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Adolfo P. Salgueiro

Bueno es cilantro pero no tanto

Adolfo P. Salgueiro

Si usted espera que hoy comentemos la inminente juramentación de Mr. Biden, pues se llevará una sorpresa. Muchos otros lo han hecho y lo están haciendo con mayor o menor acierto.

En cambio, nos atrevemos a proponer que en un mundo como el de hoy, inmerso en preocupaciones de carácter existencial que incluyen las de la extrema pobreza, supervivencia, solidaridad, pandemia, etc., sería razonable aspirar a que los dirigentes de las naciones se dediquen a abordar los grandes temas que comprometen la calidad de vida y futuro de sus pueblos.

Sin embargo, desafortunadamente observamos que la ociosidad, rayana en la banal estupidez, sigue atrayendo la atención de aquellos que mejor harían en buscar caminos de solución. La tendencia no solo no parece ceder sino que ocupa cada vez mayores lugares en el acontecer de los países.

Hace menos de dos décadas observábamos con estupor e indignada sorpresa cómo el “comandante eterno”, entonces en el cenit de su gloria y de su chequera, inventó aquello de quitar las estatuas de Colón de sus pedestales y rebautizar la fecha del 12 de octubre ahora con el nombre de “Día de la Resistencia Indígena” . Tal ocurrencia que rescataba resentimientos ya casi disueltos en el trajín de la historia parecía destinada tan solo al anecdotario del irreverente barinés cuando de pronto nos enteramos de que en Buenos Aires otra resentida –Cristina de Kirchner– optaba por copiar el intento de borrar una historia que –no exenta de sus activos y pasivos– ha sido y es la de nuestra América. Así siguieron algunos otros buscadores de pretextos para disimular las auténticas preocupaciones.

Esta misma semana hemos sido recordados por la prensa que el muy polémico y original presidente de México recordó al rey Felipe VI de España que aún espera respuesta a una carta escrita en 2019 en la que no solicitaba sino “exigía” una disculpa y reparación por los desmanes cometidos por los conquistadores de nuestro continente a lo largo de pasadas centurias con el objeto de lograr una reconciliación que –según López Obrador– sigue pendiente. Anunció igualmente la intención suya de pedir perdón a los pueblos originarios por las guerras y atrocidades genocidas cometidas contra ellos y contra los chinos. Debe ser que para el mandatario mexicano ese tema es prioritario en lugar de serlo el de la inseguridad, el narcotráfico, la inmigración, la pobreza, etc.

Cierto es también que otros importantes dirigentes mundiales han solicitado públicamente perdones por hechos de sus predecesores. Así lo hizo Hirohito, emperador del Japón, por los sanguinarios hechos perpetrados en China y el Pacífico; san Juan Pablo II por los excesos de la Iglesia, incluyendo la Inquisición; el gobierno alemán por el Holocausto, y varios otros más que –aunque tardíamente– creyeron en las bondades de la reconciliación.

Pero, como decimos en Venezuela, “bueno es cilantro pero no tanto…”. Ahora resulta que el tema parece salirse de madre cuando, por ejemplo, en Estados Unidos se resuelve por vía presupuestaria cambiar la denominación a lugares y bases militares tradicionales que ostenten el nombre de militares del bando secesionista en la Guerra Civil (186/65), o hasta el del legendario equipo de beisbol Indios de Cleveland cuya caracterización dicen puede resultar ofensiva a los antiguos pobladores o cuando se pretende –y consagra legalmente– en Nueva York el derecho de los padres a dejar en blanco el sexo del bebé recién nacido a fin de que más adelante sea el interesado quien llene ese casillero según la condición que albergue en su intimidad aun cuando en la Biblia (Génesis 1) se lee que Dios antes del séptimo día hizo al hombre a su imagen y semejanza y “varón y hembra los creó”.

Todo lo anterior no nos exime de comentar también en forma crítica los excesos perpetrados contra nuestra lengua castellana con la introducción de lenguaje pretendidamente neutro en términos del género masculino o femenino de las palabras, pese a las múltiples aclaratorias de la Real Academia que ha señalado la improcedencia de esa hipérbole lingüística.

A España debemos nuestro idioma, nuestra religión mayoritaria, proporción determinante de nuestra inmigración y consecuente carácter colectivo y –por si fuera poco- que hoy acoja a varios cientos de miles de connacionales que allá han ido a parar por las desgraciadas circunstancias que arropan a nuestra patria.

Hasta a Dios se quiere quitar hoy de nuestro camino cuando se desincentiva su invocación en la escuela pública o cuando algún político trasnochado se niega a jurar su buen desempeño por los Santos Evangelios prefiriendo hacerlo sobre “esta moribunda Constitución”, como lo presenciamos en febrero de 1999 en la toma de posesión del héroe del Museo Militar… que ni siquiera alcanzó a ver el daño que dejó su insólito juramento.

16N Balance e interpretación

Adolfo P. Salgueiro

Seamos realistas. La movilización del pasado sábado 16 de noviembre habiendo sido importante distó bastante de ser la megamarcha que los organizadores habrían tenido en mente. Con millón y medio de personas en la calle como el 11 de abril de 2002 la posibilidad de ejercer presión determinante es mucho mas alta que con la concurrencia lograda en esta ocasión. Razones y explicaciones sobran: cansancio de la gente, desmotivación, desunión entre los convocantes, justificados temores de la gente ante las reiteradas y brutales represiones escenificadas en otras marchas y , no olvidarse, mas de cinco millones de emigrados de los cuales una sustancial mayoría hubiera engrosado las filas de quienes tienen una y mil razones para protestar.

Poco sirvió la reiterada y oportuna invocación para emular la gesta boliviana que tuvo lugar apenas días antes. El lamentable espectáculo de las agendas personales, el egoísmo político, la traición protagonizada por fracciones políticas de escasísima representación que se prestan para servir de comparsa a un régimen cuya estrategia es la mentira desenfadada y constante cobraron su precio.

Tampoco acompañamos a aquellos que desde diversos escenarios –preferiblemente el teclado- se niegan a marchar y sólo promueven soluciones de tipo final y definitivo cuando carecen de la fuerza y apoyo suficientes para obtener sus propósito por mas loables y compartidos que sean.

Apoyamos –por ahora- al presidente Guaidó en cuya buena fe confiamos y cuyo arrojo personal admiramos. Guste o no, Guaidó es la figura política con mayor aceptación popular en todas las encuestas de opinión que se adelantan. Apoyamos y admiramos el sacrificio humano de muchos otros –en su mayoría jóvenes- que desde la cárcel o el exilio sostienen la lucha con denodado esfuerzo.

Sin embargo la evolución de las condiciones nacionales se expresa hoy día en un escenario que no es el mismo del 2002 ni el de la revuelta estudiantil del 2008 o las sangrientas movilizaciones del 2016 y 2017 lo cual nos arroja la enseñanza de que con las mismas estrategias no se obtendrán diferentes resultados. Quien esto escribe no es un estratega político como para recomendar el camino a seguir pero sí es un ya veterano observador y estudioso de los acontecimientos que concluye que debe haber un cambio de estrategia y eventualmente de táctica siendo totalmente evidente que lo primero que hay que hacer es ampliar el panorama del activismo reduciéndoselo a los partidos políticos y transfiriéndoselo a la sociedad civil definida en los mas amplios términos.

Para facilitar esa transferencia se precisa que los tradicionales actores del poder político den mas margen de maniobra a Guaidó liberándolo de la camisa de fuerza que le tienen calzada los partidos que dominan en la Asamblea Nacional. Se precisa también que la “generación de relevo” que es la que viene aportando los muertos, los torturados y los presos tenga la amplitud necesaria para entender que ellos son los conductores naturales del proceso de transición, no los dueños del mismo. Se reconoce el sacrificio y el coraje pero se nota la falta de experiencia.

En la hora mas dramática de la Alemania nazi vencida en el campo de batalla tras la II Guerra Mundial fue Konrad Adenauer, con mas de setenta años de edad ,quien dio inicio al milagro alemán de la recuperación económica y política o Alcide de Gasperi y Robert Schuman quienes con casi setenta condujeron a la recuperación de Italia y Francia sumidas en la destrucción y el caos. Pareciera que las canas -para políticos, científicos, profesionales, empresarios, etc. son un pasivo insalvable siquiera para ofrecer sin interés subalterno, a los que deciden , la experiencia acumulada en bastantes luchas no todas invariablemente exitosas pero sí aleccionadoras.

A quienes aun sueñan con una intervención militar extranjera ya sea por la via del TIAR, el 187.11 o cualquier otro esquema favor quítense eso de la cabeza. Trump está en su campaña por la reelección, Duque está sumamente debilitado, Bolsonaro se ha enredado en sus inagotables disputas internas, Macri está de salida, Piñera está super enredado y hasta Superman se ha jubilado. Se pide a los que saben que inventen algo que incluya tal vez alguna de las estrategias ya ensayadas pero que incorpore innovaciones cuya elucubración y organización sea el resultado del esfuerzo e ingenio colectivo. Vea usted a Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania quien a sus cuarenta y un años de edad pasó de ser un cómico de la televisión que parodiaba al presidente de su país a ser él mismo el actual y hasta ahora respetado jefe del Estado jugando papel central en las relaciones Este-Oeste.

https://www.elnacional.com/opinion/16n-balance-e-interpretacion/

TIAR – Ojo con las expectativas exageradas

Adolfo P. Salgueiro

Los titulares que circulan afirmando que se ha activado el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) están haciendo que el público en general, acostumbrado a la lectura de los encabezados de las noticias, se pliegue a la creencia y la expectativa de que “ya viene el coco” porque la acción militar colectiva es inminente.

Es cierto que Venezuela se ha reintegrado recientemente como miembro del referido tratado a través de la acción de la Asamblea Nacional, pero es de notar que quien ha invocado formalmente su puesta en marcha ha sido Colombia con toda razón porque ellos estiman que el apoyo de Maduro y Cía. a la variopinta guerrilla (FARC disidentes, ELN, etc.) es una amenaza concreta para la paz y estabilidad regional, con lo cual se confirma el presupuesto para iniciar el mecanismo de defensa colectiv

Preciso es aclarar que lo acaecido hasta ahora es tan solo el primer paso, consistente en la aprobación de una resolución convocando al Órgano de Consulta compuesto por los cancilleres de los 18 países partes, el cual , cuando se reúna (tal vez en 2 semanas), podrá –por voto afirmativo de al menos dos tercios (13)– establecer algunas o todas las sanciones que prevé el artículo 8, del cual la intervención militar es la más grave y última. Las sanciones que se impongan son de obligatorio cumplimiento para todos menos el uso de la fuerza, específicamente exceptuado por el artíuclo 20 para quienes no quieran participar.

Existen buenas razones para suponer que cuando se reúnan los cancilleres es posible que la votación sea similar a la obtenida en la sesión del pasado miércoles, cuando votaron quienes responden a las instrucciones recibidas desde sus respectivas capitales.

Quien esto escribe ha visto ya pasar mucha agua debajo del puente y por tal razón alberga algún escepticismo teniendo en cuenta pasadas experiencias y actuales comportamientos.

El miércoles Costa Rica, Chile y Perú presentaron enmiendas –no aprobadas– excluyendo la posibilidad del uso de la fuerza, lo cual era innecesario toda vez que el tratado exceptúa de esa decisión a quienes no quieran tomarla (art. 20). Llama la atención que justamente Costa Rica, que ha invocado el tratado dos veces, ande con esa nota; y que Perú y Chile, que han sido de los más vocales del Grupo de Lima, se decanten por esa vía.

Llama la atención también que a la hora de la votación hayan habido cinco abstenciones, incluyendo la de Panamá que parece haber olvidado que gracias a la utilización de la fuerza –unilateral de Estados Unidos ciertamente– en diciembre de 1989 fue que consiguieron la salida del dictador narcotraficante Noriega para dar inicio al ciclo democrático que desde entonces y hasta hoy aún disfrutan. La abstención de Uruguay es lamentable, pero no inesperada porque todos sabemos que su política exterior es rehén de las fracciones más comunistoides del Frente Amplio que gobierna en ese país donde ha comenzado ya un nuevo período electoral.

En los días por venir la delegación colombiana y la nuestra ante la OEA tendrán mucho trabajo que hacer ante sus colegas en Washington, igual como se espera de los representantes de Guaidó en las restantes capitales. A algunos les resultará más fácil que a otros.

Y por si fuera poco, no dejemos de recordar que en ocasiones anteriores, como cuando se sancionó a Cuba expulsándola de la OEA en enero de 1962, muchos de los autoproclamados campeones de la democracia se hicieron los locos y no implementaron las sanciones acordadas (México, Canadá, etc.)

En todo caso, como militantes que somos de la oposición democrática venezolana, no nos oponemos a que se invoque un mecanismo que pueda restituir a nuestro país por la senda de la normalización. Solo llamamos la atención a quienes orientan el “mercadeo” de la política exterior para que sean mesurados en la generación de expectativas exageradas que luego resulten en frustraciones y desmovilización. Es conveniente tener en cuenta episodios como el de febrero pasado, cuando parecía que el ingreso de la ayuda humanitaria iba a ser una cruzada continental y al final se diluyó en unos camiones incendiados y torrentes de declaraciones vacías, o el 30 de abril cuando Guaidó y Leopoldo López, en decidida muestra de valor personal, aparecieron en el distribuidor Altamira tan solo para quedarse solos traicionados por tirios y troyanos que a la hora de la verdad se pintaron de colores.

https://www.elnacional.com/opinion/tiar-ojo-con-las-expectativas-exagera...

Ni OEA ni marines, esto lo arreglamos nosotros

Adolfo P. Salgueiro

En la semana que termina la Organización de Estados Americanos convocó y llevó a cabo la enésima sesión de su Consejo Permanente en la que el tema de la agenda era, una vez más, la situación de Venezuela pese a la cantinela de la soberanía, la injerencia, etc. del gobierno “bolivariano” y los escasos aliados que aún le quedan.

No se trataba de votar ninguna resolución ni acordar sanciones, sino tan solo de escuchar unos informes técnicos en los que se daba cuenta de las deplorables condiciones en las que está sumida Venezuela y su pueblo. La reunión había sido convocada por el presidente de turno del Consejo Permanente, a la sazón el representante de Colombia, y la convocatoria respondía al pedido de doce países que llevan tiempo preocupados por el deterioro y virtual desaparición de la democracia en Venezuela (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú), que más o menos coinciden con quienes componen el Grupo de Lima, que ha venido siendo muy crítico de la gestión de Maduro.

Cierto es que esos doce dan cuenta de 90% de la población del continente, de su superficie y de su producto territorial bruto. Sin embargo, en la OEA los miembros se cuentan “un país un voto”, basado en el principio de la igualdad jurídica de los Estados. Como la organización se compone de 34 miembros, vemos que a pesar del peso específico de los convocantes distan mucho de ser una mayoría estatutaria. Eso ha pasado una y otra vez en la OEA, de tal suerte que no se ha podido nunca pasar una resolución condenatoria toda vez que casi todos los Estados del Caribe, en dependencia y sumisión clientelar de Caracas, votan en contra o no acuden para formar quórum o Uruguay, que se cuadra según sople el viento. Agréguese la solidaridad ideológica comunistoide de Cuba, Nicaragua y Bolivia, más la evolucionante postura de Ecuador, más la solidaridad entre delincuentes representada por Surinam (el hijo del presidente Bouterse está preso en Estados Unidos por tráfico de drogas), para entender que la “diplomacia” chavista (pese a que la expresión es una contradictio in terminis) rinde sus dividendos al conseguir neutralizar cualquier posible sanción que pudiera aplicar la organización regional tal como lo hizo antaño expulsando a Cuba a petición de la misma Venezuela, que hoy se comporta como peón subordinado a los intereses de La Habana.

Lo anterior es justamente el panorama que hace que el prestigio de la organización continental –y por tanto su influencia– haya descendido de tal forma que todo el sistema sea percibido como inútil o superfluo.

Agréguese la actitud de malandro de barrio que suele exhibir el representante venezolano (en este caso el también embajador ante la ONU, Samuel Moncada, cuyo verbo avergüenza) para concluir que un foro que debe ser de respeto y jerarquía se ha convertido en una gallera en la que el excremento se reparte en forma onmidireccional, ensuciando de manera indiscriminada según como lo percibe el público en general.

En el interín los venezolanos venimos viendo reacciones diferentes provenientes de los países que acogen a nuestros compatriotas, que al llegar en números exorbitantes naturalmente causan desequilibrios en las latitudes fronterizas, en cuyas jurisdicciones locales se vive con dramatismo una situación que no se perciben líneas o que hasta colide con la política exterior general de esos países. Así, por ejemplo, en Cúcuta hay fricciones y tensiones mientras que desde Bogotá se promueve una actitud tolerante y comprensiva. En Boa Vista también se viven momentos difíciles y desde Brasilia se procura ser amplio y tolerante. Quien se ha portado cochinamente es el gobierno de Trinidad, que en forma sumaria y sin recurso alguno ha devuelto a los refugiados indefensos. Lo contrario es el caso de Perú, Chile o Argentina y en menor medida Ecuador, que han asumido la emergencia con genuino espíritu de solidaridad. No podía ser menos siendo que Venezuela en su momento acogió a todos cuantos en épocas críticas golpeamos a sus puertas, incluyendo a quien esto escribe.

En todo caso es evidente que el expediente se va construyendo paso a paso. A menor velocidad que la que los demócratas desearíamos, pero sin pausa. Veamos cómo nos percibían y trataban hace cinco o tres años y cómo el mundo entero nos apoya hoy. El dicho español afirma que “en palacio las cosas marchan despacio”, lo que equivale a aconsejar paciencia aunque ello luzca egoísta o ilusorio.

Por último, es necesario situarnos en la perspectiva del clima político y los conflictos globales. Estados Unidos enfrenta serios diferendos con potencias nucleares que le son adversas (Corea del Norte e Irán), el tema de los refugiados es central en todas las elecciones europeas y de otras latitudes. Europa necesita acomodarse ante un gigante poco amistoso que lo presiona por el oriente (Rusia), que además alberga los depósitos de gas que calientan los inviernos europeos y los usa de manera extorsiva. China acumula reservas en bonos del Tesoro de Estados Unidos en magnitud suficiente como para constituirse en árbitro del valor del dólar, Rusia enfrenta tensiones internas con minorías disconformes y pare usted de contar. Por eso, debemos ser conscientes de que nuestro duro y lamentable drama no es la preocupación mayor del planeta y, por tanto, debemos plantear soluciones entre nosotros mismos. Ello requiere grandeza. Por el momento no se ve en nuestro panorama político nacional

Diálogo: apenas falta resolver lo del CNE

Adolfo P. Salgueiro

Desde este mismo espacio expresamos hace algún tiempo nuestra opinión acerca de cual sería el desarrollo y culminación del actual ciclo de “diálogo” entre gobierno y oposición. Afirmamos que no creíamos absolutamente nada y –sin pretender pasar por videntes– constatamos ahora que teníamos razón. No era cuestión de tener dotes sensoriales especiales, sino apenas de captar lo evidente: al gobierno solo le interesa ganar tiempo y –por lo visto– lo viene logrando.

Las declaraciones de los asistentes a República Dominicana revelan el deterioro del ambiente que ha rodeado el agonizante experimento. El gobierno, por boca de su más desagradable vocero (Jorge Rodríguez) anuncia que un acuerdo está prácticamente listo y que falta apenas algún detallito de menor relevancia para anunciarlo (renovación del CNE). La oposición, por su parte, informa que no se ha llegado a nada ni se ha suscrito declaración ni documento alguno, lo cual equivale a expresar que el ciclo ha fracasado. Este columnista prefiere creerles a Julio Borges y su equipo de asesores compuesto por gente capaz y honorable con muchos de los cuales tenemos vínculos de amistad desde hace bastantes años.

Otra cosa en la que hemos venido insistiendo es en afirmar que la presión internacional no tumba gobiernos, pero que es poco probable que tal cosa pueda ocurrir si no hay esa misma presión internacional. No cabe duda de que en este momento, cuando Miraflores luce envalentonado por el nuevo aire obtenido por la trampa y el atropello, es la presión internacional la principal fuerza que empuja para que se produzcan los cambios que se requieren. Hay que conservarla.

Es precisamente en esta área internacional donde día a día se anuncian hechos que revelan que estamos en la recta final. Sanciones impuestas ya en diversos frentes, aislamiento diplomático, exclusión del circuito financiero, la gira del secretario de Estado de Estados Unidos por varios países del continente y demás cosas que vienen ocurriendo producen reacciones gubernamentales que ya lucen desesperadas. A ello agréguese la mala noticia de que la disputa por el Esequibo irá a la Corte Internacional de Justicia y pare usted de contar.

Entretanto, el venezolano común poco se entera y menos le interesan ninguno de los temas hasta aquí comentados. Este columnista, que pulsa la opinión del venezolano de a pie, constata que el comentario que ocupa toda las conversaciones no es sino la preocupación por conseguir los rubros más básicos de comida y el precio inalcanzable de la misma, sumado a la inseguridad personal, cuya incidencia alcanza a todos los estratos.

Los focos de intranquilidad social nada tienen que ver con la libertad de expresión ni la independencia de los poderes del Estado ni la acción del Tribunal Supremo de Justicia ni la agonía del Estado de Derecho. Todo eso es materia de preocupación para aquellos que se desenvuelven en el estrato del estómago satisfecho. La intranquilidad pública creciente y cada vez más combativa se centra en cerrar carreteras para detener el paso de vehículos que transportan comida para vaciarlos y en ver cómo se las arregla cada quien para conseguir una caja CLAP que en muchos casos se otorga a cambio de pisotear la dignidad de quien la recibe. Es dramático escuchar cada vez con mayor insistencia la preocupante afirmación de quienes no dejarían de agradecer el suministro de las calorías mínimas familiares así vinieran de manos de las agencias humanitarias internacionales o de los mismísimos “marines” siempre que desembarcaran trayendo comida.

Antes de concluir permítasenos un comentario final que en una o dos semanas podrá ser contrastado con la realidad. Se trata de la visita que emprenderá el lunes Mr. Tillerson a varios países del hemisferio. Se anuncia que el tema central que dominará la agenda será el de la situación venezolana. Se especula que luego de la fracasada visita del vicepresidente Pence el nuevo enviado pudiera abogar otra vez por acciones de fuerza preferiblemente colectivas para restablecer el orden democrático en Venezuela. Este columnista anticipa que en las reuniones reservadas que el secretario de Estado norteamericano pueda sostener con los líderes de países amigos, seguramente varios coincidirán con la tesis de la conveniencia de la intervención militar, ya sea colectiva o unilateral. Más que obvio resulta anticipar que ninguno, por más convencido que esté, apoyará en público semejante iniciativa, menos aún si tuviera que ayudar a pagarla. Sin embargo, en la tan denostada África eso lo han hecho varias veces con algún éxito.

@apsalgueiro1

El Nacional

03 de febrero de 2018

Pidiendo cacao en Rusia

Adolfo P. Salgueiro

En semanas anteriores hemos comentado los rutilantes éxitos obtenidos recientemente por la diplomacia venezolana en materia de política exterior. Parece que la racha sigue sin interrupción. Arreaza, un poco más educadito, sigue la línea trazada por su histórica antecesora en la Casa Amarilla.

En ocasiones –tanto en la IV como en la V– hemos criticado viajes presidenciales cuyos objetivos no lucían claros o no pasaban de ser un paseo de lujo con viáticos pagos para una privilegiada minoría ahora cercana al núcleo de Nicolás y su heroica esposa, la “primera combatiente”. Con relación al periplo de la semana que hoy finaliza podemos afirmar sin ironía alguna que se trató de una peregrinación indispensable para pedir “cacao” ante el nuevo zar de Rusia, que reviste la triple condición de acreedor importante de Venezuela, posible salvavidas financiero y por encima de ello manager de uno de los bandos en una disputa en la cual la patria de Bolívar es apenas un deudor moroso y simple peón en un juego de ajedrez global. A los chinos ya se les hizo el mismo show hace pocas semanas con resultados hasta ahora no explicados.

Así lo han entendido los próceres de Miraflores y alrededores que con renovado fervor venezolanista abordaron una vez más el avión de Cubana para presentarse en Moscú escupidera en mano para rogarle encarecidamente al “pana Vladimir” que refinancie, rebaje, mire para el otro lado o haga cualquier cosa para dar un poco de oxígeno a nuestra patria, “momentáneamente” carente de aire a causa de su indeclinable decisión de convertirse en la “Venezuela Potencia” que nos prometió el Eterno y –naturalmente– por la asfixia que el “imperio malvado“ ejerce sobre nuestra economía que, de no haber sido por eso, hubiera seguido su ejemplar camino de desarrollo y progreso .

Por lo que ha trascendido parece que el buen Nicolás utilizó su verbo más melifluo para halagar el oído y flexibilizar la billetera del catire (coincidencia que los dos protagonistas de la disputa por el cetro mundial sean rubios). Pareciera que en esta coyuntura de la historia los tropicales tenemos menos chance de montarnos en esos escenarios. Asimismo, la prensa y las redes de los apátridas han pasado videos con jaladas de mecate como las que ya no se constataban desde hace lustros de boca de jefes de Estado venezolanos. Sin duda que ser deudor moroso genera un discurso diferente que si uno fuera acreedor dadivoso.

Pero al menos podemos tener la tranquilidad de que lo que se le debe a Rusia ha sido utilizado para la compra de las armas que nos van a permitir defendernos con éxito de la aventura militar que tiene pensada Mr. Trump y al mismo tiempo garantizar nuestra integridad territorial y marítima ante un vecino como Guyana, hoy entregado a los arrullos de Exxon y dispuesto a impredecibles estrategias ante tribunales internacionales. De Colombia ni se diga, eso es tan pura pérdida que hasta su cripto-chavista canciller Mariángela Holguín se está poniendo dura, seguramente por órdenes que recibe desde Washington.

De paso, ya que estaba por el vecindario y tenía transporte disponible, el “hijo de Chávez” hizo escalas en Argelia (para un almuercito con el mil veces reelecto Bouteflika), además de sendas paradas en Bielorrusia y Turquía para cambiar impresiones con los “panas” de allá, Lukashenko y Erdogan, connotados militantes junto con Nicolás de un trío totalmente comprometido con las prácticas democráticas respetuosas de los derechos humanos, muy diferentes a el tal “Marianito” Rajoy que se atrevió a repartir algunos criticadísimos peinillazos en Cataluña, cosa que en Caracas jamás se hubiera permitido ni tolerado en revolución!

No podemos cerrar estas líneas sin comentar el hecho de que el Senado uruguayo, democrático de verdad, haya emitido una condena unánime (incluida la izquierda militante) en rechazo de las acciones del embajador de Venezuela ante ese país, que en violación flagrante y arrogante de las reglas de comportamiento internacional y de las normas que lo regulan (Convención de Viena) tuvo la original idea de presentarse como actor político en una actividad partidista, y luego transmitir uno o más programas de radio emitidos desde la propia sede de nuestra embajada en Montevideo. Seguro que el “camarada Chirinos” pensaría que se la estaba comiendo. Parece que los dueños de casa opinaron diferente. Deben ser “cachorros del imperio”.

Así pues, esperemos un poco más para seguir reseñando los éxitos que día tras día distinguen la acción internacional del gobierno revolucionario de Caracas antes de que las fuerzas del mal produzcan algún cortocircuito que pueda opacar el paso de vencedores, que desde hace ya lustros transita nuestra patria.