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Trino Márquez

Una relación inteligente con los militares

Trino Márquez

El reto político e intelectual más exigente que tienen los demócratas consiste en tramar una relación inteligente con la FAN. Esta exigencia se tornó aún más urgente luego de la fallida insurrección del 30 de abril. Ese día se sobreestimó el peso de los militares en el proceso de recuperación de la democracia, según Juan Guaidó lo admitió en su entrevista con The Washington Post. Se pensó que la FAN implotaría. Que la mayoría de sus componentes se sumaría al llamado de Guaidó y Leopoldo López, quienes habían logrado convencer a algunos miembros del Sebin para que participaran en la liberación de López y en la Operación Libertad. El plan abortó.

Tejer un lazo inteligente con los militares no significa someterse a ellos, o tratarlos como si fuesen marcianos u oligofrénicos que ignoran lo que ocurre en Venezuela, o no entienden el proceso de destrucción incontenible al que está siendo sometido el país. Desde luego que conocen muy bien la realidad nacional. La sufren sus cuadros medios y bajos y su entorno familiar y social más inmediato. La brecha entre los altos mandos y los oficiales de menor rango es abismal. La seguridad social de los militares, al igual que la de los empleados de Pdvsa, la CVG y todas las empresas públicas, ha desmejorado. La hiperinflación, el deterioro de los servicios públicos y la calidad de vida, afectan a todos los grupos sociales. Sólo el pequeño sector colocado en el centro de la corrupción, no padece las calamidades que azotan a Venezuela. A los militares no hay que explicarles nada de eso. No hay que pintarles el mapa del país, ni hacerles llamados piadosos de conciencia. Tampoco hay que estarles recordando que sobre ellos se levanta el único soporte real que sostiene a Maduro y su gente.

La radiografía de Venezuela la tienen en sus manos. Saben la condición de cada hueso y cada músculo. Están conscientes de que los colectivos y la milicia bolivariana se evaporarían, si la FAN decide acabar con la pesadilla.

Apoyan a Nicolás Maduro, no por desconocimiento o ingenuidad, sino por todo lo contrario: por complicidad con el régimen. Forman parte consustancial del sistema construido con paciencia y tesdurante veinte años por los cubanos y otros actores de la izquierda autoritaria del planeta. Venezuela se convirtió en pieza clave de un proyecto món undial de relanzamiento de la izquierda extremista y del antinorteamericanismo más agresivo. De ese proyecto, un componente esencial es la entrega de la mayor parte de la riqueza y los negocios del país a la cúpula militar. Esta transferencia estamos viéndola. Pdvsa, la CVG y el Arco Minero representan una muestra de la alianza cívico militar.

El nexo entre la élite civil y militar no se reduce a los privilegios que el gobierno les concede a los uniformados. El intercambio incluye la vigilancia sobre los negocios y movimientos de los militares. El miedo cerval, los chantajes y amenazas a los militares y sus familiares, forman parte de la presión dirigida a impedir cualquier movimiento de ruptura o disidencia. La ideologización, luego de dos décadas de trabajo continuo, también ha dado resultados. El régimen ha logrado homogeneizar el discurso socialista, sectario, fanatizado, de la FAN. Desde Padrino López hasta el infeliz agente que quemó la Ley de Amnistía en La Carlota en presencia de unos ciudadanos desarmados, todos repiten las mismas consignas grandilocuentes y ampulosas. Los intereses materiales se combinan con valores ideológicos, para tramar una malla impenetrable para los demócratas.

Entonces, ¿cómo relacionarse de forma inteligente con unos señores que disfrutan de un amplio conjunto de privilegios, que están infiltrados y amenazados, y, por añadidura, han sido tomados por el morbo de la fanatización?

La estrategia norteamericana ha sido errática. Fernando Mires señala que son demasiados los voceros que declaran. Excesivas y contradictorias las amenazas. Tiene razón. Un día unos funcionarios dicen una cosa, y al día siguiente otra diferente u opuesta. El desconcierto impera. El apoyo de Rusia y China a Maduro ha desajustado las piezas del tablero

La mayor parte de los países se inclina por una salida pacífica y negociada a la fenomenal crisis que vivimos. El centro de las propuestas se ubica en la convocatoria a un nuevo proceso electoral que sustituya el realizado el 20 de mayo del año pasado, desconocido por la mayoría de las naciones democráticas. Esta es la proposición que reúne el apoyo más amplio.

Da la impresión de que la lucha por elecciones libres con supervisión internacional y un programa de transición que regule el cambio de la situación actual a un nuevo e incluyente escenario, en un plazo perentorio y con condiciones acordadas y garantizadas por la comunidad internacional, es la consigna que puede aglutinar a todos los actores de esta compleja trama. El padre Luis Ugalde ha asomado algunas proposiciones interesantes en esa línea. Unificar la nación en torno de esa exigencia podría animar a los militares a sumarse a la corriente renovadora. Sus sectores más sanos serían protagonistas y garantes de la estabilidad. No se trata de avanzar hacia una democracia tutelada por la FAN, sino de crear un nuevo estadio en el que los uniformados se sientan parte de una colectividad que reconstruye la nación. Una relación inteligente.

@trinomarquezc

Mayo 08, 2019

Polis

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El Banco Central ya no es banco central

Trino Márquez

El Banco Central de Venezuela dejó de ser un banco central desde hace bastante tiempo. Así como el chavismo destruyó a Pdvsa, la CVG, la Petroquímica, la Cantv, el Metro de Caracas, la Electricidad de Caracas, las Fuerzas Armadas y todos los demás símbolos de la modernidad y el tránsito de la Venezuela rural y atrasada a la Venezuela urbana y moderna, también acabó con el BCV, institución que concretó la unidad del Tesoro Nacional y acabó con la dispersión y el desorden en las finanzas públicas existentes antes de su creación.

A pesar de que la Constitución de 1999 –Art. 318- establece la autonomía del BCV, fueron Hugo Chávez y Nicolás Maduro quienes eliminaron su independencia, convirtiéndolo en un organismo subordinado a los caprichos de Miraflores.

El BCV dejó de cumplir las funciones básicas para las que fue creado:no se ocupa de lograr la estabilidad de precios, ni preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria, a pesar de que las dos reconversiones -2008 y 2018- le tumbaron ocho ceros a nuestra moneda, en un período de crecimiento de los ingresos petroleros;es uno de responsables fundamentales de la hiperinflación porque no detiene la emisión inorgánica de dinero; no controla el gasto excesivo del Gobierno,quien ha contado con la aprobación de la directiva del BC para perpetrar toda clase de desmanes; no propicia los equilibrios macroeconómicos, uno de los cuales es mantener la relación adecuada entre la masa monetaria y la generación de bienes y servicios; no ejerce funciones de coordinación de la política económica para “alcanzar los objetivos superiores del Estado y la Nación”, Art. 318; no participa activamente en el diseño y ejecución de la política cambiaria, crediticia y fijación de las tasas de interés;permitió el saqueo del Fondo de Estabilización Macroeconómico; ha autorizado el endeudamiento del régimen en el plano nacional e internacional de forma escandalosa, en una etapas en las que han abundado los recursos fiscales provenientes del crudo; no ha salvaguardado las reservas internacionales del país, patrimonio que se ha reducido en más de dos tercios durante la última década.

El BCV, quien junto al Instituto Nacional de Estadísticas, es el responsable de informar acerca del comportamiento de los principales indicadores económicos, sociales y financieros del país, desde hace varios años no suministra esos datos. Esta tarea la cumplía con eficacia porque contaba con un grupo de profesionales y técnicos de alto nivel, muchos de ellos de izquierda, por cierto. Ese cuerpo fue desarticulado. El clientelismo dinamitó a la meritocracia.

El Presidente de la institución tiene que ser designado por la Asamblea Nacional, sin embargo, Maduro y el TSJ le arrebataron esa competencia al Parlamento. Ahora, ese funcionario, por órdenes de Maduro, ni siquiera acude a las comparecencias a las que los diputados de la Asamblea Nacional le convocan. Desconoce la autoridad de la mayoría de los parlamentarios de la Asamblea. Viola, en consecuencia, “el principio de responsabilidad pública” señalado en el artículo 319 de la Constitución.

Nicolás Maduro convirtió al Banco Central en una sucursal de Miraflores. La transformó en una factoría para cometer actos ilícitos: traficar clandestinamente con el oro y otros minerales preciosos, ocultar o maquillar las cifras del comportamiento económico, eludir los controles institucionales, destruir la meritocracia, manipular los bonos públicos. Hasta la sede del Banco, edificio que debería ser patrimonio nacional, se ha deteriorado.

Ninguno de los factores asociados con el Banco Central se ha salvado de la razzia: ni el bolívar, ni el capital humano, ni las reservas internacionales, ni las variables macroeconómicas, ni las instalaciones.

Ahora que los Estados Unidos sanciona al Banco, que le prohíbe transar con dólares norteamericanos, Nicolás Maduro sale a quejarse. Dice que en todos los países el banco central “es sagrado”. ¡Ah, sí! Pues quienes comenzaron a derrumbar esa institución, ciertamente sagrada, fueron Hugo Chávez y Nicolás Maduro. De qué se queja, si lo que restan son despojos de un banco centralque fue modelo de independencia, autoridad, firmeza y seriedad.

Las sanciones no resolverán nuestro drama, pero van a impedir que el régimen siga beneficiándose del asalto a la nación.

@trinomarquezc

Agredir a Falcón es un grave error

Trino Márquez

Descalificar a Henri Falcón -llamarlo Caballo de Troya, traidor, agente de Maduro, colaboracionista, legitimador de la dictadura y una cadena interminable de epítetos parecidos-, se ha convertido en uno de las prácticas favoritas de un sector opositor extremista, obnubilado por el rencor, la frustración ante la incertidumbre y la inopia.

Creo que fue un error de Falcón haberse desprendido de la MUD en un momento en el cual dentro de esa plataforma, se debatía qué hacer frente al naufragio de las conversaciones en República Dominica. Su primera batalla tenía que librarse en el frente interno. Tratar de convencer a los demás líderes opositores de la necesidad de acudir a la cita electoral convocada con apremio por la dictadura con el único fin de desconcertar a la oposición, agudizar sus diferencias y propagar la confusión. Falcón, considero, estaba obligado a proponerse persuadir al resto de las fuerzas de la alianza de las bondades de encarar al régimen autocrático en el plano electoral, a pesar de que el gobierno había rechazado la proposición de los cancilleres que acompañaron al grupo negociador, tanto opositores como oficialistas, de que habían sido inhabilitados los partidos cuyas figuras más importantes fueron inhabilitados, estaban presos o exiliados. Falcón, si aspira a gobernar un país tan encolerizado y dividido como Venezuela, tenía que afrontar el enorme desafío intentar liderizar su base natural de apoyo: la oposición. No lo hizo, al menos con la intensidad requerida.

Por supuesto, no había ninguna garantía de que su punto de vista triunfara. Las heridas dejadas por el ensayo de Quisquella eran demasiado hondas. El gobierno jugó duro de forma premeditada con el único fin de proponer unas elecciones en las que tuviera un alto chance de alzarse con la victoria. Lo logró. No otorgó ninguna concesión importante y comprometedora. Sacó de la manga una fecha intempestiva y caprichosa, que no daba tiempo para convocar primarias, ni ningún tipo de consulta popular amplia. Sólo dejó espacio para realizar unas encuestas o para el consenso. De las primeras, todo el mundo desconfía por la cantidad de veces que se han equivocado, empezando por las últimas elecciones de gobernadores. El consenso era difícil alcanzarlo porque Capriles estaba inhabilitado, López preso y Falcón venía de una derrota humillante en Lara. El gobierno apostó por la fractura de la oposición y ganó, con la complicidad de los dirigentes que habrían podido impedir que la escisión se consumara. Hasta aquí llega la responsabilidad de Falcón en ese descalabro.

No tenía por qué plegarse a la decisión de la mayoría, si esa mayoría no estaba dispuesta a ir a unos comicios que consideraba viciados, ventajistas y no competitivos. En política, como dice Fernando Mires, muchas veces los dirigentes se ven obligados, por sus propias convicciones, a actuar en un camino distinto al propuesto por la mayor parte de sus compañeros de facción. Rómulo Betancourt en varias oportunidades contravino las posturas de Acción Democrático, partido que había fundado. Nadie llamó a esos dirigentes traidores o colaboracionistas.

Resulta un grave error, por lo tanto, descalificar a Falcón por haber optado por la participación electoral. Puede haber cometido un error de evaluación del momento y el contexto político, una sobreestimación de su capacidad de convocatoria y la de los grupos que lo respaldan, y una subestimación de la inmensa capacidad de chantaje y extorsión que puede desatar el gobierno con la maquinaria montada con el fin de utilizar las elecciones para barnizar la neodictadura madurista. De lo que estoy seguro es de qué su decisión no entraña una traición alevosa a la democracia y a los venezolanos. Nada que ver.

Evaluar la postura de Falcón a partir de ese parámetro solo puede conducir a agrietar aún más la ya fracturada oposición. Independientemente de lo que ocurra el 20 de mayo, Henri Falcón jugará un papel importante en el destino de la oposición a partir de esa fecha. La relación de la MUD, el Frente Nacional, Vente Venezuela y el chavismo disidente con Falcón, tendrá que estrecharse. La alianza para evitar que Maduro continúe indefinidamente destruyendo al país, tendrá que contar con todos los factores que consideran al régimen el principal enemigo de los venezolanos. Ninguna fuerza, ninguna personalidad, ningún sector, debe ser excluido, menos si representa a un segmento de los venezolanos. En este caso, los venezolanos que en ejercicio soberano de su libertad decidieron, como lo haré yo, ir a depositar su voto en las urnas electorales.

La democracia, la diversidad y la tolerancia no deben usarse solo en conversaciones de salón y para mostrar las virtudes de un alma piadosa, sino en ambientes intrincados, complejos y escindidos como el que vive Venezuela, donde nadie puede arrogarse la propiedad de la verdad.

Moderar el lenguaje y pensar con el cerebro, no con el hígado, debe ser uno de los retos de la oposición en lo que queda antes del 20-M. Insultar a Falcón representa una señal de cuál será el comportamiento con esos compatriotas que por alguna insondable razón decidieron apoyar el proyecto bolivariano. En sentido contrario, el razonamiento también vale: algunos colaboradores del candidato deberían hacer un voto de humildad y cordura.

@trinomarquezc

Mayo 04, 2018

https://polisfmires.blogspot.com/2018/05/trino-marquez-agredir-falcon-es...(POLIS)

Elecciones generales o gobierno de transición

Trino Márquez

Vladimir Padrino López y Nicolás Maduro, probablemente en ese orden, son los responsables fundamentales de la escalada represiva desatada en Venezuela desde comienzos de abril. Otros actores dentro de la trama ocupan posiciones secundarias. El ministro de Relaciones Interiores y los comandantes de la Guardia Nacional y la Policía Nacional apenas son amanuenses relegados a cumplir las órdenes provenientes de la cúpula, entre ellas dejar que actúen con impunidad los grupos paramilitares financiados por el régimen. La represión representa la única política de la dupla Padrino-Maduro frente a la descomunal protesta que se desató en el país. La represión se articula con el aislamiento creciente que remata con la salida de la OEA.

El detonante de la crisis fue la decisión de eliminar en los hechos la Asamblea Nacional y arrogarse las atribuciones del cuerpo legislativo. Vista en perspectiva, la insurrección popular constituye el resultado de una larga acumulación de abusos y atropellos cometidos por el régimen desde que Maduro llegó con malas mañas a Miraflores. En el inconsciente de la gente quedó instalado el despojo del referendo revocatorio, luego de que, a pesar de todos los obstáculos levantados, los ciudadanos habían logrado sortearlos y se encaminaban a cubrir los extremos legales que el CNE exigió para realizar esa consulta. El referendo revocatorio habría permitido resolver el fracaso de la revolución bolivariana en los términos del pacto constitucional propuesto por los mismos chavistas. Hoy los venezolanos pasan la factura por una confiscación, considerada por el gobierno una gran victoria.

Al arrebatón del revocatorio se suma la crisis económica y social sin precedentes. La gente se convenció de que la única forma de superar la crisis es cambiando de gobernantes. A Maduro se le acabó su tiempo. Han sido demasiados sus errores, acompañados de cinismo y torpeza. Con los actuales gobernantes no existe ni la menor posibilidad de que ninguno de los graves problemas nacionales se resuelva. La camarilla instalada en el poder no es capaz de promover ningún cambio que encamine a la nación hacia su recuperación global. En el futuro cercano y lejano la gente ve más inflación y pobreza, más escases y desabastecimiento, mayor inseguridad personal y menores posibilidades de estabilizarse y crecer. Los jóvenes sienten que se les robó el futuro. Los adultos se ven acosados por la miseria.

Frente a un porvenir tan oscuro las amenazas de represión no actúan como factor disuasivo, sino como catalizador y desencadenante. En una reciente entrevista, una joven que acudía a una marcha decía frente a una cámara de televisión portátil, que no tenía miedo a ser asesinada por la policía porque ella moría lentamente todos los días: el dinero que ganaba no le alcanzaba para comer y no tenía ni la menor esperanza de independizarse de su familia porque jamás tendría vivienda propia, ni podría construir una familia. Esa muchacha resumió la situación en la que se encuentra la inmensa mayoría de los venezolanos. Ya no se trata sólo de oponerse al Gobierno para ampliar los espacios de la democracia. Hay que cambiar de régimen para sobrevivir. Así de simple y de drástico. Con Maduro al frente del Gobierno lo que le espera a la gran mayoría de los venezolanos es más miseria y restricciones.

El régimen tendría que asumir que el cuadro nacional cambió. Maduro y la camarilla que lo acompaña abortaron el revocatorio. Ahora, no podrán satisfacer las demandas populares proponiendo únicamente la elección de gobernadores. Estas debieron haberse realizado el año pasado. En el nuevo ambiente, la exigencia básica consiste en el cambio de gobierno. Elecciones generales o gobierno de transición. La oposición quedó escaldada con la nefasta experiencia de finales de 2016. Maduro creyó que había coronado la faena cuando, luego de pulverizar el revocatorio, metió a la MUD en un diálogo, saludado internacionalmente, que sólo sirvió para ganar tiempo, suspender los comicios de gobernadores y dejar a los líderes de la oposición como unos jóvenes incautos e inexpertos. La MUD aprendió la lección. Ya no es políticamente aceptable que ante una ciudadanía tan comprometida, que ha dado muestras de heroísmo y desprendimiento tan conmovedores, el desenlace de las movilizaciones sea la consulta regional. El pueblo estafado reclama una indemnización mayor: elecciones generales, sin presos políticos ni inhabilitaciones, o gobierno de transición mediante un pacto político en el que participen los sectores sociales fundamentales, incluidos aquellos vinculados con el chavismo y los militares.

@trinomarquezc