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Ignacio Avalos Gutiérrez

La madre tierra, la física cuántica y el poeta Cadenas

Ignacio Avalos Gutiérrez

Hace poco, y como se viene haciendo desde el año 2009, se celebró el Día de La Madre Tierra, conforme a ese ya viejo hábito en el que los terrícolas nos damos a la tarea de recordar algún aspecto importante de la vida. Nos refrescamos la memoria, así pues, y en este caso pareciera que por un momento tomamos conciencia del planeta y de los ecosistemas que nos dan la vida, así como de la necesidad de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, las sociales y las ambientales, de las generaciones presentes y futuras.

Un mundo “desnorteado”

Nos ponemos a leer algunos informes y caemos en la cuenta, así pues, de que nuestro planeta es casi una metáfora del caos, que la Madre Tierra es un desorden, casi por donde quiera que se le mire. En efecto, se nos ha ido volviendo en un lugar cada vez más violento, más pobre y sobre todo más desigual e injusto. Y desde el racismo, la xenofobia, el fanatismo religioso, el extremismo político, además de otros ingredientes, se arman ciertos códigos de los que no hemos logrado zafarnos, para entender y llevar a cabo nuestra vida. La guerra en Ucrania ha puesto las claves sobre el tablero, exhibiendo la fragilidad institucional, económica, política, social, cultural y medioambiental que dibuja al planeta de arriba a abajo

En otro plano, diversos estudios realizados en muchos países dan cuenta, con sus particularidades, del predominio de emociones como la tristeza, el miedo, la irritabilidad, la ansiedad, la depresión y el estrés, parte de una larga cabuya de malestares y desacomodos personales que permean la condición mental de unos cuantos, no pocos, millones de terrícolas

Cabe sumar a lo anterior, las profundas y aceleradas transformaciones tecnológicas que se han venido generando, sin terminar de asomar ese mundo mejor que algunos ¿predicadores? anuncian con sus parlantes a todo volumen. Los nuevos descubrimientos se conciben, desarrollan y utilizan sin que medien semáforos ni brújulas, que establezcan sus fundamentos éticos. Hay una suerte de “anomia tecnológica”, por decirlo de alguna manera. En este sentido, la economista Sussana Suhoff ha escrito que “ …vivimos en una distopía accidental, pues hemos llegado a un punto al que nadie nunca hubiese escogido llegar y al que nadie quería llegar. Y aún así, aquí estamos.”

Son los actuales tiempos líquidos, sin certezas, como escribió Baumann, el filósofo polaco. Hasta la realidad se ha vuelto poco fiable, como dijo alguien. Menuda tarea, pues, la que tenemos por delante. Se trata, nada menos, que de crear un nuevo tejido social.

¿La Poesía Cuántica?

Hace nada, Rafael Cadenas recibió el Premio Cervantes de Literatura, el más importante de Hispanoamérica. “Cuando recibí la noticia pensé que podía ser un invento de don Quijote”, declaró. En el acto de entrega pronunció un breve discurso que sería bueno que nos lo aprendiéramos de memoria, guardando hasta lo que insinúa entre líneas, pues también en ellas el lector se topa con su talento y sensibilidad. Aprovechando que sus textos pueden leerse desde varias ópticas, me limito a entresacar algunas cuestiones que ha abordado en distintas oportunidades, recordados de alguna forma en sus palabras ante los Reyes de España.

En primer lugar me remito a su a su alerta sobre el totalitarismo, a su preocupación por el avance en todas partes, “a veces con disfraz democrático, a veces de manera franca”. En este sentido, en medio de una reflexión que viene muy a propósito de la sociedad venezolana, sostiene que “el lenguaje no es solo un medio de comunicación sino un instrumento poderoso que influye decisivamente en la sociedad, así como ésta en él. Puede favorecer su avance o atrasarla, impulsarla hacia la democracia o hacia un totalitarismo. De ahí que sea tan principal en el ámbito político”. En una onda claramente orweliana añade que ”… el actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje; podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal.”

Hago referencia, en segundo lugar, a la idea de que “… nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos. Sobre todo divide el nacionalismo que, como dijo Einstein es el “sarampión de la humanidad”. Cada país se aferra a su historia, hay una especie de narcisismo que tiene que ver con cada país”. En suma, hemos construido sociedades muy individualistas, muy atomizadas.

Añade que en este tiempo “el mundo debería ser cosmopolita”. El de hoy es un planeta atravesado por crisis globales, en el que se diluyen las diferencias entre dentro y fuera, lo nacional e internacional, el nosotros y los otros. Se precisa una «mirada cosmopolita» de acuerdo a una expresión que permea la literatura que viene analizando la que se ha calificado como una “crisis civilizatoria”, Todo nos pasa a todos. Ya nada ocurre “afuera”.

Y, por último, me llamó mucho la atención, que haya comentado, casi en tono de confesión, su descuido por “… las materias científicas, lo cual lamento, pues la física cuántica, por ejemplo, ha restaurado el insondable misterio del cosmos; es una revolución.”. Asombra esa frase, dado que diversos autores han puesto su atención en el surgimiento de nuevas formas de pensar y modelar el conocimiento y, dentro de ese contexto, las ciencias sociales y humanas están sufriendo una transformación radical, por efecto de una reciente interacción con la teoría cuántica. Están surgiendo las ciencias sociales cuánticas. Quien sabe, piensa uno, si hasta la Poesía Cuántica

En síntesis, vaya personaje el tal Rafael Cadenas.

A manera de posdata

Guardando silencio el gobierno de Nicolás Maduro hablo más alto y claro que nunca, mostrando que su épica discursiva no le alcanza para esconder su talante autoritario. Sin embargo, su mutismo con relación al Premio Cervantes de Literatura no desaparece a Rafael Cadenas como referencia para todos nosotros. Al contrario.

El Nacional, viernes, 28 abril 23

Mil expertos solicitan una “taima” para la Inteligencia Artificial General Ampliada

Ignacio Avalos Gutiérrez

Alrededor de mil expertos acaban de firmar una carta publicada por el Future of Life Institute con el objetivo de llamar la atención sobre el inmenso riesgo que suponen los últimos descubrimientos y creaciones en el ámbito de la denominada Inteligencia Artificial General Ampliada (AIG por sus iniciales en inglés).

Dicho en pocas palabras, en ella muestran sus posibles riesgos y la apremiante necesidad de establecer ciertos criterios que la encaminen y regulen, argumentando que compite con la inteligencia humana y constituye una “potencial amenaza para la humanidad”. Se trata, añaden, de una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas, dejando ver en un horizonte no tan lejano, transformaciones que modelen la vida humana en todos los espacios sociales, estableciendo parámetros muy distintos a los vigentes en el siglo XX, a una velocidad que rebasa la capacidad de responder oportunamente a sus consecuencias.

Afirma el filósofo Yuval Harari, uno de los que respalda el documento, que a medida que la inteligencia artificial domine el lenguaje natural, crece el peligro, porque eso significa que se puede “piratear y manipular el sistema operativo de la civilización”; además de que, a través de la generación de imágenes, se hace menos distinguible la línea que separa la realidad de la manipulación.

Se pide una “taima”

El texto al que me refiero se pregunta si “…debemos desarrollar mentes no humanas que con el tiempo nos superen en número, inteligencia, obsolescencia y reemplazo, arriesgándonos a perder el control de nuestra civilización” Y llama, por tanto, a encarar urgentemente la cuestión, solicitando a todos los laboratorios que suspendan de inmediato, durante al menos seis meses, “el entrenamiento de sistemas de IA más potentes que GPT-4”, subrayando que el cumplimiento de la medida pueda ser verificado por parte de los gobiernos. Se solicita, así pues, una “taima”, como se decía antes para pedir tiempo por algún motivo, y suspender la acción en un evento, por ejemplo, un partido de futbol o de beisbol.

Con esta propuesta se espera que los laboratorios trabajen durante ese lapso en el diseño de protocolos de seguridad que puedan ser auditados por expertos independientes. Se trata, en fin, de que se pueda llegar a precisar reglas a nivel universal que fijen la dirección y la utilización de la AIG, a partir de los valores humanos.

La interrupción de las actividades durante un semestre ha generado dudas. El mismo Elon Musk, cuyo apoyo a la carta ha generado cierto asombro, ha expresado que “…solo serviría que algunas empresas, estatales o privadas realicen avances en la oscuridad a la vez que restringiría la posibilidad de hacerlo a todos los demás”. Propone, en su lugar, “la creación de laboratorios de IA de código abierto con recursos informáticos financiados con fondos públicos, que actúen de acuerdo con las normativas dictadas por las instituciones democráticas”. Entiende uno, entonces, que las grandes empresas se opondrían a cualquier intento de crear protocolos de seguridad oficiales y no es pecar de suspicaz creer que en varias partes del mundo aprovechen la ocasión para sacar ventajas económicas de la “taima”.

Principios éticos

Por otra parte, cabe señalar que en parecida dirección a la sugerida en la declaración divulgada, hay iniciativas importantes, entre las que cabe citar, a título de ejemplo, las que se llevan a cabo la Unión Europea, y la reciente decisión del Presidente Biden de establecer políticas y normas públicas que fijen el desenvolvimiento de la AIGA.

Igualmente, tras la opinión de los mil expertos, la UNESCO a solicitado a los países que apliquen sin demora su Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, adoptada por unanimidad por los 193 Estados miembros de la Organización, y que proporciona las garantías necesarias para reconocer el control humano sobre ella, como un nuevo derecho.

Has subido el tono de las alarmas, sobre todo a partir de la aparición del ChatGPT-4, por lo que ha significado en el avance del lenguaje natural automatizado. Se sostiene, entonces, la necesidad de adoptar de manera apremiante, principios éticos que orienten el diseño, la fabricación, la prueba y el uso de robots y de la inteligencia artificial, haciéndolos compatibles con el respeto a la dignidad y valores humanos en todas sus dimensiones.

Todavía estamos a tiempo me dice un amigo que sabe mucho de estas cuestiones. Ojalá, dice uno, que no sabe tanto.

El Nacional, miércoles 12 abril 2023

Con la corrupción hemos topado, querido Sancho

Ignacio Avalos Gutiérrez

Tenía otras ideas en la cabeza, pero me resultó demasiado cuesta arriba no escribir sobre la lucha contra la corrupción emprendida por el Gobierno de Nicolás Maduro, asumiendo el riesgo de que mis palabras lluevan sobre mojado, pues es sin duda un evento sobre el que se han amontonado varias decenas de artículos y miles de twits.

Un viejo “flagelo”

En el transcurso de las dos últimas ´décadas y de los años que se llevan de la presente, ese antiquísimo invento que conlleva al mal uso de los recursos públicos forma parte, literalmente hablando, del paisaje venezolano y no hay que ser demasiado agudo para notarlo. Resulta lógica en un país gobernado bajo el control total de los poderes públicos, sin los más mínimos contrapesos que lo contengan, en el que la gestión ocurre en medio de una gran impunidad y una rendición de cuentas caracterizada por la ausencia y la alteración de los datos. No cabe extrañar, entonces, que las decisiones se orienten usualmente hacia los caminos verdes.

La gestión de Hugo Chávez incurrió, desde luego, en el pecado administrativo de la desviación de los recursos del Estado, cosa que hizo en gran escala y en medio de una gran arbitrariedad. Pero no cabe duda, ciertamente, que bajo la administración encabezada por Nicolás Maduro la corrupción se ha potenciado, conforme lo atestiguan numerosos informes, realizados por sectores de la oposición y organizaciones de la sociedad civil (ONGS), además de que abundan los casos en que es visible para quien preste siquiera un poquito de atención.

Henos aquí, en medio de la corrupción

Con la corrupción hemos topado, habría escrito Cervantes. Da la impresión de que el Gobierno se diera cuenta ahora. De repente, en días recientes y con Maduro como vocero, fueron surgiendo como de la nada varias denuncias sobre el uso indebido de los recursos públicos (oh sorpresa) por parte de altos funcionarios, cuyos largos tentáculos alcanzaban a personas que se desenvuelven en el ámbito militar y en el privado. Hablaba, así pues, de la desviación de cantidades enormes de dinero, expresadas en cifras cuya número de ceros resulta difícil de imaginar y que obviamente ha tenido graves repercusiones sobre el desarrollo del país, o sea, en las condiciones de vida de la mayoría de sus habitantes, a pesar de lo cual, por cierto, aún se siguen invocando las sanciones internacionales (que obviamente tienen un impacto nada despreciable), como la razón principal de que Venezuela se encuentre como como se encuentra.

Así, como si no hubiera roto un plato, Maduro emprendió una cruzada contra la corrupción, pronunciando épicos discursos contra los responsables, a quienes tilda de traidores que “ponen en peligro la Revolución”. “Caiga quien caiga”, dice una y mil veces, “… todos serán castigados con todo el peso de la ley”

El Bono Moral y Etica

En este marco, ha aparecido la Policía Nacional Anticorrupción que, no obstante haber sido creada en el año 2014, parecía haber estado en modo “clandestino”, pues nadie sabía nada de ella hasta ahora, cuando se ha dado a la tarea de detener a los que han sido indiciados como responsables del desfalco a la nación. Por otra parte, en estos días, se introdujo en la Asamblea Nacional el proyecto de Ley Orgánica de Extinción de Dominio, mediante la que se busca reforzar la lucha contra la corrupción. Así mismo, se ha instado a las diversas organizaciones de calle que escudriñen a sus vecinos y tomen nota si perciben algo “raro”, convirtiéndolos a todos en posibles sospechosos.

Así como éstas han surgido otras acciones a propósito de esta campaña, entre las que no me puedo permitir pasar por alto, por lo que significa dentro del estilo del gobierno - siempre en plan de intentar barnizar la realidad-, la aprobación con bombos y platillos del Bono Moral y Ética que implica la suma de 3,97 dólares para quienes lo reciban. A propósito de ello expresó, que se cumplía con honestidad y transparencia con el bienestar del pueblo. “Son tiempos que exigen honestidad”, añadió.

En vista de todo lo anterior, a Maduro se lo describe dentro de las filas de su partido como el presidente que con más convicción y fuerza ha luchado contra la corrupción a lo largo de toda nuestra historia (junto a Chávez, obvio).

¿Conflictos domésticos?

Las mencionadas iniciativas lucieron, en primera instancia, como un repentino y sorpresivo arrebato en defensa del patrimonio público. Sin embargo, al paso de los días, casi de algunas horas, y superado el shock inicial, fluyó la razonable sospecha de que no eran “moral y luces”, según recomendaba Bolívar, las que originabas la cruzada, sino diversas pugnas internas que han ido emergiendo al interior del denominado chavismo-madurismo.

En este sentido, no se crea que tales disputas remiten a desacuerdos ideológicos, a la defensa incondicional del eterno legado de Chávez o al sesgo que ha tomado el actual proyecto del Socialismo del Siglo XXI, transmutado en un capitalismo de burbujas. Y menos aún que aludan a los efectos del robo de los dineros públicos en la profunda crisis que abruma la existencia diaria de los ciudadanos. Se trata, más bien, de razones subalternas, reducidas a una vulgar refriega por el poder, estimulada principalmente por las elecciones presidenciales previstas para el año 2024, en las que no es ningún secreto que Maduro se presentaría para gobernar un tiempito más.

Conclusión (que no concluye)

Estas últimas líneas deben tomarse como una hipótesis, la que tal vez domina el ambiente. Pero en verdad el escenario es bastante más enredado, hay varias y muy distintas versiones acerca de lo que acontece, siendo la figura de Tarek El Aissami, el caso más claro de ello, así como las especulaciones respecto a quienes se encuentran en la palestra, quiénes son los que se adversan entre sí y quienes fungen de cómplices.

Lo que sí parece verdad es que la traición y el chantaje constituyen la barajita que casi todos llevan bajo la manga, librando la contienda por un botín en el que se entremezclan intereses, tanto políticos como económicos, que encuentra terreno fértil en el país deshilachado que venimos siendo desde hace rato.

En medio de este galimatías, tal vez los ciudadanos de a pie tengamos que hacer nuestra una frase atribuida a los españoles, la de Piensa mal y Acertaras. Ojalá que no.

El Nacional, marzo 2023

El balón al pie de la mujer

Ignacio Avalos Gutiérrez

A estas alturas del Siglo XXI, resulta insólito, por no decir absurdo, que el 8 de marzo de cada año se conmemore el Día de la Mujer y que el mismo sea dedicado a reclamar su participación igualitaria, sin discriminaciones que le afecten su vida dentro de la sociedad. Luego de muchos años de reclamo, se ha avanzado, desde luego, pero da vergüenza constatar que las personas del aún calificado “sexo débil”, encaran obstáculos incomprensibles, se miren por donde se miren. Como creo haber escrito en otras oportunidades, el machismo todavía goza de cierta salud, la suficiente para disponer del oxígeno necesario para persistir en la idea, cada vez con menos éxito, por fortuna, de que la masculinidad debe vertebrar la sociedad, hasta en lo que atañe a la esfera deportiva.

El deporte en la antigüedad

El deporte existe de diversas maneras, desde el principio de la historia humana. En las antiguas civilizaciones se practicó, moldeado por ciertas normas, muy rústicas que toleraban la violencia entre los atletas, al extremo de que en el antecedente remoto del boxeo, por citar un caso, la victoria en una pelea se alcanzaba matando al contrincante.

Con relación al tema que pretendo abordar en estas líneas, un rasgo central del deporte fue, sin duda, su concepción como una actividad exclusiva para los hombres, mientras las mujeres eran dejadas de lado y no podían figurar ni siquiera como espectadoras de los eventos que se realizaban

El barón Pierre de Coubertin

El deporte moderno, el que con sus mutaciones, algunas nada menores, se ha mantenido hasta nuestros días, nació a mediados del siglo XIX de la mano del Barón Pierre de Coubertin, quien lo civilizó, según lo han señalado diversos estudiosos del asunto. Mediante la redacción de la Carta Olímpica dispuso su organización asumiendo las particularidades de las diferentes disciplinas, redactó un conjunto de normas articuladas en torno al principio del “fair play”, envuelto en el lema de que lo “importante no es ganar, sino, competir”, hoy en día obsoleto hasta en el espacio amateur, incluyendo sus categorías infantiles, en las que el balompié comienza a asomar su rostro mercantil.

En lo que si no vario el deporte fue en la idea de entenderlo como una actividad exclusivamente masculina. Sin que mediara recato alguno, y para que no hubiese lugar a las equivocaciones, Coubertin expresó lapidariamente, que “… el deporte femenino no es practico, ni interesante, ni estético, además de ser incorrecto”. Y, por si fuera poco, agregó que “ellas solo tienen una labor en el deporte: coronar a los ganadores con guirnaldas”. A partir de esta suerte de apreciación teórica, hubo de correr un buen tiempo para pudieran participar, pero apenas como parte del público. De esta manera, el deporte no hacia sino replicar y reforzar la masculinización característica de aquella época, otorgándole carta blanca al dominio de la virilidad.

Sin embargo, los movimientos feministas que han ido emergiendo en otros escenarios de la vida social han llegado también, aunque con retardo, al deporte. De a poco fue aceptándose la participación de las mujeres en las distintas disciplinas y lo ocurrido en el transcurso del presente siglo prueba que la huella femenina se ha profundizado en las distintas canchas y estadios.

Las cosas han variado, así pues, y se ha ido reduciendo su exclusión histórica, aunque todavía falta para poder hablar de condiciones que aseguren la plena igualdad,

El fútbol

Las palabras anteriores también abarcan, con sus especificidades, al fútbol, uno de los deportes que más ha entrabado la participación femenina, comparado con otras disciplinas (tenis, volibol, natación, atletismo, basketbol….)

Las cosas han tardado en cambiar, la demora se mide en décadas, pero se han abierto algunas puertas las modificaciones en virtud, sobre todo, del esfuerzo que han realizado las propias mujeres, destruyendo o gambeteando las barreras colocadas por el “machismo ideológico”, edificado, da la impresión sobre el alto nivel de testosterona de los hombres. Han logrado, así pues, ser tomadas en cuenta, pues no solamente conforman la mitad de la audiencia en los espectáculos más relevantes, como lo demostró el reciente Campeonato Mundial, celebrado en Quatar, sino que han entrado en los campos de juego en la mayor parte de los países del mundo, siendo muy pocos los que se lo tienen “prohibido”. Por otro lado, han proliferado las competencias femeninas, incluyendo varias ediciones del Campeonato Mundial, y se han establecido ligas internacionales y nacionales en diversas categorías, dejando ver un panorama impensable hasta hace poco. En este sentido, Venezuela es un ejemplo de cómo ha evolucionado el fútbol femenino, tanto que me atrevería a sostener que a nivel internacional está bastante mejor ubicado que el de mis colegas varones.

Obviamente no todo es miel sobre hojuelas. El balompié femenino no alcanza la importancia que se le brinda al masculino, tal como lo muestra, entre otros aspectos, el enfoque mediático. Los aspectos laborales marcan distancias enormes entre uno y otro sexo, no sólo en los sueldos, en los que la brecha es espantosa, sino en los contratos, tan es así que ciertos analistas temen, por ejemplo, que se establezca la firma de acuerdos con cláusulas anti-embarazo. Por otra parte, los prejuicios y reservas no cesan de llover: que si masculiniza a las mujeres, que si es inconveniente para el cuerpo femenino y específicamente para la maternidad, que si hay disciplinas más acordes con su sexo, y por allí sigue la lista de advertencias, hasta terminar recomendando que al balompié femenino se le califique como un deporte “distinto”. Dicho sea de paso, Josph Blater, el inefable ex Presidente de la FIFA, llego al atrevimiento de recomendar cierta vestimenta para las jugadoras, un poco más sexi y atrevida, con el objetivo de hacer los partidos más “atractivos”.

En síntesis y como se ha escrito hasta el cansancio, el feminismo requiera también que surjan nuevos modelos de masculinidad.

HARINA DE OTRO COSTAL

(PSICODATA)

Uno se da cuenta, sin tener que ser muy ser muy perspicaz, que el suministro de información suficiente y confiable no es, precisamente, una fortaleza del gobierno actual, que las cifras se esconden, se inventan, se manipulan, y se resignifican, con la intención sustentar la idea de que “Venezuela se Arregló”, haciendo énfasis, sobre todo, en los aspectos económicos. Por otro lado, uno también está enterado de que hay diagnósticos venidos desde algunos sectores que reflejan el mismo pecado, fotografiando al país desde la acera contraria a la del oficialismo.

Pero afortunadamente se encuentran al alcance de la mano otros análisis que cuidan su independencia, que nos brindan otra visión, más objetiva, de la realidad, y más parecida a la que siente el ciudadano de a pie, a través de su propia vida de cada de cada día

Digo lo que digo a propósito de Psicodata, un análisis que calza en este último grupo de estudios, elaborado recientemente por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). El mismo busca mirar el paisaje nacional desde otro ángulo, distinto al económico, usual en los informes que llegan a nuestras manos. Como señalan sus autores, presenta un diagnóstico que corre la cortina y revela el país que somos desde el punto de vista psicosocial, identificando, midiendo y explicando catorce de sus dimensiones.

Un texto imprescindible, no hay duda. Nos amplía la visión del entorno en que estamos situados, mediante una radiografía que permite ver lo que sentimos como consecuencia de lo que vivimos.

Hay, pues, que tenerlo unas cuantas semanas en la mesita de noche.

El Nacional, jueves 16 de marzo de 2023

El ChatGPT y las elecciones en la ucv

Ignacio Avalos Gutiérrez

Luego de un largo tiempo, la UCV vuelve dentro de poco a las urnas de votación para elegir a sus autoridades. Un largo tiempo, digo, y no entro en las razones y circunstancias que motivaron tamaña demora, pues son de sobra conocidas, todas envueltas en la negligencia interna y, principalmente, en la arbitrariedad y sectarismo por parte del gobierno.

Buena noticia, pues, y esperemos que se vaya repitiendo en las demás universidades públicas. Necesitamos nuevas caras para abrirle la puerta a otras miradas, otros objetivos y otras formas de desempeño que sepan interpretar los signos de los tiempos.

Menuda tarea la que le espera a quienes resulten nombrados, se oye decir en los pasillos ucevistas. Y ciertamente la situación de nuestra institución deja mucho que desear en todos los sentidos, cualquiera lo sabe. Pero empezamos mal si creemos es una responsabilidad sólo de ellos y no entendemos que es un trabajo que nos toca a todos, al margen del espació institucional en el que nos desenvolvemos.

“Cambio epocal”

Se nos han roto, según es moda decir, los paradigmas mediante los que entendíamos el mundo. Los límites más o menos trazados y claros que antes nos permitían una cierta ubicación, ahora se nos mueven o se nos hacen borrosos, complicándonos la existencia, tanto individual, como colectivamente. Los mapas mentales de los que se disponía no alcanzan para orientarnos y ni siquiera tenemos, creo, el consuelo de las ideologías, a través de las cuales explicábamos (más o menos) la historia y el futuro. En fin, ahora todo se torna inestable en nuestro derredor y pareciera no haber lugar ni tiempo para sedimentar explicaciones, normas o criterios que nos sirvan de guía. Los hechos se nos vienen encima.

En el transcurso de los últimos años ha cobrado forma lo que sin exageración se ha evaluado como una explosión del conocimiento científico y tecnológico, dando pie a transformaciones que van reconfigurando profundamente la existencia humana, haciendo de ésta una experiencia cada vez más distinta de lo que era hasta hace no hace mucho. Adicionalmente, dichas transformaciones acontecen aceleradamente y nos sorprenden “fuera de base”. No en balde se afirma que vivimos en la era de la perplejidad, refiriéndose al desconcierto ante una metamorfosis que alude a todos los escenarios de la vida social, modificando, incluso, aspectos que parecían esenciales de los seres humanos, como sus capacidades físicas y mentales, su longevidad e incluso su posición como especie dominante, cuestionada, se dice, por máquinas cada vez más inteligentes y ubicuas.

Dibujan, así pues, un “cambio epocal” y tienen el efecto de plantearnos temas nuevos, de crearnos problemas nuevos, de trazar situaciones nuevas, de generar, en fin, dilemas nuevos. Hoy en día sabemos más de muchísimo más tópicos y, por tanto, se va ensanchando el campo de la decisión humana. Los avances en el conocimiento nos ponen, tanto en el plano individual como colectivo, en el trance de tener que juzgar sobre cosas sobre las cuales jamás cupo escogencia alguna. Nos traen disyuntivas inéditas frente a las cuales pareceríamos estar desguarnecidos de valores, normas y criterios que nos sirvan para conducirnos frente a ellas.

Las universidades

Las universidades se encuentran dentro del contexto esbozado en las líneas precedentes. Les toca emprender, así pues, la crucial e impostergable tarea de modificar, entro otros muchos aspectos, sus estructuras, sus normas de organización, el contenido de las carreras, los modos de enseñar e investigar, de conectarse con otras organizaciones tanto nacionales como internacionales, todo lo cual precisa la generación de un nuevo modelo de conocimientos fundamentado en la integración las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias humanas, entre ellas y dentro de ellas.

Esto significa que la labor pendiente para nuestras universidades no es sólo reconstruirse, que desde luego lo es, sino construirse de tal forma que pueda plantarse frente a condiciones muy disímiles .

El ChatGPT

En estos días han proliferado las noticias que hablan de la inteligencia artificial, a propósito del ChatGPT, un dispositivo tecnológico ideado para realizar tareas con el lenguaje, capaz de procesar y generar textos que parecieran elaborados por seres humanos

Su aparición ha generado un amplio debate que ventila las ventajas y las desventajas, así como los peligros y las amenazas. Hay, en consecuencia, quienes se sitúan a favor de promover su uso y los que consideran que debe manejarse con extremo cuidado y hasta prohibirse. Entre estos último se ubica el propio Elon Musk, quien lo ha calificado como “un peligro para la civilización”.

El ChatGPT ha sacudido el mundo educativo en todos sus niveles y en todo el mundo. La palabra plagio (pecado mortal en el medio académico), tal vez sea la que resuma de la manera más gráfica y simple - a sabiendas de que se incurre en una exageración- las discusiones que ha suscitado en torno a los procesos de enseñanza e investigación. Con respecto a las universidades, es un factor que se suma a los ya referidos al principio del artículo, situando sobre el tapete su redefinición institucional.

Ciertamente, el ChatGPT pesa más bien poco si se calibra desde la evolución que se observa en el área de la Inteligencia Artificial y no digamos de la llamada Inteligencia Artificial Generalizada. Pero lo traigo a colación porque, su reciente figuración en la opinión pública me sirve de pretexto para ilustrar la necesidad de que veamos las próximas elecciones como la oportunidad de empezar un proceso, seguramente difícil y prolongado, con el fin de enrumbar a la UCV según otras perspectivas, haciéndose valer como la Casa que vence las Sombras, ante los desafíos que pone este siglo XXI.

Posdata

Por si acaso, juro que soy el único autor del presente artículo, elaborado sin la participación de alguna inteligencia que no sea la mía

El Nacional, jueves 2 de febrero de 2023

Viendo el mundo desde la montaña mágica

Ignacio Avalos Gutiérrez

Allí, en ese mismo sitio, desde hace un poco más de medio siglo, cada año se reúnen alrededor de 2.000 personas, entre políticos, empresarios, intelectuales y periodistas, parte muy importante del liderazgo que gobierna a los 8.000 millones de terrícolas que habitamos el planeta. Como seguramente adivinará el lector, me estoy refiriendo a la reunión del Foro Económico Mundial, que tiene lugar en Davos, una pequeña ciudad ubicada en los Alpes Suizos, perpetuada por Thomas Mann en La montaña mágica, su magnífica novela editada en 1924.

“Crear un futuro común en un mundo fracturado”, es la frase distintiva que dibuja el propósito del encuentro. Se muestra, así, una perspectiva positiva sobre la posibilidad de construir un porvenir incluyente, pero sin ignorar la existencia de las profundas resquebrajaduras que hoy en día trazan el mundo en el que vivimos.

La Poli Crisis

Numerosas investigaciones elaboradas por distintas organizaciones, así como por expertos a título individual, recogen en su lista varios problemas, a cual más de graves: la crisis energética y alimentaria, la economía de alta inflación, bajo crecimiento y alta deuda., los obstáculos de la industria frente a la tecnología e innovación, las vulnerabilidades sociales y climáticas y los riesgos geopolíticos y la cooperación en un mundo multipolar.

Mirando las cosas en el corto plazo el Informe de Riesgo Global señala que las roturas del planeta emergen principalmente como consecuencia de treinta y dos riesgos, entre los que sobresalen diez. Expresados casi textualmente, se indican allí que cinco de ellos son ambientales (desastres naturales por eventos extremos de clima; fallas en mitigar el cambio climático; incidentes en gran escala generados por el mismo; fallas en la adaptación al cambio del clima; y crisis por el abastecimiento de recursos naturales); otros tres son sociales (inflación; erosión social por la polarización; e inmigración a gran escala por causas obligadas); uno es geopolítico (confrontación geoeconómica) y el último de carácter científico-tecnológico (amenaza del cibercrimen y la inseguridad cibernética).

Se habla, entonces, entonces de una Poli Crisis, consecuencia de conflictos múltiples, simultáneos, permanentes, globalizados y retroalimentados los unos con los otros. Se trata de lo que, en varios otros textos, a partir de ingredientes y explicaciones similares, se califica como una Crisis Civilizatoria.

La eco ansiedad

La directora de la reunión, Saadia Zaahidi, anunció que el 80% de los participantes interrogados en el Foro declararon tener una visión «muy negativa del futuro a corto y largo plazo», motivados principalmente por la crisis climática y ecológica que no se está resolviendo como debería en el contexto de la guerra de Ucrania y que, según creen, «no se resolverá en los próximos diez años».

En similar sentido durante su intervención el Presidente colombiano, Gustavo Petro, se preguntaba “… si puede el capitalismo que hemos conocido en los últimos 30 o 40 años superar la crisis climática que ayudó a provocar? Si el capitalismo no es capaz, añadió, o la humanidad se extingue con el capitalismo o la humanidad supera el capitalismo”. Tal opinión fue comentada por la prensa indicando que “…los principales líderes económicos mundiales no solían ser sujetos a la eco ansiedad, y mucho menos reconocerlo públicamente …”.

A final de cuentas : desigualdad y pobreza

En un informe titulado "La supervivencia de los más ricos", Oxfam INT señala que los multimillonarios han duplicado su riqueza en los últimos diez años, y que el 1 por ciento de la población más rica del mundo ha ganado 74 veces más que el 50 por ciento más pobre.

Registra, igualmente, que el año anterior, 82 por ciento de la riqueza generada en la economía mundial fue a parar a manos de uno por ciento de la población. En cambio, para la mitad más pobre del planeta (3 mil 700 millones de personas) los ingresos permanecieron sin variar. Expresado de manera que no queden dudas, sólo ocho personas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población del planeta (3 mil millones 600 mil personas), según la misma fuente.

No creo que haya cifras que describan más dramática y dolorosamente el deterioro de la vida humana hoy en día.

Que podemos esperar de Davos

Siendo sinceros, frente a todo lo anterior el espacio para el optimismo no es muy grande. Las cifras recabadas a lo largo de las diversas reuniones dan pocas buenas noticias, no se observan avances relevantes, sino que predominan más bien los números que marcan retrocesos en los diferentes ámbitos. En suma, sobresalen muy poco los propósitos cumplidos, lo que obliga a reiterar, por tanto, buena parte de los diagnósticos que dieron pie a la necesidad de formularlos.

Con respecto a este último Foro hay que añadir la mala señal que significó la ausencia absoluta de China y Rusia, y en menor grado la de la India cuya visita pareció más bien un acto de cortesía. Nos estamos refiriendo a tres naciones que, amén de su potencial económico y político, están habitadas por 3.000 millones de personas, cifra que esta cerca de la mitad del total de las que ocupan nuestro planeta.

En fin, al parecer rehuimos el planteamiento que asomó el Presidente Petro. Me luce, que los humanos no terminamos de entender la urgencia de cambiar la manera como vivimos la vida. Es esa forma de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, la que nos ha traído hasta aquí.

No sé porque se me antoja creer que Thomas Mann, desde la Montaña Mágica, compartiría el punto de vista anteriormente expresado. Los objetivos, los marcos de referencia y las maneras que tenemos de transitar las rutas de nuestra existencia, no dan más de sí.

En suma, como lo ha escrito el filósofo polaco Zygmut Bauman, a quien he citado más de una vez, hemos llegado a un punto sin precedentes. “Todas las etapas y saltos que se han verificado tenían un elemento común: se caracterizaban por inclusión y exclusión. Había un nosotros que se ampliaba, pero también una identificación de otro excluído del nosotros. Y esto ha llevado a grandes derramamientos de sangre”. Así mismo, añade que “… ahora estamos ante la inevitable necesidad de la expansión del “nosotros” como etapa próxima de la humanidad. Este nuevo salto está representado por la supresión del pronombre “ellos”.

El Nacional, sábado 18 de febrero de 202

Beisbol, espejismo y perreo

Ignacio Avalos Gutiérrez

Aun cuando íbamos dos juegos abajo, había algo me decía que ganaríamos la final. De hecho, me atreví a hacer un boceto del artículo que escribiría esta semana, vanagloriándome de la victoria de los Tiburones de La Guaira, como Campeón de la Liga del Beisbol Venezolano, luego de una prolongada sequía que, sin embargo, no consiguió alejar a sus seguidores ni acabar con sus esperanzas.

Hice, pues, de tripas corazón, eche al basurero el borrador que recogía mi optimismo y conseguí redactar estos párrafos en los que traté, y creo que logré, disimular mi rabia (iba a decir arrechera) por la derrota sufrida en el último partido y me dispuse, así pues, a elaborar un texto apelando a la nostalgia, calcando, incluso, ideas que publique en diversos momentos a lo largo de los años que llevo como feligrés guaireño.

Un deporte embrollado (dicen)

Para conmemorar el triunfo de Venezuela en la Serie Mundial de Beisbol, el Presidente Isaías Medina Angarita declaro el día 22 de octubre de 1941, como fiesta colectiva y el beisbol se convirtió en el “Deporte Nacional”, quedando así en los libros de historia, pero sobre todo en la cultura vernácula, convirtiéndonos a todos en religiosos de una religión laica (si es que cabe la expresión).

El país ha convertido en su deporte favorito a este juego curioso hecho de interrupciones y vacíos, en el que durante la mayor parte del tiempo los jugadores parecieran ser observadores y no protagonistas, y en el que el equipo que ataca no es el que tiene la pelota. Un juego que se rige por reglas complejas, se calibra a través de sofisticadas estadísticas que reparan hasta el más mínimo detalle y no tiene límite de duración dado que no admite la posibilidad del empate. Para resumir sus paradojas suele decirse que es un deporte que se juega con una pelota redonda, que viene en una caja cuadrada.

Entre nosotros el beisbol se ha convertido, incluso, en una suerte de cédula de identidad que nos registra como fervientes partidarios de algún equipo, sin importar en absoluto que muchos no sepan lo que es un pisicorre o crean que el robo de base es delito, que el toque de bola sea una acción obscena que no se debe hacer a la vista del público, que el flay de sacrificio sea la inmolación de alguien o que el sweezze play sea una variedad del auto suicidio.

El beisbol es, por otra parte, el deporte que nos abastece de palabras y frases que en muchas ocasiones resultan imprescindibles para contarnos y explicarnos ciertos pasajes de nuestro camino por la vida. Los venezolanos estamos hechos de beisbol, es ésta una de las mejores maneras de definirnos, aunque no sé, por cierto, que dirán los antropólogos al respecto.

El Beisbol en medio de la crisis

Desde hace ya unas cuantas décadas, en el mes de octubre se inicia nuestra temporada de béisbol. En tiempos recientes, en algunas ocasiones no se ha podido llevar a cabo y en otras se han realizado en medio de innumerables obstáculos, derivados de la profunda, diversa y prolongada crisis que agobia al país.

Sorteando las dificultades, fui algunas veces, más bien pocas, al universitario. Me parecía que respiraba una atmósfera distinta a la de antes, No me acostumbre al escaso público, sobre todo en las gradas. No me acostumbré a un estadio demasiado silencioso. No me acostumbré tampoco a que casi no hubiera colas para entrar al universitario, ni tampoco para ir al baño. Tampoco a ver a alguien pagando una cerveza o unas papitas fritas con un fajo de billetes agarrados con una liguita, (por cierto, en esos días el bolívar circulaba como moneda nacional), contándolos con nerviosismo, y tal vez comparando la cantidad cancelada con la canasta básica o con el sueldo de un maestro o de un empleado público.

Era, en suma, un espectáculo muy venido a menos, incluido el nivel de calidad de los equipos. Como muchas otras personas, yo me dejaba caer de vez en cuando por las tribunas con la pretensión de guarecerme un rato, un rato que dura nueve innings, disfrutando de esa sabrosa sensación de normalidad y certidumbre, el revés de lo me encontraba apenas salía y ponía un pie en la calle.

Un espejismo

El año pasado Nicolás Maduro anunció un cambio en la dirección de su gestión. Desde hace un buen rato viene pregonando que “Venezuela se Arregló”, manteniendo la retórica revolucionaria, buscando dejar claro que por esta vía transitamos “nuestro propio modelo de socialismo”. Descrito en pocas palabras se ha adoptado lo que, dentro de un estilo más bien coloquial, se ha identificado como “capitalismo de bodegones”, expresión de un sistema que se desarrolla a través de “burbujas”, concebidas éstas como espacios reducidos, a los que sólo tiene acceso una minoría de los ciudadanos, dados los niveles de pobreza y desigualdad que retratan al país.

Seguramente Maduro dirá que nuestro beisbol se arregló. Que este último Campeonato de la Liga de Beisbol Profesional Venezolano fue un verdadero éxito: estadios con una muy buena asistencia del público, beisbol de altura, buena transmisión a través de un numero relevante de medios de comunicación y una serie final espectacular.

Cierto todo lo anterior. Pero deja una falsa impresión de la situación en la que se encuentra el país. La misma que dejan los concurridos conciertos musicales a los que asisten artistas de otras partes del mundo. La misma que dejan los bodegones, provistos de insólitas mercancías importadas. La misma que deja el estadio recién inaugurado por los lados de La Rinconada, a propósito de la Serie del Caribe, considerado el más grande de América Latina, copia del que existe en Washington, sede de un equipo de las ligas mayores.

Una falsa impresión digo, porque nada tiene que ver con el paisaje cotidiano del ciudadano común y corriente. Para éste es una realidad engañosa e ilusoria. Un espejismo

Yo, un Tiburón de a pie

Perdone, pues, que por enésima vez reitere por esta época en estas mismas páginas de El Nacional, que desde que tengo uso de razón beisbolística, soy seguidor de los Tiburones de la Guaira, equipo que he apoyado siempre, mediante adhesión que no necesitó de ninguna razón para ser, ni para transformarse, luego, en fidelidad vitalicia y a ultranza, sin condiciones que la sometan, se gane o se pierda, jugando bien o mal, con errores o sin ellos, bateando mucho o poco, sin importar, siquiera, que, en los últimos tiempos, el equipo pareciera haberse instalado en la derrota. Es la devoción a los tuyos en la alegría, en la angustia, el suspenso, la desesperación, el temor, el miedo, la zozobra, la tristeza, en la rabia de cada partido.

A los Tiburones les debo mucho de lo más grato de mi vida. Les debo la ocasión para el entretenimiento y la diversión. El motivo para una fe. El arraigo a una causa. El argumento de un sectarismo “light”. La razón basada en un fanatismo inocuo. El asidero para una ilusión anual. La identificación con una historia. La solidaridad con una fanaticada anónima, digna, entrañable e imprescindible. Le debo, en fin, parte de mi propia memoria.

A mi equipo le agradezco, además y por encima de todo, la salvación del terrible dilema de tener que ser caraquista o magallanero.

HARINA DE OTRO COSTAL

El “Perreo”

Este último Campeonato dejará no pocos recuerdos. Uno de ellos será, con toda seguridad, el “perreo” de Robert Acuña, excelente jugador de Los Tiburones de la Guaira, tras lograr un jonrón frente a los Leones del Caracas. Se trata de una vieja práctica, denominada antes de otra manera y en ocasiones prohibida, que se ha actualizado últimamente. Hoy en día es una suerte de coreografía realizada por un jugador después de haber realizado una gran jugada, bien sea un bateando o fildeando. El hecho ha causado una discusión entre quienes consideran que el “perreo” es una práctica vulgar y ofensiva al contrario y quienes argumentan que se trata de una demostración de júbilo, con visos artísticos.

Poco se dice que el ”perreo” es hoy en día, una práctica estimulada en las Grandes Ligas, consecuencia de ciertos estudios que demostraban una baja sensible en el interés de los jóvenes por el beisbol, palpable tanto en los estadios, como en los medios de comunicación, quienes lo apreciaban como un deporte muy lento, que acontece en medio de muchos paréntesis, hecho que no rima, desde luego, con la prisa característica de esta época digital, en la que ir despacio es casi un delito. Los nuevos análisis indican que, efectivamente, el “perreo” ha conseguido el objetivo: ha aumentado la cantidad de nuevos aficionados.

El Nacional

Sábado 4 de Febrero 2023

El primer siglo del Colegio San Ignacio

Ignacio Avalos Gutiérrez

El Colegio San Ignacio de Loyola fue fundado por los jesuitas a principios del siglo XX, en el seno de una sociedad que concebía la educación como una actividad laica y se mostraba poco empática con la idea de que la enseñanza pudiera tener un contenido religioso. Nació, pues, con el viento en contra, soplándole durante varios años por razones ideológicas y políticas, esgrimidas para adversar su presencia en el país.

I.

Tiempo después comienza otra historia, caracterizada (permítaseme el uso ligero de la manida frase), por la “coexistencia pacífica de la Iglesia y del Estado”. Tuvieron lugar, entonces, transformaciones generadas por la visón cambiante que emergía del propio colegio, vista la necesidad de ajustar su papel al ritmo en que iban cambiando las circunstancias nacionales, convirtiéndose en el epicentro de un ecosistema institucional en el que figuran hoy en día la Universidad Católica Andrés Bello, Fe y Alegría, el Instituto Universitario Jesús Obrero, la Organización Social Católica San Ignacio (OSCASI), la Asociación de Antiguos Alumnos (OASI), el Centro de Reflexión y Planificación pedagógica (CERPE) y otras organizaciones socialmente muy relevantes.

II.

Miro para atrás y aún siento cercano ese lunes de septiembre, en el que comencé a cursar el primer grado en el colegio, de la mano de las queridas e inolvidables monjas, las Hermanas de Cristo Rey. Al poco rato, casi sin que me diera cuenta, empecé la secundaria y me gradué de bachiller. Fueron, en total, once años en los que nunca me percibí inmerso en un proceso de adoctrinamiento, obligado a cumplir a rajatabla códigos rígidos e inmutables, sino, por el contrario, estimulado a pensar por cuenta propia, respetando las reglas obvias que garantizan la convivencia y el respeto entre compañeros y profesores.

Sali de las aulas ignacianas llevando conmigo un pequeño morral, en el que guardé los fundamentos necesarios para transitar la vida, a saber, la libertad, la ética y el respeto a quienes fueran distintos de mi en cualquier sentido. Entendí, sin estar plenamente consciente de ello, lo que varios años después leería en un texto de Fernando Savater, sosteniendo que “…si bien lo que sea la realidad no depende de nosotros, lo que la realidad significa sí es nuestra responsabilidad. Y por significado no hay que entender una cualidad misteriosa de las cosas en sí mismas sino la forma mental que les damos los humanos para relacionarnos unos con otros por medio de ellas"

III.

A diferencia de las telenovelas, la vida no transcurre de acuerdo a un libreto, no suele ir hacia donde uno la espera, al contrario, sobran las casualidades, los imprevistos, las confusiones y hasta los sustos. Lo que se precisa es ubicarse en ella, comprendiendo que el destino siempre lleva el sello de la cooperación, la reciprocidad, la ayuda y ese sin fin de términos que remiten a la solidaridad con los otros. Por eso conservo el referido morralito, buscando siempre actualizar su contenido – esto es, mis marcos de referencia-, de acuerdo a los nuevos tiempos, determinados por la profunda metamorfosis que experimenta el mundo entero, de la que derivan nuevas y numerosas preguntas que remiten, dicho sucintamente, a la necesidad de cuidar la Casa Común, como señaló en su encíclica el Papa Francisco.

IV.

Claro que atravesé por problemas y disgustos a lo largo de mi recorrido estudiantil, pero recuerdo con añoranza mi pasado, sin necesidad de hacer trampas con mi memoria. No lo echo de menos, porque guardo todavía su legado, incluidos muchos amigos que se han vuelto eternos. En cierta manera es un camino integrado a mi presente e incluso a mi futuro, aunque no he consultado ningún mago.

No encuentro, pues, manera de expresar mi reconocimiento al colegio. Tengo mil motivos, pero apenas diré, que para fortuna de los que estudiamos en el San Ignacio, el balompié fue parte medular del paisaje escolar, consecuencia del empeño puesto por los curas, sobre todos los de origen vasco. Llevo, pues, el fútbol en las venas y creo haber entendido que, conforme lo han escrito algunos filósofos y sociólogos, la “cancha es una metáfora de la vida”, aunque a menudo me ayuda pensar que la cosa es más bien al revés.

El Nacional, jueves 18 de enero de 2023

Se nos murió Pelé

Ignacio Avalos Gutiérrez

Tras unas cuantas semanas en las que distintos medios se encargaron de decirnos que había fallecido – seguramente usted ha oído hablar de la sociedad de la (des) información -, finalmente la noticia se hizo verdad: el penúltimo día del año pasado se nos murió Pelé, menos conocido como Edson Arantes Do Nascimento. Dio su último respiro en un hospital que lleva el nombre de Albert Einstein, vaya coincidencia, pues como escribió recientemente Juan Villoro, confirma la teoría de la relatividad: allí murió un inmortal.

La mascota del equipo

Supe de él en 1958, año en el que le tocó a Suecia ser la sede del Campeonato Mundial de Futbol. Durante todo un mes, el de junio, lo “vi” sentado en la sala de mi casa, con la oreja pegada al radio, oyendo la transmisión que hacía el periodista Felo Giménez, en vivo y directo desde Estocolmo, según presumía la emisora.

Aún tengo grabado en la memoria el partido final, celebrado entre el país anfitrión y Brasil, cuya selección incluía a un chamito de apenas 17 años, quien tuvo la desfachatez de anotar cinco goles, tres de ellos en encuentros previos, y dos contra los suecos, uno de los cuales quedó engavetado en mi memoria para siempre jamás. Así, quien al aterrizar el avión en tierras nórdicas parecía, por lo joven, ser la mascota del cuadro brasileño, paso a ser llamado muy poco después O Rey de Futebol.

Más tarde tuve la suerte de verlo, a propósito de un evento que se organizaba periódicamente, cada dos años, en Caracas. Se trataba de un cuadrangular que contaba con le presencia de los mejores equipos europeos y latinoamericanos. En esta ocasión pude mirarlo de cerca, desde las tribunas del estadio de la UCV, hasta donde me había llevado mi papá, quien no era muy futbolero que digamos, pero siempre supo comprender que la vida de su hijo transcurría alrededor del balón, a la vez que lo intrigaba qué diablos tendría de excepcional el tal Pele, capaz de generar en mí, semejante conmoción.

A Pelé lo encontré, entonces, más hecho como jugador, con un porte que lo alejaba del adolescente que mostraban las barajitas de mi álbum. Lo mire vestido todo de blanco con el uniforme del Santos, su equipo de toda la vida. Observándolo durante el calentamiento previo al inicio del partido, me vino a la cabeza un librito prestado por un amigo, en el que se explicaba que Pelé había nacido físicamente diseñado para ser futbolista, que cada detalle de su cuerpo, desde las orejas hasta las uñas del pie, respondía a las condiciones requeridas para desplegarse con la pelota a lo largo y ancho del campo. Mas allá de la seriedad académica del texto leído y de mi ignorancia en los asuntos que abordaba, a simple ojo de buen cubero yo intuía que los genes se habían encompinchado para producir al jugador que fue y nadie podía albergar la más mínima duda de que con el correr del tiempo sería, si es que no lo era ya, un grande entre los grandes del balompié mundial.

Dicho sin exagerar, no había cosa que no hiciera de manera especial, hasta insólita. Cabecear (media apenas 1.70), chutar con ambas piernas por igual, driblar, pasar, desmarcarse, en fin. Particularmente fue sobresaliente por su manera de amagar desde los movimientos de una cintura que parecía de goma, permitiéndole insinuar una maniobra, mientras realizaba otra que nadie sospechaba, ni siquiera sus propios compañeros.

México 70

Lo volví a ver, esta vez por televisión, en el Campeonato Mundial de 1970, con sede en México, comandando la selección brasileña, tal vez la mejor que haya existido en la historia del balompié junto, me parece, a la naranja mecánica holandesa de 1974, encabezada por Johan Cruyff.

A lo largo de los varios partidos disputados en suelo azteca, Pelé dejó la sensación de que cada jugada en la que intervino tuvo el toque propio de un mago, de cuyo sombrero sacaba una jugada que sorprendía a todos. Entre sus genialidades estuvo el que se considera el “mejor gol que no fue”, resultado de un doble amague ante Ladislao Mazurkiewicz, el gran portero uruguayo, que culminó con la pelota rozando el poste derecho, pero sin entrar en la portería

Su final en el Cosmos

Como han señalado diversos autores Pelé fue conocido mundialmente, gracias a las numerosas giras que realizaba con su equipo, El Santos, al final de las cuales volvía a Brasil y jugaba varios partidos del campeonato local

Como señala el sociólogo Pablo Alabarcés, fue tan famoso que, a finales de la década del 60, en una de las tantas guerras internas de la época colonial en África, en Biafra, en el viejo Congo, se firmó un armisticio para que todo el mundo pudiera ir a ver jugar a Pelé. El tema era que había que ir a verlo jugar al estadio, no había ni televisión, ni satélite.

Tal no fue el caso de Maradona, por ejemplo. La globalizacion y el desarrollo de nuevas tecnologias, permitieron que su carrera pudiera verse en todo el planeta con una frecuencia casi semanal.

Al término de su carrera con El Santos, Pelé se fue al Cosmos, equipo norteamericano, a fin de quemar sus últimos cartuchos, promoviendo el desarrollo del “soccer” en Estados Unidos. Supongo, igualmente que trataba de ganarse unos cuantos dólares, bastante más de los que se pudo guardar en el bolsillo durante toda su vida, pues en su época de oro el negocio del futbol no era ni la sombra de lo que represento luego y por tanto, el mercado internacional de piernas no funcionaba como en la actualidad. Además de que, por decisión del gobierno brasileño, el contrato de Pelé no podía negociarse, dado que su figura había sido declarada como “tesoro nacional”

Al currículum de Pelé no le falta nada importante, de lo que Google da buena cuenta. En la lista interminable de sus éxitos sobresalen, desde luego, los tres campeonatos mundiales que obtuvo con la camiseta verde amarilla. Imposible, así pues, no admirar a este gran jugador por sus hazañas en la alfombra verde.

Sobre gustos y colores no han escrito los autores, cierto, pero a pesar de ello me atrevo a mencionar, como los mejores futbolistas que yo he visto a Di Stéfano, Johan Cruyff, Maradona, Ronaldiho y, a la cabeza de todos, Pelé.

Posdata

No puedo terminar estas líneas sin señalar a manera de posdata, que me hubiera gustado que, fuera de la cancha, en vez de apagarlo, usara su poderoso micrófono para cuestionar a la dictadura brasileña de la década de los sesentas.

El Nacional miércoles 3 de enero de 2023

El Mundial de Quatar (como no acordarse de la mano de Dios)

Ignacio Avalos Gutiérrez

Hubo un tiempo en el que los partidos de futbol se llevaban a cabo sin que nadie se encargara de poner orden en la cancha. Se jugaban, así pues, a la buena de Dios, en modo caimanera. Pero, hacia finales del siglo XIX apareció el árbitro, consecuencia lógica de la existencia de ciertas reglas que, con modificaciones más bien menores, pautan el juego hasta nuestros días. Lo hizo acompañado de dos jueces, uno de cada equipo, cosa que no fue, desde luego, una buena idea, visto que muchas veces ocurría que costaba ponerlos de acuerdo en la apreciación de determinadas jugadas.

Un señor vestido de luto riguroso

Tiempo después cambió el esquema: el árbitro paso a ser la figura central y era el único que sentenciaba, mientras los dos jueces se transformaban en sus asistentes, con la limitada función de ayudar al árbitro principal, ubicándose en cada línea de la cancha, responsabilizándose, sobre todo, de la difícil tarea de sentenciar el “orsai”.

Al árbitro, siempre de negro, aunque últimamente se le permite alguno que otro color en la camiseta, se le ha dado, nada manos, que el encargo civilizatorio de regular la competencia en la cancha a fin de que no haya desigualdades ni violencia. Es, así pues, el custodio del “fair play” predicado por los fundadores del balompié, cosa que hace armado, apenas, con un silbato y dos tarjetas, una roja y una amarilla.

Encima de áspero e ingrato, su oficio es más complicado de lo que se suele reconocer. Su jurisdicción se extiende a lo largo de un enorme rectángulo y se prolonga durante noventa minutos en los que debe generar varias decenas de decisiones, en muchas ocasiones sin disponer de la información necesaria (puede tocarle el ángulo más inadecuado para percatarse de un empujón, por decir algo), aparte de que los jugadores siempre tratarán de engañarlo, simulando una falta, por ejemplo, un “piscinazo” dentro del área o un puntapié en la rodilla.

Su dictamen es observado por millones de personas que desde el estadio y en especial la televisión, lo miran mediante una lupa empañada por el prejuicio propio del fanático. Por otra parte, debe anunciar su veredicto al instante, no puede dejar pasar ni siquiera un nanosegundo a partir del momento en que se produjo la zancadilla o el planchazo. Se trata, finalmente, de una sentencia inapelable, nadie puede echarla para atrás, ni siquiera él mismo, no importa que el televisor demuestre, con ventaja y alevosía, que se confundió.

Por si fuera poco lo anterior, el referí es con frecuencia el perfecto chivo expiatorio que justifica, desde el punto de vista técnico y emocional, la derrota del equipo con el que se simpatiza.

El Futbol milimétrico

Desde hace un buen tiempo el arbitraje ha venido dando lugar a no pocas controversias, frente a las que se han planteado las ventajas que traería consigo el empleo de dispositivos tecnológicos en la administración de la justicia en el campo. Así las cosas, la FIFA se montó en la ola de las actuales transformaciones tecnológicas y aprobó el uso del VAR (video assistant referee) en el Mundial de Rusia (2018). Las malas lenguas, que en el ambiente futbolístico casi siempre dan en el blanco, señalan que con ello la organización pretende limpiarse la cara, luego del escándalo conocido como el FIFA(Gate) y mantener, como he dicho en distintas ocasiones, su rostro de inocente ONG. Gianni Infantino, su actual presidente, declaró sin siquiera pestañear, que “El VAR no está cambiando el fútbol, sino que lo está haciendo más limpio, más honesto, más transparente y más justo”.

El que se tiene en Qatar es una versión mejorada respecto al utilizado en Rusia. Según la descripción oficial, se apoya en doce cámaras instaladas bajo la cubierta del estadio que recaban desde distintos ángulos una gran cantidad de imágenes sobre los hechos que ocurren en el campo. E, igualmente, cuenta con un balón que incluye un sensor capacitado para enviar un paquete de datos 500 veces por segundo a la sala de vídeo, lo que permite detectar con precisión el momento en el que se chuta el balón.

Sin embargo, la aceptación del sistema no es unánime. Hay, desde luego, fervientes partidarios del VAR y de otras medidas tecnológicas, convencidos de que garantizan la imparcialidad, mientras que otros, tildados de nostálgicos, sostienen que, al eliminar el error arbitral, concebido como parte esencial del juego, pierde uno de sus encantos, motivo importante de las tertulias, condimento de un espectáculo que trasciende ampliamente lo ocurrido a lo largo del partido, además de que le quita dinamismo al juego, cargándolo de interrupciones que lo “beisbolizan”.

Adicionalmente se alega en su contra, entre otros factores, que infringe el espíritu del offside, una regla, concebida, dicho en pocas palabras, para proteger al portero de la ventaja desmedida de los delanteros. En efecto, la capacidad del VAR para apreciar una uña o el dedo gordo del pie del atacante, traspasando la invisible línea que comprueba si sobrepasa la posición del defensa contrario, además de hacer alarde de una exactitud milimétrica casi frívola, se brinca a la torera el sentido con el que se pensó dicha norma.

La Mano de Dios

Escribo estas líneas desde la añoranza por un episodio imborrable. Y lo hago sabiendo que como dijo el Gabo García Márquez, “la vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y como lo recuerda para contarlo”.

En junio del año 1986, estaba yo sentado en las tribunas del Estadio Azteca, como uno más de los 80.000 espectadores del partido entre Argentina e Inglaterra, en el que se disputaba, en medio del contexto de la guerra de las Malvinas, el pase a las semifinales en el Campeonato Mundial de Fútbol, celebrado en México. Transcurría el segundo tiempo cuando Maradona hizo el primer gol, mediante un “puñetazo”, superando a Peter Shilton, el arquero inglés, notablemente más alto que él. El referí concedió el gol alegando que desde donde estaba, no pudo ver los detalles de la jugada, y el seleccionado albiceleste su fue arriba 1 a 0. Posteriormente y desde la otra cara de la moneda, el Pelusa marcaría el segundo tanto, tras recibir el balón en el centro del campo y driblar a media docena de rivales, inermes ante los quiebres del argentino, marcando el que aún sigue figurando como el mejor gol en la historia de los campeonatos mundiales.

Entrevistado al final del partido, cuyo resultado final fue 2x1 favorable a la selección albiceleste, Maradona señaló que el gol “fue un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios”. Por su parte el arbitro declaro que desde el lugar donde se encontraba, no pudo apreciar la acción y por tanto concedió el tanto.

En la historia del Futbol esos dos goles de Maradona, ambos extraordinarios en medio de su contradicción quedaron grabados a tal punto que la historia del futbol no puede ser contada sin mencionarlos. Y los refiero no sólo para presumir de que estuve presente en el Estadio Azteca, sino porque suelen formar parte del alegato que fundamenta la necesidad del VAR.

La inteligencia artificial vigila la cancha

A partir de lo anterior trato ahora de examinar la experiencia de la nueva versión del VAR, a lo largo de esta primera mitad del Campeonato que transcurre en Qatar y pienso, antes que nada, en la digitalización como parte de la rutina que teje la vida en el mundo de hoy, en todos sus ámbitos.

De diversas maneras y en diferentes aspectos la inteligencia artificial ha llegado también a la cancha, con el fin de asegurar el estricto apego a las reglas que gobiernan sobre la alfombra verde, bajo la convicción de que disminuirán y casi se eliminarán, los gazapos en los que incurre el señor del silbato.

Sin embargo, no han sido pocos los reclamos al VAR durante este Mundial. El más emblemático ha sido el gol japonés frente a España. El mismo fue revisado en la sala de cámaras y quienes las operaban determinaron que el balón no había cruzado totalmente la línea de fondo y que en consecuencia el gol era válido, contradiciendo las imágenes de televisión que mostraban más bien lo contrario.

En suma, algunos especialistas advierten que el VAR no evita todas las pifias arbitrales, que los dispositivos tecnológicos que lo constituyen no se encuentran exentos de fallos y que pueden hacerse manipulaciones en la revisión de las jugadas e incluso en la selección o evaluación de las jugadas sometidas a su jurisdicción.

Más allá del debate estrictamente técnico, entendamos que el VAR es un sistema que depende de la FIFA. Difícil, entonces, que se maneje en función de otra racionalidad, distinta de aquella que caracteriza el gobierno de una institución cuyo oscuro expediente, elaborado casi a partir de su fundación, alimenta todas las sospechas imaginables y no creo exagerar demasiado.

Conclusión (mientras tanto)

En el marco de lo planteado cabe señalar que las actuales herramientas tecnológicas son, sin duda, de enorme utilidad, pero según lo sugiere el filósofo Daniel Innenarity, “… tienen una gran inexactitud social y puede estar ocurriendo que nuestras sociedades estén midiendo muy bien algo que no saben que es. La matematización de la realidad social es un instrumento indispensable pero tanto más útil cuanto más consciente se sea de sus limitaciones…”

No sé si este filósofo vasco haya pisado alguna vez una cancha, pero lo que escribe me suena que también vale cuando hablamos del fútbol.

El Nacional, jueves 8 de diciembre de 2022