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Alexis Mercado

Investigando en Venezuela. Capacidades de Ciencia, Tecnología e Innovación Para Superar la Crisis en Venezuela

Alexis Mercado
Ignacio Avalos Gutiérrez
Isabelle Sánchez-Rose
María Antonia Cervilla
María Sonsiré López
Hebe Vessuri

Introducción

Desde hace poco más de un lustro, Venezuela se halla en medio de una grave crisis estructural, generada principal, aunque no exclusivamente, desde la política, que se manifiesta en todos los ámbitos (económico, educativo, social, sanitario, etcétera) y mantiene a la población en condiciones de vida muy precarias, tal como lo registran diversos estudios.

El Pacto de Punto Fijo

La crisis política, caracterizada por la imposibilidad de conformar un sistema político funcional capaz de arbitrar los conflictos resultantes de las relaciones entre Estado, mercado y sociedad, se inicia a finales de la década de los 80, cuando el sistema político vigente desde 1958 se deslegitimó velozmente a causa del crecimiento de la pobreza y de la inequidad.

El pacto político fundacional de la democracia venezolana, el denominado Pacto de Punto Fijo, descrito como un “sistema populista de conciliación de élites”, basó sus posibilidades de fortalecimiento y expansión de adhesiones en la participación restringida a través de los partidos políticos, teniendo como telón de fondo el manejo del ingreso petrolero. La vulnerabilidad del pacto político comenzó a partir de la crisis de la deuda de 1983, que afectó de manera especial a los países productores de petróleo, entre ellos Venezuela.

La presidencia de Hugo Chávez

Venezuela tuvo cuatro décadas de estabilidad política gracias al mencionado acuerdo, el cual empezó a debilitarse a principios de los años noventa, en medio de la deslegitimidad y los desaciertos de las élites gobernantes, dando pie a protestas populares masivas y golpes de estado fallidos que culminaron con la elección de Hugo Chávez Frías, un exmilitar, a finales de 1998.

En la primera década del siglo XXI se inició la actual fase política, la cual, pese a que en un tiempo permitió la estabilización forzada del sistema y el crecimiento económico del país gracias fundamentalmente al alza de los precios del petróleo, en las actuales circunstancias está siendo peligrosamente cuestionada por su disfuncionalidad y su incapacidad de lograr los consensos mínimos para destrabar el prolongado conflicto político que ha venido cobrando forma progresivamente.

Sin embargo, en el período 2006–2012, amparándose en la enorme y a la vez inestable renta petrolera (que tuvo una importante caída con la crisis de 2008), el Gobierno inició un arriesgado experimento político de “socialismo del siglo XXI”, que con fuertes reminiscencias del socialismo real del siglo XX buscó acentuar el papel protagonista del Estado en la economía, en desmedro de un ya débil sector privado nacional. El previsible fracaso de la estatización indiscriminada se agravó con el shock externo de los años 2013–2020.

El chavismo post-Chávez

Luego del deceso de Hugo Chávez y la elección por muy poco margen de Nicolás Maduro como presidente de la República en marzo de 2013, se reavivó el conflicto político-estructural entre un gobierno débil, sin luces, manejando una economía a las puertas de una catástrofe, y de otro lado una oposición fortalecida en el plano electoral y más cohesionada, que en 2015 obtuvo una clara victoria electoral en las elecciones a la Asamblea Nacional, que quedó anulada para todo efecto práctico por el Tribunal Supremo de Justicia, a través de medidas legalmente muy cuestionadas. Se trató, sin duda, de un duro golpe al estado de derecho, que reforzaba la tendencia autoritaria del Gobierno.

Maduro fue reelecto para un nuevo período (2019–2025). Diversos organismos de observación nacional registraron numerosas violaciones a las normas establecidas, las cuales convertían en ilegítima su designación, hecho que produjo su desconocimiento por parte de los sectores opositores e, igualmente, de alrededor de cincuenta países. Emerge entonces la designación de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como presidente legítimo, lo que supuso una dualización del poder y, como uno de sus efectos, el hecho de que la comunidad internacional aprobara sanciones económicas contra el gobierno de Maduro.

A raíz de ello, el conflicto político se ha ido agudizando a pesar de diversas iniciativas de negociación.

Hoy, este juego de ajedrez permanente dista mucho de ser una confrontación ideológica para convertirse, sobre todo, en una lucha por el poder que ha tenido consecuencias catastróficas en la sociedad venezolana —a la cual, dicho en pocas palabras, le ha costado desde 2013 hasta 2020 casi un 70% del PIB— y ha propiciado una crisis humanitaria, agravada por la fragilidad sanitaria del país ante la pandemia del COVID-19. Una situación de la que resulta difícil salir sin un acuerdo político que permita rescatar la economía, lo cual, en la actual coyuntura mundial, significa replantearse la vocación productiva del país y comenzar a afrontar los desafíos del siglo XXI. Este impostergable proceso de rediseño de las principales políticas de desarrollo del país incluye las políticas relativas a ciencia, tecnología e innovación (CTI).

El sentido de este trabajo

En medio de la actual crisis política han sido convocados unos comicios parlamentarios, conforme a lo que establece la Constitución Nacional, para finales de este año. Hasta ahora el proceso electoral ha transcurrido de manera irregular en muchos aspectos, en medio de los serios obstáculos que impone la pandemia, dibujando un escenario incierto con respecto a la forma misma en la que se desarrollarán las votaciones y las consecuencias políticas que derivarán de ellas.

No se trata de ignorar las trabas que derivan del conflicto político, sino de identificar las oportunidades que aun en esta situación se comienzan a ver en instancias sociales y productivas, fundamentales para contribuir a superar la crisis humanitaria; entre ellas, dos de suma importancia: la salud y la seguridad alimentaria, y las ingenierías, vistas desde la perspectiva del fortalecimiento de las actividades CTI. Se trata igualmente de extender la mirada hacia los desafíos y oportunidades del siglo XXI, fruto de las radicales transformaciones tecnocientíficas que constituyen el fundamento de la denominada Cuarta Revolución Industrial. En otras palabras, se trata de soltarnos las ataduras del siglo XX y sincronizarnos con el resto del mundo.

El documento completo se incluye como anexo.