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Carlos Raúl Hernández

El retorno de los brujos 2030

Carlos Raúl Hernández

Hemos vivido y seguimos viviendo la era de la ingeniería social, la acción consciente y reflexiva para incidir en las relaciones, la estructura y la vida de la sociedad desde centros de decisión, particularmente del Estado. El concepto nació en los EE. UU durante el siglo XIX y lo desarrolló en el siguiente Karl Popper con su monumental obra La sociedad abierta y sus enemigos (1945), donde sostiene que hay dos ideas antagónicas de la ingeniería social. La que la concibe como atributo ínsito de las élites revolucionarias para implantar “la nueva civilización”, “cambiar de raíz la humanidad”, “la marcha de la historia”, y otros modestos objetivos, llamada ingeniería social holística. Ella permitió que hasta finales del siglo XX gran parte de la humanidad estuviera regida por regímenes totalitarios que fracasaron. Esa ideología la había instaurado Marx, y su resultado, el socialismo-comunismo que consideraba “inevitable”, daba derecho a los revolucionarios “representantes el bien y la justicia”, para tomar el poder por la fuerza, por las armas, sin consultar y destruir “la vieja sociedad”. No necesitaban aprobación para eliminar las formas explotadoras de vida creadas durante milenios: la propiedad, la democracia, la libertad, la religión, los partidos, los sindicatos; y asaltaban el cielo para implantar la educación revolucionaria, la nueva moral, destruir la familia burguesa y establecer tiranías para “hacer la revolución” y crear “el hombre nuevo”.

El valor en plata de la retórica se aprecia en que luego del triunfo bolchevique, se elige una “constituyente” con la conocida prédica mística jacobina: el pueblo sagrado,” la voluntad popular, el nacimiento de una nueva nación; pero como perdieron ridículamente (25%), Lenin se pasó por el bigote los “derechos imprescriptibles y disolvió aquel monumento de la soberanía. En el extremo antagónico se coloca la ingeniería social fragmentaria que usa las reformas parciales como elemento para el mantenimiento de la sociedad civilizada, en diálogo permanente con ella. El derecho, la división político territorial de los países, la soberanía, las instituciones, las políticas públicas, fiscales y monetarias, son producto de decisiones estatales que dan forma a la sociedad moderna. Parte de la presencia del Estado para crear, mantener y mejorar la convivencia en la combinación de socialdemocracia y liberalismo político y alguien decía que la única forma de que este último se efectivo en la política real es la socialdemocracia. Los liberales, están aherrojados a la existencia de tres poderes públicos independientes, a diferencia del anarcoliberalismo, los libertarios, anarquistas “de derecha”, utópicos que aspiran a una sociedad carente de Estado, un sinsentido absoluto que no entiende muy bien lo que dice.

Quienes llegan al poder se colocan entre estructuras de gobierno, y por partidarios de la democracia amplia, la libertad y la economía abierta que sean, ejercerlas, desregular la economía, imponer la competencia y mantener todo en funcionamiento, es posible por la acción del Estado incluso en sentido hobbesiano. La sociedad autorregulada sin gobierno es una supra utopía compartida por el marxismo clásico, anarquistas y anarcoliberales. Hoy surge un totalitarismo suave y gradual. Quien quiera asumir una tarea de Sísifo, leer la Agenda 2030, enfrentará un texto frío como un pescado, burocrático, sin vida, frente al que la mente se distrae y huye recurrentemente. En los momentos que se logra la casi inasible concentración, se toma la mano de una criatura muerta, formado por 17 “objetivos” que por su inexpresividad, vacuidad e infantilismo no merecerían ni siquiera discutirse ¿Quién podría estar en desacuerdo con desterrar el hambre, “la desigualdad”, “preservar la naturaleza”; con agua potable, alimentación suficiente y balanceada, viviendas cómodas, educación gratuita y de calidad para todos, y que plantas y animales crezcan como en el jardín del Edén?¿O con que la humanidad sea un jardín con ríos de leche y miel en abundancia.

Redactado por adultos curtidos, la única razón de ser de un texto así es presentarlo como un rebaño de pieles de oveja. Por eso muchos gobiernos y personas creyeron firmar una declaración anodina más, como los precursores Objetivos del Milenio, y nadie, salvo sus maquiavélicos propulsores, deben haberla leído. Pero en sus 169 metas, redactadas también de manera que su lectura podría llevar al suicidio por desesperación a una ostra, se plasma una cantidad tal de esperpentos que parecen la versión escrita en un sanatorio mental de 1984, Un mundo feliz y Fahrenheit 451. Es la Agenda para marchar hacia la distopía, en pos de un mundo suavemente totalitario, y su consigna parece emanada del hermano mayor orwelliano, “no tendrás nada y serás feliz”. Se propone cambiar el mundo sin violencia, sin amenazas, ni provocar oposiciones, un texto “que se hace el muerto para coger zamuro vivo” y lo logra magistralmente hasta ahora. La imposibilidad, inanidad, inocuidad, aparentes de la Agenda están concebidas para que los lectores la firmen entre bostezos. La burocracia posmoderna de las Naciones Unidas consigue una carta aval para presentarse en todos los rincones del mundo, como en escuelas de los caseríos del estado Cojedes, en las que fija carteleras que favorecen la pederastia e informar sobre el advenimiento de 43 “géneros”.

Más pública sería imposible y no es una conspiración, sino una decisión bien presentada y concebida con maestría política. Es una nueva constitución global, por encima de las nacionales, que permite a los burócratas reglamentar y administrar la libertad y la democracia en el mundo, meterse en la cama de la gente para decirles qué es correcto y qué no, o que el sexo con niños está muy bien si ellos consienten. Esta supra constitución 2030 está ejerciendo paulatinamente el gobierno en Europa y decide que las fresas del sur de España no deben producirse, ni varios cultivos holandeses mientras comienzan a desterrar la ganadería, a destruir represas para restaurar los bosques, así como producir “energías limpias” y autos eléctricos que pueden ser más bien Frankenstein (volveremos sobre esto) La agenda tiende al regreso de sociedades confesionales, anatemas contra las heterodoxias, con temas que no se pueden discutir, so pena de excomunión (antaño cárcel o muerte) y muerte civil. Eso revela que, pese al avance científico técnico, la tendencia al fanatismo y la superstición permanecen invariables en la condición humana Ese retorno del oscurantismo llama cancelación y negacionista, el mote posmoderno para la antigua herejía.

Todo saber científico nace polémico y Darwin escribió que “la única manera de cerrar un debate científico es mantenerlo abierto” pero el ambiente castiga la discusión sobre las tesis canónicas posmo. El progresismo indujo a creer que los fenómenos climáticos, propio de todas las edades del planeta por millones de años, es producto de la acción del hombre en la sociedad industrial, la “antropogenia” del “calentamiento global”, pese a que hay un amplio contingente de científicos que desmienten esta teoría, a los que los medios llaman “negacionistas” y por lo tanto eliminan del debate público. Montañas de estudios sobre la violencia demuestran que 80% de las víctimas de asesinatos son hombres (sube a 93% al incluir las guerras), pero se hace predominar la impresión de que hay una matanza masiva de mujeres; 74% de la violencia de parejas es entre homosexuales masculinos, 21% entre parejas hetero y apenas 5% entre parejas lesbianas, pero las investigaciones que lo demuestran están silenciadas por “negacionismo de violencia de género”. Pese a la montaña de evidencia científica sobre la necesidad de ingerir proteínas animales, lo que hizo posible la evolución del cerebro de los homínidos al hombre, la Agenda 2030 busca atrofiar la producción y el consumo de carne, para producir “carne artificial”, así como proyectan producir proteínas de los insectos, todo traducido en grandes negocios free.

La cancelación surge en las entretelas de las instituciones para lisiar el sistema de vida democrático. Los incorrectos o negacionistas merecen menoscabar sus expresiones, cátedras, pensamiento, a nombre de la democracia de lobbies fanáticos: hipersexualistas, animalistas, ambientalistas, pederastas, usurpadores del feminismo. Una religión laica inmisericorde, con 17 mandamientos sin perdón, para todo aquél que no sea y no haya sido progresista, que cazadora de culpables. Cicerón se refirió a la damnatio memoriae, dañar la memoria, incluso en las lápidas de los cementerios. Una especie de calvinismo redivivo, un puritanismo que viene a rescatar de la perdición hetero a una sociedad rendida por la tolerancia católica. Estos neocalvinistas dan risa y sobrecogen con sus autojustificaciones para castigar males inexistentes o residuales, que reviven en su imaginación: patriarcalismo, misoginia, transfobia, plumofobia, homofobia, gordofobia y demás imbecilidades, expresión de graves desarreglos emocionales en quien las profiere. Higinio Marín, un teólogo español, demuestra conocer la condición humana, cuando dice que “quien gobierna lo que debes decir, gobierna también lo que debes pensar, lo que debes desear y lo que debes sentir; y está modificando los patrones humanos de fijación del deseo”. Ya se prohíbe la seducción, y la heterosexualidad es casi delictiva para los lobbies. En la Londres de Winston de 1984, el amor estaba estrictamente prohibido y solo se podían tener relaciones sexuales mecánicas sin ese componente perturbador.

@CarlosRaulHer

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Carrera de sacos

Carlos Raúl Hernández

Como en la novela de Juan Rulfo unos fantasmas intrigan contra otros fantasmas que deambulan sin saber que lo son, en una zona espectral, tierra de nadie entre la vida y la muerte. Juan Preciado viaja por las inmensas soledades buscando a Pedro Paramo, su padre y pregunta por él a un carretero que se consigue en el camino, pero que también estaba muerto mucho tiempo antes y resulta igualmente hijo de Pedro Páramo. Si las voces furtivas que traía el viento de Comala pertenecían a espíritus que vagaban en la tristeza de sus sueños irrealizados, traiciones, dolores, amores perdidos, en la nueva versión los ecos de ultratumba hablan de la asamblea legítimaaaa, “si o siiiii”, ya falta pocooo, colaboracionistassss, alacraaaanes, gobierno interinooo, cuántos millones me tocannnn. Es el burlesque espectral de un presidente que nunca existió, el vicepresidente, sus adulantes, estrategas y las correspondientes intrigas cortesanas. 2019, “el año que vivimos en peligro”, suena demasiado remoto para la memoria de espíritus que no quieren recordar. Decían “solos no podemosss”, imploraban a Trump que asfixiara económicamente a los venezolanos, que invadiera, pero misteriosamente no notaban el detalle: tenían el poder en las manos.

Como Bruce Willis en su clásico Sexto sentido, no se daban cuenta de que en el mundo real el gobierno estaba dispuesto a dar pasos atrás si le otorgaban garantías necesarias. Y no se trata de alguna “sutil” hermenéutica que hicimos entonces, sino de lo que declaraban los líderes del PSUV en los periódicos, obviamente por mandato superior. Tampoco sabían las implicaciones de pedir el quiebre de las instituciones, a lo que seguiría, según sus deseos, intervención de los marines o “del TIAR”. Un grupo humano que no se da cuenta de eso, merece el destino que le correspondió. La ausencia de sentido de la realidad y de integridad les hacía desear que en el país lloviera muerte y sangre, no café. El gobierno estaba dispuesto a negociar en condiciones adversas, con un adversario que contaba con casi 80% de la opinión a su favor, pero con 100% de torpeza. Difícil de olvidar un hecho por su extravagancia: ante la propuesta de negociar del gobierno, un ciudadano, famoso por participar en todas las burradas de los últimos 40 años, al que para su perdición escuchaban los “interinos”, lanzó la frase histórica: “solo negociaremos con Maduro qué comerá en el avión del exilio”.

Las “generaciones” de 1998 y 2007 fracasan, después de intentar las memeces más estrafalarias, insurrecciones civiles, calle y más calle, hora cero, golpes de Estado, invasiones extranjeras, parodias como Gedeón. Decidieron que “estaba cerrada la vía electoral” para unas elecciones en las que a su favor podían estar 7 de cada 10 votantes, acompañados por 58 países y el gobierno de EE. UU. Evidentemente “no había condiciones” pero dentro de sus cabezas. Finalmente se dedicaron a aquello para lo que si tenían: descomponerse, contorsionarse, como figuras de Howard Lovecraf o Romero Ressendi. Los del 2007 ya desde esa fecha habían caído en las manos de quien se recordará como su maestro en las artes de tener supercamionetas, “beber 18” y corromperlos. Mefistófeles, a la sazón gerente de un medio de comunicación y uno de los principales responsables de los veintitantos años de fracaso. Luego de boicotear una negociación en Santo Domingo favorable para sus propios fines, se abstienen en 2018 y dedican 2019 a toda suerte de animaladas y a pasear por el país, diría André Bretón, “como ratones en un ratódromo”, sin salida, porque seguían negados a ir a elecciones, nuevo y terrible gazapo que pagamos los venezolanos.

A partir de ahí vinieron los carnavales de Sodoma, Gomorra, Babilonia, Monómeros, Citgo, el oro, las cuentas corrientes confiscadas a Venezuela, puestas en manos de los aprendices de brujo por “matraca e’ loco”, su bienhechor. Si alguno de ellos tuviera, cariño por el sentido común, otra historia se contaría, pero conociéndolos, seguramente no sería de éxitos ¿Se imagina Ud. si “matraca e´ loco” volviera a ganar las elecciones en 2024, ¿dónde se meterán? El fracaso no tiene padres y los responsables del engendro interino, para asombro de quienes presencian el show, hoy disertan con fingido desprecio contra “los abstencionistas” y “radicales”, en la suposición de que la ciudadanía es amnésica. Luego de las euforias populares de 2015, cuando el país les entregó el alma, y de 2019, cuando volvió a hacerlo, quienes confiaron ayer hoy recusan a los responsables de tan estúpida tragedia. Se atraviesan los escombros de su propia destrucción y tampoco pueden hacer algo fructífero. En los debates de agrupaciones “alternativas” se aprecia que no hubo jamás mayor divorcio con las preocupaciones, necesidades y demandas de la gente común; viven en un mundo distinto de la realidad, en sus propias creaciones imaginarias que tienen sin cuidado a la gran mayoría.

El año pasado asistí a intercambios con un grupo de amigos dirigentes políticos sobre qué hacer frente al proceso electoral de 2024. En ellos dominaba la idea de convocar elecciones primarias para escoger el candidato de la oposición. Ante quienes tuvieron la amabilidad de oír mis desacuerdos, expuse que me parecía conveniente comenzar más bien por agrupar todas las fuerzas posibles, e iniciar un proceso intenso y extenso de recorridos por el país para recuperar la atención y la moral de combate de la ciudadanía. Citamos los ejemplos de la Concertación chilena, que lo hizo pese a espeluznantes odios internos empapados de sangre, y de Chávez, quien abrió un saco donde cupieron desde Douglas Bravo hasta Jorge Olavarría; pero no fueron útiles, porque no se valoraba la conveniencia de incorporar las otras oposiciones. Expresé que después de dos años de movilización a fondo por el país, a lo mejor –a lo mejor- no serían necesarias primarias y podría concluirse en otro método. Dudé y dudo de este método en períodos de indiferencia popular, porque si son cerradas, crean el problema político-comunicacional de reducir la participación, si son abiertas se hacen vulnerables desde afuera y recordé la experiencia de Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez.

Ante la idea de buscar entre media docena de métodos prácticos para escoger “el candidato”, uno que acercara factores y no dividiera de entrada, alguien afirmó, para dejar “constancia histórica” de su certitud “que si no son primarias tendrá que ser por carrera de sacos”. Me sentí estúpido por comprender en ese momento –y tarde- que no existía un ente al que podía llamarse oposición, que razonaba sin darme cuenta sobre una raza extinta y que lo correcto era hablar de oposiciones en plural. En meses posteriores otros invocaron la figura de lo que podemos llamar outsider endógeno, un extraño outsider que saliera de ellos mismos y las pasarelas se llenaron de aspirantes a ver si les calzaba la zapatilla de cristal. Un amigo cargaba la lista con cincuenta y tres precandidatos, contando aspirantes y outsiders. Pero no es lo mismo llamar al diablo que verlo, el outsider apareció entre centellas y truenos y varios se congelaron de miedo y asombro, porque, al parecer, las primarias terminarán cortando el pescuezo de los creadores, como Robespierre y la guillotina. Los datos conocidos dicen que entre 10% de los electores decididos a votar en las primarias, 83% lo harían por inesperadísimos outsiders.

Alexander Solzhhenitsyn en su novela Un día en la vida de Iván Denisovich, cuenta una extraña historia. Iván estaba dedicado febrilmente a la construcción. Desde muy temprano talaba madera, aserraba, lijaba, hacía tablas perfectamente simétricas, fundía hierro para hacer clavos y cuando se enfriaban, se concentraba en la gran estructura de madera. Luego picaba piedra y hacía mezcla para los muros de mampostería, todo con un energía desenfrenada e inagotable. Los demás prisioneros no entendían por qué se entregaba con tanto esfuerzo a construir la cárcel donde pagaría condena de diez años por un error judicial. Ganar las primarias legitimadas por el CNE hubiera sido el mayor éxito imaginable para el in-outsiderr aunque no se diera cuenta, precisamente por ser investido contracorriente, y un sorpasso catastrófico para los partidos promotores del evento. Y lo del CNE haría que Sherlock Holmes arrugara el entrecejo ante un crimen en el que todos son sospechosos, incluso las víctimas.

Ante la merienda unos se declaran vencedores (“te lo dije”), otros responden con vaselina sobre al affaire del CNE, particularmente los devoradores de alacranes, a los que el gobierno les quita un problemón de encima. Desde el año pasado rueda la posible renovación del CNE porque el gobierno piensa que su fracción podría ser canonizada más rápido que mi tío bisabuelo José Gregorio, llegó el momento de bajarlos de la nave espacial y cómo hubiera sido muy escandaloso suspender las primarias ante la emergencia del Gólem, todos de la mano optaron por complicarlas, convertirlas en “una merienda de canadienses” y espero que @JeanManinat no proceda contra mí por xenofobia, racismo (fascismo, heteropatriarcalismo, transfobia, misoginia, disforia, antitrasversalismo, anorexia y bulimia), etc. La merienda ya comienza porque un connotado miembro de la comisión de primarias anunció que serían autogestionarias (modelo yugoeslavo) y otro aboga por el consenso (modelo cubano).

@CarlosRaulHer

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Sociología de los totalitarismos

Carlos Raúl Hernández

Entre los totalitarismos de “derecha” e “izquierda” del siglo XX, hay demasiados claro oscuros que dificultan diferenciarlos y la teoría académica, en ocasiones inventa diferencias radicales entre ellos. Eso no corresponde a la realidad sino a la orientación política o ideológica de los autores para concluir que hay totalitarismos malos (Hitler) y totalitarismos buenos (Stalin). Algunos incluso niegan que la categoría misma de totalitarismo sea válida, para no afectar sistemas políticos de su agrado. Aunque no podemos aquí adentrarnos en esta controversia, las investigaciones conducen a la siguiente hipótesis: entre nazismo y comunismo es difícil hallar diferencias institucionales o éticas y más bien tienen demasiados puntos en común, que se ignoran deliberadamente. Gracias a la obra del insospechable historiador marxista Isaac Deutscher sobre la revolución soviética, y del no menos monumental británico Alan Bullock sobre el nacionalsocialismo, puede concluirse que son hermanos gemelos. La diferencia consiste en que uno murió trágicamente en la segunda guerra por el suicidio invasor de Hitler y el otro 40 años después, de muerte natural.

Pero si Trotsky y su ultrosa revolución permanente se impusieran a Stalin y al socialismo en un solo país, probablemente la URSS hubiera corrido suerte parecida. Solo sé de horrores en ambos totalitarismos sin virtud y no veo diferencias entre los que murieron en genocidios o torturas a nombre de la raza superior y los que lo hicieron a manos de conserjes de la clase obrera. El laborioso estudio de Ernst Nolte sobre el fascismo italiano, enseña que Mussolini fue apenas un primo de la familia integrada por Hitler, Stalin, (Mao, Pol Pot, Fidel). Hace ya algún tiempo me convenció de eso un trabajo de Francesco Filippi quien paradójicamente hace un gran esfuerzo para incluir a Mussolini en las grandes ligas del crimen político sin lograrlo, -no sé si llega a Triple AAA- titulado irónicamente Mussolini hizo también cosas buenas. No logro ubicar “dictadores buenos”, pero Il Duce termina pareciéndose más bien a Vargas, Perón o Velasco Alvarado y no corre en las 500 millas de Indianápolis con los mencionados. En la segunda década del siglo XX es el ascenso del ogro antidemocrático bifronte de izquierda y de derecha, el bolchevismo internacional, el fascismo-nacionalsocialismo, con varias paradojas.

Una es que se identifican a Hitler y Mussolini bajo el termino fascismo, aunque son diferentes y otra es que el “escuadrismo”, la política en manos de aporreadores de calle, la practicaban entonces por igual la izquierda y la derecha revolucionarias y era “lo normal”. Durante el ascenso nazi había unos cinco millones de militantes armados y uniformados sueltos en las calles, los freikorps: el Frente Rojo de Combate, la Liga de Lucha, la Orden de los Jóvenes Alemanes, Bandera Imperial, Frente de Hierro, Cascos de Acero, las SA. Casi todos los partidos tenían sus propios paramilitares para sobrevivir en aquel mundo feroz. Por mucho tiempo me valí de la explicación de Gramsci, complejísiimos vericuetos de historicismo y lucha de clases, “nueva etapa del capitalismo”, conflictos entre la fracción industrial y los terratenientes. Hoy lo veo menos complicado, como la confrontación entre dos extremismos y el triunfo de uno. Aunque el término “estado totalitario” es creación de Mussolini, él nunca pudo acercarse a las exquisiteces de sus pares.

Definir el fascismo se complica porque no hay ninguna política económica específicamente suya y el dirigismo, el centralismo y la estatización que practicaron sus líderes era bastante parecida por no decir idéntica a la de sus oponentes “de época”. Eso hace que el propio Keynes, quien formaliza la teoría del intervencionismo, elogie a Mussolini y lo califique de keynesiano. Mussolini a su vez dice que “el fascismo concuerda enteramente con Mr. Maynard Keynes, a pesar de su supuesta posición liberal. De hecho, su excelente y breve libro, El fin del laissez-faire (1926) puede servir como un útil resumen de la economía fascista y no hay nada que objetarle y mucho que aplaudir. Son premisas fascistas químicamente puras”. Roosevelt ejerce un autoritarismo estatista blando que monopoliza las decisiones sobre economía y deseca al Congreso, al extremo que recibió un particular elogio. El periódico nazi Observador Popular, destaca que Roosevelt adopta el pensamiento nacionalsocialista en sus políticas económicas y sociales y celebra “el estilo de liderazgo del presidente Roosevelt, compatible con los principios del führer”.

San Mahatma Gandhi aconseja a los judíos “invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran de sus países. Si ellos quieren ocupar sus casas, váyanse de ellas”. Tampoco el ejercicio despótico del poder es patrimonio del fascismo, sino de otras formas de dictadura tan o más crueles. Tal vez lo que se parece más a un elemento definitorio del fascismo es esencialmente el escuadrismo, la violencia callejera, paramilitar, parapolicial o civil contra los demás partidos, corrientes u opiniones, más allá de que lo ejerza la izquierda o la derecha. Es lo que sugirió Umberto Eco en un conocido ensayo. La idea de impedir con cachiporras y aceite de ricino la difusión de las ideas de los oponentes. Hoy lo tenemos desde 2011 en España durante los prolegómenos de Podemos, y Pablo Iglesias lo presenta como una “forma nueva de democracia” de su creación. La nueva modalidad es acusar a mansalva de “fascistas” y de “extrema derecha” fuerzas que están muy lejos de serlo, Partido Popular y Vox, que nunca han encabezado tumultos contra personalidades públicas y que las han soportado con paciencia asiática.

Los denominados escraches, impiden presentaciones de libros, espectáculos, conferencias, “cancelan” personas, usan ferocidad verbal, y degradan personalmente a sus víctimas. Pablo Iglesias: “los escraches son mecanismos democráticos para que los responsables de la crisis sientan… sus consecuencias” y “los escraches han democratizado el debate político al interpelar a las élites. Son el jarabe democrático de los de abajo”. Juan Carlos Monedero, “adelante: el escrache es democrático”. Yolanda Díaz: “los escraches son la única arma que tienen los que sufren la crisis para defenderse”. Irene Montero “escrache no es acoso. Es interpelar a los diputados para que hablen con nosotros”. Ahora las cosas se dieron vuelta, que no tienen los besos del electorado, la semilla se multiplicó y comenzaron a recibir sus bumerangs. En 2017 grupos ultra de España 2000 se plantaron frente a la casa de la vicepresidenta de las cortes valencianas, Mónica Oltras, cantando el himno nacional y ella declaró que “se organizaba el fascismo”.

En 2018 una turba usa contra a Pablo Iglesias el jarabe democrático y lo obliga a huir de la presentación de un libro en Barcelona; junto con Irene Montero sufrieron repetidos repudios frente a su casa en Galapagar. Pablo Echenique con la delicadeza intelectual y de espíritu que lo caracteriza, dijo que la sangre que sacó una pedrada de la ceja de una diputada de Vox “era Kétchup”. Hace un par de meses echaron a Montero de una asamblea de trabajadores en Murcia, acusándola de “parásito y vende obreros” … “¡sois un peligro para la mujer y para la infancia!”. Los integrantes de un grupo izquierdista llamado Frente Obrero, un par de años atrás escracharon a Pablo Iglesias y a Monedero, impidiéndoles intervenir en un foro en la Universidad Complutense. Hace unos días organizaron una especie funeral simbólico a las puertas de las cortes, coronas y ramos de flores “con motivo de la muerte de Podemos”, según declaró el joven ultroso Fermín Turías. Las velas alumbraban fotografías de Iglesias, Montero, Monedero, Belarra, Rodríguez Pam, Echenique, toda la plana mayor. Una de las tareas del nuevo gobierno debe ser desterrar el “fascismo” de la política y regresarla a la convivencia competitiva.

@CarlosRaulHer

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El Cafetal: razón, pasión, verdad…

Carlos Raúl Hernández

Según Max Weber, ejercer ciencia social y política al mismo tiempo obliga a inclinarse frente a una de las dos, porque la primera busca la verdad y la otra, votos. El autor distingue ciencia de lo que llamamos ideología, el conocimiento (episteme) que filtra las ideas por un complejo laboratorio intelectual, de las opiniones (doxa) que aunque generalizadas, carecen de validez conceptual. La doxa, idea común, ideología asociada a prejuicio, tiene valor provisional solo mientras indica un camino para la reflexión que la confirma o desecha. La “teoría” de Marx son toscas preconcepciones que él no testea, no examinar si la realidad las niega y mete a la fuerza en el carril. En las elecciones españolas, el electorado votó por PP y PSOE y con precisión quirúrgica borra a Podemos por su poscomunismo, pero ellos concluyen que eso ocurrió porque no fueron suficientemente radicales. Alguien decía que cincuenta sabios no convencen a un idiota. Las clases medias, líderes sociales, administran la doxa y procesan la política con lo que el humor local llamó el síndrome “doñita de El Cafetal”: dictaminar sobre fenómenos complejos con simplismos, prejuicios, emociones y horror, cuya esencia es la lucha entre el bien y el mal y el maniqueísmo metodológico imposibilita comprender, caso de Marx.

Los contemporáneos de Weber, como su paisano Leo Strauss, no captan su revolucionario descubrimiento para la ciencia social, la neutralidad valorativa, porque era una ruptura demasiado drástica con la mentalidad de una época militante, muy teñida ideológicamente. Rechaza también a Karl Popper y señala más o menos escandalizado que Weber está cerca del nihilismo, y como un predicador, que la humanidad requiere de valores, “porque de lo contrario es libre de hacer cualquier desmán”, adoptando la lógica de la teología, la religión o la ética, paisajes distintos a la ciencia. La tesis de Strauss puede sonar bien pero su práctica no tanto. Dos casos son los memoristas europeos que rescribieron la historia de España con base en la leyenda negra, a la que nos hemos referido en esta columna. Y el estalinismo, que hizo la “historia proletaria” parte esencial del prolekult. Ahora surge el presentistmo, que enjuicia el pasado desde perspectivas seudo éticas actuales “de género”, étnicas y demás gafedades. Un ejemplo absolutamente contrario de esos batiburrillos ideológicos lo dio Time en una de sus últimas ediciones del lejano 1999, cuando escogió al hombre del milenio.

Se pensaba que estaría entre Colón, Leonardo, Magallanes, Armstrong, Einstein, Newton, Galileo, Darwin, Cervantes, Pasteur, u otro de esos epítomes de la ciencia y la cultura, pero el escogido fue un inesperado e incorrecto guerrero, Gengis Khan: la magnitud inconmensurable del hombre que comenzó como jefe de una familia entre miles en las estepas de Mongolia hasta crear el mayor imperio conocido, con China, Turquía, Irán, Irak, Turkestán, media Rusia, y creó el pasadizo para que Marco Polo viniera de occidente. En esa época bárbara, se recuerda su trato sofisticado y cálido hacia las mujeres, que narra la Historia secreta de los mongoles y se aplicaba en eso porque uno de cada doscientos humanos lleva hoy su sangre. La guerra de Ucrania es otro laboratorio útil para explicar el síndrome de El Cafetal. El megapoder de la alianza contra Rusia, crea un efecto comunicacional que hace casi imposible para las clases medias (consumidoras de prensa) digerir la avalancha de desinformación para saber lo que pasa. Que Ucrania y OTAN, por ejemplo, perdieron la guerra desde el primer día, porque para derrotar a una potencia nuclear no basta revolotear en sus fronteras, sino que necesitas una guerra ídem, pero del resultado nos enteraríamos en el otro mundo. Eso no lo entienden en el boulevard.

A Putin la divinidad lo premió enfrentándolo a los políticos más mediocres que conocen dos siglos y no a Mitterrand, De Gaulle, De Gásperi, Andreotti, Churchill, Helmut Kohl, Golda Meir o Billy Brand. En vez de Thatcher tuvo a Sanna Marin, caída heroicamente en la arena durante un feroz match de perreo. Las clases medias manejan sus epistemes profesionales, pero dictaminan sobre la política, disciplina fuera de sus áreas, porque son brillantes obstetras, ingenieros, arquitectos, abogados, pero no conocen sus entretelas, aunque crean lo contrario. Vale tanto la opinión de un microbiólogo sobre la guerra de Ucrania, como la de un ingeniero sobre trasplantes de válvula mitral. La política es un espacio intelectual doblemente especializado, pero según Gaston Bachelard, nos topamos banqueros, barberos o taxistas dados al “profetismo social”. No hace mucho un biólogo me argumentaba que su metódica disciplina para obtener el Ph. D lo aventajaba sobre políticos ignorantes para dirigir el país. Le comenté “que el presidente de todos los biólogos de Venezuela, los entomólogos, taxistas y neurocirujanos, es un político, siempre ha sido así y probablemente siempre lo será”.

Hace poco, fastidiado, dejó el país y debe estar en la República de Platón, gobernada por sabios. En algún momento se decía que “el país necesita un gerente”, pero también se fueron y el que cumplió la profecía duró 48 horas. La política es un arte, el oficio superior de los humanos, y requiere saberes enormemente complejos porque debe tomar actuar sobre situaciones en desarrollo y sobre la marcha. Por lo tanto, no es científica, y cada decisión es un reto al destino que combina voluntad, aptitud y azar, la Fortuna maquiavélica. Los políticos modernos se apoyan en estudios de economistas, politólogos, sociólogos, investigadores de opinión y marketing, y deben consultar antes de decidir, pero a veces las circunstancias no permiten deliberaciones profundas; y las respuestas deben ser convenientes, y con frecuencia en el peligroso límite de la verdad. Cuando hay tragedias colectivas, por ejemplo, terremotos, crisis con plantas nucleares, los gobernantes están obligados a dosificar la verdad para impedir males mayores, “mantener la calma” y administrar la gravedad de la situación.

Imagínese qué hubiera pasado si en la crisis de Fukushima, el gobierno declara “la verdad” (“esta vaina está a punto de explotar y no quedará ni el gato”) El hombre de acción debe apoyarse en el conocimiento, pero sus circunstancias son irrepetibles y por eso las experiencias pasadas que citan los científicos sociales son solo ilustrativas. La acción práctica altera la realidad, la red de fenómenos reales, lo práctico inerte que llama Sartre en Crítica de la razón dialéctica, e introduce elementos nuevos de consecuencias indeterminadas, porque solo hay previsibilidad científica en sucesiones de acontecimientos cuya monotonía probada permite formular leyes generales (el agua hierve a 100 grados, se congela a 0, V=E/T, el día tiene 24 horas, el cometa Haley…) En la política, por el contrario, las consecuencias son probabilísticas, azarosas y entra en acción el arma de rayos de la sabiduría política: la intuición, conocida como “olfato”, la versión ampliada del sentido político, que con frecuencia es contraria a lo obvio-convencional, al “cafetalismo”.

“Ver lo que todos ven y pensar lo que nadie piensa”. El sociólogo alemán Ulrich Beck intenta estudiar científicamente los imponderables y elaboró una teoría científica del riesgo, mientras a la vez marca distancia relativa con la tendencia de los sociólogos a ver el mundo como el reino del mal. Intenta aplicar el conocimiento al lado oscuro de la luna, a calcular lo imprevisto para “aislarlo y reducirlo”, para saber que está ahí y puede asaltarnos. De esta disciplina se nutren las empresas actuales y ha surgido desde, un lenguaje que se ha hecho común, Plan B, control de daños, siniestralidad, hasta las escaleras de emergencia en los edificios. Distingamos. El hombre que va con su familia en un auto a 180 k/h, corre un riesgo, pero ellos están en peligro. El primero es voluntario; el otro no. La sociedad moderna suaviza peligros seculares, la enfermedad, el hambre, la violencia, pero los riesgos permanecen porque la naturaleza es competitiva. Un político que no previene riegos es insensato, carente de sentido común, irresponsable, sacrifica la suerte de sus seguidores. Es el padre de familia, o la madre, que van a 180 k/h

Pero quienes llevan dos décadas cometiendo neuróticamente el mismo error, resaltemos de 2014 a 2023 (salvo participar en las elecciones de 2015) siguen haciéndolo sin despertarse y según las probabilidades, son goofies, no van a parar y no son confiables. Como en una comedia surrealista, después de 23 años ni siquiera espabilan para reivindicar el desastre provocado. Deberíamos aprender sobre “la contradicción de Platero”: la vida de un burro sirve para enseñar castellano. ¿Podrá alguna vez el burro ser caballo? Para estupefacción arguyen su “trayectoria de luchas”, emulando al médico que pone en su curriculum los 23 pacientes que se le murieron. Otra mojiganga, la justificación histórica para no rendir cuentas: “hicimos todo lo que pudimos”, “no podemos solos”, ni acompañados por “la alianza más grande de países desde la lucha contra Hitler”. Eso lo llama Weber crear la ilusión retrospectiva de causalidad. Los protagonistas que escriben su experiencia con decoro, Churchill, De Gaulle, Trotsky, Gramsci, Tony Blair, Shimon Peres, Mandela, cuetan aciertos y errores, seguramente maquillados, pero quienes pretenden vitaliciamente arruinar la existencia de los demás y reivindican con orgullo una secuencia de desgracias que destruyó la política, y revelan una fatuidad que difícilmente sobreviva ¿Qué dirán las doñas de El Cafetal?

@CarlosRaulHer

Sor Isabel Natividad o las trampas de la fe

Carlos Raúl Hernández

El 29 de mayo Pedro Sánchez convocó elecciones y tendrá en teoría dos caminos que trazan futuros antagónicos. Uno, el PSOE regresa al centro y gobierna con el PP, un viraje dramático que implica deslastrarse del fentanilo posmoderno, de quienes leyeron Sartre sin tener grado de bachiller, de la pederastia, el debate político sobre la regla, “el derecho al orgasmo”, y dedicarse a impulsar cambios económicos para sacar España del acantilado. Demuestra ser un hábil táctico para mantenerse en el poder. En desacuerdo con la abstención del partido en las cortes de 2016 para abrir paso a Mariano Rajoy, renuncia a conducirlo y luego a la diputación, arranca de cero, para regresar espectacularmente en 2017 a la secretaría general. Subestimarlo sería un error. Anticipa las elecciones para congelar disidencias en su partido, la eventual discusión de su liderazgo o primarias internas y mantiene el control para asegurar a sus amigos en el parlamento, porque, dicen los españoles “fuera de la política hace mucho frío”. Veamos algunos números electorales del domingo 28. El Partido Popular saca 7 millones de votos, 31,53%, y el PSOE 6.3 millones (28.11%), una ventaja de 761 mil (3.4%).

El PP mejora en 9 puntos con respecto a 2019, casi dos millones de votos, mientras el PSOE pierde 1 punto, 388 mil. Isabel Natividad Díaz Ayuso, el zenith del proceso con cerca de 1 millón 600 mil votos, 47.5%, casi triplica a su inmediato seguidor y tiene mayoría absoluta para gobernar, mientras desaparecen Ciudadanos y Podemos. El primero, un partido de futuro-anterior brillante (Bernard Shaw decía que le “importaba tanto el futuro de un hombre como el pasado de una mujer”) con las puertas abiertas del status, pero hace tiempo desahuciado por dos más que errores, traiciones: ayudan a defenestrar a Rajoy por “viveza. Y lo intentan con Ayuso, entonces su aliada, con una conspiración en la Asamblea de Madrid para revocarla y mientras ella escribe el decreto disolviendo la cámara -cómo Sánchez hoy- Ciudadanos en otra oficina escribe con la oposición el voto de censura-destitución contra ella, que llega 23 minutos después de disueltos. Coppola hubiera intercalado las dos secuencias entre los truenos de Caballería Rusticana de Mascagni y Sofía Coppola desplomada al final en brazos de su padre, con un tiro en el pecho. Los resultados hablan de la fortaleza del PP y del PSOE porque, aunque oscila el péndulo, preserva a los socialistas, pese a que lesionaron el tejido conjuntivo de la sociedad, económica, moral y culturalmente.

Fuenteovejuna fue precisa con el bisturí: extirpó a Podemos, liposuccionó a Vox hasta 10% y mantuvo firme la base del PSOE, luego de que abandonara el hogar “con un extraño de pelo largo”. No tuvo una caída catastrófica y los electores desde abajo replantean el bipartidismo, mientras Feijóo y algunos factores de poder lo hacen políticamente. En el triunfo del PP confluyen virtuosamente el sentido político, la intuición de Alberto Núñez Feijóo y el carisma polimorfo y arrollador de Ayuso. Hay que prevenirse de las inquinas que trafican con el odio a la presidente de Madrid, en la tónica disparatada de “Ayuso ganó porque es una madrileña típica” (salvo en un mundo de idiotas, eso sería un defecto en Kabul o Kamchaka pero no creo que en Madrid). Almas en el purgatorio de la envidia asocian la marea azul con trumpismo mayamero, porque Díaz Ayuso despierta pasiones, pero sorprende que su peor enemigo sea la comparsa feminazi, seguramente porque no se victimiza, se abrió paso en un mundo masculino, rudo y no necesitó cuotas.

El feminazismo debe cuidarse de ser yeyuno-parlante. Un ejemplo esplendoroso de lo que los españoles si rechazaron en las urnas, lo revela Emiliano García-Page del PSOE, presidente de Castilla-La Mancha, quien obtuvo su tercer triunfo y no sucumbió a la debacle general, por desmarcarse enfáticamente en su gestión de las extravagancias de Podemos y el independentismo. Esto debe balancearlo bien Sánchez para escoger sus aliados porque a sectores de izquierda no progre les resulta intolerable un nuevo pacto Frankenstein y pueden convertirse en votantes del PP. Ya Italia, harta de barbaridades progres, escogió a Giorgia Meloni. Pero Felipe González, líder histórico de la apertura, se ocupa de Venezuela y no de la viga que tiene en el ojo. Una médium transilvana que se comunicó con Iglesias desde ultratumba, presenta una desesperada tesis: que Sánchez “encabece un frente de izquierdas” “progre”, una especie de noche de los muertos vivientes, aunque el licitante ya no aporta ni su coleta, pero le serviría para salvar su diputación y sobrevivir.

El vecino de Galapagar quiere olvidar varios misterios dolorosos de Sánchez: que planificó meticulosamente con Yolanda Díaz el asesinato de Podemos y no les da un minuto para recuperarse, ni siquiera a ella. Así puede vampirizarlos, aprovechar la crisis y convencer a los muertos vivos de “detener a la derecha” y votar al PSOE. Sánchez, a diferencia de Iglesias, está derrotado, pero no destruido y con su poder mediático-económico podría entrabar la gobernabilidad del país, porque Comú Podem, Izquierda Unida, Compromis y otros nacionalismos no se descalabraron. La recomendación de Iglesias es que boicotee la solución de los problemas y más bien los profundice y si el PP gobierna con Vox, podrán agitarán el fantasma. Denunciarán las políticas de austeridad necesarias: reducir impuestos y desestatizar, eliminar cargos públicos sobrantes, neutralizar leyes ideológicas locoides. Núñez Feijóo propuso al PSOE apoyar en cada autonomía al candidato que llegó de primero en la elección, idea que recuerda el Pacto de la Moncloa.

Pronto Sánchez debería anunciar su ruta. El PP quiere alianza con PSOE, porque los cambios necesarios requieren gobernabilidad y neutralizar chantajes y la alianza con Vox anuncia una feroz ofensiva “contra el gobierno de extrema derecha”. Bajo los efectos devastadores de la guerra en Ucrania, la UE exige recortar las ayudas a los países miembros, entre otras, 10 mil millones de euros de apoyo al consumo energético El Premio Nobel de medicina Albert Szent-Gyorgyi, definió el pensamiento creador como la capacidad “de ver lo que todo el mundo ve y pensar lo que nadie piensa”. En principio la división del mundo en izquierda y derecha me parece una avilantez, sobre todo cuando la democracia y la libertad de expresión se fugaron de Europa, los cheerleaders de la economía de mercado son Xi-Jinpin y Putin, los del estatismo proteccionista, Biden y Trump. En España y Europa la taxonomía política la hacen los medios y no la realidad. Por motivos meramente hermenéuticos o semiológicos, sin relación con la evidencia histórica o política, ser de izquierda (Stalin), es “ser bueno”, mientras ser de derecha, (De Gaulle), es “ser malo”.

Es una maniobra comunicacional ubicar al Partido Popular en la “derecha”, mientras apoya la Agenda 2030, el programa más radical del siglo XXI, que aspira el merey de cambiar la naturaleza humana, a la izquierda del Manifiesto Comunista. El triunfo del triunfo del PP está en lo que trasmiten sus máximas figuras, Feijóo y Ayuso, y reverbera por la organización: un gallego cálido-inteligente-capaz y una talentosa-dulce- fuerte sex simbol. No el feroz lobo Alfa y sus doñes regañones y malhumorades de Podemos. A Vox, conservadores moderados, los kamaradas los califican de “extrema derecha” y “fascistas”. Pareciera que el PP estudio detenidamente a la oposición venezolana para saber qué no hacer. Es cierto que los líderes de Vox son demasiado pasionales ante el micrófono y el PP aspira que suavicen el tono antes de una eventual entrada en el gobierno, pero defienden principios universales de occidente: los países deben tener control sobre la migración y respetar la propiedad para que la economía funcione, sin perjudicar gente al confiscar viviendas.

Qué hay dos sexos biológicos, pero la sexualidad adulta es libre, y cada uno puede acostarse con una licuadora si es su deseo, pero no imponerlo a los demás. La seducción es una maravilla de la cultura más sofisticada y no acoso, y las mujeres no son seres oprimidos y dolientes, sino líderes de la sociedad. Hay consenso social en que tiene derecho de creerse un micro hondas, pero no para obligar a que otros calienten café en su barriga. Hacer de los niños sujetos sexuales “con consentimiento” es un crimen, y hay que enseñarlos a defenderse del bullying para que no sean papanatas en el futuro y puedan decidir sus vidas. Hay una marea roja de locura, imbecilidad e ideologías posmodernas, aunque sea redundancia, que alimentan grandes chorros globales. Megaempresas, medios comunicación, multilaterales, gobiernos de países avanzados, partidos políticos, conforman lobbies asalariados para derivar movimientos totalitarios.

@CarlosRaulHer

Hasta la vista Frankenstein

Carlos Raúl Hernández

España pasea por un colapso económico-social, obra de la desopilante coalición PSOE-Podemos, y si volvieran a ganar, sería un naufragio crónico-recurrente como el argentino. Al Partido Popular tendrá enormes complejidades para sacarla del abismo, como a Giorgia Meloni, de flexibilidad, inteligencia y valor para lograrlo con el apoyo europeo. El consorcio ibérico Ferrovial se pira a los Países Bajos, donde la deuda pública está en baja, las variables económicas bajo control sin peligro de crack. Pero sicópatas totalitarios pretenden darle órdenes de quedarse a ver si quiebra, un triunfo “contra la burguesía. Luego de los brillantes gobiernos de Felipe González y Aznar, desde 2008 el despilfarro dispara la deuda pública, cuadruplicada hoy de 400 mil millones a 1 billón y medio de euros. Con Sánchez, España ingresa al club de los más endeudados del planeta y lo encabeza en la Unión Europea, con crecimiento económico 0. No se recupera de la pandemia, ni de los efectos de la guerra de Ucrania y puede llegar al punto de no pagar sueldos y pensiones, amenaza grave para la existencia del Euro y que no requiere solo ajustes, sino revertir estos cinco años desquiciados. Pero no hay razones para sorprenderse y hasta las palomas conocían la curva del neocomunismo- populismo, menos los tarúpidos que la trazaron. En 2008, Europa se modernizaba había dinero abundante para derrochar, pero a partir de la crisis financiera, en vez de de austeridad, España se endeuda para despilfarrar más. La quiebra de empresas destruía 10% de empleo privado, pero la irresponsabilidad oficial contrata 150.000 empleados públicos, pagados con impuestos, más deuda, sustracción recursos a la inversión en servicios, e inflación.

Más créditos para funcionar que hipotecan y empobrecen al país. En los días de esplendor, las acreencias eran moderadas, 35% del PIB, un cuarto de la actual (130%), y ante la amenaza a la existencia del euro, el Banco Central Europeo rescata España, Portugal, Italia y Grecia, “compra”-perdona la deuda en 2012. Como un amigo rico, asume la hipoteca, las vacaciones, el carro, el colegio y las tarjetas de crédito del derrochador. Luego Mariano Rajoy en 2015 la reduce relativamente con respecto al PIB, pero faltaba mucho, había que continuar los cambios y lo defenestran, luego de que libra a España de ser Grecia. Pedro Sánchez es presidente provisional desde junio de 2018 hasta enero de 2020, con Podemos en la calle, la bestia rugiente del populismo “indignado”. Luego de las elecciones de noviembre 2019, Sánchez pacta con el Diablo, entrega el alma por la investidura, 167 a 165 votos y se alía con todo bicho de uña y pezuña: anticapitalistas, antiespañoles, Podemos, PNV vasco, Esquerra Republicana, ecosocialistas, exterroristas y mete cocodrilos en la piscina. Alfredo Pérez Rubalcaba, dirigente histórico del PSOE, habló del “gobierno Frankenstein que pondría en jaque la integridad de España. Esa alianza de ultras realiza su desvencijada agenda, y los resultados son envilecimiento de la vida política y entropía social. Una perspectiva de eggs-head universitarios, sin sentido de la realidad, librescos, fanáticos, culturalmente primitivos, inventan problemas que no son, empeoran los que son y quienes no comparten sus alucinaciones son parásitos, ladrones, heteropatriarcales, tránsfobos, o cualquier otra ocurrencia imbécil.

Aumentan el salario mínimo en 50%, a 1080 euros, no por incrementar productividad y los dividendos, sino por populistas, con la consecuencia universal: si suben los costos de las empresas y bajan las ganancias, se reducen la inversión y la contratación. Antikapitalistas, su fin es la bancarrota de empresas y celebran que por primera vez en la historia española, se crean más empleos improductivos públicos, que en las empresas. A diferencia del resto de Europa, no se recupera del ingreso familiar en la post pandemia, pero si la tasa de inflación más alta de la UE. La ruina la pregonan los datos: 70% de los hogares, siete de cada 10, gasta más de lo que gana, no producen lo suficiente para vivir. De estos, casi la mitad consumen sus ahorros y se endeudan, clase media arruinada, rasgo propio del populismo. Para 2022, las familias redujeron su consumo básico en 25%. Y como en todo Frankenstein progre, la inflación reduce el salario e incrementa la riqueza de los dueños de activos, los ricos. Eso hasta la cubanización cuando los desequilibrios devalúen los activos y los ricos se empobrezcan, quedando “la casta”, la nomenclatura, que se beneficia porque el alza de precios aumenta la recaudación. La saña contra las familias se plasma en el impuesto sucesoral más alto del mundo, 81%. España es la última en Europa en creación de empleos y la primera en ruina de la clase media, aunque anda en redes una sopa de murciélago que pretende camufla la contratación burocrática como “empleo”, siendo un costo improductivo que paga la sociedad con impuestos e inflación.

El antikapitalismo quiebra a los trabajadores “autónomos” (emprendedores) y microempresarios. Los que producen 630 euros al mes pagan más de 40% de impuesto, para desnucarlos como pollos. En Francia, Alemania y Portugal estos pagan impuesto cero para estimular que la gente se gane la vida por su cuenta, con más razón si no hay puestos de trabajo. Un elevado componente de gasto fiscal en Europa son las pensiones de retiro, por las dinámicas demográficas de la sociedad moderna: envejecimiento, déficit de natalidad y bloqueo ideológico para enfrentarlos. La edad más frecuente en la población española es 43 años) en el ten top de las más altas “modas” etarias de los desarrollados. Además, 20% de la población es mayor de 65 años, hay 125 personas mayores de 65 años por cada 100 menores de 16. Pero la fresa de la torta: mientras el salario mínimo es de 1080 euros, las pensiones son de 1300. Encima la alta inflación se come los fondos de pensiones, lo que conocemos muy bien. Según los expertos, en pocos años, cuatro personas en edad de trabajar tendrán seis pensionistas a su cargo y decimos personas en edad de trabajar” y no “personas trabajando, porque 40% de los jóvenes está en paro, y la explosiva tendencia lleva a que cada dos trabajadores sostendrán a cinco pensionistas, tema sobre el que escribo desde hace varias décadas. Si España no entierra el sozialistsch con su fiebre impositiva que ahuyenta a los kapitalistas y fomenta el desempleo, va para Atenas o Buenos Aires. El presidente Macron tuvo el coraje de asumir el costo político de diferir la edad de jubilación (apenas) dos años y aplastar a las mafias, no de sindicalistas, sino de vividores sindicales, que creyeron asustarlo con un bochinche pirómano.

Para enfrentar los retos, envejecimiento, seguros, pensiones, salud, educación, y los trágicos efectos de la guerra, desindustrialización, fuga de empresas, precio de la energía, alto presupuesto militar, destrucción de la clase media, España tendría que cumplir condiciones, dos de ellas con dificultad 10 y la tercera, aberrante. 1) Desde el crecimiento cero actual, llevarlo a 34% al año 2) Incrementar la tasa de natalidad, la más baja de Europa, y crear empleos para ellos 3) Mantener estable la esperanza de vida, hoy la tercera más alta del mundo, para que no colapse el sistema de retiro. La herencia de los burros sozialistsch destruye la industria inmobiliaria. El alza de tasas de interés, la mayor desde que existe la zona Euro, hace crecer la cuota mensual de un crédito standard para vivienda de 150 mil euros, desde 532 a 778 euros, y casi imposibilita adquirir una. Esta cofradía de marimondas totalitarias comete desde crímenes graves: ley para que malvivientes y okupas confisquen casas de la gente normal, corrompen el oficio político, el erario público, invaden la vida privada, el hogar y hasta las camas de la gente; corrompen la evolución natural e íntima de los niños y su maduración existencial, fomentan las crisis de identidad, la pederastia; profanan tumbas para la falsificación stalinista de la historia. Y perpetran mamarrachos ridículos: la “Ley trans”, la “Si-es-si”, beneficio para mil abusadores sexuales, cursos para aprender a masturbarse, sobre “nuevas masculinidades”, “sexo no binario”, “sexualidades fluidas”. Cuestionan premio de una media maratón femenina “por machista”, hacen escándalo porque la mayoría abrumadora de mujeres prefieren amarse con un hombre que tocarse solas, y piden una cuota de gordos en la política. Viví la revolución con intensidad y entendí que sus impulsores se dividían en dos ramas: tiranos crueles, e ideólogos ingenuos-inútiles, pero nunca éstas marimondas burlescas.

@CarlosRaulHer

Nada por lo que pedir perdón

Carlos Raúl Hernández

“… la obra de España en América, más que una empresa fue una misión…del pueblo español que se volcó a estas tierras con lo mejor que tenía, su cultura y su fe”. J. M. Bergoglio, Provincial jesuita en Argentina

El historiador argentino Mauricio Gullo contesta con una carta al pintoresco reto de López Obrador al rey de España para que “pidiera perdón” a México. No recibió respuesta, pero si casualmente una paliza con fractura y heridas en febrero de este año. Al terminar la entrega, los agresores le dijeron “es un regalo de tus amigos”, seguro los aztecas, que definió antropófagos en la carta y después libro, que titula este artículo. La leyenda negra es un tosco tejido de manipulación de hechos y falacias: la expulsión de los judíos en 1492, la Inquisición criminal, el vejamen a los indígenas, convirtiendo temas de estudio histórico en politiquería y a quienes repiten sosadas, en “izquierda” y “progre”. A los judíos los expulsan de España en 1492, pero la leyenda negra lo cuenta casi como una extravagancia histórica, mientras en otros países los abrumaban de mimos, caramelos y templetes populares. Cuenta la historiadora de Salamanca, Ana María Carabias, que a partir del siglo XII los expulsan de Roma, del reino visigodo, del Al Andalus, Inglaterra, Parma, Lituania, Polonia, Austria, Milán, Navarra, Provenza, Brandeburgo, Túnez, Nápoles, Baviera, España, y de Francia cuatro veces.

Los linchaban en pogromos y acusaban de envenenar las aguas; en Rusia zarista, de complot para someter al mundo, el Protocolo de los sabios de Sión, y luego en la Unión Soviética. La intolerancia religiosa de todos contra todos, es un rasgo esencial en la historia de Europa y odiaban a España porque una mezcla de razas inferiores, visigodos, árabes y judíos, dominaba el mundo. Sin desmedro de su coraje, en las películas, libros y documentales, Lutero es un héroe cercano a la santidad, aunque, entre otras minucias, ordenó masacrar a sus partisanos cuando en el huracán de sangre que creó, las guerras campesinas alemanas, peligraba la vida de los príncipes. Escribe “…contra las hordas asesinas y ladronas, mojo mi pluma en sangre, sus integrantes deben ser aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto y públicamente, por quien quiera que pueda hacerlo, como se mata a perros rabiosos”, lo que costó la vida de ciento cincuenta mil campesinos. Es promotor de la leyenda negra al servicio de los príncipes alemanes contra Carlos V.

Organizó la primera campaña publicitaria en sentido moderno, más de 3 mil panfletos e imágenes antiespañoles, apoyado por el grabador Lucas Cranach y la imprenta. Juan Calvino, para María Elvira Roca sicópata y tirano terrorista según Stefan Zweig, eliminó 1% de los habitantes de Ginebra en época paz, en castigo por cantar, beber, bailar, besarse, o usar colores vivos. Asesinó con sadismo infernal al sabio Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, teólogo protestante, médico, matemático, por defender la tolerancia, la libertad de expresión y que ningún gobierno debía imponer la fe, ideas tomadas por Locke, Hume y Voltaire. En una mínima y oscura mazmorra, dormía sobre sus propios excrementos entre ratas e insectos, y solo pedía agua. Carabias dice que, para igualar proporcionalmente el record calvinista, la inquisición tendría que haber asesinado un millón de personas cada siglo. Entre 1562 y 1598 fueron las guerras entre protestantes, llamados hugonotes, y católicos.

La noche de San Bartolomé durante el matrimonio de Margarita de Valois y Henri IV, recién convertido católico, (“París bien vale una misa”, dijo sobre su conversión), comenzó el exterminio de hugonotes por los franceses. Fueron 30 mil en cuarenta días, cuya versión realista nos ofrece la película La reina Margot, de Patric Chereau. En Inglaterra, luego del cisma con el Vaticano y muerto Enrique VIII, su hija con Catalina, María la católica, lanza una razia contra protestantes con tal saña que un trago nacional inglés se llama Bloody Mary. Casi se carga a su hermana, la hija de Ana Bolena, por ser protestante, como describen Shekhar Kapur y Kate Blanchet en la cinta Elizabeth. De la “reina virgen” como llamaron gratuitamente a Elizabeth, dice un respetable historiador británico, “es imposible reflexionar sin vergüenza sobre lo que hemos dicho sobre la inquisición española, que jamás cometió tantas crueldades como las de esta reina protestante en un solo año, y gobernó cuarenta y tres. A partir de Enrique VIII, hubo 264.000 asesinatos en Inglaterra, según fuentes británicas.

La guerra de los 30 años (1618-1648) liquidó un cuarto de la población alemana. De Suecia baja un ejército protestante que destruyó 18 mil villas, 1500 pueblos y 2000 castillos católicos, con incalculables muertes. Lutero refuerza la cacería de brujas en sus dominios y en solo dos siglos, XVI y XVII, en Suiza y Alemania procesan cerca de 120 mil y mueren 50 mil “brujas”, mientras en España solo 27. Se sabe con exactitud porque la inquisición documentaba cuidadosamente su actividad y los investigadores concluyen que era el tribunal más respetuoso de la vida y los derechos de los reos en toda Europa, que suplició mucho menos que los tribunales regulares. Explica que los museos de la inquisición fueron creaciones ad hoc con fines políticos y que de 7000 juicios en España, en 140 aplicaron tormentos y en muy pocos duraron quince minutos, porque en 99% no pasaron de un minuto. En 160 años murió la misma cantidad que en Francia en un día de bodas.

El historiador William Prescott dice que, en una sola ocasión, los aztecas sacrificaron 70.000 prisioneros. A raíz de la gaffe de AMLO, niñas mexicanas dicen en un video “somos descendientes de indígenas que los aztecas no pudieron comerse”, pero la brújula del Papa Francisco no permitiría que perdiera el chance de pedir perdón a López Obrador, pese a la cita de arriba. El nexo entre España y el nuevo mundo no fue colonial ni imperialista. Los reyes católicos y los portugueses actuaron con la autorización de la Iglesia, las bulas alejandrinas de 1493, según el derecho internacional. España crea reinos en Hispanoamérica similares a Nápoles, Milán, el Francocondado, los Países Bajos, a diferencia de Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, que no admiten mestizaje, ni criollos en cargos públicos, ni en el comercio, ni crean ciudades, salvo lo imprescindible. Los españoles fundaron igualdad jurídica, incontables ciudades con cuidadoso diseño estético, sin separación de habitats, con editoriales, imprentas, periódicos, centros de educación básica, universidades.

En 1512 se plantan las primeras leyes y en 1542 las leyes nuevas, en consulta a teólogos y juristas, que establecen el matrimonio de españoles e indios y reconocen títulos a la nobleza indígena. A los hijos de Moctezuma en México; y en Perú la princesa Beatriz Coya, sobrina de Huayna Capac, se casa con un nieto de San Ignacio de Loyola. Otra aristócrata incaica, Ana María Coya, se une con un nieto de San Francisco de Borja. Inglaterra prohíbe matrimonios “interraciales”, y la India ve uno por primera vez en el siglo XX y EE. UU tiene que esperar hasta 1969, mientras Hispanoamérica es parda y España la potencia con menos esclavos negros. Los juicios de residencia evaluaban a los funcionarios peninsulares al salir del cargo y hubo hasta condenados a muerte por abusos. Los hospitales eran gratuitos y para todos desde 1521, el primero en México; en el XVII había más camas de hospitales en Lima que en Madrid y México era la mayor ciudad del mundo. La universidad de San Marcos en Perú se funda en 1551, cien años antes que Harvard, creada por Inglaterra en 1636, solo para estudiar la Biblia. A finales de siglo, había 27 universidades en Hispanoamérica.

En la Constitución de Cádiz (1812) “la nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios” mientras la muy revolucionaria de Francia (1781), aclara que: “las colonias y posesiones francesas en Asia, África y América, no están incluidas en la presente constitución”. El acueducto construido para los indígenas por el padre Francisco de Tembleque en México, tiene tres pisos, 40 metros de altura y 48 kms. de largo, parece una obra romana que no envidia al de Segovia. En cambio, Bélgica durante se presencia en el Congo hacía cortar manos y pies a los niños que no recolectaban suficiente caucho. Inglaterra requisó para sus tropas el ganado y la comida a los bengalíes y murieron en India entre cien y ciento sesenta millones por hambruna. El capitán Cook, descubridor de Australia, declaró que ahí no había gente, con el fin de asegurar un coto de cacería deportiva. Y al sur, frente a una sublevación en Tasmania, los ingleses publicaron en 1826, la Advertencia a los tasmanios“…lo decimos inequívocamente. La defensa propia es la primera ley de la naturaleza. El gobierno debe retirar a los tasmanios o serán cazados como animales”.

@CarlosRaulHer

Apocalipsis zombi

Carlos Raúl Hernández

“A España no la reconoce ni la madre que la parió”. Alfonso Guerra

(Erase 2014. Estos episodios de subnormalidad ocurrieron mucho después de la caída del muro de Berlín. No hay excusas) España vivió en paz gracias a los pactos de gobernabilidad de la Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978, un proceso de estabilidad política y económica a partir de la transición, una transición de verdad, que seguía el ejemplo venezolano a la caída de Marcos Pérez Jiménez. La historia narra que entre 1931 y 1936, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero amenazaba asaltar el poder por la fuerza (“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia”. 10/2/1936) e impulsó la tragedia de la guerra civil. Fue un milagro político reconciliar a la sociedad española con los culpables vivos de crímenes terribles, “La Pasionaria” Dolores Ibarruri, Santiago Carrillo; el PSOE había virado del stalinismo y lo cubrieron de indulgencias. Con el Partido Popular, P.P, una fuerza liberal-conservadora de buena gestión de gobierno, estabilizaron el statu quo, que llamaban PPSOE y la noche quedó atrás por décadas de convivencia y olvido, hasta que un gobierno de izquierda resuelve desenterrar los muertos con la Ley de Memoria Histórica de 2007, para falsificarla. Con problemas económicos corrientes, locales y globales, avances y traspiés, la democracia nueva, exitosa, modernizaba el país aceleradamente y “el nuevo tigre europeo” tomó las portadas de las grandes revistas.

La crisis financiera mundial entre 2008-2014 y errores en política económica, desovan el gusano de la manzana, un brote populista de clase media, antipolítica, turbulenta, antisistema, el 15 de mayo de 2011, 15M: “los indignados” universitarios, con un discurso facilista y moraloide de quienes medio saben la parte pedestre de los problemas y tienen consignas ramplonas como soluciones. Se desborda en las calles ultraizquierda, profesores y estudiantes que admiraban los tiros en la nuca de ETA, partidarios de la leyenda negra, enemigos de la unidad nacional y del “imperialismo de Castilla”, que “sojuzgó” Cataluña, las Vascongadas, Galicia, Andalucía y a quienes el término España les suena franquista. Posmarxistas, animalistas, indigenistas, autonomistas, pansexualistas, feminazis, pederastas, queer, veganos, ambientalistas, el poscomunismo en carne y hueso. Como toda agrupación de políticos novatos, ignoran las normas elementales del oficio, pero también ignoran que ignoran y pronto se estrellarán con su verbo salvífico, escatológico y lupanario, comedia de superioridad moral. Uno de los entrenamientos políticos esenciales es convivir con ideas opuestas, lo que desconoce ese partido de adolescentes eternos. A pesar de su identidad ideológica, a los de la cúpula los dividió el ego, no pasaron la prueba de tolerarse siquiera entre sí. ¿Qué podía salir mal?

La primera cabeza en la cesta es del ecofriendly Iñigo Errejón, una de cuyas frases memorables es “la transición será ambientalista o no será”. Luego Teresa Rodríguez, filóloga, diputada, profesora, líder del movimiento Anticapitalista de Andalucía, se hizo boom comunicacional en la campaña a la presidencia de la región por exhibir su esplendorosa figura sin bikini en la playa, aunque días después publicó pícaramente la carta anónima de una mujer que declaraba ser la de la foto. Juan Carlos Monedero se mantiene tan cerca como le conviene y tan lejos como puede del aparato. Pablo Iglesias, deja el partido y se dedica a “empresario” de medios de comunicación, luego de una salida penosa de la Vicepresidencia de España y de que Isabel Díaz Ayuso pulverizara su candidatura a la presidencia de Madrid. Yolanda Díaz, es hoy por encargo de Pedro Sánchez, candidata presidencial para liquidar a Podemos. El filósofo Miguel Urbán afirma que “España no existe” y Pablo Iglesias que “no menciono a España porque solo soy patriota de la democracia” y “al independentismo catalán se le podrán hacer muchas críticas, pero no es violento, es democrático y por lo tanto no es legítimo combatirlo con el derecho” ( lo legítimo sería dejarlo dividir el país).

Los podemitas, anti hispánicos, reivindican Al-Andalus, como se conocía la península bajo dominio árabe, y lamentan su fin en 1492, con lo que violentan el sentido común de una gallina. España se constituye al hacerse predominantes los valores del cristianismo contra las teocracias orientales y su objetivo es separar el poder temporal del eclesiástico, uno de los principios esenciales del mundo al que pertenecemos. En contrafáctico, de no haber desalojado a los árabes, ni surgido España, serían musulmanes embatolados, en chancletas, rezando cinco veces al día y Teresa Rodríguez no hubiera podido deslumbrar en Marbella porque la matan apedreada. Es legendario un período de la cultura musulmana, pero en el siglo XV ya la civilización cristiana la superaba ampliamente, surge el imperio español y Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, el punto de partida del nuevo mundo. Una vez me tope un profesor podemita que odiaba a Isabel la Católica como si fuera del PP, por haber echado a los moros. Le dije que sin Isabel no hay España, que sería hoy parte de Marruecos. Me miró desconcertado y gruñó algo que debió ser “neoliberal” o· “fascista”, lo único que se le ocurre al populacho podemita y sesoseco, contra quien no comparta sus gatuperios.

En una de sus primeras intervenciones en el congreso, Iglesias dijo a gente, mucha de ella de decencia comprobada –lo que me gustaría decir de él- “señorías: Uds. ni siquiera son fascistas, son unos parásitos”, y esa fauna “indignada”, marcusiano-foucaultiano-sartreana con cincuenta años de retraso, demuestra la dudosa actualidad de las facultades de ciencia social, más bien centros de adoctrinamiento. Podemos es el nóumeno de resentidos inexplicables que gozaban de las maravillas de la sociedad democrática. Eran libres con sus ideologías extravagantes, totalitarias y simplistas, podían detestar el kapitalismo, adorar a Castro y al Che, colocarse al margen de la sociedad y contra ella. Visitabas la facultad de Somosaguas y te sentías en Saigón 1975. Los grupos de acampados pedían huelga general para derrocar al orden y crear una “verdadera democracia”. Pero vista hoy, su performance era también asombrosamente trumpista contra el “Estado profundo”, los ricos, banqueros, políticos del sistema, partidos, intelectuales del sistema, etc., etc., etc. e irrumpen en las “acampadas” de 2011 en la Puerta del Sol (donde hoy reina Ayuso) y años después en el Capitolio de Washington o los edificios de los poderes en Brasilia. Antipolíticos de derecha e izquierda, deja vu del mayo francés y de sí mismos.

Un rayo esperanzador comprometía la sobrevivencia de Podemos. Si un partido que lance consignas ideológicas y moralistas en medio de una crisis económica y habla como los marcianos, es impermeable a la gente normal. Una vez en el gobierno, sus leyes son no ideológicas sino ideolocas, también contra las personas normales: Ley trans, Si es si, Ley de protección animal, reducción de penas al golpismo con el PSOE a rastras. Entre los trabajadores y los okupas de viviendas, se ponen del lado de éstos. Pero gran aporte de todo eso es demostrar la corrupción del término “feminismo” (y las otras macarras), es el nombre engañoso del lobby cuyas víctimas son las mujeres, los trabajadores, las víctimas de ETA, los que se sienten españoles. A pesar de que varias veces Pablo Iglesias se definió comunista, quiso ser hábil y su partido hablaba de “más democracia” … “contra la casta”, un mensaje hiperdemocrático, que sorteaba el trasfondo. Al comienzo propusieron “la constituyente” al servicio de “la revolución” pero comprendieron que eso no tenía futuro en el sistema político y saltan, de cuestionar la constitución del 78, a utilizarla para fomentar los independentismos. Finalmente abandonan esa estrategia de degeneración constitucional, originada en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) de Valencia, donde se “formaron” doce diputados de Podemos, el propio Iglesias, Errejón y Monedero.

Su “teoría constitucional revolucionaria y emancipadora” rodó por América Latina, en pos de estados plurinacionales indigenistas. En su documento fundacional de 2014, Mover fichas. De la indignación al cambio político dice “a partir de mañana comienza a escribirse el fin de los partidos de la casta”. Después de su paso por el gobierno, ese “fin” está más bien lejos, cerca, este 28 de mayo, eventualmente el de Podemos y hoy ya sabemos bien lo que querían “los honestos jóvenes”. Quebraron España, que no colapsa estrepitosamente porque la U.E la tiene a base de transfusiones financieras porque las consecuencias serían terribles. Del brillante PSOE de González queda esta morisqueta ultrosa. Enguerrillaron a todos entre sí, instauraron el insulto y el odio como lenguaje político y el país queda de nuevo al borde de un precipicio. Dijo Iglesias que “en política no gana quien tiene razón, sino quien tiene éxito”. Una, sabemos que no la tiene. Veremos la otra.

@CarlosRaulHer

“Las manos de Yuja Wang…”

Carlos Raúl Hernández

Homo sapiens sapiens, llamados por la antropología humanos modernos, con cerebro de Einstein y manos de Yuja Wang, mantienen la poderosa tendencia a expandirse, ocupar nuevos espacios y dejan África a cambio del mundo. Aun sedentarizados, continúan las migraciones para explorar y crear dominios más amplios, el primero de ellos, según los expertos, el imperio acadio, que menciona Conan, antepasado del exgobernador Schwarzenegger de California. Desde el siglo XXIV a. C, la humanidad vivió bajo los imperios, nada nuevo, ni etapa superior del kapitalismo, según Lenin, a menos que creamos que a General Motors la auspiciaron Akenatón y Nefertiti, o Agamenón, que atravesó el Egeo hasta Turquía para conquistar Troya. Desde entonces cada región, poblado, ciudad, estuvieron bajo el influjo de los imperios, con ciclos de desorden y reacomodo, al caer unos y comenzar otros. Cómo modelos puros o tipos ideales, se dividen en dos ramas: depredadores, a los que solo les interesa llevarse lo que pueden, y generativos, creadores de civilizaciones, sociedades estables, la prosperidad, en beneficio propio y extraño, según el filósofo español Gustavo Bueno, entre otros

Marx simpatizó con los imperios por ser consustanciales al desarrollo de la civilización y en 1850 dijo que, gracias al avance europeo, pronto en la Gran Muralla China alguien escribiría liberté, egalité, fraternité, y que se sepa, no lo acusaron de eurocéntrico o racista. En paralelo contradictorio (¿meridiano?) nace el nacionalismo europeo, con las revoluciones francesa, norteamericana y la independencia de Latinoamérica. Surge en medio del debate inconcluso e inconcluible, sobre el multívoco concepto de nación, analizado recientemente por mi admirado amigo Eduardo Jorge Prats. Se consolida, por un lado, la perspectiva romántica de nación o patria, acuñada entre otros por el filósofo alemán Johann Hamann, que un discutible poema inspirado por él, resume como “hijos en las calles, amores en la memoria y huesos en los cementerios”), el pueblo arraigado a la tierra por tradiciones, lengua, etnia y sentimientos, la identidad. Renan se burla y dice que “no podemos andar por las calles midiendo los cráneos a la gente, para gritarles ´¡eres mío!´”. En el derecho romano, uti possidetis iuris, (poseerás lo que posees) confiere un carácter estable a la soberanía, que pese al rotundo latín carece de universalidad, porque aplica solo con apoyo militar.

Hasta a victoria de Alemania en la guerra franco-prusiana (1871), Alsacia-Lorena pertenecía a Francia y el tratado de Fráncfort, una convención, la pasó al bigote enemigo. Luego derrotada Alemania en la primera guerra (1919), vuelve a manos francesas por otro tratado, el de Versalles. En los acuerdos a nadie le preocupa cuántos alsacianos hablan alemán o francés, si son protestantes, católicos, si ellos querían, o si cantan october festch schlager. En el ámbito internacional, el concepto de nación es constructivista y únicamente político, división territorial pactada entre estados y el patriarca del derecho constitucional, Hans Kelsen dice con frialdad ártica, al estilo de la primera constitución francesa (1791), que nación es “un conjunto de actos administrativos regidos por la ley”, simple y llanamente, sin cultura popular, ni niños muertos. Hasta la mitad del siglo XX, Ucrania era Rusia y territorios suyos habían sido polacos, pero hoy es un Estado independiente y la “operación militar especial” es según el derecho, violación de la soberanía, no importa cuántos ucranianos hablen ruso y el futuro lo regirán nuevos protocolos.

La soberanía territorial no reproduce la historia, sino las correlaciones de fuerza en ella, porque siempre hubo naciones más poderosas, agresivas, inteligentes, armadas, creativas, trabajadoras y productivas que se impusieron a otras. Si no, la mitad de EE. UU hoy sería de México. Pero el destino territorial es mutable: nadie podía pensar en 1800, que un siglo después EE. UU imperaría en el mundo, como si hoy alguien afirmara que en el siglo XXII la superpotencia será Suráfrica. La vida de los países atrasados cambió con la teoría del imperialismo, tejida por Rudolf Hilferding (El capital financiero) y Lenin (El imperialismo, fase final del capitalismo) quien la desplegó por el tercer mundo desde el imperio soviético, para odiar la riqueza kapitalista. María Elvira Roca señala una confusión epistemológica entre los conceptos de imperio y colonialismo que se desprenden del leninismo. Imperio define sistemas de expansión generativos, que no depredan, sino construyen instituciones, sociedades mestizas y estables, productivas, gracias a gobernabilidades consensuadas, las grandes civilizaciones, Mongolia, China, Roma, España, Rusia, EE. UU. Al florecimiento civilizacional en el imperio musulmán de los siglos VIII y IX, se le da la jerarquía de “primer renacimiento”, con la medicina, la arquitectura, Avicena, Averroes, las Mil y una noches, las danzas de vientre, las Rubayatas de Omar Al Khayyan.

Colonialismo o imperialismos depredadores fueron Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, en Asia y África. En el proceso judicial a Cristo, en cuyas irregularidades Roma declina participar, se transparenta el respeto a las instancias de justicia por el imperio romano. En cambio, Napoleón se tituló emperador por menos de los efímeros 11 años que terminaron en Waterloo, durante los cuales sus familiares fueron “reyes”. La teoría leninista, como dijo Carlos Rangel, da origen al tercermundismo, que concibe la relación entre los países desarrollados y subdesarrollados como contradicción antagónica, que solo resuelve la ruptura (el comunismo) y no como contradicción complementaria. Aunque en las relaciones entre naciones o entre personas no impera el bien a priori, sino intereses, que no son pocos ni trasparentes, las sociedades que convivieron con EE. UU, les fue mejor que a las hostiles, bloque soviético, Cuba, Norcorea, África socialista. Ahora le irá mejor al mundo si regresa a la convivencia EE. UU-China.

Hoy el factor dominante de las relaciones internacionales es la crisis hegemónica entre esas dos potencias, que no nace sistémica, aunque decisiones políticas miopes la convierten. Es la borrachera de sanciones de Trump y Biden, su actuación de capataces y no de líderes de la mayor potencia: rompen el acuerdo nuclear con Irán, siembran guerra en Ucrania y ahora en China, cubanizan o haitizan a Venezuela; presionan a Argentina para que compre aviones suyos más caros, vejan a Arabia Saudita, para luego visitarla, sacrifican a consciencia a Europa, imprimen desaforadamente moneda para financiar una política internacional torpe , afrontan la pandemia con irresponsabilidad financiera, hacen política económica interna populista para que luego la Reserva Federal eleve las tasas de interés, lo que promueve la crisis bancaria. Dicen que el arte de gobernar consiste “en impedir que todos se arrechen al mismo tiempo”, pero Trump y Biden no lo han oído. El peor daño se lo hizo EE. UU a si mismo al lanzar a su mejor aliado, OTAN, al abismo insondable, sin necesidad alguna, por seguir estrategias diletantes de Rand Corporation, y como escribí varias veces, permitir que se cerrara la brecha entre China y Rusia.

China era (y a esta hora todavía es) el primer socio comercial de “occidente” y desde su visita a Alemania en 2010, Putin hizo esfuerzos por también serlo. Planteó entonces una “comunidad de libre comercio desde Lisboa hasta Vladivostok”, respaldado por el ex canciller alemán, Gerhard Schroeder (socialista) y la canciller Angela Merkel (democristiana), quien declaró “hace tiempo que Rusia dejó de ser un enemigo, para ser un socio de la UE y de Alemania”. En la luna de miel, Europa celebraba de antemano un acuerdo entre la OTAN y Rusia “para construir el escudo antimisiles en Europa”. La Comisión Europea, desde Bruselas, declaraba que “ambas partes están convencidas de que ese acuerdo facilitará el ingreso de Rusia a la Organización Mundial del Comercio”. Todavía en 2018 la gran esperanza, según interpretaban masivamente los analistas, era el Nord Stream II, que resolvería el abastecimiento energético a un bajísimo costo para compensar la baja productividad de Europa por las amarras impositivas, poca innovación y inexistente capacidad de autodefensa.

El tubo cruzaría el Báltico, no Ucrania, porque para la U.E estaba era un Estado fallido, traficante de órganos, corrupto. Rusia y Alemania pactan el Nord Stream II, una infraestructura de 15.000 millones de dólares, no los dejan abrirla y luego la destruyen tranquilamente, una sentencia a la economía europea, aunque se lance en brazos chinos o de cheyenes. Lejos de incorporar a Rusia, decidieron hostilizarla y avanzar hacia sus fronteras, con el hito del golpe de Estado del Maidan en 2014, que hace huir de Kiev a la población rusoparlante para refugiarse en Dombass y Donets, donde los persiguen y se inicia la guerra civil. El mundo pende: guerra en Ucrania, provocaciones en Taiwán, hostilidades entre Israel e Irán, y entre EE. UU e Irán, crisis político-militar-humanitaria en Sudán y un poderoso bloque de naciones enfrenta al dólar. La izquierda aprovecha el hervidero nuclear, la exasperación de conflictos en todas partes para lavarse la cara y presentarse como nazarenos. No estoy seguro de donde provienen el cerebro de Einstein y las manos de Yuja Wang.

@CarlosRaulHer

Plegaria de la serenidad

Carlos Raúl Hernández

Grandes estrategas permitieron a EE. UU y la URSS superar un pulso en el que mundo podía desaparecer. Hoy de nuevo yacemos sobre 20.000 cabezas nucleares entrambos contendores, las más pequeñas con una potencialidad de diez veces Hiroshima. Por eso asombra la frivolidad de medios de comunicación internacionales otrora respetables, que mantienen la gente en un engaño. Terminada la Guerra Fría, EE. UU con prudencia y habilidad mantuvo bajo control a sus adversarios y potencialmente enemigos, y evitó un bloque eurásico hostil, pesadilla de Kissinger que hoy se materializó. La dramática tarea de los Estados Unidos es superar las guerras fría y caliente y enfrentar el deterioro económico social interno. Robert Kennedy Jr. viene de una familia de mártires democráticos. Tiene un distinguido curriculum académico-profesional, es un escritor exitoso, pero su lanzamiento en las primarias demócratas proyecta sombras como potencial estadista y hace temer que continúe el deterioro de los dos últimos gobiernos. “Habla claro”, demasiado, cosa más propia de los respetables gremios de taxistas y barberos que de líderes, y ronda el fundamentalismo ecológico.

Ha denunciado en falso, varios artículos suyos tuvieron que retirarlos de circulación, declara guerra contra las vacunas, el acetaminofén, fluorar las aguas. El mundo requiere que el presidente de EE. UU, más que cualquier otro, mantenga sus neuronas estables, esté abierto a cambios necesarios y recuerde siempre a Reinhold Niebuhr, politólogo inspirador del llamado “realismo político” norteamericano, y autor de la conocida Plegaria de la serenidad (“Dame Señor, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que deben cambiarse y sabiduría para distinguir unas de otras”) Regresar a la normalidad desde la atmósfera de esoterismos y extravagancias alienígenas, entre ellas la Agenda 2030. En valetudinaria teoría del siglo XX, la “ideología verde” aspira desindustrializar al mundo y que todos seamos Salicio y Nemoroso. El filósofo antinatalista y posmoderno surafricano David Benatar, en Mejor nunca haber existido (2006) escribió que “traer nuevos seres al mundo es un error” y Joel Schumacher en Batman y Robin (1997) crea a la doctora Pamela Isley (Uma Thurman), dispuesta a exterminar los humanos para que crecieran plantas y animales.

En los setenta, la ultraizquierda quería destruir la médula de la sociedad: los beatniks, importantes intelectuales norteamericanos y europeos, Jack Keruac, Allen Ginsberg, William Borroughs, Timothy Leary, líderes de las sectas contraculturales universitarias, underground, el movimiento hippie, el mayo francés, entonces burla de las grandes fuerzas políticas de izquierda y derecha. Cuestionaban la perfidia de la “sociedad industrial”, la religión, la cultura, la familia, la sexualidad “de la burguesía”, y los ecologistas (el Club de Roma) pronosticaba que para 1990 la contaminación extinguiría la vida del planeta. Era la primera negación integral, holística, a fondo, de la civilización y la despreciada democracia, un proyecto psicopático y lo sigue siendo. Vivirían fuera de la sociedad, sin obligaciones ni ataduras, en los paraísos artificiales de Baudelaire. Esa ideología llega a la cúspide cuando Herbert Marcuse niega diametralmente el marxismo clásico: la clase obrera es enemiga de la revolución, que ahora la encabezarán marginados, delincuentes, drogadictos, presidiarios, a los que Foucault añadiría también locos y rechazados.

Una profesora icónica de entonces, Ángela Davis, militante comunista, tomó fielmente la tesis, se vinculó a con crímenes y delincuentes y participó en un asesinato para liberar de la cárcel a George Jackson, terrorista de los Panteras Negras, con quien tenía vínculos particulares. Se liberó de cargos de asesinato por la campaña mundial que Marcuse desato en su defensa. Hoy las elucubraciones de entonces cuajaron un proyecto con piel de oveja para revolucionar pacíficamente (y este es su rasgo más destacado) desde la relación hombre-naturaleza hasta el comportamiento en la cama. El choque trasuda desprecio y violencia verbal contra los valores mayoritarios, lo que afortunadamente les asesta derrota tras derrota (Chile, Italia, Finlandia, Suecia, seguramente España) Promueven desde la pederastia, hasta el bestialismo (Peter Singer) corrompen a los niños, quieren librar el mundo del kapitalismo, de los hidrocarburos, objetivo hasta el momento bastante inviable, salvo por la energía atómica. Los “verdes” en Alemania, desde los setenta y luego a partir de su unificación en 1993 y fundarse en sentido estricto, han sido modelo de la moda posmarxista, antipolítica, ecológica, pansexualista, antikapitalista.

Mucho más prácticos que Podemos, su sobrino tonto, gobiernan en algunos estados con la democracia cristiana y en otros con los socialdemócratas y debatían entre pragmáticos (belicistas) que se impusieron y fundamentalistas (pacifistas) A comienzos de siglo crearon una alianza parlamentaria para eliminar las plantas nucleares, porque recibían energía barata rusa por el gasoducto Yamal, iniciado por el canciller Konrad Adenauer a comienzos de los 60 y proseguido por Willy Brand, para impulsar el “milagro alemán”. Empresas tedescas suministraron los insumos para construir el tubo desde los grandes yacimientos en Siberia. Luego los Nordstream I y II, hicieron posible la sobrevivencia de la economía europea. La decisión de cerrar las plantas nucleares se junta con eliminar centrales de ciclo combinado a gas, Alemania se queda sin energía y empuja que las empresas se fuguen a China, lo que allá celebran a mandíbula fracturada. Los “verdes”, con cara de póker, se pasan de pacifistas a ultrabelicistas y de ambientalistas en defensores del carbón en un santiamén. Aun así, las “energías renovables”, podrían ser, usadas con sentido común, auxiliares de las tradicionales.

La crisis en Texas 2021 dejó 5 millones de familias sin electricidad, por un efecto simple, que a posteriori quieren traspapelar: 30% de la energía era eólica y como el fuerte invierno congeló los molinos, las plantas clásicas debieron compensar el déficit y colapsaron. Hasta que inventen como acumularlas, las renovables no garantizan flujo constante, porque no hay luz solar de noche, y la eólica necesita vientos permanentes. Para disminuir y a largo plazo llevar a cero las emisiones de CO2, la estrategia es sustituir el parque automotor actual por eléctrico para 2035. Los expertos informan que producirlos y producir sus componentes, metales, plásticos, baterías, vidrios, contamina el doble que las automotrices tradicionales. La reconversión presenta grandes problemas, como la depredación ambiental de extraer litio para las baterías, pues se necesitan dos millones de litros de agua por cada mil kilos de litio. También será enormemente costosa la creación de decenas de millones “estaciones de servicio” para la recarga y cada recarga requiere cuatro horas.

Un proyecto ecológico, paradójicamente produce daños ambientales e inflacionarios. A muchos les parecía odiosamente capitalista que durante la pandemia los gobiernos se preocuparan por las empresas, es decir, por el empleo y la manutención de la gente. Pero la agenda revolucionaria guarda silencio sobre el litio y otros “detalles”. La automotriz es una pilastra de la economía mundial y en varios países es número uno y en su reconversión no puede quedar nada al azar, porque debilitarla cuesta puestos de trabajo. Desde que en 1885 el ingeniero Karl Benz inventó el motor de autocombustión y lo dedicó a Mercedes, la humanidad tiene hoy 8 mil millones de hab. y 1 mil quinientos millones de automóviles. Parte del siglo XX EE. UU dominó la industria, hasta que con la globalización entraron Japón, Surcorea y por último China. La agenda se va a complicar porque de 85 millones de autos que se produjeron el año pasado (2022), 27 millones (32%) se fabricaron en China, 10 millones (12%) en EE. UU, 8 millones (9.6%) en Japón, 3 millones y medio (4.2%) en México. El automóvil y sus coadyuvantes crean 12.6 millones de empleos (12%) del total en Europa.

Para los que odian el kapitalismo, lo que llaman “vehículos de alta gama”, es decir, de lujo, se producen en China: el sueco S-90 Volvo, el DS Automovile francés, el M8 BMW de Alemania, el Dacia Spring de Renault con el dato de que apenas 3% de las baterías para carros eléctricos se producen en Europa. Además, el año pasado en el mercado interno chino, se vendieron 7 millones y medio de autos eléctricos, mientras en EE. UU 1 millón 726 mil y en Europa 1 millón 560 mil. La industria automovilística está liderada por Pekín y las empresas se refugian allá porque el precio de la energía europea les quita toda competitividad. Si la humanidad sobrevive a su estupidez el próximo presidente norteamericano no la tendrá fácil. Deberá ser tan racional como Descartes.

@CarlosRaulHer