. Una invitación aparece reiteradamente en esta obra: elijamos la esperanza creadora.

El libro se adjunta como archivo anexo a esta breve presentación, elaborada con expresiones propias de su autor, Roberto Casanova.

 2 min


​José E. Rodríguez Rojas

A finales del año 2022 la inflación se desbordó rompiendo los pronósticos de las consultoras especializadas, pulverizando la mitad de la capacidad adquisitiva de los asalariados. No está claro si esta situación se prolongara en el nuevo año, pero es un mal presagio.

Las consultoras económicas y revistas especializadas acostumbran en los meses finales del año realizar estimaciones sobre el comportamiento de las principales variables macroeconómicas como los precios, los salarios y la producción agregada de bienes y servicios, medida a través del Producto Interno Bruto (PIB). Ello lo hacen para el año en curso y para el venidero. En este escrito nos concentraremos en el tema de los precios por la importancia que tienen para la capacidad adquisitiva de los trabajadores.

A finales del 2022 varias empresas consultoras acometieron la tarea mencionada tomando en consideración la información del Banco Central de Venezuela para el año que culminaba. Según estos datos la tasa acumulada del índice de Precios al Consumidor (IPC) hasta octubre se ubicaba en 119,4%. En función de ello varias consultoras estimaron que el crecimiento de los precios para el año 2023 podría estar finalmente en dos dígitos (80 a 98%) y no rebasaría el 125% en el peor de los casos. Entre estas organizaciones puede mencionarse al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB que estimó que la inflación del 2022 cerraría en 125% y proyectó la del 2023 en un 80%, considerando un escenario optimista..

Pero como veremos en los párrafos siguientes sus estimaciones se quedaron cortas dado el violento incremento de los precios en los meses finales del año mencionado. Uno de los primeros en alertar sobre el cambio de tendencia fue Asdrúbal Oliveros de la consultora Ecoanalitica quien indicaba, en declaraciones para el boletín Finanzas Digital realizadas a mediados de diciembre, que la inflación del 2022 terminaría en 200% a pesar de las expectativas a principios de año que indicaban que terminaría en dos dígitos. Para el 2023 el economista señalaba que las presiones inflacionarias continuarían elevadas pero que el escenario de un retorno de la hiperinflación estaba descartado.

El cambio de tendencia en los meses finales de año obedeció a que el gobierno relajó su disciplina fiscal y procedió al pago de bonificaciones que incrementó el consumo de los hogares y al final se reflejó en una fuerte devaluación que llevó el dólar a nuevas cotas. El precio dólar se ubicaba el 1 de noviembre en 9,03 Bs y culminó a inicios de este año rondando los 19 Bs. En otras palabras la devaluación en dos meses superó el 100%.

La posición de Oliveros sobre la hiperinflación no es compartida por el economista e integrante del Observatorio Venezolano de Finanzas José Guerra quien alertaba en declaraciones en Twitter, difundidas por el diario El Nacional, que un retorno de la hiperinflación era posible “si la tasa de cambio y la expansión monetaria se desbocan”. A juicio del economista “ambas situaciones están ocurriendo pues “La inflación de noviembre y diciembre así lo indican”.

En términos rigurosos en los meses finales del año tienden a realizarse elevados niveles de gasto que se traducen en un comportamiento al alza de los precios y del dólar. Ante esta realidad la estrategia de intervención del Banco Central en el mercado cambiario parece haberse agotado, como lo plantea el último informe de coyuntura del IIES de la UCAB. Sin embargo es probable que ello no sea representativo de lo que ocurrirá a lo largo del año entrante cuando pueden darse eventos que moderen la subida de la divisa americana. Lo que sí parece probable es que el año que se inicia se caracterizará por una elevada inflación, probablemente mayor a la del 2022, que rondará niveles cercanos a los de la hiperinflación como lo ha planteado Tamara Herrera directora de la consultora Síntesis Financiera

Sin embargo en los actuales momentos no se trata de realizar un ejercicio de futurología y centrarnos en discutir lo que sucederá en el 2023 sino de analizar lo ocurrido a finales del año pasado y sus implicaciones sobre los asalariados, en particular del sector público. En los últimos meses la inflación se ha desbocado así como sus brutales efectos sobre el salario de los trabajadores. Un funcionario del Estado que en octubre del año pasado ganaba 900 bolívares (equivalente a 100 dólares en ese momento) vio reducir su capacidad adquisitiva, una vez descontado el efecto de la inflación y el crecimiento del dólar, a la mitad, es decir 50 dólares a inicios del presente año. En tan solo dos meses la mitad de la capacidad adquisitiva de los trabajadores ha sido pulverizada por una inflación que luce desbordada.

Referencias

El Nacional. 2022. José Guerra advierte que Venezuela puede entrar en hiperinflación de nuevo. Diciembre 29.

Finanzas Digital Asdrubal.2022. Oliveros analiza el panorama económico para 2023: PIB e inflación. Diciembre 14.

Tal Cual. 2022. La economía venezolana en 2023 “pende” de una licencia. Noviembre 30.

Tal Cual. 2022. Fuerte devaluación de fin de año en Venezuela pone en duda proyecciones del 2023. Diciembre 30.

UCAB. 2022. Informe de coyuntura de Venezuela (Octubre). (Disponible en: ucab.edu.ve).

Profesor UCV

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Ignacio Avalos Gutiérrez

Tras unas cuantas semanas en las que distintos medios se encargaron de decirnos que había fallecido – seguramente usted ha oído hablar de la sociedad de la (des) información -, finalmente la noticia se hizo verdad: el penúltimo día del año pasado se nos murió Pelé, menos conocido como Edson Arantes Do Nascimento. Dio su último respiro en un hospital que lleva el nombre de Albert Einstein, vaya coincidencia, pues como escribió recientemente Juan Villoro, confirma la teoría de la relatividad: allí murió un inmortal.

La mascota del equipo

Supe de él en 1958, año en el que le tocó a Suecia ser la sede del Campeonato Mundial de Futbol. Durante todo un mes, el de junio, lo “vi” sentado en la sala de mi casa, con la oreja pegada al radio, oyendo la transmisión que hacía el periodista Felo Giménez, en vivo y directo desde Estocolmo, según presumía la emisora.

Aún tengo grabado en la memoria el partido final, celebrado entre el país anfitrión y Brasil, cuya selección incluía a un chamito de apenas 17 años, quien tuvo la desfachatez de anotar cinco goles, tres de ellos en encuentros previos, y dos contra los suecos, uno de los cuales quedó engavetado en mi memoria para siempre jamás. Así, quien al aterrizar el avión en tierras nórdicas parecía, por lo joven, ser la mascota del cuadro brasileño, paso a ser llamado muy poco después O Rey de Futebol.

Más tarde tuve la suerte de verlo, a propósito de un evento que se organizaba periódicamente, cada dos años, en Caracas. Se trataba de un cuadrangular que contaba con le presencia de los mejores equipos europeos y latinoamericanos. En esta ocasión pude mirarlo de cerca, desde las tribunas del estadio de la UCV, hasta donde me había llevado mi papá, quien no era muy futbolero que digamos, pero siempre supo comprender que la vida de su hijo transcurría alrededor del balón, a la vez que lo intrigaba qué diablos tendría de excepcional el tal Pele, capaz de generar en mí, semejante conmoción.

A Pelé lo encontré, entonces, más hecho como jugador, con un porte que lo alejaba del adolescente que mostraban las barajitas de mi álbum. Lo mire vestido todo de blanco con el uniforme del Santos, su equipo de toda la vida. Observándolo durante el calentamiento previo al inicio del partido, me vino a la cabeza un librito prestado por un amigo, en el que se explicaba que Pelé había nacido físicamente diseñado para ser futbolista, que cada detalle de su cuerpo, desde las orejas hasta las uñas del pie, respondía a las condiciones requeridas para desplegarse con la pelota a lo largo y ancho del campo. Mas allá de la seriedad académica del texto leído y de mi ignorancia en los asuntos que abordaba, a simple ojo de buen cubero yo intuía que los genes se habían encompinchado para producir al jugador que fue y nadie podía albergar la más mínima duda de que con el correr del tiempo sería, si es que no lo era ya, un grande entre los grandes del balompié mundial.

Dicho sin exagerar, no había cosa que no hiciera de manera especial, hasta insólita. Cabecear (media apenas 1.70), chutar con ambas piernas por igual, driblar, pasar, desmarcarse, en fin. Particularmente fue sobresaliente por su manera de amagar desde los movimientos de una cintura que parecía de goma, permitiéndole insinuar una maniobra, mientras realizaba otra que nadie sospechaba, ni siquiera sus propios compañeros.

México 70

Lo volví a ver, esta vez por televisión, en el Campeonato Mundial de 1970, con sede en México, comandando la selección brasileña, tal vez la mejor que haya existido en la historia del balompié junto, me parece, a la naranja mecánica holandesa de 1974, encabezada por Johan Cruyff.

A lo largo de los varios partidos disputados en suelo azteca, Pelé dejó la sensación de que cada jugada en la que intervino tuvo el toque propio de un mago, de cuyo sombrero sacaba una jugada que sorprendía a todos. Entre sus genialidades estuvo el que se considera el “mejor gol que no fue”, resultado de un doble amague ante Ladislao Mazurkiewicz, el gran portero uruguayo, que culminó con la pelota rozando el poste derecho, pero sin entrar en la portería

Su final en el Cosmos

Como han señalado diversos autores Pelé fue conocido mundialmente, gracias a las numerosas giras que realizaba con su equipo, El Santos, al final de las cuales volvía a Brasil y jugaba varios partidos del campeonato local

Como señala el sociólogo Pablo Alabarcés, fue tan famoso que, a finales de la década del 60, en una de las tantas guerras internas de la época colonial en África, en Biafra, en el viejo Congo, se firmó un armisticio para que todo el mundo pudiera ir a ver jugar a Pelé. El tema era que había que ir a verlo jugar al estadio, no había ni televisión, ni satélite.

Tal no fue el caso de Maradona, por ejemplo. La globalizacion y el desarrollo de nuevas tecnologias, permitieron que su carrera pudiera verse en todo el planeta con una frecuencia casi semanal.

Al término de su carrera con El Santos, Pelé se fue al Cosmos, equipo norteamericano, a fin de quemar sus últimos cartuchos, promoviendo el desarrollo del “soccer” en Estados Unidos. Supongo, igualmente que trataba de ganarse unos cuantos dólares, bastante más de los que se pudo guardar en el bolsillo durante toda su vida, pues en su época de oro el negocio del futbol no era ni la sombra de lo que represento luego y por tanto, el mercado internacional de piernas no funcionaba como en la actualidad. Además de que, por decisión del gobierno brasileño, el contrato de Pelé no podía negociarse, dado que su figura había sido declarada como “tesoro nacional”

Al currículum de Pelé no le falta nada importante, de lo que Google da buena cuenta. En la lista interminable de sus éxitos sobresalen, desde luego, los tres campeonatos mundiales que obtuvo con la camiseta verde amarilla. Imposible, así pues, no admirar a este gran jugador por sus hazañas en la alfombra verde.

Sobre gustos y colores no han escrito los autores, cierto, pero a pesar de ello me atrevo a mencionar, como los mejores futbolistas que yo he visto a Di Stéfano, Johan Cruyff, Maradona, Ronaldiho y, a la cabeza de todos, Pelé.

Posdata

No puedo terminar estas líneas sin señalar a manera de posdata, que me hubiera gustado que, fuera de la cancha, en vez de apagarlo, usara su poderoso micrófono para cuestionar a la dictadura brasileña de la década de los sesentas.

El Nacional miércoles 3 de enero de 2023

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Jesús Elorza G.

Todo era abrazos, besos, brindis a la media noche del último día del 2022 para darle la bienvenida al nuevo año. Recuerdos y lágrimas brotaban en aquellos que recordaban a sus seres queridos que hoy no los acompañaban. Otros por medio de las redes sociales establecían contactos con sus familiares que habían emigrado y hoy forman parte de la diáspora de más de 6 millones de venezolanos que han tenido que marcharse forzosamente del país. Padres, que en cada una de las doce campanadas sentían estremecer sus cuerpos por la soledad del hogar al no tener la presencia de sus hijos. Sin embargo, en todas las personas se hacía presente la esperanza de un mundo mejor. La esperanza, de ver salir al país de la profunda crisis que hoy vivimos. En el pensamiento de todos nosotros permanecen, con toda su fuerza, los problemas políticos, sociales y económicos que en el año que se va nos han transformado negativamente nuestro acontecer cotidiano. Problemas estos, que no solo se circunscriben al 2022, sino que se acumularon y profundizaron en los últimos 23 años y que hoy constituyen una pesada carga para el año nuevo.

El año que se va, al igual que las dos últimas décadas, por responsabilidad del régimen, estuvo lleno de más y peor inflación y alcanzamos ser el país de la más alta de nuestra historia y del mundo, tuvimos que soportar con inmenso dolor y lamento más hambre de nuestro pueblo, la pobreza creció dramáticamente y se ubicó, por encima del 85% de la población, siendo la extrema el 65% (personas que no tienen que comer y cuando lo hacen es una vez al día), la inseguridad personal y de bienes creció abismalmente y la delincuencia, uniformada o no, se hizo dueña a toda hora de las calles. Los hospitales públicos, fundamentalmente dedicados a atender la salud de los menos pudientes, están destartalados sin los más elementales equipos médicos y sin medicinas, no están en condiciones de atender las urgencias de la población condenando de a muerte a los pacientes que requieran de atención. Los centros de educación sufriendo su mayor calamidad y deterioro con alteraciones inadecuadas de los programas de estudios y profesores y maestros pésimamente remunerados con salarios de hambre. Las universidades públicas al borde de cerrar sus puertas porque el régimen les niega el presupuesto adecuado parar atender su responsabilidad académica y de investigación. Destrozaron a PDVSA que producía 3.500.000 de barriles de petróleo diariamente en 1998 y ahora está por debajo de 600.000. Acabaron con las fértiles tierras (las invadieron o expropiaron) que contribuían mediante la cría y agricultura a satisfacer la demanda interna.

La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, presentada por la UCAB, revela, de una desgarradora manera, que en el último año 500 mil niños y jóvenes quedaron fuera del sistema escolar, el empleo se redujo en 1,3 millones de puestos de trabajo y la pobreza extrema creció más de 8%. También aumentó la dependencia de la población de bonos y remesas. El desempleo abierto y el desalentado (es decir, el asociado a que no vale la pena trabajar por la escasa remuneración) alcanzan al 20% de la población, a lo que habría que añadirle 11% de subempleo visible (personas que trabajan menos de 15 horas). En Venezuela no hay donde trabajar y, además, el empleo vulnerable afecta a 57% de los ocupados”. Casi seis millones de venezolanos se han ido del país, la gran parte, en edades activas. También se está reduciendo el número de nacimientos, porque las potenciales madres también se han ido del país. Más allá de la migración, somos menos debido al aumento de los riesgos de muerte. Nuestros niveles de mortalidad infantil se asemejan a los que teníamos 30 años atrás (25,7 por mil) y, además, la esperanza de vida ha caído en 6,4 años. Los pronósticos previos a la crisis daban una esperanza de vida de más de 83 años para el 2050. Ahora se calcula en 76,6. Esto quiere decir que las generaciones que están naciendo en este periodo de crisis, van a vivir casi 3 años menos que las generaciones pre crisis, esto es muy grave.

Las respuestas del régimen, a esta crisis estructural han sido las mismas que dan los regímenes autoritarios y autocráticos: congelación de los contratos colectivos, creación de sindicatos paralelos, violación de la autonomía en el caso de las universidades, salarios de hambre, bonificación salarial, eliminación de los seguros HCM, la dolarización de la economía, salarios y pensiones en bolívares devaluados y la criminalización de las protestas.

Estos viejos problemas marcan al nuevo año. Sin embargo, al momento de pensar en nuestros deseos para el nuevo año al escuchar las “Doce campanadas, se hizo presente una esperanza común para todos “Por encima de las dificultades, la unión de los venezolanos hará posible recorrer el camino de Democracia y Libertad hacia la superación de este régimen totalitario”.

2023. La lucha continúa

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