Laureano Márquez
“Infidelidad concierto Coldpaly”
Recordando a Roscio
España y la Vinotinto
¿Se despeña España?
Perdonen lala…
Es que vuelvo sobre el tema de la Inteligencia Artificial (IA) y ya no sé si estos artículos los escribo yo o el ChatGPT que usurpó mi firma y mi identidad, si es que la tengo.
El caso es que sea él o yo, cada vez que lo que queda de mi conciencia humana lee e investiga nuevas cosas sobre la IA, más miedo le entra.
Lo que asusta es que la mayor parte de las advertencias sobre los riesgos de este nuevo avance viene de científicos, algunos de los cuales han contribuido a su desarrollo.
Comparan la capacidad destructiva de la IA con la de la bomba nuclear y añaden que debería existir una suerte de agencia internacional que la regule, porque podríamos llegar al extremo de que las máquinas aniquilen al ser humano.
Es un tema recurrente de la ciencia ficción, un género que, tanto en el cine como en la literatura, resulta temible por su carácter profético.
Por poner un ejemplo, en 2001: una odisea del espacio (1968), una película de Stanley Kubrick, basada en la historia de Arthur C. Clarke, una supercomputadora llamada HAL9000 se encarga de controlar las funciones de la nave espacial Discovery.
Se trata de un equipo dotado de IA que en algún momento de la trama decide actuar por su cuenta y arremete en contra de los astronautas, asesinando a todos los tripulantes, menos al protagonista (David Bowman interpretado por Keir Dullea) quien logra, por fin, desconectar a la temible computadora.
Las máquinas enfrentadas a nosotros, drones que se gobiernan solos y con capacidad para destruir a diestra y siniestra como un Putin cualquiera.
Máquinas que nos esclavicen o que terminen asumiendo la dirección política de nuestras sociedades de manera autoritaria y así aprovechar para ellas y su funcionamiento los recursos energéticos, arrebatándonos el combustible, la electricidad, el agua. ¿Se lo pueden imaginar? ¿No? Cónchale.
¿Qué me dicen de las armas atómicas y su control? Todo ello en manos de una IA a la que se le crucen los cables. También está el tema de los empleos: las máquinas podrían sustituir, según algunas apreciaciones, 300 millones de empleos.
Máquinas sin ningún tipo de derechos ni posibilidad de reclamo, como si fueran obreros chinos.
Estaremos en manos de artefactos sin sensibilidad ni emociones, sin ternura, ni valores morales. Sí, ya sé lo que están pensando, pero no es lo mismo, aunque parezca.
No quiere uno ser profeta del desastre, pepero, pero es imposible no sentir un poco de tetemor, de temor acerca del fufuturo que se nos avveecina que se nos avecina quesenosvaecina quesenos queque que#!€¬***
Las profecías que Nostragamus
Como cada comienzo de año, aunque este ya está bien entradito en meses, vuelven las profecías de Nostradamus a ponerse de moda. Sorprendentes siempre las deducciones que de sus planteamientos sacan los expertos en vaticinios.
Por ejemplo, se le atribuye al célebre boticario francés haber profetizado la muerte de la reina de Inglaterra y el ascenso de Carlos, al escribir: «La muerte repentina del primer personaje, será cambiado y pondrán otro en su reino».
Honestamente, uno espera un poco más de precisión en la cuarteta, algo al estilo de: «A media asta, iza bel bandera sobre dos columnas y luego pondrán al de la pluma chorreada». Así sí que se podría creer que está hablando de Isabel II y de su heredero.
Pero, en fin, en materia de profecías la gente se contenta con poco y cada quien pone en ellas lo que desea ver.
Para este año tenemos la siguiente: «Siete meses de gran guerra, gente muerta por el mal. Rouen, Evreux no caerá ante el rey». Según los especialistas esto se refiere a la invasión rusa de Ucrania.
Para comenzar, la agresión a Ucrania ya sobrepasa el año, guerra siempre ha habido a lo largo de la historia universal y el mal siempre ha causado muertes inocentes, además, las ciudades aludidas en la cuarteta son francesas. Por lo menos podría haber dicho zar, en vez de rey.
Otra predicción para el 2023: «Falla de luz en Marte». Esto, que en nuestro contexto fácilmente podría interpretarse como «falla de luz el martes», es tomado por los sesudos conocedores del adivino como el fracaso de la misión con la que la agencia espacial europea piensa colocar un Róver en el Planeta Rojo.
Y esta otra: «No abades, monjes, novicios para aprender; la miel costará mucho más que la cera de las velas. Tan alto el precio del trigo, ese hombre está agitado. Su prójimo para comer en su desesperación», ha sido interpretada en una gama de matices que va desde la renuncia del papa Francisco hasta el aumento de inflación mundial que nos conduce al canibalismo.
Definitivamente, con intérpretes así, no hay que ser Nostradamus, como dice el dicho, para saber lo que se avecina. Más honesto sería profetizar: «Cualquier cosa puede suceder, incluso que no suceda nada».
En lo que al autor de estas líneas toca, se niega a aceptar predicciones que no tengan nombre, apellido, fecha o al menos hechos señalados con claridad.
Por ejemplo, profeta serio, Miqueas, cuando vaticina: «Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre los clanes de Judá, de ti vendrá por mí uno que gobernará a Israel, cuyos orígenes son desde el principio, desde la antigüedad.» (Mi. 5:1) Esto se llama dar las coordenadas precisas, pues en Belén nació Jesús.
Profecía que concuerda, por cierto con la de otro profeta, Jeremías: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra» (Jer. 23: 5). Efectivamente, Belén es la tierra del rey David, cuyo nombre figura entre los ascendientes de Jesús.
Eso se llama concordancia predictiva.
Bueno, aunque el autor de estas líneas dista mucho de poseer el don adivinatorio de Jeremías, ni tampoco la habilidad poética del francés, no podía cerrar sin lanzar algunas cuartetas proféticas de mi propia inspiración visionaria:
«El cerebro conectado
veremos dentro de poco
con microchip encajado
justo en la base del coco.
Vida virtual viviremos
con el control de un botón,
así resucitaremos
después de cada apagón.
Lo bueno es que sin deslices
y sin vivir camuflados
estaremos muy felices,
pues seremos enchufados».
Ni me lanzo ni me lanzan
Cuando era presidente de la república, Rómulo Betancourt enfrentó una complicada situación política en los inicios de la democracia: golpes de derecha, de izquierda, de centro y de lado. Frente a todos los intentos de desplazarlo del poder, él respondió diciendo: «Ni renuncio ni me renuncian».
Yo, en medio de la pandemia de «primaritis» que nos sacude y en la que he visto por ahí figurar también mi nombre (prueba de lo bajo que está cayendo nuestro debate político), emulando a Betancourt respondo: ni me lanzo ni me lanzan. Aclaratoria que hago porque, con esto de la desinformación propia de los tiempos actuales, alguien podría creer que, incluso yo, tengo aspiraciones. Y yo les aseguro que ni he aspirado, ni tengo deseos de aspirar.
En mi opinión, una de las personas más lúcidas del país en toda su historia fue Diógenes Escalante, que ante la posibilidad de ser presidente de Venezuela tomó el sensato camino de la locura. Muchas veces pienso que el señor Escalante, cuando se topó con el país real —luego de haber sido embajador en los Estados Unidos y haber contemplado de cerca el funcionamiento de los países democráticos en los que le tocó servir de diplomático—, fingió demencia para librarse de la tragedia de gobernar su patria, ese «cuero seco», a decir de Guzmán Blanco, que se pisaba por un lado y se levantaba por otro. Yo imagino la impresión del embajador cuando, a su arribo al país, comenzaron a llegarle gallinas y cochinos de regalo al hotel Ávila, pretendiendo futuros favores. Qué haría con tantos animales.
Por otro lado, el cupo de cómicos precandidatos ya ha sido cubierto por el Conde, aunque debo reconocer que un debate entre comediantes podría animar mucho el cotarro nacional. Gobernar al país en broma puede ser un giro trascendente para una tierra que lleva dos siglos padeciendo una seriedad que da risa y un humor bastante serio.
De todas maneras, hay que ser agradecido: que algunos crean que este humilde servidor tiene condiciones para ocupar lo que se consideró, durante mucho tiempo, la más digna de las magistraturas, honra. Tengo otros argumentos para no participar en las primarias ni en las secundarias, pero prefiero omitirlos para no ser ave de mal agüero, pero si los enumerados fuesen insuficientes, para sustentar mi deserción de la aspiración presidencial, podría señalar, por último, que soy un venezolano que no tuvo el honor de nacer en Venezuela (como requiere la Constitución para el cargo), aunque ello sea lo de menos.
De todas maneras, desde el lugar en el que la providencia me ha colocado, trataré, como el colibrí de la fábula, de seguir llenando mi modesto piquito de agua para contribuir a apagar el incendio, aunque todo indique que los vientos soplan a favor del fuego. Con la solemnidad del caso diré, por último: el título de humorista es la más alta distinción que me ha otorgado la patria, me es imposible degradarlo.
Twitter: @laureanomar
Carta al Niño Jesús
Querido Niño Jesús:
Algunos años sin escribirte. No vayas a creer que he dejado de creer en ti, ni que he perdido la esperanza. Solo que, como venezolano, miro la esperanza de una manera distinta, no ya para el plazo de mi vida, como cuando era más joven, sino sub specie aeternitatis. Desde el punto de vista etimológico, la palabra tiene una raíz latina spes, que se asocia al tener éxito en algo. Por cierto, otro concepto complicado este del éxito. Para algunos, por ejemplo, niño bendito, es acumular oro, aunque para ello acaben con la selva venezolana, heredad de la humanidad, destruyendo el futuro de millones de seres. Como ves, no todo el mundo entiende el éxito desde el punto de vista eterno que Tú simbolizas. Tu triunfo, es decir, el triunfo que te espera, no es el de la muerte, sino el de la vida, como dijo alguna vez el genial Luis Alberto Machado, respondiendo al non omis morirar de Horacio: «todo yo viviré».
Lo sagrado es la vida, querido Niño Jesús, por tanto, mi primera petición es por y para ella. Este mundo de 2022, que desde épocas remotas se vislumbraba como tiempo de avance y paz, nos llena de temor. La vida toda esta en peligro, la presente y la futura. Hoy, el pueblo ucraniano está devastado y ha tenido que perecer, como Tú en la cruz de la violencia y perdóname que me adelante a tu destino, ahora que estamos en tiempo de adviento. Nuestro propio pueblo vive una huida que se parece a la tuya, cuando San José y María tengan que escapar contigo a Egipto. Perdóname nuevamente que me adelante en el relato. El exterminio de comunidades enteras, las dictaduras criminales, la violación a los derechos humanos, están a la orden del día.
Danos amor por la vida toda, respeto por la dignidad de nuestros semejantes. Un mundo sin presos por sus ideas, ni torturas. Un mundo donde las mujeres no sean asesinadas por un velo mal puesto, ni por nada. Un mundo donde no callemos convenientemente algunos crímenes mientras subrayamos otros, donde toda forma de violencia sea condenada y erradicada, un mundo de entendimiento y compasión.
Sobre todo, Niño Jesús, danos sabiduría a la hora de tomar nuestros rumbos políticos, para no colocar nuestro destino en las manos de los Herodes corruptos y resentidos que no hacen otra cosa que decapitar a los pueblos.
Danos juicio, criterio para enfrentar este tiempo en el que recibimos tantas informaciones que dejan de importarnos porque no podemos detenernos suficientemente en ninguna. Danos buen carácter, para llevar la vida sin amarguras y sin amargar al prójimo. Danos un alma agradecida para contemplar la maravilla de la creación y hallar dentro de ella ese don único que nos diste a cada uno para brillar con él, porque, al fin y al cabo, si somos explosión de luz, nuestra misión es brillar.
A los venezolanos, especialmente, danos fuerza, coraje y lucidez para entender que esto que nos sucede no será eterno y que cada uno de nosotros, desde el lugar al que nos has enviado, puede llevar su pequeña dosis de agua, como en la fábula del colibrí, para apagar un incendio que tarde o temprano se sofocará, como todos los de la historia. Solo se requiere seguir tu ejemplo: el camino del amor, que todo lo puede.
Querido Niño Jesús colocamos en tus manos el año 2023, para que seamos capaces de hallar rumbos en este mundo cada vez más devastado por nuestra propia acción. Gracias por la gente buena, que afortunadamente es mayoría; gracias por el arte, por la música, por la literatura, por los paisajes, por la sonrisa de los niños, por el canto de los pájaros, por la bondad de los corazones silenciosos que hacen el bien discretamente, replicando, como pueden, tu santidad. En fin, gracias por todo los milagros cotidianos que olvidamos agradecer.
Te esperamos el 24 en la noche, bienvenido al mundo de los hombres, que tu inspiración nos anime. Feliz Navidad y feliz año 2023.
Twitter @laureanomar
Mil millones
En la edición del 6 de diciembre del diario El Nuevo Herald aparece una información cuyo protagonista es el señor Alejandro Andrade, ex tesorero general de la nación (venezolana). El personaje se declara culpable de “robar” 1.000.000.000,00 (puesto así, en números, para que se note más claramente) de dólares a Venezuela. Se imagina uno que redondeó para simplificar las cosas, a lo mejor no fueron 1000, millones sino 1034, o 976, pero para evitar «decimillones», mil. Son 500 escuelas de dos millones de dólares, 50 ambulatorios de 20 millones de dólares, 16.666 máquinas de diálisis, el sueldo de un profesor titular durante casi siete millones de años, o de siete millones de profesores durante un año. No se asombre el lector de esta última cifra, los profesores universitarios venezolanos son los peores pagados del continente (lo que debe ubicarlos también entre los peores pagados del planeta).
Este señor, sobre cuya conciencia sabe Dios cuántos miles de estudiantes que no pudieron graduarse, o cuántos dializados que fallecieron, o cuántos pacientes de hospitales que perdieron la vida pesarán (lo de «sobre cuya conciencia» es un decir), ya se encuentra en libertad en los Estados Unidos y ponga usted que haya podido rescatar del botín un par de milloncejos, de modo que, aunque no tenga ya caballos, bien podrá cabalgar cómodamente el resto de vida que le quede.
Los mil millones que declara haberse robado fueron pagados como multa por Andrade al gobierno de los Estados Unidos, más 250 millones de los verdes que estaban «ocultos» en Suiza.
En otras palabras, este prócer revolucionario y antiimperialista transfirió al gobierno del detestado imperio lo robado al pueblo venezolano. Son las contradicciones de una revolución corrupta que termina financiando a su enemigo para que construya las escuelas, hospitales y servicios con los que el pueblo venezolano no contará por su culpa.
El susobicho es testigo del Departamento de Justicia de los EEUU en el juicio contra otra ex tesorera general de la nación (venezolana) y su esposo que se sigue en los tribunales de la Florida. Se trata de Claudia Díaz Guillén y Adrián Velásquez Figueroa. Esta linda parejita, según los fiscales recibió sobornos por 100 millones de dólares (millón más, millón menos). Es decir, que a los ojos del testigo deben aparecer como unos simples aficionados de la trama de corrupción más impactante de la historia universal. Porque este es solo un caso de tantos miles similares, ocurridos durante estos tiempos de lucha contra la «podredumbre del pasado».
La señora Díaz Gillén fue la enfermera del fallecido presidente anterior y su marido escolta del mencionado líder revolucionario, quien, quizá para recompensar las capacidades terapéuticas de la primera, le asigno la tesorería de la nación, para cuya dirección son imprescindibles habilidades de asistencia sanitaria, como tomar el pulso de los sobornos, revisar la presión arterial de las comisiones y medir la temperatura para determinar la fiebre de divisas.
Curiosidades de esta contradictoria tierra nuestra que cuenta, simultáneamente, con la enfermera mejor pagada del planeta y un hospital, como el J.M de los Ríos, que otrora fue emblema internacional de calidad, donde hasta el mes de febrero se registraron 66 niños y adolescentes fallecidos en los últimos cinco años por el cierre del sistema de procura de órganos de trasplante.
Twitter @laureanomar
Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.
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