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Las elecciones regionales, el cuadro político y las perspectivas

Opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 20 min.

Breve introducción: el presente material intenta resumir el resultado de las discusiones realizadas por el Comité Político Nacional del partido los días 16, 22 y 29 de octubre de 2017. En el curso de su elaboración han ido encadenándose una serie de hechos políticos que, en lo fundamental, son consecuencia de los resultados de las elecciones regionales efectuadas el pasado 15 de octubre, los cuales hemos tenido que ir incorporando a la discusión y al propio material. Por lo tanto, en este documento se encontrarán nuestras principales consideraciones de balance sobre las elecciones referidas, así como también sobre la actual crisis de la MUD y de la oposición y sobre la convocatoria a las elecciones de alcaldes del próximo 1º de diciembre.

I: El contexto general

1. El balance debe ser inscrito en el contexto de la crisis general que vive el país, en el marco de la complejidad que la constituye y de la dificultad que entraña su desciframiento y el enfrentamiento a un régimen, cuya naturaleza peculiar aún no termina de ser comprendida de manera acertada y concluyente por el conjunto de la oposición, más allá de las etiquetas o calificativos endilgados con ligereza, simplismo y superficialidad por la mayoría de sus integrantes.

2. Este contexto está dado por la presencia de una profunda crisis general de la sociedad venezolana derivada del fracaso del modelo de dominación política impuesto por la boliburguesía en el poder. Esta crisis se traduce en empobrecimiento acelerado y generalizado de la inmensa mayoría nacional, en resquebrajamiento de todos los signos de la convivencia social, en una recurrente crisis política e institucional devenida incertidumbre e inestabilidad, entre otras cosas. Tal situación ha sido internalizada como una conciencia que se expresa en descontento generalizado y demanda de cambio. Como hemos establecido en nuestros análisis precedentes, estamos frente al agotamiento y pérdida de legitimidad de un modelo que solo se sostiene en la represión, en la manipulación arbitraria y descarada de sus instituciones y en el diseño de un esquema electoral fraudulento, confeccionado para que la minoría dominante se imponga por encima de la voluntad de la mayoría que, por su lado, busca cauce a su demanda de cambio.

3. Otro elemento que es necesario agregar, para complementar el cuadro en el que se llevaron a cabo las elecciones regionales, es la presencia de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), impuesta a trote y moche por la boliburguesía, como consecuencia de una maniobra que logró derrotar el extraordinario movimiento de protestas que durante cuatro meses puso en jaque al gobierno de Nicolás Maduro. Tal maniobra, si bien no relegitima al régimen, de cara al país y a la comunidad internacional, impone de facto el cogobierno de un poder al que se le asignan facultades supraconstitucionales y plenipotenciarias, de tal manera que, conjuntamente con el ejecutivo nacional y las principales instituciones del régimen, la vida del país en todos sus órdenes se desarrolla bajo la égida de un poder arbitrario y sin límites que profundiza la deriva dictatorial escogida por la entente cívico-militar que oprime a la nación.

4. El otro factor que queremos incorporar, para situar las elecciones regionales en contexto, es precisamente los efectos producidos por la elección de la ANC. La derrota del movimiento de protestas y la implantación de la ANC tuvieron inevitablemente un efecto desmoralizador y desmovilizador sobre el conjunto de las fuerzas populares y democráticas del país y sobre la propia MUD, introduciendo la incertidumbre, la confusión y el pesimismo. En el seno de la MUD se profundizaron las diferencias hasta el punto de producirse una ruptura que vino a fortalecer el campo del abstencionismo y a intentar sin éxito constituir un nuevo polo de referencia alternativo, mientras ésta pasaba abruptamente, sin explicación y sin balance, de una política o una práctica sustentada en el aliento de la rebelión democrática, cuya magnitud, discurso y conducción favorecieron el ciframiento de altas expectativas, a otra de signo electoral. Tal giro, en tales circunstancias y en el contexto de la convicción extendida acerca del carácter fraudulento de la elección de la ANC, fortaleció la desconfianza y el escepticismo de muchos acerca de la eficacia del voto y de la vía electoral para derrotar al gobierno y viabilizar los cambios reclamados con urgencia.

5. En medio de tales circunstancias nuevamente el chavismo en el poder, contra todo pronóstico, logra coronar una maniobra que le garantiza preservar la mayoría de las gobernaciones del país (porque no debemos olvidar que las fuerzas del régimen, antes de esta elección, tenían en sus manos 20 de las 23 gobernaciones existentes). Tal resultado inevitablemente tenía que producir sorpresa, perplejidad e incertidumbre. Todas las encuestas y mediciones de opinión, cuantitativas y cualitativas, anunciaban un triunfo de la oposición que nadie se atrevía a poner en duda, de tal forma que no era previsible, en apariencia, y solo en apariencia, un resultado como el producido. La discusión no era si la oposición ganaría o no las elecciones; sino cuántas gobernaciones ganaría y cuánta sería la diferencia en el voto nacional consolidado.

¿Qué ocurrió entonces para que el chavismo se alzara con una victoria, tanto en el número de gobernaciones alcanzadas como en el total de los votos nacionales? ¿Cómo podemos explicar que frente al peor gobierno que hayamos padecido en mucho tiempo, deslegitimado nacional e internacionalmente, con un rechazo del 80% de los venezolanos, se produzca un resultado como este? La respuesta no es sencilla ni tiene una única explicación. A nuestro juicio, se trata de la sumatoria de una serie compleja de elementos que concurren en la configuración del resultado.

II. El gobierno y el régimen

1. El sistema electoral venezolano, en las actuales circunstancias y visto de conjunto, es un sistema fraudulento, cada vez más diseñado y ajustado para que la minoría gobernante se imponga a la inmensa mayoría nacional que navega en el descontento, rechaza el actual orden de cosas y demanda con urgencia un cambio en la conducción y orientación de los destinos de la nación. Este esquema fraudulento, en cierto sentido, se ha ido institucionalizando. El conjunto de las instituciones del régimen, bajo la rectoría del gobierno, el CNE y el TSJ, a lo cual se le agrega ahora la ANC, lo van imponiendo y legitimando, mientras los partidos, la oposición y la sociedad democrática en general lo van aceptando por la vía de los hechos.

2. Dicho sistema es, de hecho, contingente, discrecional y arbitrario; ventajista y autoritario; ilegal e inconstitucional, basado en normas sobrevenidas que los factores del régimen conocen de antemano porque son ellos quienes las diseñan, pero desconocidas totalmente por quienes contienden contra el gobierno en los comicios, lo cual no le da certidumbre ni garantías a los actores políticos que participan del proceso.

3. Este diseño, cada vez más afinado, y adaptado en cada caso a la naturaleza de la elección de que se trate, se combina con la actuación ventajista, avasallante y coercitiva del régimen, incluidos el Plan República, los cuerpos de policía y los grupos paramilitares del oficialismo.

4. La convocatoria adelantada de estas elecciones, unida a la ausencia de un cronograma preciso que pautara los distintos pasos del proceso a seguir, la imposición atropellada de los lapsos para la inscripción de las candidaturas, la negativa a permitir la modificación y sustitución de las mismas, las inhabilitaciones políticas como recurso para sacar del juego a ciertos liderazgos con potencialidad electoral, la reubicación y nucleación “quirúrgica” de un grupo importante de centros electorales, los “madrugonazos” producidos en distintas partes del país para tomar el control de las mesas electorales, entre muchas otras medidas, forman parte de una suerte de reingeniería electoral diseñada con alevosía y premeditación, con la misma minuciosidad y cálculo con los que fue confeccionada la elección de la ANC, con el propósito de diseñar un esquema electoral ventajista y fraudulento.

5. A lo anterior debe sumársele la acción de los grupos paramilitares del oficialismo, particularmente en los espacios en los que fueron reubicados los votantes de los centros electorales cerrados por el CNE, así como la expulsión de un número significativos de testigos de la oposición de importantes centros electorales, sobre todo para el momento del cierre de las mesas y de los centros de votación.

6. El afinamiento y extensión de los alcances de sus mecanismos de control social, particularmente del Carnet de la Patria y la distribución de las bolsas CLAP, debe ser incorporado al inventario. Esto viene a unirse a sus mecanismos ya “tradicionales”, conformados por el sistema de misiones y grandes misiones y el reparto de comida, enseres y dinero en la víspera de cada proceso electoral. De hecho, en este caso estamos frente a uno de los aspectos más perversos de la política del régimen, cual es convertir la pobreza, la miseria y el hambre en mecanismos de sumisión y chantaje, de dominación y dependencia, orientados a estimular la subordinación, la resignación y la pasividad. La retorcida lógica del régimen parece clara: en la medida en que se incrementan la pobreza y el hambre, es posible reforzar la dependencia de la gente respecto de las dádivas y subsidios del gobierno, orientando el esfuerzo hacia la implantación de un esquema de control social. Esto es tanto más factible si el pueblo no encuentra una alternativa viable que encauce sus demandas y que le garantice la satisfacción de sus necesidades más apremiantes, mientras los voceros del régimen aviesamente repiten un discurso que atribuye las causas de la crisis a la oligarquía, el imperialismo y la oposición.

7. El chavismo se reagrupó nuevamente, se moralizó y movilizó de forma eficaz, sobre todo a partir de la elección de la ANC en adelante. En efecto, la elección e implantación de la ANC, el cese de las protestas de calle que durante cuatro meses acorralaron al gobierno y lo obligaron a emplearse a fondo con la represión y el discurso orquestado por el régimen frente a las sanciones económicas decretadas por el gobierno de los Estados Unidos, le permitieron al gobierno de Maduro retomar la ofensiva, reagrupar sus fuerzas y acerar una maquinaria electoral que, con el respaldo de todos los recursos del Estado y sin límites legales o morales para actuar, ha demostrado su eficacia en diversas ocasiones en las que ha sido demandada. En tales condiciones, en algunos casos el incremento de la participación, al contrario de lo previsto, operó a favor del gobierno y no de la oposición.

8. El chavismo descontento, que no es poco, se quedó sin alternativas al no cristalizar las iniciativas tendentes a brindarle una opción política y electoral. Las diversas expresiones de la disidencia chavista y sus múltiples articulaciones terminaron por no concretar proyecto alguno que sirviera de base al reagrupamiento de este sector. La destitución inconstitucional e ilegal de la Fiscal General de la República, LOD, el desmantelamiento temprano de la incipiente fracción parlamentaria del chavismo disidente en la AN, el fracaso en los esfuerzos por agruparse como corriente o como tendencia y la no presentación de opciones electorales que fueran expresión de las mismas, dejaron al chavismo descontento, a sectores de sus bases populares y demás expresiones organizativas del mismo, sin un referente o una alternativa en condiciones de convocarlo y representarlo. Obviamente, tampoco la MUD, una vez más, supo delinear una política y un discurso para atraer a dicho sector a su campo.

III. La oposición y la MUD

1. Probablemente el mayor error de la oposición en estos comicios fue sobrestimar sus fuerzas, subestimar al chavismo y emborracharse de triunfalismo. Como consecuencia de esto termina aceptando el ventajismo y las maniobras del CNE y del gobierno sin mayores resistencias o con apenas una resistencia formal. Su temor a estimular la abstención, una vez más, lo lleva a guardar silencio, a convalidar maniobras. Frente a la discrecionalidad del proceso, el ventajismo y la trampa el antídoto era: avalancha de votos y una férrea defensa del mismo. Pero, por diversas razones en cada caso, no se produjo la avalancha de votos esperada, o al menos no en las proporciones necesarias para contrarrestar el ventajismo y las maniobras del gobierno, por una parte; y por la otra, la defensa del voto volvió a evidenciar su fragilidad e insuficiencia.

2. El sectarismo, la exclusión y la pugna por la hegemonía y el liderazgo en el seno de la oposición se incrementaron y pasaron facturas, impidiendo la incorporación, cohesión y movilización de todas las fuerzas potenciales. Este sectarismo se vio reforzado por el triunfalismo y el exceso de confianza. No se hizo todo el esfuerzo necesario por unificar todas las fuerzas, por incorporar al chavismo disidente y descontento, por atraerlos y brindarles espacios de participación, por persuadir e incorporar a los radicales y abstencionistas, por abrir espacios para los partidos pequeños y las organizaciones emergentes. La MUD se sentía sobrada, se creía autosuficiente, los demás no eran necesarios. Al final, los hegemones en cada caso no pudieron solos, hizo falta quienes fuimos excluidos.

3. Las elecciones primarias no ayudaron a unificar efectivamente las fuerzas de la oposición y, por el contrario, abrieron algunas heridas que no pudieron ser subsanadas en el curso de la campaña. Esto afectó la imagen de algunas candidaturas, erosionó aún más la frágil unidad alcanzada y se complementó con el sectarismo ya reseñado.

4. Una parte de la oposición convocó a la abstención generando confusión, escepticismo, y arrastrando con su prédica a un sector de la población que, efectivamente, se hizo eco de este llamado.

5. No se trataba de un proceso electoral más, de tipo convencional. Se requerían medidas extraordinarias, una actitud más avisada, más combativa, más previsiva. Tampoco se trataba solo de una lucha por la preservación y ampliación de espacios institucionales, sino, sobre todo, de la continuidad de las luchas desarrolladas en los meses precedentes orientadas a seguir desenmascarando al régimen, debilitándolo y restándole legitimidad en función de ir preparando su derrota. De hecho, no se supo empalmar un proceso con el otro y, en consecuencia, a los presos políticos y demás víctimas de la represión, por ejemplo, no se les brindó el espacio debido en la campaña (no se definió con precisión y claridad su rol en la misma). No se asumió el discurso de la rebelión del voto como una línea uniforme y consecuente.

6. Los candidatos tenían que ser básicamente líderes del proceso de enfrentamiento al régimen, luchadores comprometidos con la causa que animó las protestas durante cuatro meses consecutivos. Líderes que encarnaran el sufrimiento de quienes padecen los rigores del hambre y el empobrecimiento generalizado, del dolor de las víctimas de la represión y de sus familiares, de la demanda de cambio que es un clamor nacional. Líderes en condiciones que unir todas las fuerzas más allá de sus partidos, de convocarlas, integrarlas y movilizarlas, tanto a los fines de lo ya señalado como de cara a las necesidades y demandas de sus regiones y su gente. Este difícil equilibrio había que intentar alcanzarlo y fueron pocos los casos en los que esto se logró.

7. El comportamiento y el discurso de la MUD frente al diálogo o la negociación política, su falta de unidad y coherencia, de claridad y transparencia en este asunto, contribuyó a incrementar la desconfianza en ella y a desestimular el voto opositor.

8. En el caso de Miranda, al margen de las maniobras del gobierno, era claro el descontento de la masa opositora con las gestiones de gobierno de Capriles y Ocariz: maestros, policías, empleados públicos, trabajadores del sector salud, entre otros, expresaban su malestar e insatisfacción por la gestión de gobierno de ambos mandatarios. Aunque desconocemos otros casos, como Lara y Amazonas, por ejemplo, es de suponer que allí se repitió una situación similar. Claro que en esto no pretendemos desconocer el cerco presupuestario y demás maniobras del gobierno destinadas a mutilar su capacidad de gestión pero, en cualquier caso, lo reseñamos como un factor más que contribuyó a la derrota.

9. Cabalgar sobre la ola de la crisis y del descontento no es suficiente para ganar elecciones ni es automático que el hambre y la pobreza den rédito electoral. Por el contrario, es posible convertirlos en mecanismos para reforzar la dominación, tal como fue señalado anteriormente. Es necesario, entonces, dotar de contenido el discurso y la campaña, de ideas y programa, de compromiso, consecuencia y coherencia entre la palabra y la acción.

10. El éxodo de compatriotas hacia el exterior, incrementado luego de derrotada la rebelión popular del cuatrimestre abril-julio, y de implantada fraudulentamente la ANC, también contribuyó a la merma de la votación opositora y a los resultados ya conocidos.

IV. La política definida por nuestro partido:

1. La política definida por el partido para este proceso electoral fue correcta: no solo la orientación de participar respaldando las candidaturas unitarias, sino también los criterios definidos por el CDN acerca del carácter de la campaña, el discurso que se requería, el perfil trazado para la selección de los candidatos, la consigna definida y la relación establecida entre las elecciones, la etapa de luchas precedentes y su continuidad hacia adelante.

2. El balance acerca del desarrollo de esta política y del comportamiento del partido en cada región, es un asunto que aún no está hecho y que espera, en primer lugar, el balance de las propias regiones. Preliminarmente, sin embargo, y como en otras ocasiones, destacan los esfuerzos realizados por los regionales del Zulia, Miranda y Sucre.

V. El cuadro político y las perspectivas:

1. Los resultados electorales, si bien arrojan un triunfo para el chavismo, que de esta manera refuerza su control sobre las principales instituciones del país, avanza en su propósito de sostenerse y perpetuarse en el poder, profundiza en su deriva dictatorial y en su ofensiva tendente a doblegar la resistencia de los sectores democráticos y su demanda de cambio; no deben ser vistos, sin embargo, como un proceso de relegitimación y de reencuentro con el apoyo popular que alguna vez tuvo. Dicho triunfo es el producto, como ha quedado señalado, principalmente de la implantación de un esquema electoral fraudulento que, combinado con las falencias y errores de la oposición, concurren a la configuración de los resultados ya conocidos. Los mismos no reflejan fielmente la realidad del país, no son la expresión fidedigna del ejercicio libérrimo del derecho al voto ni manifestación inequívoca de la voluntad popular y de la correlación de fuerzas existente en el país.

2. El triunfo del chavismo no puede verse como una salida a la crisis o como una vía o un camino hacia su superación. Logra sí prolongar su permanencia en el poder, lo que, al fin y al cabo, es su objetivo más importante en el corto plazo. Sea cual sea la suerte de la oposición en lo inmediato, así como los resultados de los procesos electorales en ciernes, es claro que la crisis del país seguirá su curso, se seguirá profundizando en todos sus aspectos (políticos, económicos, sociales, morales, institucionales). Se seguirán horadando las bases del régimen, el empobrecimiento y el hambre de nuestro pueblo empeorarán y esto seguirá alimentando el descontento y la demanda de cambios. El cuadro puede cambiar porque estamos frente una situación volátil, potencialmente explosiva en lo económico y social, inestable políticamente.

3. Se confirma una vez más que la MUD no es la dirección política que demanda la crisis del país y el pueblo descontento. Es una alianza frágil, inconsistente, sin aliento estratégico, sin un pacto profundo y de largo alcance resultante de la preocupación por el país y sustentada en una visión compartida del mismo. No obstante, la unidad sigue siendo un imperativo de las circunstancias y un clamor popular que debe ser atendido. Sin ella no es factible siquiera pensar en la posibilidad de derrotar al régimen. Es necesario, en consecuencia, redefinirla, replanteárnosla, relanzarla sobre nuevas bases, sobre una política y una estrategia que se actualicen y sobre unas reglas de juego claras que regulen su vida interna. Como parte de esto, debe ampliarse sus fronteras para que la alianza que se forje sea correspondiente a la idea de unidad nacional que en teoría se postula como alternativa de gobierno. Asimismo, debe democratizarse internamente evitando que siga siendo secuestrada por la entente de tres o cuatros partidos en nombre de su fuerza orgánica y electoral.

4. En tal sentido, la política del partido sobre este asunto conserva vigencia y debe ser ratificada: Diferenciarnos sin deslindar respecto del espectro que agrupa la MUD y trabajar consistente y sostenidamente por desarrollar una tendencia o una articulación de sectores asociadas al progresismo y a la izquierda. La construcción de un referente de izquierda que busque ocupar un espacio propio dentro del conjunto de las fuerzas que se oponen al régimen y que necesariamente debemos entendernos y articularnos con estas a fin de poder luchar con éxito contra aquél.

5. La maniobra de obligar a los gobernadores electos a juramentarse ante la ANC es inconstitucional e ilegal y no debió ser aceptada. Hacerlo es convalidar el propósito del gobierno que busca su reconocimiento nacional e internacional y es abrir las compuertas a nuevas y cada vez más graves imposiciones, es retroceder gravemente respecto del punto en que se encuentra el conflicto contra su carácter doblemente fraudulento y es, claramente, marchar a contravía de la posición de la comunidad internacional. Estaba anunciado que los gobernadores de la oposición serían obligados a esto y estaba definida una posición al respecto, consistente en la no aceptación de tal medida. Esto requería firmeza, consecuencia, movilización del pueblo, presión nacional e internacional, no rendición. Frente a esto, era preferible forzar las cosas hasta llevarlas al plano de una crisis política que, junto a la lucha que contra el fraude adelanta Andrés Velásquez y la Causa R en Bolívar, podrían dar paso a una nueva fase de la crisis política nacional y a su enfrentamiento. Frente a un régimen que cada vez más profundiza su deriva dictatorial, que no tiene escrúpulos ni límites en sus arbitrariedades y tropelías a fin de aferrarse al poder contra la voluntad expresa de la inmensa mayoría nacional, no cabe si no una política firme, consecuente, incluso subversiva, de pelea.

6. Este episodio, por cierto, cuestiona una vez más las inconsecuencias de la MUD en la lucha contra el fraude en la elección de la ANC. Consideramos que no haber asumido con firmeza la denuncia e investigación de dicho fraude, y llevarla hasta sus últimas consecuencias, viene a tener un efecto negativo ahora en la denuncia del fraude cometido en esta oportunidad en las regionales.

7. También este asunto ha profundizado las divergencias en el seno de la oposición y erosionado aún más la frágil unidad de la MUD, ya debilitada de antemano. En efecto, los resultados de las regionales y la juramentación de los gobernadores adecos ante la ANC, han hecho que estallen los problemas represados, han exacerbado las diferencias existentes y han conducido a una crisis grave de la unidad de la MUD, bastante mal manejada por cierto, al ser ventilada públicamente y con métodos casi primitivos. Esto incrementa el escepticismo de la gente y alimenta su desconfianza en la MUD, en sus partidos y sus liderazgos principales.

8. El chavismo, mientras tanto, ha salido fortalecido, incluso en el plano internacional, y vendrá por el remate. Aprovechará la coyuntura para anticipar las elecciones municipales, probablemente para el próximo diciembre, e incluso, eventualmente, las presidenciales. Esto obliga a discutir desde ya la política de la oposición frente a las nuevas elecciones que de seguro serán convocadas.

9. Uno de los mayores peligros que corremos frente a los resultados electorales y todas sus consecuencias posteriores, es que se imponga la sensación de invencibilidad del régimen, la sensación de que es inútil todo esfuerzo; que se imponga la impotencia, la desesperanza y el pesimismo. La gente empieza a considerar que la vía electoral no es un camino viable, que no brinda posibilidades de éxito. En esto, sin dudas, no deja de tener razón, aún cuando de allí no tiene porqué desprenderse como conclusión que debe ser abandonada la táctica de participación electoral. Debe tenerse en cuenta que venimos de cuatros derrotas importantes en el lapso de un año: la derrota del movimiento por el revocatorio, la derrota del movimiento de protesta iniciado en abril, la derrota en la lucha contra la ANC y la registrada ahora en las elecciones regionales. Esto inevitablemente mina las fuerzas, erosiona la resistencia, refuerza el escepticismo y la sensación de que todo esfuerzo por derrotar al gobierno, cualquiera que él sea, es inútil, independientemente de que todos estos efectos sean transitorios y puedan ser revertidos hacia adelante.

10. La oposición, en buena medida, cifra sus mayores esperanzas en lo internacional, mientras en el plano nacional es cada vez más errática. El gobierno, por su lado, también le importa y mucho lo internacional y busca lavarse la cara y bajar la presión con estos resultados. No obstante, la maniobra de obligar a los gobernadores electos de la oposición a tener que juramentarse ante una ANC que no tiene reconocimiento nacional e internacional, y la destitución ilegal y arbitraria de Juan Pablo Guanipa de la gobernación del Zulia, no contribuyen mucho a este propósito. El frente internacional debe cuidarse, es una de las mayores y más importantes fortalezas de la oposición venezolana, a la que nuestro partido debería darle mayor importancia, prestar mayor atención, atenderlo y trabajarlo.

11. El triunfo de la AD en cuatro de las cinco gobernaciones ganadas por la oposición, abre mayor espacio a las tendencias conciliadoras, a la política que busca un pacto de cohabitación entre gobierno y oposición; lo que no debe ser confundido con la política de diálogo y negociación orientada a procurar una salida política y pacífica a la grave crisis general del país.

Comité Político Nacional de Vanguardia Popular (VP)

Caracas, 29 de octubre de 2017