Isabel Pereira Pizani
La urgencia de un mensaje moral del liderazgo
Recordaba Ángel Oropeza que, si no queremos perder definitivamente el país, tenemos una tarea importante y urgente los que luchamos por la liberación democrática de Venezuela: construir una fuerte coalición unitaria de sectores sociales y políticos en la cual todos puedan sentirse parte de una indetenible presión social hacia la transformación del país.
Esta tarea es la que Emeterio Gómez denomina un mensaje moral. No es una invitación técnica, ni siquiera política a sectores o fragmentos de la sociedad. Es un mensaje moral basado en valores básicos compartidos.
Estamos presionados por grandes urgencias. El destrozo de Venezuela es casi total. La dinámica del socialismo del siglo XXI ha sido efectiva. Desunió a la sociedad entre escuálidos y patriotas, destruyó la agricultura alentando las expropiaciones, convirtiendo a los productores en explotadores y los campesinos en títeres de sus predicas destructivas, inculpó a los industriales y comerciantes rebajándolos a la categoría de especuladores insensibles que debían ser castigados por el pueblo.
Una dinámica corrosiva que se llevó por delante a nuestros artistas, periodistas, maestros, jueces, agricultores, industriales, comerciantes, y todo aquel que pudiera cumplir una actividad beneficiosa, requerida por todos y con esa base ejercer un liderazgo moral constructivo.
El chavismo puede ufanarse que cumplió su tarea. El país tiene que comenzar a reconstruirse desde sus cimientos morales. Esto quiere decir, ni más ni menos, que la división es insalvable. Unos aspiran a la democracia y a la libertad y otros solo aspiran a enriquecerse, asumen un futuro bajo el mandato de una jerarquía política que les señala que hacer y cómo actuar para lograrlo.
El tema es complejo. Para tener un verdadero mensaje moral sanador debemos incorporarnos, mostrar las tareas constructivas que solo pueden ejecutarse desde el acuerdo y la aceptación de ciertas prioridades.
Pongo ejemplos. Quienes se unirían en una campaña para restituir a nuestras universidades la capacidad y los medios para seguir formando a nuestras nuevas generaciones. Cuánto nos importa la Universidad Central, la Universidad del Zulia, la maltratada casa universitaria de Oriente, nuestras queridas universidades de los Andes y Centroccidente. Quién valora la importancia del INCE tripartito (trabajadores, patronos y Estado). Todo hoy en la miseria, castigados fríamente por el régimen. Acaso no se albergaban en los miles de hogares humildes la esperanza de ver egresar de esas nobles instituciones a sus hijos, con toga y birrete. O que el INCE les otorgará la calificación profesional a sus hijos para trabajar, tener éxito y ayudar al resto la familia. Estas esperanzas hoy parecen liquidadas.
A cuantos no le gustaría que regresaran los miles de médicos, salidos de nuestras universidades autónomas, que hoy son reconocidos y aceptados en los mejores centros de salud del mundo.
Quién sería capaz de negar que tenemos una gran urgencia de formar los mejores maestros y los más honestos jueces, aquellos que le dan dignidad a la vida cotidiana de nuestros hogares y a cada uno de nosotros en particular.
Este manojo de aspiraciones, más que razones, son aquellas cosas que deseamos ardientemente, que quisiéramos ver en marcha al segundo siguiente. La pregunta sería: ¿Qué podemos hacer, en cuáles objetivos unirnos? O, cuáles son las grandes tareas en las cuales difícilmente no participaría o apoyaría, sea cual sea mi filiación política.
Copio a Emeterio en su Propuesta ética para Venezuela: “Toda sociedad necesita utopías, esperanzas, ideales e ilusiones en los cuales creer y a partir de los cuales impulsarse hacia el futuro. Para alcanzar el bien, la felicidad el progreso, el heroísmo, el consumismo o cualquier otra meta que se haya propuesto. Toda sociedad necesita esperanzas y en la Venezuela de hoy esta necesidad es tal vez más apremiante que en cualquier otra circunstancia. Hay que estimular las utopías y los ideales”.
Me luce como una propuesta sin alma tratar de unirnos a través de una confrontación electoral del liderazgo, una simple maniobra cuantitativa, separatista, que va a depositar la confianza en unos y a expandir la sensación de derrota en otros.
Podemos aspirar mucho más que un careo primario entre los lideres potenciales. Tenemos que pedirles que busquen hasta el cansancio aquellas cosas que comparten sin egoísmos, unirse en torno a ellas y con una sola voz lancen el mensaje moral que tanto anhelamos. Estamos a tiempo. Basta reforzarnos espiritualmente y no encasillarnos en la búsqueda de un reconocimiento que puede separar en lugar de unir. Hoy es urgente, dada la arremetida de nuevos gobiernos en Latinoamérica con tendencias autocráticas, teñidas de neo comunismo.
Confieso que solo aspiro ir al mercadito de mi barrio los domingos, saludar a mis vecinos, al maestro que vive cerca, a la esposa del militar, comprar en el kiosko cercano El Nacional y regresar a mi casa, tirarme en el piso, extender el periódico, leer y regocijarme con la lectura del papel literario y las agudezas de sus columnistas. Sencillo. Solo que eso requiere perder el temor a los otros, al gobierno, a los militares, al vecino contrario en ideas, porque es simplemente vivir en paz.
Los lideres que aspiran confrontarse que se acerquen a la noción de que absolutamente nada en el mundo, a excepción del espíritu humano, es ni bueno ni malo (Emeterio dixit). Y sólo él puede poner en “la realidad” lo bello y lo feo. El reto es convertir valores individuales en valores sociales compartidos que nos integren en una legión de seres humanos que descansan en su libertad, respetan, confían en los otros y asumen un liderazgo generador de encuentros y no de separaciones, porque pregonan valores compartidos.
Es muy difícil que los lideres se sienten en una mesa y le hablen al país sobre la necesidad de salvar nuestra infancia desnutrida, rescatar las escuelas, los maestros, los médicos, los jueces, las universidades, los medios de comunicación, nuestro patrimonio cultural, la justicia y la fraternidad entre individuos distintos. Es imposible, o solo quedan unas banales elecciones primarias.
Podemos seguir apelando a la democracia, el mercado y la libertad individual, porque todas estas nociones continúan teniendo fuerza y vigencia. Pero si no parimos una idea matriz capaz de entusiasmar a la gente y de motorizar con fuerza la lucha contra la pobreza, el saqueo y la injusticia, nos las veremos muy mal frente al autocratismo y el neocomunismo.
11 de abril 2022
Noticiero Digital
https://www.noticierodigital.com/2022/04/la-urgencia-de-un-mensaje-moral...
Tengo familia, mi General
Comparto plenamente la afirmación del maestro José Rafael Herrera sobre lo que nos espera. «Después de la inminente liberación que no tardará mucho tiempo en producirse, Venezuela como concepto, es decir, como pensamiento y realidad, tendrá la obligación de reinventarse. Una Venezuela ha llegado a su fin. Hay que pujar por una saludable Venezuela naciente”.
Esa inminencia presagia grandes cambios y oportunidades, conscientes de haber aprendido que no puede reinventarse ningún sociedad feliz desde el odio o lucha de clases, ni desde el miedo y la represión como han intentado la gente que sostiene el socialismo siglo XXI, chavistas y maduristas.
Para hacer real ese momento de liberación hay que enfrentar algunas decisiones, encontrar cuál es el camino que nos permitirá dejar atrás estos veinte años de fracasos, destrucción y miedo.
En lo inmediato se erige un gran dilema. ¿Sólo lo podríamos lograr con apoyos externos que decidan de una vez acabar con este régimen, vergüenza para la humanidad, o por el contrario será desde sus entrañas, por su resquebrajamiento interno?
A esta segunda opción corresponden, como presagios, los diferentes movimientos que cada día aparecen buscando salidas, acciones, donde aparecen por primera juntos civiles y militares, quizás de forma incoherente, malograda, pero mostrando que por un extraño camino se está consagrando aquello de la unidad cívico militar. Militares como Oscar Pérez, Juan Carlos Caguaripano, el Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo, revelan que la condición militar no necesariamente enceguece el alma.
Esto, en medio de las derrotas, es una buena noticias. En los cuarteles hay gente con la cual compartimos nuestras angustias. Este es el caso del joven sargento segundo de la Guardia Nacional, Leandro Leomar Chirinos Parra, alias Nagasaki, una referencia para militares dentro y fuera de la institución castrense al dar una demostración de dignidad al general que lo detuvo y trato de humillarlo. Hay que reconocer que quizás se necesita mas guáramo para oponerse desde adentro, en medio de la verticalidad, de la consigna de no pensar. sino solo obedecer, teniendo enfrente las mazmorras y las manos que torturan.
Para reinventar el país tenemos que revalorizar el ejemplo de todos estos hombres que idearon liberar el país, en medio del terrorismo, de la presencia apabullante de cubanos que sin piedad actúan como guardias del terror, representantes de una de las peores injurias hechas a la humanidad como ha sido robarle la alegría, el son, a Cuba quizás el pueblo más musical de nuestro hemisferio.
Estas acciones por la libertad no pueden ser una muestra aislada, sino una reacción ante el sufrimiento y las penurias que deben estar arrastrando las familias de los militares. Como repetía Leandro Leomar ante las amenazas de su superior, “General, tengo familia”. Esa respuesta es una clave que debe alentarnos para la reinvención del país, Leomar está conectado con su familia, con su gente, con su pueblo y es un sentimiento que vale más que todas las amenazas, porque es un hombre libre que enfrenta a su superior en nombre de una causa mayor, su familia, es decir su país.
Cuando pensamos en reinventar el país tenemos que utilizar estos ejemplos. Más que granos de arena, son la raíz que puede formar la gran montaña para enfrentar el monstruo que hoy nos oprime y aterroriza. Cuánto vale el argumento de Leomar frente a los embozados terroristas del FAES, Dgcim. ¿Les habrá llegado la noticia de un niño de 12 años que decidió quitarse la vida, con la esperanza de que su hermana menor pudiese alimentarse con la comida que él dejaría de consumir? Y este es sólo otro caso. ¿Habrá oído Ceballos Ichazo estas noticias cuando pregona que actúa en nombre del bienestar del país?
Para reinventar el país necesitamos voltearlo, eliminar todas las medidas que han puesto en marcha estos fatídicos propulsores del socialismo siglo XXI cuyos efectos hoy vivimos con la mayor desesperación, tenemos que acertar en el diseño de las estrategias y políticas públicas que reconstruyan la economía, refundar las instituciones que garantizan la existencia del Estado de Derecho y la igualdad de todos ante la ley.
Pero también tenemos que reconocer los actos heroicos surgidos de la gente, de una tenacidad y resistencia absoluta. De igual calibre que la mostrada por los millones de venezolanos que caminando han ido en busca de nuevos horizontes, en lugar de arrodillarse y pedir limosnas, emprenden caminos inciertos, llevados por un espíritu fuerte acometen acciones insólitas como es cruzar fronteras sin ninguna protección, sin medios económicos solo con la esperanza de encontrar la solución para sus familias.
Una idea que los lleva a resistir los peores desafíos y que nos muestra que la familia es una de las instituciones más poderosa que identifica a nuestro país y que es una bandera de lucha que puede remover los peores obstáculos.
Podemos enfrentar los dos discursos. El general que reprocha la acción a Leandro y su respuesta: “lo hago por voluntad propia» ante lo cual el general responde: “pero, qué tiene que ver la voluntad propia si esta es tu patria, la patria de Bolívar, La patria de Chávez”. Pero Leandro repite tranquilo: “tengo familia, mi general”. Es decir, los militares tienen familias. Una clave para la reinvención y para la gran solución.
Noticiero Digital
https://www.noticierodigital.com/2020/05/tengo-familia-mi-general/ ...
¿Quién es Vladimir Padrino?
Es imposible eludir la pregunta que formula el Pollo Carvajal desde España: ¿qué pasa por la mente de esos generales que saben lo que está sufriendo el país? ¿Dónde está el general que tiene un territorio que vigilar y ve a la gente pasando hambre, sin electricidad ni agua ni medicinas, que conoce que los hospitales y las escuelas se están cayendo? Esta incógnita sobre el grado de conciencia de los generales nos lleva irremisiblemente a preguntar ¿cuál es la responsabilidad de quienes los dirigen? ¿En cuál institución se formaron estas conciencias?, ¿percibirán el dolor de las familias venezolanas? Por qué esta criminal indiferencia de las Fuerzas Armadas frente a esta profunda crisis que destruye nuestro país, si sabemos, con orgullo, que nuestras Fuerzas Armadas se nutren de hombres y mujeres de extracción humilde que se incorporan a esta institución como un camino para ser mejores seres humanos.
No hay dudas, a pesar de las deserciones de algunos militares y el encarcelamiento de muchos, opuestos moralmente a la destrucción del país dirigida por Cabello, Maduro y Padrino López, con mucha pena tenemos que reconocer que hasta hoy las Fuerzas Armadas han desconocido la hecatombe provocada por este trío infernal. Padrino López se atreve –violando sus compromisos éticos como militar– a confesar su vergonzosa adhesión al castrocomunismo, rodilla en tierra frente a Fidel, ferviente admirador de Ortega, el dictador de Nicaragua, como muestran sus serviles palabras: “Me honra recibir este reconocimiento de manos del presidente Daniel Ortega, heredero de la Revolución Popular y Antiimperialista de Augusto César Sandino: Venezuela y Nicaragua están unidas por la causa inquebrantable del respeto a nuestras soberanías, la dignidad y la libertad”.
Me pregunto dónde se formó Vladimir Padrino, cómo logró convertirse en fiel defensor de las dictaduras comunistas en América Latina, qué significan las palabras, “soberanía, dignidad y libertad” si su tarea real ha sido aniquilar estos preceptos.
Su biografía sería un capítulo de la Historia universal de la infamia de Jorge Luis Borges. Ante los sucesos del 30 de abril escribe por los medios sociales un mensaje cargado de cinismo: “Rechazamos este movimiento golpista que pretende llenar de violencia al país. Los seudolíderes políticos que se han colocado al frente de este movimiento subversivo han empleado tropas y policías con armas de guerra en una vía pública de la ciudad para crear zozobra y terror”.
Algunos señalan que es innecesario profundizar en este personaje ya que sus posiciones son fruto de su conocida descomposición moral, “el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, a quien le gusta el dinero y solo le interesa estar bien en el poder. Su gracia es mantener a la Fuerza Armada corrompida al servicio de Maduro, quien a su vez está al servicio de Cuba”.
Padrino López sabe que el país sufre, no ignora el éxodo de más de 4 millones de venezolanos. Tolera las torturas a los disidentes políticos. Conoce cómo asesinaron a Fernando Albán, al capitán de corbeta Acosta Arévalo, supo del acribillamiento sin piedad de Óscar Pérez, las torturas inclementes a Juan Carlos Caguaripano. Entregó a los cubanos la tarea de adiestrar militares en técnicas represivas contra sus propios compañeros. Causa de una profunda herida en el alma de nuestras Fuerzas Armadas.
¿Qué mueve a Vladimir Padrino? Un militar que cede ante el avasallamiento de nuestras Fuerzas Armadas por los cubanos, tolera la intervención de los rusos en asuntos internos del país y no se inmuta ante la tragedia que viven los hogares venezolanos.
Como aclara Carvajal, Maduro es un guiñol teledirigido por los cubanos, quienes ordenan cómo aplicar la política represiva, a cuáles dirigentes de la oposición eliminar, tal como lo demuestra la prisión de Requesens y Leopoldo. La DGCIM se convierte en centro de torturas a militares. Padrino asume las directrices sin siquiera pestañear, el uniforme no se arruga, siempre exhibe relojes valorados en miles de dólares, sale en defensa o excusa los peores crímenes. Mi dios, ¿de dónde salió este hombre?
Ante la muerte del capitán Acosta Arévalo declara: “El capitán Rafael Acosta Arévalo fue presentado ante el juez militar y antes de iniciar la respectiva audiencia se desmayó, razón por la cual el juez ordenó su traslado inmediato al Hospital Militar Dr. Vicente Salías, donde a pesar de brindársele la debida atención médica, falleció”. Y en el colmo del cinismo declara: “El ciudadano Nicolás Maduro (…) ha solicitado al Ministerio Público una profunda investigación, ratificando la política de indefectible respeto a los derechos humanos, del derecho a la vida consagrado en el artículo 43 de nuestra Constitución”. Los cubanos mandan en Venezuela, deciden, dirigen el ataque, designan a quién matar, Maduro obedece y Padrino ejecuta o voltea. Los militares, muchos jóvenes de humildes familias, son ahora torturadores, entrenados en Cuba; su tarea, violar los derechos humanos. Estos son algunos de los hitos del nefasto Vladimir Padrino López, vergüenza de nuestras Fuerzas Armadas.
20 de octubre de 2019
El Nacional
https://www.elnacional.com/opinion/quien-es-vladimir-padrino/