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Nelsón Acosta Espinoza

Insubordinación ciudadana

Nelsón Acosta Espinoza

El día esperado transcurrió sin sorpresas. Me refiero al pasado 20 de Mayo. Los resultados electorales confirmaron las predicciones de gran parte de los analistas políticos. La insubordinación ciudadana se impuso. Más del 50% de los votantes permanecieron en sus hogares en un gesto de rebeldía ciudadana. Es importante subrayar este último concepto. La abstención que prevaleció el 20 de los corrientes no puede ser interpretada como desaliento o indiferencia hacia el acto comicial. Por el contrario, fue una forma de rebeldía mediante la cual los ciudadanos enviaron un claro mensaje a la clase política oficialista y opositora: sus invocaciones políticas eran y son inapropiadas. No lograron interpelar a la ciudadanía. Sus estrategias y tácticas discursivas apuntaron en el sentido contrario al “humor” que prevalecía en la mayoría de la población opositora. Se requiere, entonces, formular una propuesta política que este a la altura de las necesidades de la población y, en consecuencia, logre mutar este sentimiento de insatisfacción en actos de rebeldía ciudadana.

No tengo la menor duda. El presente entorno social y político es propicio para albergar una apuesta de esta naturaleza. Son precisos los datos que proporciona la realidad. A saber: 80% de los hogares presentan inseguridad alimentaria (ENCOVI, 2017); el Observatorio Venezolano de conflictividad Social ha reportado más de 900 protestas a lo largo del mes pasado. La mayoría de ellas son por derechos sociales, económicos o laborales; los niveles de violencia y criminalidad han aumentado en forma significativa. Se prevé que esta situación empeorará. No hay alternativa. La hiperinflación continúa su marcha empobrecedora y la producción petrolera disminuye en forma drástica.

En síntesis: el Estado democrático ha desaparecido. Su lugar está siendo ocupado por aparatos de vocación represiva y autoritaria. Una única orientación prevalece en sus ejecutorias: garantizar la permanencia en el poder de la burocracia madurista. En otras palabras, las elecciones lejos haber sido un instrumento para procesar las preferencias ciudadanas ha mutado en procedimientos para legitimar la elite en el poder. No existe pluralidad democrática en el país. El gobierno se sostiene por la acción de los poderes facticos.

¿Cómo enfrentar esta situación? ¿Qué forma de protesta será apropiada en este contexto? En fin, ¿Cuáles acciones políticas han de ser las adecuadas en esta coyuntura?

Comencemos a dilucidar estas interrogantes por la última de ellas. Bien la respuesta, si se quiere, es simple. Hay que propiciar una unidad superior que aglutine todas las expresiones opositoras existentes en el país. Para alcanzar este objetivo, es indispensable cesar en la búsqueda de culpables en relación a los resultados electorales. Antes por el contrario, es imperante comprender las oportunidades que la presente coyuntura ofrece para impulsar el cambio político que la mayoría de la población anhela.

En relación a los otros temas o preguntas parece necesario revisar experiencias históricas homologas a nuestra coyuntura. Me viene a la mente las protestas que protagonizó el movimiento obrero polaco en la década de los ochenta del siglo pasado. En especial la de agosto de ese año en los astilleros Lenin de Gdansk. El líder obrero Lech Walesa obtuvo una victorial al lograr que el estado comunista reconociera a los trabajadores el derecho de organizar libremente sus sindicatos. A partir de este histórico hecho se desató la ola democratizadora que dio al traste con el régimen comunista de esa nación.

Lo que intento subrayar es que en el país se ha abierto un compás de tiempo que hace necesario explorar diversas formas de protestas. Encadenarlas en el sentido que cada una de ellas se evoque mutuamente y que tenga como objetivo demandar una única reivindicación: la renuncia de Maduro y la convocatoria de elecciones. He sacado el ejemplo polaco para ilustrar la necesidad de ubicar “nuestro astillero” y concentrar en él todas las formas de protestas en el marco, desde luego, de una nueva unidad superior.

La mesa está servida. Estamos en presencia de una crisis que rebasa las fronteras y tiene connotaciones de carácter internacional. La presencia de Maduro en el poder es un obstáculo que impedirá dar respuestas apropiadas para enfrentar la hiperinflación, el colapso de la producción petrolera y la emergencia social que sacude el país.

La única alternativa viable es la renuncia del Presidente Maduro y la convocatoria de nuevas elecciones.

La política es así.

http://autonomiaspoliticas.blogspot.com/2018/05/insubordinacion-ciudadan...ón+y+Autonomías+Políticas%29

Falcón: si no emocionas, no convences

Nelsón Acosta Espinoza

Bien, amigos lectores, son casi treinta días lo que nos separan de las elecciones presidenciales. A pesar de su cercanía no se percibe la presencia de un clima electoral intenso. A diferencia de situaciones anteriores, la población no muestra entusiasmo y pasión a propósito de este evento electoral. Por el contrario, el ambiente político está siendo surcado por múltiples rumores. El más persistente apunta hacia una eventual suspensión de esta elección presidencial. No sería la primera vez que se cancelan estos comicios. Recordemos que la Asamblea Nacional Constituyente las había pautado para el mes de abril.

En cualquier caso, la atmosfera política no se encuentra marcada intensamente por el clima electoral. Antes por el contrario, prevalece en un amplio sector de la población un cierto desgano hacia este importante y crucial acto de sucesión presidencial. Inapetencia que pudiera transformase en una conducta abstencionista, no inducida, en amplios sectores de la población urbana del país.

Vamos a posar, brevemente, la atención sobre las posibilidades futuras del madurismo. En primer término es importante subrayar cierta debilidad política que presenta el régimen. El temor a las sanciones y la imposibilidad de tener acceso al crédito internacional, entre otras variables, coloca al presidente Maduro en una situación difícil de cara a sus aliados internos. Situación esta que pudiera presionar para suspender nuevamente las elecciones del 20 de mayo en aras de ganar tiempo e intentar organizar una nueva ronda de negociación. Es importante resaltar que una opción de esta naturaleza cuenta con simpatías dentro de sectores de la oposición democrática.

Por otra parte, la campaña electoral que despliega Falcón, hasta el momento, no ha podido motivar a los electores ubicados en la oposición. No emociona y, en consecuencia, no convence. En otras palabras, no ha podido conectarse emotivamente con la población descontenta. Aún no ha construido una mayoría electoral, política y cultural con potencialidad para desplazar al régimen socialista.

Bien, en el marco de esta descripción ¿cuál sería la estrategia apropiada? ¿Cómo responder apropiadamente a las demandas que formula la coyuntura política presente? En otras palabras ¿Qué hacer?

Desde luego son complejas las preguntas y sus respectivas respuestas. Voy a intentar describir un esbozo de explicación que proporcione líneas de reflexión que ayuden a despejar estas incógnitas.

El punto de partida para tener una visión apropiada de la coyuntura es comprender, en primer lugar, que estamos en presencia una crisis de naturaleza histórica. Los viejos moldes dentro de los cuales se practicaba la acción política ya no son útiles. De ahi las dificultades presentes en el frente opositor. Su imposibilidad para "leer" apropiadamente la actual crisis política. En otras palabras, la presente crisis demanda la elaboración de una nueva narrativa que dé cuenta de esta situación y proponga la nueva visión de futuro. En el plano coyuntural, es indispensable inyectar a la práctica política el insumo social. El país, en la actualidad, se encuentra cruzado por una multitud de protestas de naturaleza social que carecen del acompañamiento de actores políticos significativos. Sin lugar a dudas, este distanciamiento enuncia la grave crisis que padece el estamento ortodoxo de la oposición democrática.

Aquí es importante hacer el siguiente señalamiento. El “desgano” electoral presente en vastos sectores de la población no obedece a una propuesta política específica. Por el contario, es el resultado de los numerosos errores de la dirigencia opositora y su dificultad programática de acompañar a la ciudadanía en sus luchas cotidianas. En otros términos, no han podido formular la opción apropiada que politice las innumerables protestas sociales que suceden diariamente a lo largo de la geografía del país.

En fin, la opción democrática, hasta el momento, no ha podido elaborar la propuesta que calce en las circunstancias del momento y que interpele apropiadamente a la población votante. De ahí la incertidumbre que alberga en vastos sectores de la población votante.

Sin lugar a dudas, la política es así.

21 abril 2018

Descentralización y Autonomías Políticas

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Nuevo gobierno Ya

Nelsón Acosta Espinoza

Bien, amigos lectores, estamos siendo testigos de una situación política inédita en el país. A propósito de las venideras elecciones presidenciales se ha comenzado a conjugar tres lógicas discursivas distintas. Esta multiplicidad, por así decirlo, es un síntoma claro del desiderátum histórico al que nos enfrentamos.

El país reclama con fuerza una apuesta que encare los gravísimos problemas que confronta la ciudadanía. Esta necesidad, a pesar de su urgencia, aún no ha sido satisfecha a plenitud. Los venideros comicios, por ejemplo, no colman en su totalidad el deseo de cambio existente en la población. Se podría asumir que lo electoral, entonces, no proporciona la respuesta apropiada que demanda la gravedad de la situación social y económica que padecemos los venezolanos.

Retomemos la afirmación inicial e intentemos describir las lógicas políticas que están en juego. La de mayor protuberancia es la que pretende prolongar el actual estado de cosas. Podríamos calificarla como la postura política que se aferra al pasado e intenta reproducir el “ancien régime”. Desde luego, esta apuesta es la que representa la reelección presidencial de Nicolás Maduro. Su ratificación, como presidente, es vital si este grupo político desea sobrevivir a los acontecimientos que lentamente se están gestando en el seno de nuestra sociedad.

Por otro lado, tenemos las candidaturas de cuatro candidatos que intentan disputar el poder al actual presidente del país. De ellos el que más resalta e intenta desplazar a Maduro es Henri Falcón. Una candidatura que surge sobre la creencia de que podría capitalizar el rechazo que existe en la población hacia el gobierno socialista. Sin embargo, su candidatura es percibida en amplios sectores de la población como restauradora del pasado. En otras palabras, no logra interpelar apropiadamente a los ciudadanos que rechazan este régimen. Su investidura es percibida como “más de lo mismo” y, en consecuencia, no consigue procesar adecuadamente el sentimiento de cambio que prevalece en la gran masa de votantes.

Por último, se encuentra la población que sufre duramente las actuales condiciones sociales, económicas, de inseguridad, etc. Que padece un deterioro progresivo de su calidad de vida. Y que no da señales de participar, en el plano electoral, a favor de las dos candidaturas mencionadas. Igualmente, vale la pena agregar que hasta el momento estos ciudadanos no han sido interpelados apropiadamente por los sectores democráticos que hacen política en el país y que intentan formular una alternativa distinta a las oficialistas. Con esta última afirmación ¿qué pretendo señalar?

Diariamente se suceden en el país diversos conflictos asociados al quehacer diario de los ciudadanos: insuficiencia en el suministro de agua, electricidad, transporte, vivienda, seguridad; altas tasas de desempleo, ausencia de liquidez, pobreza generalizada, etc. Sin embargo estos antagonismos no han sido, aún, articulados a una lógica y/o solicitud de naturaleza política. No se han politizado. En fin, lo que pretendo señalar es que existe una oportunidad de naturaleza discursiva de transformar estas distintas demandas en equivalentes frente a un antagonista o adversario. En otras palabras, lo que proporciona sentido político a estas demandas es su organización en una cadena cuyo último eslabón seria cuestionar la hegemonía de quien detenta el poder.

Desde luego, el sector de la oposición que participa en el torneo electoral no concibe su actuación en estos términos. No cuestionan la raíz que genera estas distorsiones que está padeciendo la población. Su electoralismo lo aleja de la ruta de politizar la cuestión social en el país.

Aquí se abre, entonces, una oportunidad para confeccionar una oferta que proporcione sentido político a la contingencia de no participar electoralmente en la elección presidencial. Para alcanzar esta meta se requeriría elaborar un relato que encadene connotativamente las distintas carencias (salud, desempleo, hambre, inseguridad, violencia policial, etc.) que padece la población en torno a una sola consigna. Por ejemplo: NUEVO GOBIERNO YA.

Solicitud que sería exitosa en la medida que condense estas carencias que sufre la población y sea asumida por los ciudadanos en sus luchas cotidianas. Desde luego, este es un ejemplo destinado a ilustrar, por un lado, la necesidad de elaborar una oferta de naturaleza política y, por el otro, dotar de sentido a las múltiples carencias que en la actualidad padece la población.

No tengo dudas, la política es así.

6 de abril de 2018

Observatorio Venezolano de las Autonomías

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