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Andrés Cañizález

El metaverso del autoritarismo latinoamericano

Andrés Cañizález
En los regímenes democráticos o semidemocráticos, la existencia de otros poderes públicos, principalmente el legislativo, hace posible que haya una tribuna para desenmascarar la mentira oficial. Hay que sumar la existencia de medios de comunicación independientes, un potente altavoz para interpelar al poder, y el rol de las redes sociales en el caso de una ciudadanía sin temor de criticar a sus gobiernos.

Este sujeto El Aissami

Andrés Cañizález
Que Tareck El Aissami había caído en desgracia en la versión política venezolana de la serie Game of Thrones, ya lo sabíamos desde marzo de 2023. Su aparición pública este 9 de abril parece abrir otra etapa de la vendetta que se vive puertas adentro del chavismo.

Venezuela: Tres escenarios posibles para un año electoral que sigue sin definiciones

Andrés Cañizález

Venezuela se aproxima un nuevo ciclo electoral signado por la incertidumbre, la falta de condiciones electorales y el evidente desinterés de gran parte de la comunidad internacional sobre la prolongada e irresoluta crisis venezolana. Junto a esto, se evidencia una nueva oleada migratoria de venezolanos, que parece originarse por la combinación de condiciones socioeconómicas adversas y una desesperanza en torno a posibles mejoras individuales o la ausencia de una perspectiva de cambio democrático dentro del país.

Me detendré brevemente en las tres aristas mencionadas en el párrafo inicial, para luego presentar tres posibles escenarios electorales para 2024. En primer término, lo que define este tiempo, en relación con elecciones, es la incertidumbre. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) piden elecciones presidenciales en 2024, el régimen de Nicolás Maduro a través de varios referentes ratifica que sí habrá y los principales actores opositores están activados, desde ya con unas primarias de cara a escoger un candidato unitario. Todos parecen estar de acuerdo, pero no hay ni un calendario ni una fecha definidos, mientras que el Consejo Nacional Electoral (CNE, el ente oficial que organiza los comicios) está acéfalo por decisión reciente del propio chavismo y por tanto inoperativo, hasta nuevo aviso.

A esta falta de decisiones que ayuden a trazar una hoja de ruta, se suma la falta de condiciones electorales. Están sobre la mesa un conjunto de recomendaciones que hiciera una misión de observación electoral de la UE en 2021, pero no hay anuncios de si estas efectivamente se van a incorporar al sistema y al próximo proceso electoral. Están, además, las inhabilitaciones contra un grupo de candidatos opositores. Se trata de medidas administrativas, en su gran mayoría reñidas con lo que establece la Constitución, pero constituyen de facto impedimentos reales para que un aspirante inscriba su candidatura ante el CNE. Tanto las condiciones como las inhabilitaciones forman parte de negociaciones que ocurren de manera taciturna a tres bandas: gobierno de Maduro y gobierno de Joe Biden (con canales directos de comunicación entre Washington y Caracas); gobierno de Maduro y representantes de la Plataforma Unitaria, una suerte de herencia de la extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que llevó a la oposición a su más importante triunfo en las elecciones legislativas de 2015.

No hay, a fin de cuentas, aún un acuerdo claro y refrendado por todos los actores involucrados sobre cómo construir la ecuación elecciones y sanciones. El chavismo plantea que no irá a elecciones con sanciones, eso significa que primero Estados Unidos debería levantar restricciones económicas y comerciales, principalmente a Petróleos de Venezuela; el Consejo de Seguridad Nacional quien lleva la vocería en este caso, más que el Departamento de Estado, plantean un proceso paulatino de levantamiento de sanciones a cambio de mejores condiciones para que los opositores participen en 2024.

Todo esto ocurre en medio de un cada vez más notable desinterés de la comunidad democrática internacional sobre el devenir de Venezuela. Estados Unidos, UE y Canadá siguen presionando por elecciones, pero sin encontrar eco entre países de América Latina. Colombia y Argentina, que en determinados momentos asomaron intenciones de jugar un papel más activo han pasado a ser invitados en las iniciativas de otros, como quedó en evidencia en la reunión de Bruselas, al margen de la Cumbre UE-CELAC, donde la voz cantante entre los jefes de Estado presentes en ese petit comité la tuvo el francés Emmanuel Macron. Brasil, entretanto, con el regreso de Lula da Silva y su abordaje sobre Venezuela parece más enfocado en sacar rédito interno, para su país (por ejemplo, con el tema energético), y para la internacional anti-EEUU, que en construir una salida democrática que favorezca a los venezolanos.

Posibles escenarios en esas elecciones de 2024.

1) Unos comicios no competitivos. El chavismo sabe que si abre cualquier compuerta de libre elección esto se revertirá en su contra y por tanto antes de las elecciones usando diversos artilugios descabeza cualquier opción política con chance de ganarle. Finalmente concurre, como en 2018, una oposición leal que no podrá en riesgo la continuidad de Maduro en el poder.

2) Unos comicios semi-competitivos. Como parte de su proceso de negociación con EEUU y la UE, el chavismo accede a quitar inhabilitaciones a algunos actores opositores y no a otros, con el fin de dividir a sus adversarios, y abre la puerta para que algunos líderes nacionales independientes se presenten en los comicios, sabiendo que un voto disperso le podría mantener en el poder, siendo la principal minoría.

3) Unos comicios competitivos. En este momento es el escenario menos probable, y necesariamente debería estar precedido de un quiebre o fisura en el estamento político-militar. La transacción planteada por la Casa Blanca de condiciones electorales a cambio de quitar sanciones funciona. La candidatura más votada en las primarias de la oposición se inscribe en las elecciones presidenciales, y esto consolida una sólida movilización ciudadana que tiene un objetivo claro: elecciones. En el transcurso de esa campaña electoral, diversos gobiernos de América Latina le ofrecen protección y/o asilo a quienes saldrán del poder, como garantía de que acepten los resultados.

Mi pronóstico es que sí habrá elecciones en 2024. El régimen de Nicolás Maduro como cualquier autoritarismo que concurre a unos comicios hará todo lo que esté a su alcance para perpetuarse en el poder, por tal razón veo con más posibilidades de ocurrir a los escenarios 1 o 2, según transcurran las negociaciones con Washington. Un elemento preocupante, en cualquier escenario, es que tal vez muchos países y organismos internacionales -agotados por la falta de salidas democráticas- terminen validando como legítimas unas elecciones que no lo sean del todo, básicamente para “pasar la página” en relación con Venezuela y terminar asumiendo que, a fin de cuentas, Nicolás Maduro ocupa el poder después de que tuvieron lugar unas elecciones.

31 de julio 2023

https://www.cadal.org/publicaciones/articulos/?id=15341

¿Qué esperar de 2022?

Andrés Cañizález

Esta es una mirada personal de lo que estaría por venir en este 2022 en Venezuela. ¿Cambios políticos? No hay señales. ¿Avance económico? Lo más probable es que se trate de una pequeña apertura. Lo que sí es seguro es que habrá que gestionar acciones sociales para una mayoría que escapa o sufre por la necesidad y el hambre.

Recién inicia 2022. Como he hecho en otras ocasiones, en este espacio que me brinda El Estímulo, hago un ejercicio de lo que son mis pronósticos, mi mirada personal sobre el nuevo año, siendo –como soy- un venezolano viviendo en Venezuela.

Comienzo este ejercicio prospectivo, sin asumir que tenemos una bola de cristal para pensar el futuro común, desde lo que puede resultar lo más decepcionante.

El estatus quo político no va a cambiar

No hay ninguna señal, ninguna, de que el régimen de Nicolás Maduro esté debilitado, boqueando como se dice popularmente. El gobernante venezolano, ilegitimo, pero teniendo el poder fáctico, se encamina a permanecer otro año en el poder.

Las elecciones regionales, en las que Maduro logró colocar figuras de su confianza para gobernaciones y alcaldías, y que tuvieron observación internacional y no fueron descalificadas del todo, terminaron por representar un triunfo político del madurismo.

La campaña electoral, por otro lado, dejó en evidencia que Maduro simbólica y paulatinamente se ha deslastrado de la figura de Hugo Chávez, y al mismo tiempo ha logrado reducir el poder de Diosdado Cabello.

A lo externo, en 2021 el chavismo logró profundizar la fragmentación opositora. No se ven señales de que en 2022 haya incentivos para que el propio estatus quo opositor sufra un remezón significativo. Creo que, por largos meses, el país permanecerá observando a un Juan Guaidó y acólitos con respaldo de Estados Unidos, eso se traducirá en el manejo de activos y poder financiero, pero a lo interno la figura del joven exdiputado seguirá debilitándose, a menos que se aplique un cambio radical de estrategia.

Otras figuras opositoras, como Henrique Capriles o María Corina Machado, no se ven con capacidad para conectarse con una mayoría del país, más allá de los seguidores que ya tienen, pero que no terminan de ser mayoritarios.

Obviamente la esencia de la política es lo impredecible, y podrían ocurrir en 2022 situaciones totalmente inesperadas, pero comenzando el año no se ve con claridad un escenario de cambio. Al contrario, podría ser un año en el cual el poder establecido goce de un período de tranquilidad.

El protagonismo social será clave

El desmontaje paulatino de las políticas sociales del Estado, por parte de un chavismo que está enfocado no en hacer un buen gobierno, sino en permanecer en el poder, se traducirá en mayores niveles de desprotección social para la mayoría de la población venezolana.

No se avizora en Venezuela una reducción de la pobreza o la desigualdad. Para que ello ocurriera, necesariamente, requeriríamos de un gobierno usando los recursos del Estado para alcanzar tales fines. No es el caso del chavismo. La agenda depredadora que observamos, entre quienes ocupan el poder, no tiene incentivos para hacer algo distinto en 2022. El madurismo buscará, en primer término, seguir lucrándose y enriqueciéndose con la crisis.

El éxodo de venezolanos proseguirá en los próximos meses. No hay razones para pensar que pueda ser diferente. En 2022, Venezuela superará a Siria como la peor crisis migratoria global, tal como señalamos en un artículo anterior en El Estímulo.

Ante tal escenario, desde mi punto de vista, en este año será clave el protagonismo civil, social, para aliviar el padecimiento de millones de venezolanos. Activistas y organizaciones de la sociedad civil protagonizarán iniciativas buenas para canalizar una ayuda humanitaria creciente, por parte de la comunidad internacional, así como acciones propias pensadas para aliviar el sufrimiento que padece una mayoría amplia.

La economía mejorará, pero la recuperación será larga

Varios economistas, que son dignos de mi respeto, han coincidido en señalar que el proceso de caída libre que ha traído la economía de Venezuela en los últimos años se detendrá en 2022. Ni de lejos eso puede interpretarse como que el país se arregló. Eso, en este momento, es una quimera.

Tras varios años de caída libre, en materia económica, que tengamos en 2022 un mínimo crecimiento es sin duda una buena señal. El tamaño de la economía venezolana, la que teníamos en 2012, no se recuperará posiblemente en varios años, al menos que se tomaran las medidas correctas. Pero ya saber que se detuvo la caída, a mi modo de ver, es una buena noticia, especialmente para quienes vivimos en el país.

En el camino de la recuperación económica, que igualmente luce como un sendero incierto, influirá decididamente la política, a fin de cuentas, las decisiones que tome el régimen de Maduro.

En este año el chavismo se transformará por completo en capitalismo. Esta, que no es otra cosa que una predicción, me la lanzó en los primeros días de 2022 un chófer a quien conozco por largos años, dado que con frecuencia me presta servicios para traslados especialmente cuando viajo dentro de Venezuela por vía terrestre.

Está por verse si habrá en este año una apertura completa en materia económica, en la línea de lo que viene sucediendo especialmente en los meses de 2021.

Lo cierto del caso es que muchos productores, industriales, comerciantes venezolanos están cada vez más decididos a seguir adelante con sus actividades, pese a las adversidades y sin esperar que el gobierno haga o decida. Y eso, estoy seguro, rendirá frutos en 2022.

9 de enero 2022

El Estímulo

https://elestimulo.com/que-esperar-de-2022-en-venezuela/