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Ángel R. Lombardi Boscán

López Contreras: héroe de la democracia 1928-1936

Ángel R. Lombardi Boscán

Tenía razón Mariano Picón Salas, Venezuela entró al siglo XX luego del fallecimiento del tirano Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935. Aunque hay que agregar, que el principal artífice de éste muy venturoso suceso, fue el general Eleazar López Contreras y su presidencia amable de apertura democrática entre los años 1936 y 1941. Algo inesperado ya que López Contreras fue el ministro de la Guerra de Juan Vicente Gómez.

Los caminos humanos son siempre sinuosos. Y la rectitud no se muestra en el acontecimiento aislado sino en la suma silenciosa de toda una obra en conjunto. López Contreras fue un venezolano con integridad de principios y básicamente humanidad. No es el padre de la Democracia, hoy otra vez suspendida, aunque sí el padre de su Transición entre los años 1936 y 1958.

Sin poder probarlo ya que en la Historia nada se puede probar: ni siquiera el mal. López Contreras fue un híbrido entre el bárbaro y el civilizado. Al final, pienso que prevaleció el civilizado. Tampoco creo que fue un gobernante corrupto y ya esto no es poca cosa en una Venezuela acostumbrada a confundir la toma del Poder con los privilegios mal habidos.

López Contreras arrastró consigo el pecado de origen de colaborar con la tiranía gomecista hasta un punto en que pudo actuar con manos libres y reivindicar una personalidad independiente y de carácter propio. Evitó la Guerra Civil en el año 1936 y acabó con la política represiva de su antecesor. Fue un político práctico.

Entendió que el poder sin contrapesos implicaba la inmolación en manos de sus adversarios y enemigos políticos. Razón por la cual permitió una apertura sana para cerrar las muy duras heridas de la dictadura gomecista. No apoyó a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958) y en el año 1961 el Congreso le otorgó el gran honor de ser Senador Vitalicio como símbolo de una Venezuela reconciliada.

«Al iniciarse mi gobierno, uno de mis primeros actos en busca de la armonía y conciliación de la familia venezolana fue dictar una amnistía general para los adversarios políticos del régimen anterior. Al efecto se ordenó la libertad de todos los detenidos por diversas causas en los Castillos y Cárceles de la República, que no hubiesen estado sometidos a los Tribunales de Justicia o cumpliendo condena. Así también fueron transmitidas las instrucciones del caso para que nuestros representantes consulares en el exterior pudieran expedir pasaportes a todos los exilados que estuvieran dispuestos a regresar al seno de la Patria. Tanto a los detenidos políticos como a los exilados, se les proporcionaron los recursos necesarios para sus gastos de viaje a sus respectivos hogares, exceptuándose a las personas que manifestaran sus deseos de no aceptar la protección económica del gobierno de Venezuela».

López Contreras nadó entre dos aguas tormentosas y en conflicto: la Venezuela gomecista de prácticas políticas primitivas y la Generación del 28 que hizo alarde de querer meter al país dentro de los códigos de la modernidad política. Como presidente a caballo entre esas dos tendencias apeló a formas civiles sustentadas en los acuerdos y la conciliación. Su apego a la institucionalidad fue su norte y procuró lavarle la cara sucia a un Ejército que mancilló su prestigio arrodillándose y mal sirviendo a una tiranía oprobiosa y cruel.

«El mundo está constituido por una serie de paradojas que desgraciadamente no comprendemos. López Contreras podrá haber sido un entusiasta admirador de Gómez; pero con los hechos demostró que más que a Gómez admiraba la dignidad humana. López Contreras acabó, no solamente con los grillos de Gómez, sino que lleva ya quince años la República sin la amenaza de los grillos, caso único en nuestra vida pública». Carlos Brandt

Si algo le preocupó a López Contreras fue la memoria histórica: el juicio póstumo que tendríamos de él. Nosotros, quienes nos dedicamos a comprender el pasado, preferimos no juzgar. Lo que sí es evidente es que la presidencia política de Eleazar López Contreras entre los años 1936 y 1941 permitió a Venezuela construir una Democracia de cuño progresista que hoy en el país echamos en falta.

Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, Profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia.

Trump el día después

Ángel R. Lombardi Boscán

No tengo bola de cristal aunque nunca caí en el chantaje emocional y político de que Trump nos está ayudando para acabar con la tragedia chavista en Venezuela. Y que por ello había que apoyarle con los ojos cerrados. Es más, salvo unos gritos contra Maduro no hay nada tangible: Maduro sigue atornillado al poder y las sanciones nos afectan más a los ciudadanos de a pie que a los poderosos bolivarianos atrincherados en Fuerte Tiuna y con sus arcas bien llenas.

Y razoné, en una predicción que aún no sé si se irá a cumplir, aunque es muy probable que así sea: Trump pierde la reelección. Por twitterlandia “mis amigos” y seguidores, muchos aunque no todos, me tildaron de rojo, socialista, comunista, chavista, doble cara, intelectual de pacotilla y otras especies. Mi insistencia en mis razones les molestaba aún más. Seguí en mis treces para realizar un experimento de la conducta humana y evaluar los niveles de la tolerancia que hay en las redes sociales, y la conclusión es una y muy clara: la ideología, como falsa conciencia, concepto éste de Marx, nos impide dialogar desde posiciones plurales y contrarias entre sí. El dogma militante y agresivo es lo que manda, y también, muchas dosis de estupidez. Umberto Eco llamó esto la “invasión de los necios”. Eso de que por las redes sociales se expande la sociabilidad, cultura y la información es un mito urbano. Las redes sociales se han convertido en una jungla muy peligrosa para la salud pública.

Dónde más dolió a los trumpistas venezolanos es cuando señalé que los modales y prácticas de Trump eran de un populismo de país rico aunque con las mismas características irresponsables de un Chávez o Maduro, abanderados de un populismo pobre y autoritario. Trump y su camorra permanente e impresentable lo hacía parecer a un Chávez anglosajón y blanco: ególatra, inculto, demagogo, mentiroso del tamaño de los confines de la Tierra; amor por los flashes y un excesivo protagonismo; desprecio por las leyes y normas; sendas prácticas intolerantes contra la diversidad y el comportamiento irresponsable a un nivel: la Jefatura del Estado, en que sus decisiones inciden en el bienestar o desgracia de sus dirigidos. Y que lo que más los unía a estos gemelos: Chávez-Trump era su inmenso ego desbordado de frenética y delirante soberbia en el ejercicio de un poder sin contrapesos.

Los integrantes de éste ejército digital, todos opositores declarados al régimen madurista, asumían idénticas tácticas de desprecio y rechazo, de la misma manera que su mentor, a toda forma de pensamiento que no esté alineado al de ellos. Al parecer el rencor y su sucedáneo: el odio, nos define y es la emoción humana más poderosa. Porque estos trumpistas venezolanos se terminaban comportando de la misma o peor forma de lo que supuestamente combaten. La ideología pro-Trump les segó y en el otro bando sólo había rojos e izquierdistas y no gente. Biden, no sólo es el “dormilón” nulo y achacoso sino también el rojo come niños y asumían que un hipotético triunfo de éste llevaría a los Estados Unidos a convertirse en la atrofiada Venezuela de hoy.

En realidad les comprendo aunque no es aceptable éste tipo de comportamiento tan visceral, mal educado y primitivo. Les entiendo en la parte de que han visto en Trump a un nuevo salvador, al Mesías siempre vivo que hemos asumido como el Director de Orquesta en la Historia de Venezuela. A los venezolanos nos ha hecho mucho daño una psicología del redentor; la del hombre fuerte: el Gendarme Necesario; el Caudillo con dotes y poderes especiales en alianza con las Potencias Oscuras a lo Doña Bárbara. El líder carismático y providencial; la muleta militar que te castiga/protege bajo el diseño de un culto a Simón Bolívar que nos ha lanzado a una infancia permanente como ciudadanía menor. Luego de la independencia (1830), los “Padres Fundadores”, nuestros caudillos, en vez de fundar, construir y progresar se dedicaron al pillaje. Y ésta huella del desorden y dilapidación del tiempo prefiriendo la guerra a la paz nos impide confiar en nuestras propias capacidades colectivas como Pueblo. Al fallar los mecanismos tradicionales para socavar la actual guerra chavista que los bolivarianos impone contra su propio Pueblo nos hemos santiguado ante Trump y su verborrea de la amenaza sin sustancia. Y los más agresivos y fanáticos trumpistas son los venezolanos en el exilio que muy comprensiblemente extrañan al país y la impotencia les corroe.

En realidad, ni Trump ni Biden nos van a salvar a los venezolanos. Un poquito de orgullo debemos empezar a sacar del subsuelo de la desesperanza para asumir que sólo nosotros, en un sentido sustancial, saldremos de ésta tragedia. Toda ayuda y acompañamiento desde el exterior será agradecido. ¿Qué lo hemos intentado y aún no se ha podido? Cierto. Aunque igual hay que perseverar. Ahí es donde el buen ejemplo de Simón Bolívar con su voluntad de hierro para conseguir sus metas debe sernos útil.

No me voy a referir a las prácticas de Trump el 03 de noviembre porque aún tenemos a los acontecimientos en desarrollo y la historia es impredecible en sus resultados finales. Sólo quiero acotar que Trump a las 3:00 am del día 04 declaró al mundo que él había ganado pero que le habían hecho fraude. En realidad, Trump, un hombre que vive de las rentas de las crisis y el caos, establece con ésta acción un comportamiento tercermundista que sólo la férrea institucionalidad de los Estados Unidos tendrá que atajar. Aun así, abre con ello las puertas de la violencia y profundiza la incertidumbre del momento haciendo de “su poder presidencial” una Línea Maginot. Es lamentable que hoy la sociedad estadounidense esté al borde de una Guerra Civil y que su Presidente haya preferido la confrontación a los consensos: en esto Trump siguió al dedillo el comportamiento de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Los tres años de prosperidad económica de Trump, si es que los hubo, se esfumaron en el último año de su mandato básicamente por el mal manejo que hizo de la pandemia del Covid-19 y protestas raciales: su objetivo era mantenerse en el poder a toda costa y esto fue su tumba. Ahora Trump intentará de todo para quedarse ya sea por las buenas o por las malas: hasta la posibilidad de un Golpe de Estado no escapa a nuestras previsiones producto de una ambición desesperada del personaje en cuestión. Razón por la cual el “Sistema” le quiere fuera para preservarse y mantener una gobernabilidad mínima optima que no degrade el liderazgo mundial que hoy ostenta.

A diferencia de Venezuela hay en los Estados Unidos instituciones en pie y una Constitución sana y robusta, que como gran pacto de la nación fundada por Washington, les garantiza a pesar de la actual turbulencia, que las aguas vuelvan a la calma. Sinceramente es lo que deseamos.

Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

Elecciones 2017

Ángel R. Lombardi Boscán

Los que quieran encontrar una explicación a lo sucedido en las bizarras “elecciones” del 15 de octubre les recomiendo ver la película “El Padrino” de Francis Ford Coppola del año 1972. No hacen falta tratados de ciencias políticas ni golpes en el pecho. Lo sucedido era predecible en un país cuya institucionalidad está secuestrada desde hace un buen tiempo. Ilusos nuestros políticos busca cargos y una ciudadanía invisible que asiste a unas elecciones como un ritual dominguero sin apenas conciencia de los valores democráticos reales en juego.

En “El Padrino” definen la política de esta espléndida manera: la política es poder y éste básicamente un negocio y los negocios conducen al crimen. Entre mafiosos se entienden. Que unos días antes se haya incendiado por “casualidad” el edificio que sirve de sede en Venezuela a Odebrecht lo dice todo. El entramado de la corrupción hoy en las alturas del poder es oceánico.

Que un Presidente con el 10% de popularidad y con una gestión gubernamental errática orientada a producir ruinas en nuestro país haya arrasado en las elecciones, da la talla de una estafa histórica electoral sólo posible en sociedades cerradas y oprimidas.

¿Querían elecciones? Aquí están las “elecciones”. La tramoya del régimen militar era predecible, no así la actuación bobalicona de una oposición partidista atrapada en la dinámica clientelar heredera de los años de la decadencia bipartidista.

Lo más llamativo de ésta jugada sensacional, al estilo de la última escena de “El Padrino”, es que el ajuste de cuentas no sólo fue hacia la MUD sino básicamente hacia los mismos “aliados” como Arias Cardenas, Vielma Mora y Aristobulo Istúriz cada día más independientes y peligrosos para la facción Maduro-Cabello-Padrino. Otro antiguo aliado al que se la cobraron fue a Henri Falcón. No está demás decir que enterraron la poca credibilidad que aún conservaban Primero Justicia, Acción Democrática y Voluntad Popular. A un Nuevo Tiempo en el Zulia le dan ahora la tarea de dinamitar a Juan Pablo Guanipa. Una obra de tracalería política casi perfecta.

Seguimos sin entender que la democracia es incompatible con un sistema dictatorial aunque realice elecciones y permita discrecionalmente decidir como si fuera Dios mismo quienes ganan y quienes pierden. Muchos venezolanos ya hacen las maletas; otros quedan atrapados en la tristeza y desesperación.

¿Qué hacer? Lo primero es empezar a dejar de hacer el papel del tonto y actuar con un mínimo de dignidad y auto respeto; entender la realidad tal como es. Esta lucha por recuperar la democracia en el país apenas comienza y quienes tenemos convicciones libertarias claras sabemos que hay que reponerse y continuar luchando. Y entender de una vez por todas que Maduro representa un proyecto de dominación político a la cubana adaptándolo a nuestra muy peculiar idiosincrasia del desgano. A la larga, la razón y el sentido común se impondrán y recuperaremos al país, sólo sí aprendemos de nuestros errores y somos capaces de rectificar. Hacer esto es una responsabilidad compartida.

Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ

@lombardiboscan